Vacío legal
JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGASuleima cruzó el umbral del despacho abrazada a su hijo Salim. Intentaba proteger al bebé del frío matutino con una gruesa manta. Tras nueve meses, el Estado español les expulsaba del centro de acogida para refugiados donde vivían. Leí la notificación legal, revisé el sobre y sonreí. El mismo defecto de forma de siempre. La traductora de la ONG le explicó la situación y el rostro de Suleima se iluminó de alegría. Redactamos la alegación y concertamos una cita para presentarla en el juzgado. Suleima se despidió con una agradable colección de agasajos en árabe, algo que no cesaba de oír desde que descubrí aquel vacío legal para la ONG que me contrató. No era la solución más ortodoxa pero, con la «involuntaria connivencia» de la parsimoniosa justicia española, garantizaba un par de años más de asilo para quienes quedaban desamparados. Tiempo suficiente para conseguir el permiso de residencia.
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Buen alegato cargado de humanidad. Gran relato.
Muchas gracias, no siempre la lentitud de la justicia resulta negativa. Saludos
Muchas gracias, No siempre la lentitud de la justicia es negativa. Saludos
Felicidades, Juan Pedro. Una historia bien construida y muy actual.
Mi voto.
Muchas gracias, ojalá fuese menos actual de lo que es. Saludos.
A veces, el transcurso del tiempo juega a favor de nuestro cliente. Fue como una brisa marina que refrescó el rostro de Suleima, ante el as en la manga de aquel Letrado, entregado a tareas humanitarias. Buen micro, Juan Pedro. Suerte con él, Un abrazo.
Muchas gracias, Suleima se encuentra con otra oportunidad gracias a su abogado, por desgracia, no todos tienen su suerte. Ojalá la brisa marina nunca fuese tormenta. Saludos