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XVI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
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XV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Cacacarlos
José Ignacio Rodríguez GarcíaCacacarlos. El tartamudo. El tartaja. La ametralladora de palabras. En el instituto le hicimos la vida imposible y, sin embargo, ahí está. De honorable juez. Cacacarlos. A veces le llamábamos ‘el cacas’. Para abreviar. Así de sencillo es gestar un mote. Así de cruel crear una identidad. Cacacarlos. El bullying se ninguneaba en aquella época y las víctimas no gozaban de la protección actual. No pocas veces nos metimos con él: “tra-trans-transversal”, pronunciaba, por ejemplo, y nos moríamos de risa. Cacacarlos. El hombre que me va a juzgar. Aquel que se perdió el baile de primavera. Aquel que, lleno de vergüenza, no pudo viajar a Mallorca. El mismo que decidirá sobre mi destino. Me mira y me reconoce. Cacacarlos. Temo su rencor. Me da miedo el retorno de mi desprecio. Sin embargo, logra tranquilizarme con un simple gesto. “Voy a ser justo”, hablan sus ojos. “Yo no soy como vosotros”.
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XIV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Ley y orden
laura pilato rodríguezSalgo del bufete a la carrera y me la encuentro en la puerta. Con mirada de animal asustado y acento extranjero murmura algo sobre un trabajo. Supongo que es la limpiadora que me envía la Agencia, así que le muestro el desorden del despacho y le digo que puede empezar de inmediato. Al regresar, observo que el legado de mi caótico proceder ha desaparecido. Todo estaba pulcro y ordenado. Lo único extraño es que aquella joven, que ahora me sonríe con gesto dulce, revisa mi agenda mientras habla por teléfono. -Envié los documentos al procurador y acabo de citar a un cliente. En mi país era laboralista, pero me pondré al día en penal. - Me tragué la vergüenza y los prejuicios, y acordamos las condiciones del contrato. Después retiré el anuncio donde buscaba un abogado penalista y llamé, muy cabreado, a la agencia de limpieza.
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XIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Avanzo sorteando los rostros de todos los niños que sus padres me ofrecen como trofeos, obsequios preciosos que desean preservar. El caos, el riesgo de los disparos lejanos cada vez más cercanos, la visible desesperación y el silencio del miedo que todo lo envuelve. Mis ojos se centran en mis botas de occidental protegido por la casualidad de un pasaporte concreto. Un geo me empuja para que suba al avión, conminándome a no mirar atrás, pero atrás es donde se quedan ellos, mis compañeros abogados con los que llevo trabajando nueve años en una destartalada oficina para la reordenación del tejido de suelo cultivable, tan escaso como sufrido. Trajimos palabras como Libertad, Justicia, Igualdad, Solidaridad, Progreso, y las hemos dejado caer al suelo desde nuestras bocas mentirosas, pisoteándolas con el paso cobarde de nuestra huida. Menos mal que la bodega de este avión no tiene ventanillas.
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XII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
MALDITA SUERTE
Eva María Algar GarcíaYa estaba acostumbrado a la soledad, pero ahora el silencio es insólito, espectral. No sé qué ocurre realmente, pero debe ser grave. Nadie puede visitarme y hay que respetar una distancia de seguridad con los demás. Es de locos. Todas las actividades se han suspendido. Ahora los días son aún más largos, si cabe, que antes… El enfermero viene a verme. Lleva mascarilla y guantes. Comprueba si tengo fiebre. Consternado, murmura que ojalá encuentren la vacuna pronto porque no aguanta más y se marcha. No tengo internet, pero por teléfono mi abogado me habla de la rápida propagación de un tal coronavirus por todo el planeta y de que está muriendo mucha gente; se ha ordenado el confinamiento y nadie puede salir de casa. Suena a broma pesada. Mañana salgo en libertad, tras doce años de prisión. Dudo que haya alguien con peor suerte que yo en el mundo...
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XI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
CUESTIÓN DE TIEMPO
Manuel de la Peña GarridoTenía que pasar. Tenía que pasarme. A mí, que pensaba: “apenas unos años de ejercicio y a disfrutar de la vida, allende los juzgados y su fauna”. A mí, el rey de los casos difíciles, exitoso defensor de pobres inocentes y autores de crímenes escalofriantes, el abogado-orquesta, capaz de tocar todos los palos jurídicos, con clientela fiel y diversa, desde empresas cotizadas en bolsa hasta vetustas tiendas de barrio. Me lo advirtió la perfumera de la esquina mientras echaba el cierre: “no tenemos futuro, don Bernabé, los tiempos han cambiado; no podemos competir con gigantes de la distribución, con los monstruos de internet; estamos tan obsoletos como esa loción capilar que yo seguía vendiéndole”. Sentado en mi impersonal cubículo, idéntico a tantos otros, me pongo los auriculares. Mi primera llamada. -Fastadvisor, abogados 24 horas, le atiende Bernabé. ¿En qué puedo ayudarle?
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X Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Una defensa perfecta
Avelino Sáez Hernández · Cádiz-¿Cómo llevas la cárcel? -Bueno, la imaginaba peor. Aunque tanto gris me fatiga la vista. -Claro. -Me duele más la pérdida de mi mujer. No creyó ni un minuto en mi inocencia. Pero te juro que yo no maté a su padre. -Lo sé. -Oye, gracias por defenderme sin cobrar. No acostumbrarás a litigar gratis. -No, nunca lo hago. -Quién iba a pensar que mi suegro me dejaba tanto en su herencia. -Ese documento ya no tiene valor. Pero te incriminaba mucho, sí. -Y mi adn en el arma... Todavía no sé cómo llegó allí. -Alguien lo pondría. Alguien con acceso a tu saliva, a tu sudor… -¿Mi mujer? ¿Por la herencia? -Quizá ya tenía pensado divorciarse. Quizá le ayudó alguien. -¿Un amante? No, aun así les sería muy difícil controlar todo. El juicio, las pruebas... -Qué va. Bastaba con que el amante se encargara de tu defensa.
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IX Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
MARCELINO
Ana María Gamboa MonteAprovechando el cobro de unos honorarios atrasados me fui a descansar a una playa de arena blanca y aguas turquesas. Por desgracia regresé urgentemente. En mi ausencia Marcelino se había vuelto loco. Era un colaborador imprescindible en mi despacho. Redactaba escritos, demandas, y todo tipo de recursos. Gestionaba el correo, las carpetas de los clientes, y me avisaba con su voz acerada de cualquier notificación. Experto en investigar los asuntos de más enjundia, encontraba al instante la documentación judicial más novedosa. Tras mi partida y bajo una frenética hiperactividad, Marcelino había preparado escritos absurdos y demandas inexistentes que enviaba con mi firma digital a procuradores elegidos al azar, además de licencias estrambóticas y un sinfín de despropósitos. Quizás fue mi culpa, me serví de su eficiencia y no supe poner el linde necesario en nuestro trabajo compartido. A mi pesar tuve que desconectarlo. Era un robot jurídico muy especial.
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VIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Toño, abogado
José Manuel Pérez Pardo de VeraHacía tiempo que de nuestro modesto camposanto se habían adueñado las lápidas sin nombre. Tras el anonimato de cada una de ellas, siempre el mismo protagonista trágico: un refugiado forzado a acudir prematuramente a su cita con la muerte. En el mar o hacinado en un campo con la esperanza deshilachada entre las púas de una desgarradora alambrada. Mi amigo Toño no soportaba aquello e investigaba cuanto podía para poder escribir sencillos epitafios sobre aquellas lápidas. “¿Sabes? –me decía a veces–, yo no tengo Derecho, pero, en cierto modo, soy su abogado. Les defiendo del olvido y la indiferencia. ¿A que en tus pleitos nunca has tenido oponentes tan duros?”. Hace dos meses me enteré de que, en una operación de rescate, una ola se lo había tragado. Siempre que voy a visitarle sonrío al leer la sencilla inscripción que preparé para él: “Toño, abogado”. Le habría gustado.
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VII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
MENSAJE EN UNA BOTELLA
Julia A. García NavarroQuerida madre, Estoy en una barcaza, frente a la frontera. Los guardacostas son extraños: nos amenazan con altavoces y fusiles de guerra, pero llevan comida y mantas para nosotros. Parecen confusos: como si sus jefes les ordenaran salvar nuestra vida y al mismo tiempo obligarnos a volver. Los que viajan conmigo cuentan leyendas. La mejor es la de una banda de hombres y mujeres que luchan como defensores de los que no tienen derecho ni país donde regresar. Los llaman abogados. No creo que sea cierto, sobre todo eso de las mujeres en sus filas, pero he tirado mi nombre al mar y los buscaré. Si existieran, les pediré asilo y te traeré conmigo. No queda agua, pero tengo la mejor botella para enviarte esta carta. Hace frío, las olas son altas y la luna ilumina una playa que se ve desde aquí. Adiós madre. Voy a saltar.
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VI Concurso de Microrrelatos sobre abogados
Via Crucis Judicial
EULALIA BRONDO PETRUS · CIUTADELLA DE MENORCA (ILLES BALEARS)Mi abogado presentó el primer escrito referido a la causa en 1999, año en el que el Deportivo ganó su última liga. Desde entonces había tenido dos hijos, tres trabajos, y mi suegra había fallecido. Tras suspender la vista innumerables veces (faltaba un testigo, el perito no había aportado el documento, su señoría se había ausentado...), siendo todo ello de lo más legal – según mi abogado –, en julio 2014 llegó una nueva citación. Ya ante el Ilustre Juez, intenté recordar, sin suerte, qué había pedido, a quién y por qué, pero fue del todo inútil, por lo que dirigiéndome respetuosamente a su Señoría manifesté: “Déjelo, no se preocupe, no debía ser tan grave la cosa, de lo contrario recordaría que narices estoy haciendo aquí”. “Que tengan buen día”. Y sin más dilación abandoné la Sala, eso sí, muy pausadamente, tal y como requiere la justicia.
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V Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Mi Cliente
JAVIER DE PEDRO PEINADO · LA ALBERCA, MURCIAMi cliente es un pobre yonqui. Su deterioro es tan profundo que temo que no sea capaz de llegar al juicio. Llevaba sin verle mucho tiempo, hasta que hace un par de semanas vino por el despacho a pedirme ayuda y se llevó escondido bajo su sucia camiseta mi pisapapeles de plata. Incoherente y torpe, es como un zombi que apenas piensa en otra cosa que no sea la aguja y cuando sonríe con su boca desdentada transmite la sensación de desamparo más profunda que pueda imaginarse. Impresiona verle allí sentado, tan escuálido, con su indumentaria ecléctica, mirando nervioso su relojito rojo de pulsera. La sala de lo civil está vacía; no suelen ser populares las vistas de tutela. Sonríe y me guiña un ojo, en un gesto que solía resultarme tranquilizador hace mucho tiempo, cuando ese tipo triste y derrotado aún era mi hermano mayor.
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IV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Un abogado lo es siempre
Rosa Molina López · Tres Cantos (Madrid)“Ni una lágrima, reeeespira, traaaaanquilo”, me repito, mirando fijamente al jefe mientras me llama pato por romper un vaso e inicia su sempiterna conferencia sobre el escaso amor al trabajo de hoy día. ¡Si no rayara el desahucio iba yo a trabajar de camarero, doce horas diarias, por una miseria! Pero ignora que, debajo de mi delantal, hay un abogado y mientras fregoteo y coloco mesas, espero, impaciente, la inspección de Trabajo. Me estoy convirtiendo en el superman de los trabajadores-precarios: 5 empleos sin contrato, 5 denuncias. Conozco la ley al dedillo y, en la cola del paro aprendí que, para sobrevivir, el respeto a ti mismo debe ser el núcleo de tu doctrina. Si vuelvo a ejercer, y esta vez encuentro clientes que paguen, seré Laboralista. Entra alguien, ahí llegan, bajo la cabeza, sigo barriendo, disimulo, mi jefe suda, le pide mi contrato, ¿contrato, alta?.....Seis.
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III Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Vocación
Javier Sánchez Ribas · Collado Villalba (Madrid)Su primer juicio. Se ajustó la toga y contempló la sala de vistas, llena a rebosar, y a su cliente sentado en el banquillo. Un difícil caso de corrupción urbanística, relacionado con la construcción de un hotel de lujo y unos sospechosos recibos de presuntas comisiones pagadas en especie. No había habido pacto entre acusación y defensa, por lo que al final de la vista oral llegó el momento de su alegato. Se levantó, carraspeó y con los andares de John Wayne en “Río Bravo” comenzó diciendo “señores del jurado...” Al terminar, y cuando correspondía con sentidas reverencias a los aplausos del público, escuchó la voz de su madre: “Hijo, ¿por qué no dejas de hacer el canelo ante el espejo, te quitas el traje de tuno y sigues estudiando? Así no vas a acabar nunca la carrera. Siempre que tomas vino con gaseosa para cenar es la misma historia”.
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II Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Nota
María José Jiménez Cava · BilbaoNo te aguanto más. Ya he tenido suficiente, he soportado durante años que llegaras a casa a las tantas de la madrugada, que recurso tras denuncia y denuncia tras recurso hayas olvidado que tienes una vida fuera de tu despacho. Me voy. Considero que merezco a alguien que me pregunte si estoy bien de vez en cuando. ¡Alguien a quien pueda tocar! A veces sospecho que te he inventado. Te presiento alguna noche y cuando despierto te has evaporado. Te estás enterrando en vida entre tanto litigio, desestimaciones y sobreseimientos. Llevo tres meses tomando pastillas que me ayudan a soportar tu ausencia y me hinchan como un globo. Me largo. Trabajaré, iré a la vendimia de Francia si hace falta. No me importa. ¿Sabes qué es lo que me duele? Tener que dejarte una nota, usar un teclado para dejar constancia de mis emociones, sin poder mostrártelas, porque no estás.
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I Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
MI PEZ
José Julián Arias Garrido · El Puerto de Santa María (Cádiz)Mi piraña sabe derecho. En la soledad de su pecera, aislada del mundo, entre las escamas de su comida para peces le cuelo papel. El sabor de la tinta de pluma de abogado le entusiasma. Se me cría recia. Cada vez desprecia más comida de la suya por devorar papel. Noto el brillo de codicia en su mirada. ¡Lo que sabe! Tengo mi sistema. Le lanzo un trozo de papel con rúbrica. Si es zoquete el leguleyo, desprecia su escrito y yace en el fondo de la piscina hasta deshacerse. Si es buen abogado, lo devora con fruición asimilando cada letra. Siendo así la conducta de mi pez, yo voy a juicio tranquilo porque se que triunfo. Ayer la descubrí, su ojo agrandado por el efecto lupa de la pecera, con la mirada clavada en el bloque informativo del “Caso Malaya” que daban por TVE1, como si aprendiera. Inquietante.
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