Imagen de perfilDISCAPACIDAD BIEN ENTENDIDA

Juan Manuel Chica Cruz 

La máxima era promover el despacho a cualquier precio. Todo debería ser productivo y eso que el capital inicial lo aportó mi hermano que siempre confió en mis dotes de abogado con un dinero que no sé si me prestó o regaló porque nunca más me lo pidió, pero obsesionado por el crecimiento y lo crematístico, con vista de topo y terquedad de burro decidí la supresión de su empleo por inclusivo que fuera. No me lo reprochó, al contrario, con una sonrisa me dio ánimos. “Que lo entendía y no me preocupara”, me dijo. “Ya me apañaría”, pensé yo con los recados, la agenda y demás, pero para mi sorpresa el problema no fue ese. La tristeza inundó el despacho y hasta los clientes le echaban de menos. Ahora, mano sobre mano, entiendo que su cromosoma 21 de más no es nada en comparación a mi pobreza de espíritu.

 

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