XIV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilLa desaparición de la fiscal Piris

María Gil Sierra 

Le pareció un “sinsentido”, una colección absurda de alegaciones con las que la empresa pretendía evitar la sanción. Sus vertidos tóxicos eran, sin duda, los responsables de contaminar el riachuelo. Pero a nadie le interesaba proteger la salud de esos desgraciados venidos del infierno para instalarse en chabolas junto a sus aguas. Y decidió que ella misma iría a investigar. Al principio el taxista fue agradable, pero se negó a entrar en el poblado. “Y usted tampoco debería”, le dijo. Tenía miedo. Miedo de sus ritos paganos, de las desapariciones. Eso se comentaba. La fiscal Piris bajó del auto y atravesó el umbral fronterizo. No creía en las habladurías. Sin embargo, le extrañó ese silencio estrepitoso y negro. Avanzó guiada por las aguas putrefactas, hasta que escuchó los cánticos que un grupo de personas entonaban alrededor de una pira de madera. Todos se giraron hacia ella, como si la esperaran.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilHE VENIDO A HABLAR DE MI MICRO

Manuel de la Peña Garrido 

- Como dijo el maestro Umbral, he venido a hablar de mi micro… - Con la venia. Las alegaciones del demandante pretenden cuestionar la valoración del Jurado, amparada por su discrecionalidad técnica… - Mi relato mereció ser publicado. Es original, sarcástico, sorprendente… - Señoría, la Jurisdicción no puede proteger tales pretensiones. Insisto: no estamos aquí para debatir sobre Literatura, solo sobre el cumplimiento de las bases del Concurso. - Algunas obras seleccionadas son una colección de tópicos buenistas y manidos, otras no son agradables de leer… - Señor Calleja, usted ha demandado al Consejo y a la Mutualidad de la Abogacía por haber rechazado injustamente su microrrelato. Reconozco que hasta su apellido es propio de cuentista, pero debo aplicar el Derecho, no la Estética. Y la magistrada sonrió. Una vez más, los justiciables fueron sus musas. Escribidora compulsiva, plasmó la escena en un cuentecillo que envió al Concurso. Bajo seudónimo.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilUn nuevo camino

    Lidia Ramallo Sánchez 

    Bajo el umbral de la puerta me miraba perpleja, no se esperaba esa respuesta. Para mi no era agradable, pero estaba segura de que era la mejor decisión. Después de tantos años la colección de maltratos se hacía insostenible, sobre todo si quería proteger a su hijo. Cerró los ojos y recordó lo que había sucedido días atrás con aquella chica del barrio. Su hijo no era inocente, sin embargo una alegación coherente lo libraría de entrar en prisión. Para ello necesitaba su ayuda, si no no aceptaría llevar su caso. Debía denunciar a su marido y enseñarle a su hijo lo que era realmente el amor.

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  • Imagen de perfilLA SENTENCIA

    ENRIQUE MARIN GARCIA · MURCIA 

    El bedel no había terminado de pasar el umbral de la sala, cuando los vio allí a lo lejos; todos juntos, formando un bloque. Se distinguían de los demás por su elegancia, la calidad de sus ropajes y la férrea dignidad, más propia de otro siglo, que de la época actual.
    Habían formulado la alegación ante un juez, cuya agradable sonrisa prometía que les iba a proteger; y sin embargo, ahí estaba ese hombre para hacerles cumplir el veredicto.
    De la vetusta colección de libros antiguos, que aún mantenían sus vestidos originales; el más pequeño de ellos, cuyas tapas marrón oscuro estaban muy desgastadas por el uso, lanzó un suspiro, al sentir en su lomo la mano firme y decidida de su ejecutor; sabiendo que su destino era el sótano, aquel lugar donde todos los libros viejos o en desuso esperaban para ser convertidos en papel reciclado.

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  • Imagen de perfilEl asombro me cerca

    CALAMANDA Nevado Cerro 

    La privacidad de datos ha sido siempre fundamental en mi firma. Por los pormenores del trabajo es normal tener una colección de anotaciones personales, incluso sensibles, que proteger en archivos y bases de datos. En el umbral de mi jubilación, trabajo con clientes europeos, mi única hija, abogada también, e informática, opta porque es muy útil crear registros tal como la norma RGPD establece. Incluso protege a nuestros clientes no europeos y lo convierte en una ventaja competitiva. La mirada agradable de la otra mujer de mi vida, mi esposa, nos observa y asiente desde el portafotos de mi mesa. Le hago la alegación de siempre: Vuelve y hazme feliz. Fue la gloria del despacho desde que lo creamos, tras terminar nuestras carreras, hasta que la oí caer al suelo; intentando levantarse para atender a su cliente, mientras apretaba el boli y su bloc de notas menudas, junto al pecho.

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  • Imagen de perfilDon Luis

    Fernando Pascual Bravo 

    Mi mentor, maestro en leyes, jefe y compañero de despacho, aparentaba un carácter serio, tranquilo e incluso hosco, pero era señorial, agradable y acogedor con cuantos lo abordaban con problemas o cuitas.

    Logró muchas condecoraciones y la “Excelencia en Tribunales” en cuarenta años de duro trabajo -como cualquier pájaro con su pico y pluma, decía- en los que mostró que sus análisis, alegaciones e interpretación de las normas eran reconocidos y publicados en revistas, colecciones y repertorios de jurisprudencia.

    Al cumplir setenta años estaba decidido a seguir trabajando, pero la invasión de métodos, sistemas y herramientas como hardware, software, smartphones, conexiones on line, teletrabajo y otras, en continuo cambio, lo hicieron desistir por estimar que dichas prácticas deshumanizaban su trabajo y eran el umbral por el que se escapaba la necesidad que los humanos tenemos de proteger nuestra hermandad y solidaridad.

    -” Retirarse a tiempo es una victoria”, me dijo.

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  • Imagen de perfilEmociones descarnadas

    Ander Balzategi Juldain 

    La composición del cuadro me produjo una sensación familiar y distante a la vez, conocía ese pecho ladeado, ese brazo caído sobre el sofá, la expresión de desdén y lascivia en el rostro. Me venían ecos de una lejana y agradable complicidad. A diez metros vi al autor de la colección, el examante de mi mujer, en el umbral de la senectud y aún fingiendo el tormento de la existencia. Los abogados me pidieron que fuese a certificar que la mujer de la pintura era sin lugar a duda ella, así, en caso de llegar a juicio, nuestra alegación resultaría irrefutable. Había perdonado a mi mujer por proteger a nuestra familia, pero cuando vi el antojo bajo el ombligo, aquel capricho tan nuestro pertrechado por las manos de ese embaucador, concluí que junto a la demanda que presentábamos al pintor presentaría otra de divorcio a mi mujer.

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  • Imagen de perfilUNA TRAMPA PARA LOBOS

    Maite R. Valtierra 

    Como abogados expertos en ciberdelitos habíamos constituido una asociación para asesorar y proteger a los incautos de las perniciosas criptomonedas. Un día recibimos una llamada de un tipo que nos quería mostrar algo que nos interesaría e intrigados nos personamos en su dirección.
    Un viejito muy agradable nos franqueó la entrada y nada más cruzar el umbral advertimos que no era una casa normal. Dentro había toda una colección de piezas de museo y obras de arte, antigüedades, esculturas, cuadros…
    —Como habrán advertido, tengo manía por acumular y coleccionar cosas. Hace poco me ofrecieron una colección de criptomonedas raras de valor incalculable. — Dijo depositando un álbum sobre la mesa.
    Mi compañero y yo nos miramos.
    —Parece una estafa, podemos preparar unas alegaciones para denunciar a los timadores. — Le dije.
    —Ya me parecía a mí… ¿Podría abonarles sus servicios con criptomonedas? —Nos preguntó amablemente el viejito desplegando el álbum.

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  • Imagen de perfilTestigo mudo

    María Victoria. Muriel. 

    Sabía que debía cruzar el umbral, pero era tan agradable permanecer en el recinto ajardinado que me resistía a entrar en la sala. El pánico no logró dominarme , entré orgulloso y erguido, marcando el camino que debía seguir el acusado. Ejerciendo con inusual maestría ,nuestro abogado esgrimió sólidos argumentos ante un implacable juez que no admitió ninguna alegación. Nada podía hacer yo para proteger a mi amigo;si no dominas el idioma y nadie puede traducir tu declaración te conviertes en un testigo mudo. Ambos ingresamos en la prisión de Tebas ,en Salamanca,allí observamos una colección de canes de la ONCE interactuando con los internos.¿Se están humanizando las prisiones? ¿A quién intento engañar? Es una injusticia, mi amo es inocente pero nadie escucha el testimonio de su perro guía.

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  • Imagen de perfilProceso extrajudicial

    Carlos Belmar Juaranz 

    Mientras Pablo repasaba su colección de corbatas, pensaba en como la justicia, al final, siempre se abría paso. Aunque, a veces, necesitaba un "empujoncito". Ya sabía que le esperaba un día agridulce. Agradable por el previsible resultado, pero incómodo por los medios empleados, alguno de los cuales prefería no conocer.

    Se decidió por la roja de seda. Le había dado suerte en otras ocasiones. Quizá le ayudaría a que Marina, su cliente, aceptará una invitación a cenar tras ser exculpada. Se había esmerado en proteger sus intereses. No solo por la elevada minuta. Sus ojos verdes y su forma de reír eran irresistibles.

    Repasaba mentalmente el contenido de la alegación cuando atravesó el umbral de la sala. Había un gran revuelo. Todos estaban de pie.

    -El testigo de la fiscalía ha aparecido muerto, parece un infarto. Le informó su ayudante.

    -Joder, se han pasado con el "empujóncito". Susurró.

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  • Imagen de perfilMadre

    Aida Galan · Tarragona 

    Se quedó parada en el umbral de la puerta de la habitación. Estaba llena de colores, de fotos, de la vieja colección de cromos de su hijo y de una luz que ahora contrastaban con la inmensa tristeza que sentía.
    No cabía duda de que aquello no había sido agradable, había tenido que oír alegación tras alegación, declaración tras declaración. Había tenido que ver fotos y mas fotos de el cuerpo sin vida de aquella chica joven de ojos grandes y mejillas con hoyuelos.
    Ali de pie, frente a la puerta de la que una vez fue la habitación de su hijo, recordó la promesa que le había hecho hacia ya 15 años, "Yo siempre te protegeré, eso es lo que hacemos las madres". Se le revolvió el estomago. Ella había protegido a su hijo del mundo, pero nadie había podido proteger al mundo de su hijo.

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  • Imagen de perfilLA TABERNA DE «JUSTI»

    Ruth González Poncela 

    Confieso… que me gusta la taberna que hay frente al Palacio de Justicia donde se reúne una variopinta colección de abogados para tomar un café o un piscolabis, antes o después de las vistas.
    Cada mañana suelo apoltronarme en cualquier agradable rincón para escucharlos atentamente. Antes de que atraviesen el umbral ya sé de qué pie cojean.
    Por aquí advierto al llorón del turno de oficio, siempre quejándose de lo mal pagado que está. Allá oigo al soñador perspicaz, que lleva en la sangre proteger al desvalido, luchando hasta el final sin flaquear. ¿Y qué me dicen del ex opositor frustrado reconvertido en letrado? Éste se enfrenta a los conflictos con cierto resentimiento pero cada alegación en defensa de sus clientes adolece de un talento especial.
    Estoy orgullosa de todos ellos, aunque no puedo verlos porque soy ciega, pero, desde mi pedestal, velo constantemente por la fortaleza de sus ideales.

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  • Imagen de perfilHonor impropio

    JESÚS BERMEJO LECUONA 

    Dispuesto a una agradable jornada estival sobre un suave manto de arena, le sobresaltaron unos
    gritos de dolor que emergían del agua. En ropa interior, salía una mujer árabe mientras su presumiblemente marido increpaba a aquella colección de curiosos europeos, atraídos por los aspavientos de su cónyuge. Aparentemente se adentró entre las olas cubierta por una túnica oscura, que entonces flotaba a lo lejos ajena al incidente. Tras su encuentro con varias medusas, se desembarazó de su atuendo para nadar más deprisa y alcanzar la orilla. Su consorte no atinaba a tapar la visión de quienes se aproximaron a socorrerla, y fue detenida por escándalo público. Su alegación letrada, salvaguardar la integridad de la damnificada, acusada a ojos de su cultura. Ante el umbral de la sala de vistas, el abogado veraneante, citado como testigo, reflexionaba sobre si hacía falta aquel despliegue procesal para proteger la reputación del pueblo ofendido.

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  • Imagen de perfilEL DEPREDADOR DEL PUEBLO

    Juan Carlos García Pombo 

    Tenía una colección de cadáveres enterrados en su jardín, cuando entró la policía con orden judicial para buscar pruebas en el interior de su hogar el hombre intentó proteger su presunción de inocencia asegurando que los cadáveres ya estaban antes de que adquiriese aquella casa. Como secretario judicial tenía que asegurarme que la policía actuaba conforme a la ley y no introducía ninguna prueba falsa, una agente de policía chilló en el sótano de aquella casa. Al bajar corriendo observamos que su alegación sobre su presunción de inocencia cualquier fiscal la podía destruir mediante un juicio. En el sótano estaba tumbada una mujer desnuda y encadenada a una cama, en una cuna había un agradable recién nacido. El escenario había superado mi umbral de imaginación cuando descubrimos las fotografías y vídeos de todas las mujeres que había violado.

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  • Imagen de perfil¿Por qué habéis decidido adentraros en el umbral del Derecho?

    Javier Gallardo 

    En la universidad nos preguntaron por qué habíamos decidido adentrarnos en el umbral del Derecho. Un alumno comentó, vanidoso, que estaba interesado en el papel del Derecho en la actualidad y en las relaciones sociales, alegación que gustó a posteriores alumnos que buscaban lucirse. Muchos ocultaban que sus padres, que eran abogados, les solucionarían la vida.

    Yo no intervine. Inmerso en un recuerdo agradable de mi niñez, rememoraba cuando recorrí el sur de España con mi familia. En aquel viaje intimé con alguien a quien apodé “mi amigo muy moreno” en la Playa del Tarajal, Ceuta. Construimos castillos de arena húmeda, adornados con una colección de pechinas, a los que no pudimos proteger de batallas espontáneas de bolas de arena. Al anochecer, nos despedimos. A mi amigo lo acompañó un guardia civil.

    Hoy, en la asignatura de derecho de extranjería, tratamos las “devoluciones en caliente”. He descubierto mi vocación profesional.

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  • Imagen de perfilAmor incondicional por entregas

    María Sergia Martín González- towanda 

    Resultó agradable que Damián quisiera suscribirse a aquella colección. Siempre le hemos animado a amar nuestra profesión y el bufete tuvo una brillante idea cuando decidió lanzarla para conocimiento del público infantil. Con el primer fascículo llegó la toga. Fue emocionante verlo, vestido de negro, en el umbral de la puerta esperando al bus escolar. El segundo trajo un código civil en lectura fácil. Cada noche, antes de dormir, hacía que leyera algún capítulo y preguntaba palabras que no entendía. Después llegaron artículos que hablaban de abogados, de democracia, de justicia y de la necesidad de proteger los derechos de las personas. Y de los animales.

    Damián estaba inmensamente feliz hasta que, sin preaviso, alguien decidió concluir la colección. No hubo alegación posible…

    Ahora, el crío deambula como alma en pena mientras desabrocha su toga, blanquecina por el uso, para mostrarnos el hueco vacío que ha quedado en su pecho.

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  • Imagen de perfilUn déjà vu.

    MIGUEL ANGEL ROMEO IBÁÑEZ · ZARAGOZA 

    Lo recuerdo con nitidez, como si fuera ayer. Es de noche, veo luz. Me levanto. Me paro en el umbral de la puerta. Mi padre, sentado en su despacho, rodeado de su colección de libros jurídicos, enfrascado en redactar su enésimo escrito de alegaciones. Levanta la cabeza, me mira, me dice: "Nunca seas abogado" y me guiña un ojo. Nada más. Y vuelve de nuevo a su mundo. Nunca supe su intención. Si era su manera de protegerme, de evitarme sinsabores y noches en vela, o simplemente sabía que, dijese lo que dijese, yo seguiría sus pasos. Ahora, sentado en su despacho, veo a mi hija en el umbral y lo entiendo todo. Lo veo en sus ojos, en su mirada. Le digo: "Nunca seas abogada" y le guiño un ojo. Me envuelve una sensación agradable, como un déjà vu…

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  • Imagen de perfilCUESTIÓN DE ESTILO

    Almudena Horcajo Sanz 

    Vestía siempre con tanta elegancia que nadie podía imaginar que hubiese nacido en una chabola. El secreto estaba en sus manos, con una aguja y un dedal hacía magia, convertía cualquier trapo en una prenda de alta costura. Cuando alcanzó la fama, le rodearon un montón de sinvergüenzas que pretendían quedarse con su dinero. Menos mal que una abogada, a la que le apasionaba la moda, le salvó la vida. Con alegaciones bien fundamentadas consiguió ganar los juicios, proteger su patrimonio. A la hora de pagarle, se llevó la agradable sorpresa de no tener que abonarle honorarios, bastó con llenar su armario de modelos exclusivos.
    No puede estar más contento, sabe que su ropa cada vez que traspasa el umbral de los juzgados causa gran admiración, además, en la presentación de su última colección, en la que la toga ha sido la estrella, ha revolucionado las pasarelas con apuestas imposibles.

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  • Imagen de perfilCAMPING ON HEAVEN’S DOORS

    Rosalía Guerrero Jordán 

    Después de décadas de dedicación a la abogacía, un ataque al corazón acabó con mi agradable existencia. Cuando llegué al umbral del paraíso un funcionario celestial me preguntó si había cumplido con mi misión de proteger al débil ante las tropelías del poderoso.
    Orgullosa, le entregué el expediente con la enorme colección de causas justas que había defendido y ganado ejerciendo en el turno de oficio.
    Aquel chupatintas me miró por encima de sus lentes y me lo devolvió con gesto altivo. No lo entendí hasta que mis contactos me informaron del rancio abolengo de sus apellidos compuestos.
    Y aquí estoy, acampada a las puertas del cielo, preparando las alegaciones contra la resolución de inadmisión. Y en lugar de invadirme la tristeza, siento que me embarga la emoción que se apodera de mí con cada nuevo caso. Y porque no hay mayor pasión que luchar junta la injusticia.

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  • Imagen de perfilPilar de apoyo

    ELENA BETHENCOURT 

    El abogado comienza su alegación: Mi defendida, Pilar García, amaba a su marido, su vida con él fue ejemplar, una colección de alegrías e ilusión.
    Como su propio nombre indica, fue un pilar para él, le brindó su ayuda en todas las decisiones vitales, lo animó siempre a dar un paso adelante, no cesó de proteger su matrimonio contra las malas lenguas ni de alentar sus proyectos por muy locos que parecieran, aunque algunos traspasaran su umbral del dolor.
    Por eso, cuando aquella mañana lo vio desnudo encaramado al alféizar, por supuesto no pensó que viniera de la casa de la vecina, parecía más bien no decidirse a saltar, y ella, como esposa agradable, abnegada y complaciente, le dio el último empujón.

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  • Imagen de perfilVacío legal

    JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA 

    Suleima cruzó el umbral del despacho abrazada a su hijo Salim. Intentaba proteger al bebé del frío matutino con una gruesa manta. Tras nueve meses, el Estado español les expulsaba del centro de acogida para refugiados donde vivían. Leí la notificación legal, revisé el sobre y sonreí. El mismo defecto de forma de siempre. La traductora de la ONG le explicó la situación y el rostro de Suleima se iluminó de alegría. Redactamos la alegación y concertamos una cita para presentarla en el juzgado. Suleima se despidió con una agradable colección de agasajos en árabe, algo que no cesaba de oír desde que descubrí aquel vacío legal para la ONG que me contrató. No era la solución más ortodoxa pero, con la «involuntaria connivencia» de la parsimoniosa justicia española, garantizaba un par de años más de asilo para quienes quedaban desamparados. Tiempo suficiente para conseguir el permiso de residencia.

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  • Imagen de perfilCon la venia de

    Manuel Rodríguez Antón 

    “Ayer morí. Junto al umbral de la puerta de mi casa. Después de dieciocho cuchilladas. A plena luz del día y por la espalda. Me desangré, en silencio, frente a las lágrimas de mi hija pequeña que intentó proteger mi cuerpo de los golpes de su padre con su mochila de la escuela. La dejo atrás, igual que el primer tortazo inesperado y la colección de direcciones de las casas de acogida. Me quito el peso de la memoria, las miradas indiscretas de los vecinos, y el olor a Betadine de la piel; y le susurro al oído que la quiero, y le deseo un futuro agradable junto a alguien que sepa lo que es querer, aunque tengo miedo de que crezca y me recuerde solo como a una víctima. La 52”.

    Lo digo ahora yo, su abogada, ante este Tribunal, como última alegación, porque mi cliente ya no puede.

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  • Imagen de perfilCables cruzados

    laura pilato rodríguez 

    Tuve que vender mi colección de monedas para pagarme el Máster en robótica.
    Viniendo de una familia de jueces y abogados, mi alegación sobre cruzar el umbral del mundo tecnológico, no fue recibida de forma agradable.
    El único que siente curiosidad por lo que hago es el abuelo. Él muestra interés cuando le explico que la inteligencia artificial puede aplicarse a la industria, a la medicina, o proteger y salvar vidas en catástrofes naturales. Todo le parecía perfecto hasta que le construí una maqueta, con toga y mazo incluidos, y le dije a él que podría ser de gran utilidad en los juzgados. Muy enfadado, la pisoteó hasta destrozarla, diciendo: - Ese montón de chatarra no me va a dejar sin trabajo.

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  • Imagen de perfilTemis

    Carolina Navarro Diestre 

    Mi sudor es ácido de hormigón. Al contacto con el líquido, mis senos se estremecen y una imperceptible grieta se dibuja bajo el cárdeno mármol. Es una sensación agradable. Muchas veces, de verdad, habría deseado desasirme de esta condena de túnica y quietud. Algunos días me gustaría mostrarme vulnerable y desnuda ante los transeúntes, mortal y mujer. Pero este castigo de piedra no cesa del mismo modo que el sol no relaja su yugo. A mis pies, un abogado repasa la alegación que presentará más tarde. Un poco más allá, una taquígrafa come un bocadillo. Desde el umbral del Palacio de la Justicia contemplo la colección de juristas y la siento como algo propio. Soy la diosa Temis, Iustitia para los romanos, y puedo veros a través de mis ojos vendados. He jurado ser imparcial y proteger vuestros derechos. Sostengo la balanza y blando la espada. Bienvenidos a mi templo.

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  • Imagen de perfilAgradecido

    Laura Sotelo 

    Le encontré en el umbral de la desnutrición, desfallecido y hambriento. Le alimenté y dejé que durmiera entre mi colección de peluches. Llevaba dos días en casa y su compañía empezaba a resultarme agradable, así que que empecé a plantearme la adopción. Hasta que llegó el repartidor de Amazon dando voces y aporreando la puerta. Y aquí estoy, en el juzgado. De nada sirvieron las alegaciones de mi abogado. El repartidor se presentó con una pierna vendada, debido a los mordiscos y exige una indemnización y que pague los gastos médicos.
    Me va a salir caro el chucho. Pero el pobre sólo quería proteger a quien le salvó la vida.

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  • Imagen de perfilCÓDIGO MUSEUM

    JUAN CARLOS MONTERDE GARCĺA 

    - ''¿Y dice Vd. que no vio a nadie?''
    - ''No, Señoría. Hubo un apagón y no vi nada''.
    - ''Pues no entiendo como un cuadro tan valioso de la colección no tenía más seguridad''.
    - ''Lo desconozco, solo soy un empleado de limpieza''.
    - ''Pero Vd. es el principal sospechoso del robo''.
    - ''No, por Dios. Jamás cometería tal acción''.
    - ''¿Cómo explica que el guardia yaciera inconsciente en el umbral del baño?''
    - ''No lo sé, Señoría. Lo prometo. Alguien conocería el código y entró en el Museum''.
    - ''Vd.''
    - ''No… no es verdad…'' (sollozando)

    La Sala enmudeció.

    - ''Sr. Letrado, ¿alguna alegación?''
    - ''Señoría, no se está respetando la presunción de inocencia''.
    - ''Entiendo que quiera proteger a su cliente, pero no será agradable lo que voy a decirle. ¿Sabe que la cámara del edificio contiguo grabó a su defendido saliendo con el lienzo?''
    - ''...''

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  • Imagen de perfilJusticia y toga

    Anna Jorba Ricart 

    Mi primer proceso judicial comenzó con el caso de la desaparición de una colección de togas, puñetas, bordados, insignias, mucetas y birretes de un prestigioso taller. Recuerdo que nos sorprendió el botín de dicho robo.
    Estudié los detalles de las lesiones que el dueño sufrió intentando proteger su negocio, de los destrozos perpetrados, del informe del atestado policial que gracias a la coordinación de las fuerzas y cuerpos de seguridad y al visionado de las cámaras de vigilancia, los culpables pudieron ser detenidos. Se dictó sentencia firme sin dar lugar, ni antes ni después, a alegaciones o a recursos.
    Desde entonces cada vez que atravieso el umbral de la puerta para entrar en la sala de los tribunales llevo una elegante toga de alpaca inglesa, como la de mi padre, pero lo más importante es revivir la agradable sensación de impartir justicia, siendo la abogada penalista que siempre quise ser.

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  • Imagen de perfilHE VENIDO A HABLAR DE MI MICRO

    Manuel de la Peña Garrido 

    - Como dijo el maestro Umbral, he venido a hablar de mi micro…
    - Con la venia. Las alegaciones del demandante pretenden cuestionar la valoración del Jurado, amparada por su discrecionalidad técnica…
    - Mi relato mereció ser publicado. Es original, sarcástico, sorprendente…
    - Señoría, la Jurisdicción no puede proteger tales pretensiones. Insisto: no estamos aquí para debatir sobre Literatura, solo sobre el cumplimiento de las bases del Concurso.
    - Algunas obras seleccionadas son una colección de tópicos buenistas y manidos, otras no son agradables de leer…
    - Señor Calleja, usted ha demandado al Consejo y a la Mutualidad de la Abogacía por haber rechazado injustamente su microrrelato. Reconozco que hasta su apellido es propio de cuentista, pero debo aplicar el Derecho, no la Estética.
    Y la magistrada sonrió. Una vez más, los justiciables fueron sus musas. Escribidora compulsiva, plasmó la escena en un cuentecillo que envió al Concurso. Bajo seudónimo.

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