Imagen de perfilProceso extrajudicial

Carlos Belmar Juaranz 

Mientras Pablo repasaba su colección de corbatas, pensaba en como la justicia, al final, siempre se abría paso. Aunque, a veces, necesitaba un «empujoncito». Ya sabía que le esperaba un día agridulce. Agradable por el previsible resultado, pero incómodo por los medios empleados, alguno de los cuales prefería no conocer.

Se decidió por la roja de seda. Le había dado suerte en otras ocasiones. Quizá le ayudaría a que Marina, su cliente, aceptará una invitación a cenar tras ser exculpada. Se había esmerado en proteger sus intereses. No solo por la elevada minuta. Sus ojos verdes y su forma de reír eran irresistibles.

Repasaba mentalmente el contenido de la alegación cuando atravesó el umbral de la sala. Había un gran revuelo. Todos estaban de pie.

-El testigo de la fiscalía ha aparecido muerto, parece un infarto. Le informó su ayudante.

-Joder, se han pasado con el «empujóncito». Susurró.

 

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