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Ángel Montoro Valverde 

LOBOTOMÍA

Las intervenciones de corazón no dieron el resultado esperado porque no era un problema de compasión. Por ello, al jefe de recursos humanos le rasuraron la cabeza y limpiaron el área para retirar el cuero cabelludo, perforar el cráneo y acceder al cerebro. El cirujano extirpó de inmediato los prejuicios tumorales: el “inútil” del lóbulo parietal derecho y el “pobrecillo” del izquierdo. Cauterizó vasos sanguíneos inyectando un anticoagulante para promover la conexión neuronal del pliegue del crecimiento empresarial productivo con el del empleo inclusivo. El toque maestro fue cuando, con ayuda del abogado, inoculó el artículo 42 de la Ley de las personas con discapacidad y se diluyeron al instante las expresiones invasoras “anormal”, “tullida” y “tarado”. Al poco tiempo, cuando la chica de recepción recién contratada se ajustaba el sonotone con una sonrisa, comprendimos que la operación había sido un éxito.

 

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