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Fernando Pascual Bravo 

Mi mentor, maestro en leyes, jefe y compañero de despacho, aparentaba un carácter serio, tranquilo e incluso hosco, pero era señorial, agradable y acogedor con cuantos lo abordaban con problemas o cuitas.

Logró muchas condecoraciones y la “Excelencia en Tribunales” en cuarenta años de duro trabajo -como cualquier pájaro con su pico y pluma, decía- en los que mostró que sus análisis, alegaciones e interpretación de las normas eran reconocidos y publicados en revistas, colecciones y repertorios de jurisprudencia.

Al cumplir setenta años estaba decidido a seguir trabajando, pero la invasión de métodos, sistemas y herramientas como hardware, software, smartphones, conexiones on line, teletrabajo y otras, en continuo cambio, lo hicieron desistir por estimar que dichas prácticas deshumanizaban su trabajo y eran el umbral por el que se escapaba la necesidad que los humanos tenemos de proteger nuestra hermandad y solidaridad.

-” Retirarse a tiempo es una victoria”, me dijo.

 

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