XII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilABOGADO DE PELÍCULA

William Teixeira Correa 

Mi padre, economista y bastante tradicionalista, siempre me decía: “Hijo mío, lo más importante en la vida es promover una sociedad productiva, inclusiva y con pleno empleo, donde se aspire a mantener un crecimiento sostenido”. Pero yo siempre fui fantasioso y soñador, como mi madre, que era actriz. Y aunque al final elegí una profesión tradicional, como él, nunca dejé de soñar con ser un personaje de película y vivir experiencias extraordinarias. Quizás por ello por mi despacho ha pasado un “hombre araña” detenido por escalar edificios públicos, una sirvienta abusada por su madrastra, un jorobado que invadía iglesias para tocar sus campanas, y hasta un payaso asesino. Sin embargo, quien más me marcó fue, sin dudas, “El Camaleón”. Experto en robo de identidad, hoy, gracias a mí, está libre; mientras que yo, cuando no estoy levantando pesas o planeando mi venganza, mato el tiempo escribiendo microrrelatos en mi celda.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilLo esencial y lo invisible

María Sergia Martín González- towanda 

Apareció en el despacho con una caja entre sus manos. —¿Puedo ayudarle? Sonrió, pero no contestó. —La Tierra ha enfermado mucho desde mi primer viaje... —¿Perdón? —Veo pobreza, crisis humanitarias, hambre, empleos precarios... Toneladas de agua despilfarrada en procesos productivos… ¿Qué preferirías, promover escuelas inclusivas o comprar estrellas…? El viejo me desconcertó. —En mi asteroide, deshollino volcanes, custodio una rosa y controlo el crecimiento baobab… ¿Quién tutela la salud de tu planeta? —¡Basta! No me ocupo de esos asuntos, soy abogado. —Dibújame un cordero… Iba a hacerlo cuando un tornado lo absorbió. De mi escritorio cayó un dibujo de mi hija… Sobre el papel tomó forma algo que había permanecido oculto bajo el sombrero: un elefante engullido por una boa… Emocionado, telefoneé a mi cliente. Le dije que había encontrado un argumento esencial para preparar su demanda. Supe que ganaríamos cuando escuché balar al cordero que vivía en aquella caja.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilGeneración vaciada

    Julia Lucía Pariente 

    Cerré la puerta con ese sentimiento agridulce de quien sabe que pone fin a una etapa.

    Durante años aquellas paredes habían sido mi casa. Un despacho de abogados referente en la ciudad por promover el empleo inclusivo, el crecimiento y el trabajo productivo; en los días de gloria de esta capital de provincia devastada por la falta de oportunidades.

    Hoy daba inicio a mi jubilación, y en estos momentos me acordé de mi hijo Juan. Del día que me dijo que había fichado por un despacho de abogados de Madrid, desesperado después de meses sin encontrar trabajo en nuestra querida ciudad.

    Cuánta impotencia.

    Al menos había conseguido eso que llaman "teletrabajar" algunos días, y otros se había sumado al carro de los viajes en tren para llegar al trabajo.

    No era lo ideal, pero al menos sí un halo de esperanza por mantener viva esta región herida.

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  • Imagen de perfilE-Legal

    ESTHER DIEZ IGUALADA 

    En la sala, la tensión es más que palpable. Casi todas las miradas están puestas en mi cliente. Un indeseable, sí…pero merecedor de un proceso justo como cualquier otro ciudadano, al fin y al cabo.

    Esa es de las pocas cosas que no han cambiado.

    En la última década, la justicia, así como todo nuestro mundo ha dado un giro vertiginoso. Todo empezó con pequeños cambios aparentemente insignificantes. Crecimiento, dijeron. Ya no era necesario presentar documentación físicamente gracias a NARS, un ambicioso y supuestamente inclusivo proyecto electrónico que prometía reducir exponencialmente la tala de árboles y promover el ecologismo en la justicia. Después, vinieron los cambios en el empleo. Los pasillos de los juzgados, siempre abarrotados de personal, voces y olor a café, se habían ido vaciando cada vez más. Ahora, paneles luminosos y máquinas te proporcionan toda la información que necesitas. Un sistema mucho más productivo, decían.

    E inhumano.

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  • Imagen de perfilEl abogado del diablo

    Jorge Alejandro Martínez Morejón 

    San Pedro le extendió unas cartas. Dios leyó por encima:
    “Se le cita a comparecer este domingo por... delito ecológico... promover la tala indiscriminada de árboles, inundaciones, plagas... impago de peajes al descender... no presentar los certificados portuarios correspondientes del Arca, incumplimiento de las condiciones básicas establecidas ante el crecimiento descontrolado... empleo de legiones de ángeles y funcionarios celestiales sin contrato...”
    —¿Y esto otro?
    — También una denuncia. Dicen que carecemos de políticas inclusivas —Dios le preguntó con un peligroso arqueamiento de cejas, San Pedro comenzó a jugar con los pliegues de su túnica—. No tenemos rampa para minusválidos en las escaleras hacia al cielo.
    —¿Y por qué el Arcángel Gabriel no me ha avisado antes?
    —Ha oído hablar del salario mínimo, mi señor. Desde entonces no está muy productivo...
    Dios leyó la última carta; una nota.
    ”Por encima de la ley, ni Dios. Esto es solo el comienzo...”

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  • Imagen de perfilRojiblanco hasta la muerte

    Juan José Redondo 

    ¡Entusiasmo, Martínez, entusiasmo! Don Alonso entró sudoroso en el despacho con sus arengas breves y enérgicas.
    -¿Cómo lleva el caso de la empresa química? Preguntó.
    -Hablé con ellos ayer. Saben que en los ochenta dejaron el río como una cloaca. Aún así tienen previsto publicar una nota de prensa haciendo alarde de las bondades del crecimiento económico. Por supuesto quieren incentivar la creación de empleo inclusivo y van a promover la regeneración del río.
    -¿Y no dicen que a partir de ahora van a ser niños buenos? Vaya tropa – dijo don Alonso. Seguro que aún venden aquel detergente que sólo valía para lavar ropa limpia. ¡Martínez, vamos a enseñar a esta gente a ser productivos!
    Don Alonso tenía cara congestionada y transpiraba al borde del colapso, como cuando pierde su Atleti. Bajo su cabeza el cuello marrón, sucio y mal lavado de su camisa roja y blanca.

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  • Imagen de perfilULTIMÁTUM

    Aurora Roger Torlá 

    Reformamos el edificio-ahora tenemos techo verde, jardín vertical y certificación LEED Platinum-y el crecimiento productivo del despacho se disparó. Realizamos turnos de urgencias, como en los hospitales, dando empleo a un ejército de abogados. No queremos terminar como en la fábula de Samaniego, La mosca.
    Hay quien espera con el baile de San Vito, otros entrenando claqué, y esto a veces parece el corredor de la muerte.
    Tendríamos que promover la calma, retirar la máquina del café y ofrecer canapés y tila a todos.
    Pero es que no falla, oiga, salen eufóricos de consultar con el letrado, como si regresaran de un crucero por el Mediterráneo. Y a mí ni me saludan.¿ Acaso no me ven?
    Señor Director: soy una Sala de Espera acogedora, amable y empática.
    O aquí se es más inclusivo y sus clientes son más considerados conmigo o me llenaré de telarañas.
    Avisado queda.

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  • Imagen de perfilAlegría en la derrota

    Valentina C. Martínez Amigo 

    El crecimiento de las demandas es brutal, casi frenético.Preferentes, swaps, canje de acciones, claúsulas suelo…el Banco ha sido tan inclusivo al colocar sus diferentes productos financieros, que tenerlo como cliente es especialmente productivo para el despacho con el que colaboro.
    Otra cosa es el prurito personal que me aqueja a mí -nieta de anarquista, educada en promover la igualdad de los todos ciudadanos- cuando voy a pasar esas vistas… Me anima pensar que gracias a este empleo pago el alquiler, y puedo seguir en Turno de Oficio -ya sabéis, retribuciones exiguas y enorme responsabilidad– defendiendo a clientes sin medios que me necesitan de verdad; lo que satisface las exigencias de mi conciencia.
    Así que entro en sala, dispuesta como siempre a cumplir con mi deber profesional de la mejor manera… esperando de nuevo que su Señoría haga justicia, una vez más. Otra condena al Banco.

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  • Imagen de perfilLA BÚSQUEDA

    CARMEN ANDREY MARTIN 

    Lleva horas en el despacho sentado entre cajas y papeles (cuyo crecimiento es cada vez más preocupante), esperándola, pero ella no se digna a aparecer. Intenta concentrarse en el trabajo, revisando notas escritas en la portada de sus carpetas: "promover incidente de nulidad", "negociar indemnización", y opta por el asunto de un chico discapacitado que ha perdido su empleo. Cede en su empeño. No es productivo. ¿Dónde está ella? ¡Necesita que venga! Coge el móvil para relajarse y lee con afán el artículo de una maestra que aboga por un sistema inclusivo en las aulas. Imposible concentrarse.

    Se recuesta en la mesa, abatido, intentando dar sentido a cinco palabras inconexas, encajándolas en un microrrelato sobre abogados. ¡Si él es abogado! Mientras tanto, escondida entre las cajas, está ella, su musa, sonriendo entre dientes. Él aún no sabe que, una vez más, ya le ha dado otra historia para su concurso.

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  • Imagen de perfilUN BUEN TRABAJO

    Rosalía Guerrero Jordán 

    Aquel era un buen empleo, en una empresa energética en crecimiento con proyección internacional. Entonces yo era un joven ambicioso y productivo, así que pronto escalé puestos y aumenté mi salario de manera exponencial. Ahora me siento avergonzado, pero en aquel momento me pareció que expropiar terrenos a pueblos indígenas era una consecuencia inevitable del progreso, y envenenar aguas cristalinas tan solo un daño colateral. Fui el mejor defensor de mi amo.
    Hasta el día en que el jet en el que sobrevolaba el Amazonas realizó un aterrizaje de emergencia sobre sus aguas. Perdido y solo durante días, me salvó la compasión aquellos a quienes había obligado a abandonar su hogar.
    Aquello me cambió, y ahora sé que mi misión es promover el uso responsable y sostenible de los recursos del planeta, siendo inclusivo con todos los pueblos que lo habitan.

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  • Imagen de perfilUn botón

    Raquel Sánchez López 

    -Se nos ha ido de las manos, abogado. El crecimiento de la población se ha disparado, sin embargo el sistema productivo de la colonia ha disminuido. Se niegan a realizar el empleo que les ha sido consignado. El método de asimilación de nuestros usos y costumbres ha fracasado; en vez de ser inclusivo ha servido para alejarlos aún más de nosotros.
    Ya no hay tiempo para segundas oportunidades, ¿qué tiene que alegar al respecto?

    -Como representante legal de la raza terrestre debería negarme, promover y alabar las cosas positivas que aportan estos seres, pero no podemos negar lo evidente. Doy mi consentimiento para poner fin al experimento y carta blanca para su exterminio.

    Entonces, los dos alienígenas entran en una oscura sala del complejo de una de las lunas de Júpiter. Y apretando un simple botón, la raza humana, junto con su maltrecho planeta, quedan reducidos a escombros estelares.

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  • Imagen de perfilAIRE FRESCO

    SONIA CARRIEDO ARIAS 

    Hacía tiempo que no sabía de él. Habían pasado muchos años, sobre todo para mí: rozaba la jubilación forzosa por falta de empleo, afectado por el crecimiento desmesurado de despachos en un lugar del que hacía tiempo quería huir.
    Provocó el encuentro y, sin apenas presentación, me entregó su tarjeta de visita. Ni le miré. Ni interés tenía en promover mi despacho en el momento menos productivo de todos.
    Desganado, reposé mis brazos en mi escritorio carente de papeles y miré hacia el horizonte. Desvié por segundos mi atención hacia esa tarjeta que aún pendía de mis dedos y que dictaba: JUAN LOPEZ, ABOGADO. Inmediatamente leí el reverso que encontré escrito: Hoy soy yo el que vengo a rescatarte. Llámame y emprendamos nuevos proyectos.
    Mi pasante, un crío venido a mí, al negocio inclusivo y lleno de oportunidades que era antes. Se acordó del abogado que le dio su oportunidad.

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  • Imagen de perfilDISCAPACIDAD BIEN ENTENDIDA

    Juan Manuel Chica Cruz 

    La máxima era promover el despacho a cualquier precio. Todo debería ser productivo y eso que el capital inicial lo aportó mi hermano que siempre confió en mis dotes de abogado con un dinero que no sé si me prestó o regaló porque nunca más me lo pidió, pero obsesionado por el crecimiento y lo crematístico, con vista de topo y terquedad de burro decidí la supresión de su empleo por inclusivo que fuera. No me lo reprochó, al contrario, con una sonrisa me dio ánimos. “Que lo entendía y no me preocupara”, me dijo. “Ya me apañaría”, pensé yo con los recados, la agenda y demás, pero para mi sorpresa el problema no fue ese. La tristeza inundó el despacho y hasta los clientes le echaban de menos. Ahora, mano sobre mano, entiendo que su cromosoma 21 de más no es nada en comparación a mi pobreza de espíritu.

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  • Imagen de perfilDE CRISTALES Y OTRAS CONTRADICCIONES

    Margarita del Brezo 

    Nunca imaginé que mi empleo como abogada consistiría en promover el lenguaje inclusivo en el bufete que me contrató por un salario muy inferior al mínimo interprofesional. Superviso que informes, autos y sentencias redactados por mis colegas incluyan a «todos y todas». Y así todos y todas hemos conseguido entrar a formar parte del afamado club de «Empresari@s por la igualdad», que entrevisten a mi jefe en televisión y un crecimiento de clientes exponencialmente productivo.
    Como recompensa yo recibo palmaditas en la espalda y palabras de agradecimiento casi a diario. Y un diccionario enciclopédico en cada cumpleaños que no dudo en cargar hasta la azotea y lanzar con fuerza contra el techo de cristal del despacho, a ver si se rompe de una vez. La señora de la limpieza refunfuña mientras recoge los tomos descuajeringados, aunque cuando cree que nadie la ve, golpea enérgicamente el cristal con la fregona.

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  • Imagen de perfil¿A quién quieres engañar?

    Eva Cruz Barros 

    Apuro el último sorbo de café mientras veo en televisión la intervención del recién estrenado ministro de trabajo y le escucho desgranar sus propuestas para la mejora del empleo a corto y medio plazo, tanto a nivel cuantitativo como, por primera vez, -dice él- a nivel cualitativo. El ministro se vanagloria de cómo el nuevo gobierno se ha comprometido activamente en promover un cambio en la mentalidad empresarial incentivando la contratación de personas vulnerables, habitualmente descartadas en las listas de candidatos. Ese ministro que vehementemente defiende ante los medios el empleo inclusivo como importante motor productivo y de crecimiento activo de nuestras pequeñas y medianas empresas, es la misma persona a la que espero, apurando mi último sorbo de café, para elaborar conjuntamente una estrategia ganadora frente a la demanda a la que se enfrenta por fraude en la contratación de su empleada de hogar ¡Así va el país!

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  • Imagen de perfilSUJETOS DE DERECHO: MASOQUISMO POR MAQUINISMO

    MANUEL MORENO BELLOSILLO 

    Lo sé, ser abogado laboralista en una sociedad con una tasa de empleo (humano) del 15% tiene algo de masoquismo. Pero soy un idealista, creo que el trabajo dignifica al hombre, contribuye a su crecimiento como persona, ayuda a promover las relaciones humanas y actúa como factor inclusivo en la sociedad. Entiéndanme, no me opongo a la cibernética, pero habría que erradicar a todos los sucios robots y sustituirlos por seres humanos, nada personal.
    Cuando el otro día vino un “bicho raro” a hacerme una consulta le dije:
    - Lamento ser yo quien le informe, pero usted no es una persona, sino una unidad productiva robótica y, como tal, no puede ser sujeto de derecho. Usted no necesita un abogado, sino un programador.
    Y él me replicó:
    - Usted es una unidad LEG108, androide prestador de servicios jurídicos de la nueva generación LEGIII, lamento también ser yo quien le informe.

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  • Imagen de perfilEl pesar de Maldonado

    Juan Martín Valero 

    Maldonado observa detenidamente el crecimiento de su limonero. Pasan dos horas, pero no aprecia cambios. Finalmente, desiste.
    “Será mejor que haga algo productivo”, dice. “Ningún cliente en lo que va de mes, a este paso voy a tener que buscarme un empleo. Y para colmo, el dineral que me he dejado en la campaña de Falsebook no está dando sus frutos. En vez de ayudar a promover el bufete, me lo está llevando a pique. Tanto eslogan inclusivo para nada... ¿Se habrá malinterpretado? Voy a ver…”
    “Rrrrriiinnnnnnnnnnng” “¡Comida china!”, gritan desde el rellano.
    Maldonado abre la puerta.
    —Oye, Chin Fun —dice mientras le enseña el anuncio—. ¿Te parece ofensivo?
    El repartidor lee el mensaje: No importa si eres negro, chino o indio; mujer, trans o no binario; gay, asexual o LBGTIQ+(A-Z). SuperMaldo te defenderá a pesar de ello.
    —Me llamo Alberto, y espero que se te atragante el sushi.

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  • Imagen de perfilLA ALTURA DEL ESTRADO

    JAVIER VIGIL DE QUIÑONES PARRA 

    En estrados todos somos iguales, la silla no es más que una silla, nuestras piernas igual de colgantes que las de su Señoría o las del colega de enfrente, y las miradas, que fuera hacen equilibrismo entre la lástima y la condescendencia, aquí solo hablan de nervios, ilusión o rabia, la abogacía es el trabajo más inclusivo del mundo—Dije a mi flamante “junior”, antes de entrar en sala—.

    —Gracias Carmen, de silla a silla, nadie como tú para promover el empleo justo de personas con discapacidad.
    —No, Luis, gracias a ti por demostrar que eres tanto o más productivo que alguien con plena movilidad.

    Dentro, Luis defendió con uñas y dientes la valía de las personas con discapacidad, era su segundo juicio, pero experimentaba un crecimiento exponencial en cada intervención.

    —Muy vehemente, compañero.
    —Sabía de lo que hablaba, jefa.
    Giró con garbo su silla, y salió triunfal de la sala.

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  • Imagen de perfilDimisión de oficio

    Luis Garrigues Esteve 

    Inclusivo. La circular decía que había que utilizar el lenguaje inclusivo.
    Él, que era amante de las letras, debía promover acciones de normalización del lenguaje.
    Los políticos habían extendido sus tentáculos a todos los niveles y ellos, que eran unos simples abogados de oficio, debían seguir las reglas si alguna vez querían tener un empleo digno, eso les habían escrito en aquella circular del Ministerio .
    Ya no valía ser productivo y ganar casos. Ahora, además, debía seguir las instrucciones algún cateto especialista en tontadas varias para experimentar en un futuro un crecimiento personal, y encima cobrando mal y tarde.
    Era tal el hartazgo que sentía que, aquella tarde, escribió una breve misiva a la atención del Ministro de Justicia, en ella sus quejas, para finalizar una despedida que decía:
    Siguiendo la directriz de emplear un lenguaje inclusivo, se lo escribiré de ese modo.
    "Señor Ministro, dimito... dimita"

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  • Imagen de perfilLa adúltera

    ANA MARIA VIÑALS LORENTE 

    La muchacha se sentó cabizbaja frente al Consejo. Estaba a punto de ser juzgada por adulterio.
    La acusación la escrutaba sin pudor alguno. El empleo de prendas holgadas ya de nada le servía para ocultar el crecimiento de su barriga. Los rumores entre los pastores de Belén no cesaban y su marido José pensó que, promover aquel juicio, le serviría de escarmiento a María.
    El tribunal deliberaba si propinarle a la infeliz los azotes que la ley imponía para casos como aquel. Mientras tanto, la joven mantenía que todo era fruto de un milagro pues ella no había yacido con hombre alguno. Nada productivo se le ocurría para zafarse de la pretendida justicia que se le quería imponer. Nada inclusivo de misericordia se respiraba en la sala.
    Pero entonces un pequeño charco se hizo a sus pies y comprendió que el bebé ya llegaba. Por el momento, estaba salvada.

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  • Imagen de perfilIdentidad

    María Gil Sierra 

    Cuando la conocí, todavía se llamaba Juan. Pero en su brillante currículum ya figuraba el nombre de Elena. Por supuesto, el empleo fue para ella. Como director de recursos humanos nunca lo dudé. Y eso que se encontraba en medio de un proceso personal muy complicado. No necesité demasiado tiempo para comprobar que había hecho la mejor elección. Con ella aumentó rápidamente nuestra capacidad productiva. Su lema, “Por una sociedad inclusiva”, se convirtió en el leitmotiv del bufete. Nunca pensé que tantos clientes buscasen nuestros servicios. Y todos pedían que los representase Elena. Así que el crecimiento de su reputación se desbordó. Hasta la revista Time se hizo eco de su lucha por promover la integración. Quisieron entrevistarla. Y ella los rechazó aduciendo que estaba muy ocupada. No mentía. Ese mismo día, comenzaba nuestro viaje de novios.

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  • Imagen de perfilJacinta

    Lucía Restano 

    Jacinta es una mujer alta, de hablar pausado y con mirada serena. Cada mañana me sirve el café en Barbieri. El martes, cuando le pedí la cuenta, se acercó, nerviosa, y me preguntó si podía dejarme su currículum. La miré, intrigada, y le dije que claro, que lo miraría encantada.
    Vaya sorpresa me llevé al abrir esa carpeta. Jacinta era abogada desde el 2015. Se había graduado en la Universidad Autónoma con las mejores calificaciones. Trabajaba en Barbieri desde los 18 años. Los domingos aportaba su tiempo a un proyecto social en Lavapiés; desde allí ayudaba a promover el crecimiento de una sociedad justa e inclusiva.
    Ese día, al llegar al café, la busqué con la mirada. Antes de que pudiera abrir la boca, disparó: “Mi verdadero nombre es José. He entregado más de cien currículums en los últimos 5 años. Ojalá usted considere productivo darle empleo a transexual”.

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  • Imagen de perfilEXIMENTE COMPLETA

    ANTONIO TORIBIOS GARCIA 

    No sé si una oficina de empleo es el mejor sitio para enamorarse. El caso es que mi cliente cayó flechado por Cupido ante una administrativa que se parecía tremendamente a Ana Belén. El hombre ya no dio pie con bola, y tan pronto enloquecía viendo “Zampo y yo”, como se ponía a cantar a voz en grito “Paxariños”. “Promover el crecimiento productivo, así como el empleo de un lenguaje inclusivo…”, leía en los temas de oposición, y se excitaba aún más. Así hasta los destrozos que provocaron su detención.
    “Pero, buen hombre –le digo–, ¿no le parece que es usted ya mayor para estas chiquilladas?”
    Y él, enfadado, saca su cartera atestada y me enseña la foto de un Paul Newman debutante.
    “Mire, me las saqué hoy para el carné. ¿Le parezco viejo?”
    “Creo que me quedo corto con lo de “enajenación transitoria”, señor juez”, digo al fin.

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  • Imagen de perfilUn cliente muy especial

    ELENA BETHENCOURT 

    Llegó desnudo a la ventana de mi despacho. Mientras mi cabeza intentaba dilucidar si era un niño o un hombre con algún problema de crecimiento, se puso a llorar. Dijo que yo le entendería porque la justicia y él iban de la mano. Me pidió ayuda para demandar a su empresa y recuperar su empleo. Entre sollozos, explicó que a pesar de los siglos de antigüedad en el puesto, le despidieron por no ser tan productivo y eficaz como antes. Ahora preferían a alguien que dominase las redes sociales y el lenguaje inclusivo y que entendiese a los jóvenes de hoy.
    Repetía que el mundo entero estaba en peligro si nadie le ayudaba a promover su labor.
    Le pregunté, por pura curiosidad, cómo iba a pagar mis honorarios. Fue entonces cuando desplegó sus alas y, mostrándome el arco y las flechas, me juró que nunca me faltaría el amor.

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  • Imagen de perfilABOGADO DEL INFRAMUNDO

    Jorge Sáez Criado · Burgos 

    El crecimiento de mi despacho siempre ha pasado por promover un ambiente inclusivo, pero esto ya es ridículo. El jueves pasado intentaba hacer algo productivo cuando alguien llamó a mi puerta.
    —Pase.
    Se abre la puerta y ante mí aparece un perro de tres cabezas, de nombre Cerbero, que quería poner una demanda por despido a un tal Hades. En realidad, solo dos de las cabezas querían. La otra opinaba que sería mejor dedicar el tiempo a buscar empleo.
    El acto de conciliación… Discutir con el señor del inframundo no parecía buena idea, pero resultó ser bastante razonable. Por lo visto, todo fue un acceso de ira. Estaba dispuesto a readmitir a mi cliente. Las cabezas dudaron, pero acabaron aceptando.
    Sin embargo, a mí me quedó la duda de si les paga por cabeza o por individuo. En fin, si me los vuelvo a encontrar ya les preguntaré.

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  • Imagen de perfilRegeneración

    Mª Montserrat Arellano Martínez 

    Sumergida en el bullicio en crecimiento del bar, la mujer se apretaba las manos, inquieta, una isla de preocupación en aquel ambiente inclusivo. De repente, la ajada campanilla señaló la entrada de un tipo de mediana edad, traje negro, maletín en mano y patinete multicolor sujeto bajo el brazo. Con paso desenvuelto, se dirigió hacia ella, sonriente: ¨Todo ha ido bien. Prohibición de acercamiento y uso de la vivienda. También te ayudarán a conseguir un nuevo empleo. Estamos de suerte. Quieren promover la visibilidad de estos casos¨. La mujer no sonrió. Aflojando poco a poco los puños, irguió la espalda, sacó un billete del bolso y lo dejó sobre la barra. ¨Gracias¨, dijo simplemente, mirándolo a los ojos, y se marchó con paso firme. Eulogio se subió al taburete y pidió una copa de cava. Quien lo hubiera dicho, tras el despido. Un día verdaderamente productivo en la nueva oficina.

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  • Imagen de perfilEL PRIMER ESCALÓN

    Miguel Ángel García Rodríguez 

    Nunca he sido muy mitómano; no le he dado importancia a la primera vez que he hecho algo durante mi crecimiento. El hecho de preocuparme por cosas poco prácticas me ha parecido siempre poco productivo y he dedicado parte de mi vida profesional a luchar para promover que los entornos de trabajo fueran más inclusivos.
    Pero, curiosamente, en el día de mi jubilación echo la vista atrás y recuerdo el primer escalón del Juzgado, con mi primer empleo recién estrenado y mil ilusiones.
    Ese primer escalón, lejos de ser un recuerdo romántico que daría paso a tantos otros, se me quedó grabado en la mente para el resto de mi vida. Ese primer escalón, contra el que chocó mi silla de ruedas en la época en la que no existían las rampas, sería el que me daría fuerzas para allanar el terreno a las futuras generaciones.

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  • Imagen de perfilEQUIDAD

    PILAR ALEJOS MARTINEZ 

    Siempre supe que era un abogado muy especial, por eso, monté mi propio bufete. Sabía que, dadas mis características, nadie me ofrecería un empleo. Para sus intereses, promover acciones legales a favor de la igualdad y del uso de un lenguaje inclusivo podía ser muy poco productivo. Sin embargo, era imprescindible para mi crecimiento personal.

    Jamás olvidaré el caso de mi primera cliente, Daniela. Durante años, preparó oposiciones para la Administración del Estado. Superó todas las pruebas con calificaciones excelentes, pero la eliminaron en el reconocimiento médico. Alegaron que le sobraba un cromosoma. Nada decía al respecto la convocatoria. Aunque parecía una lucha desigual, David contra Goliat, recurrimos su decisión ante la Jurisdicción Contencioso-administrativa. Durante el juicio, demostramos que la capacidad no depende de un cálculo genético y la sentencia nos fue favorable.

    Desde entonces, luchar por un mundo más justo le ha dado alas a mi silla de ruedas.

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  • Imagen de perfilSoylent Green

    David Villar Cembellín 

    ¿Recuerdas aquella película? ¿El grito desesperado de Charlton Heston? ¡Son personas!
    Resulta irónico pensar que está ambientada en 2022, exactamente el año en que terminé la carrera. Me especialicé en derecho laboral, un error visto lo que aconteció. Los procesos productivos daban muestras de agotamiento, pero el capitalismo seguía creyendo en el crecimiento infinito. A la vez, los articulados inclusivos de los convenios chocaban con un adelgazamiento de las plantillas, el sistema de pensiones con el envejecimiento general. Cada vez había menos empleo, menos consumo, más miseria. Mi labor consistía en defender unos derechos básicos que, en un incesante goteo, comenzaban a desaparecer.
    La privatización de las pensiones —o mochila austriaca— pospuso el problema una década, pero al final hubo que afrontarlo: ¿qué hacer con la ancianidad improductiva? ¿Con la pirámide invertida? ¿Con los malditos yayos?
    Incapaces de promover medidas sociales que soportasen nuestra carga, los gobiernos (nos) hacen galletas.

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  • Imagen de perfilPORTA GAYOLA

    Esteban Torres Sagra 

    Leí la oferta y, con lágrimas en los ojos por la expectativa de empleo, pero más por lo solidario de la iniciativa, anoté las coordenadas del sitio:
    “Urge graduado en Derecho a empresa deseosa de promover el crecimiento poblacional en un entorno productivo y respetuoso con el medio ambiente. Preferible mujer en edad fértil. Alojamiento a cargo del empleador. Incorporación inmediata en un entorno de trabajo inclusivo y con muchas posibilidades de fijeza.”
    Me presenté en el cobertizo al que me llevó el GPS, tras dos horas de baches y polvo. El de recursos humanos -y único miembro de la plantilla- me recibió de hinojos e, inmediatamente, me propuso matrimonio con un ramo de rosas. Se me quedaron los ojos como los de una vaca que apareció por mi derecha. Lo entendí todo -hasta la urgencia de jurista- cuando atisbé una orden de desahucio entre los dientes de la vaca.

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  • Imagen de perfilCONFIANZA

    ÁNGEL SAIZ MORA 

    El director del bufete insistió en que fuera yo quien me ocupase del caso. Estuve a punto de renunciar al empleo, demasiado complejo para un recién llegado sin experiencia, pero mi cliente me inoculó su magia con un abrazo nada más conocerme.
    Logré que declararan su despido improcedente tras consultar directivas, reales decretos y hasta una convención de la ONU. Cuando la empresa optó por la readmisión tuve una corazonada, que no dudé en promover entre los socios del despacho: debíamos contratarle.
    El bufete es ahora más productivo, nuestro crecimiento se debe a la motivación. El nuevo bedel, con síndrome de Down y sonrisa franca, hace que todo parezca posible, como cuando el director creyó en mí pese a la tartamudez.
    Mientras preparo mi tesis sobre «La necesidad de un Derecho inclusivo y la inclusión como derecho», me he especializado en los de las personas con discapacidad.

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  • Imagen de perfilLOBOTOMÍA

    Ángel Montoro Valverde 

    LOBOTOMÍA

    Las intervenciones de corazón no dieron el resultado esperado porque no era un problema de compasión. Por ello, al jefe de recursos humanos le rasuraron la cabeza y limpiaron el área para retirar el cuero cabelludo, perforar el cráneo y acceder al cerebro. El cirujano extirpó de inmediato los prejuicios tumorales: el “inútil” del lóbulo parietal derecho y el “pobrecillo” del izquierdo. Cauterizó vasos sanguíneos inyectando un anticoagulante para promover la conexión neuronal del pliegue del crecimiento empresarial productivo con el del empleo inclusivo. El toque maestro fue cuando, con ayuda del abogado, inoculó el artículo 42 de la Ley de las personas con discapacidad y se diluyeron al instante las expresiones invasoras “anormal”, “tullida” y “tarado”. Al poco tiempo, cuando la chica de recepción recién contratada se ajustaba el sonotone con una sonrisa, comprendimos que la operación había sido un éxito.

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  • Imagen de perfilSÍNDROMES

    Nicolás Montiel Puerta 

    Recorro la acera arriba y abajo, frente a la puerta del bufete de abogados en el que mi hijo Mateo aspira a trabajar si la entrevista que le están realizando prospera.
    - Con tu corbata de la suerte, el empleo es mío, papá – ha dicho con su lengua de trapo esta mañana frente al espejo.
    Su madre y yo hemos sonreído un instante, orgullosos de su optimismo, de su crecimiento permanente, absolutamente convencidos de que Mateo es productivo para esta sociedad. Quiere ser abogado y ya ha empezado a leer el tocho de Derecho Civil de Díez-Picazo que le he comprado en Amazon. El año que viene se matriculará en la universidad.
    Si consigue el trabajo, de auxiliar administrativo, Menéndez & Mortimer Asociados se llevarán un regalo. Mateo tiene como misión promover la alegría a su alrededor. Su Síndrome de Down es inclusivo, a diferencia del nuestro.

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  • Imagen de perfil2101, ODISEA DEL HOMO SAPIENS

    Guillermo Portillo Guzmán 

    Mi falta de preparación en normativas laborales me obligó a recurrir a un laboralista, al que le encargué la defensa de mis derechos constitucionales ante aquella macromultinacional.
    Ésta, había querido promover el crecimiento productivo de sus beneficios a base de incrementar el empleo inclusivo de todo tipo de máquinas y ordenadores inteligentes, a costa de reducir a cero la cuota de humanos en sus equipos operativos.
    Incluso el departamento de recursos humanos estaba integrado por máquinas autosuficientes y, según pudo averiguar mi abogado, el Consejo de Administración de la empresa lo formaban cinco supercomputadores HAL9000, que colaborativamente tomaban todas las decisiones.
    La sentencia desestimatoria la dictó el Mac que presidía el Tribunal, cerrándole definitivamente a mi abogado la posibilidad de presentar recurso suplicatorio, pues los Tribunales estaban exentos de cualquier sentimiento humano.
    Reconecté a mi abogado robotizado para su recarga eléctrica diaria y me bebí mi vaso de cicuta.

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  • Imagen de perfilEl sol de los lunes

    Marta Trutxuelo García 

    María nos sonríe desde el cartel del pasillo del bufete. Hace un año llamó a nuestra puerta, nos tendió su mano regordeta y le ofrecimos las nuestras. Habían rechazado su inscripción en una oferta de trabajo debido a su discapacidad y demostramos que las bases del concurso eran discriminatorias. Ganamos el caso y ella, el examen. Cuando terminó aquel contrato, María volvió a visitarnos. Nuestro bufete, que se precia de promover la igualdad de oportunidades y adoptar medidas inclusivas en su política de empleo apostó por ella. María trabaja ahora en contabilidad; como dice ella, lo da todo por el crecimiento productivo del bufete; como lo dio todo cuando obtuvo el grado de administrativo. Es la imagen de la campaña de inserción laboral de personas con síndrome de Down: "Me encantan los lunes", reza la leyenda; "pero los viernes, también, ¡claro!", confesó María, sonriendo, antes de tomarse la fotografía.

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  • Imagen de perfilLo esencial y lo invisible

    María Sergia Martín González- towanda 

    Apareció en el despacho con una caja entre sus manos.
    —¿Puedo ayudarle?
    Sonrió, pero no contestó.
    —La Tierra ha enfermado mucho desde mi primer viaje...
    —¿Perdón?
    —Veo pobreza, crisis humanitarias, hambre, empleos precarios... Toneladas de agua despilfarrada en procesos productivos… ¿Qué preferirías, promover escuelas inclusivas o comprar estrellas…?
    El viejo me desconcertó.
    —En mi asteroide, deshollino volcanes, custodio una rosa y controlo el crecimiento baobab… ¿Quién tutela la salud de tu planeta?
    —¡Basta! No me ocupo de esos asuntos, soy abogado.
    —Dibújame un cordero…
    Iba a hacerlo cuando un tornado lo absorbió. De mi escritorio cayó un dibujo de mi hija… Sobre el papel tomó forma algo que había permanecido oculto bajo el sombrero: un elefante engullido por una boa…
    Emocionado, telefoneé a mi cliente. Le dije que había encontrado un argumento esencial para preparar su demanda.
    Supe que ganaríamos cuando escuché balar al cordero que vivía en aquella caja.

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