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David Villar Cembellín 

¿Recuerdas aquella película? ¿El grito desesperado de Charlton Heston? ¡Son personas!
Resulta irónico pensar que está ambientada en 2022, exactamente el año en que terminé la carrera. Me especialicé en derecho laboral, un error visto lo que aconteció. Los procesos productivos daban muestras de agotamiento, pero el capitalismo seguía creyendo en el crecimiento infinito. A la vez, los articulados inclusivos de los convenios chocaban con un adelgazamiento de las plantillas, el sistema de pensiones con el envejecimiento general. Cada vez había menos empleo, menos consumo, más miseria. Mi labor consistía en defender unos derechos básicos que, en un incesante goteo, comenzaban a desaparecer.
La privatización de las pensiones —o mochila austriaca— pospuso el problema una década, pero al final hubo que afrontarlo: ¿qué hacer con la ancianidad improductiva? ¿Con la pirámide invertida? ¿Con los malditos yayos?
Incapaces de promover medidas sociales que soportasen nuestra carga, los gobiernos (nos) hacen galletas.

 

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