Imagen de perfilLa adúltera

ANA MARIA VIÑALS LORENTE 

La muchacha se sentó cabizbaja frente al Consejo. Estaba a punto de ser juzgada por adulterio.
La acusación la escrutaba sin pudor alguno. El empleo de prendas holgadas ya de nada le servía para ocultar el crecimiento de su barriga. Los rumores entre los pastores de Belén no cesaban y su marido José pensó que, promover aquel juicio, le serviría de escarmiento a María.
El tribunal deliberaba si propinarle a la infeliz los azotes que la ley imponía para casos como aquel. Mientras tanto, la joven mantenía que todo era fruto de un milagro pues ella no había yacido con hombre alguno. Nada productivo se le ocurría para zafarse de la pretendida justicia que se le quería imponer. Nada inclusivo de misericordia se respiraba en la sala.
Pero entonces un pequeño charco se hizo a sus pies y comprendió que el bebé ya llegaba. Por el momento, estaba salvada.

 

+27

 

Queremos saber tu opinión

7 comentarios