XIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilLA VISITA

Aurora Roger Torlá 

Apareció en mi bufete un anciano vestido de primavera. Su indumentaria: una alegre sinfonía de colores brillantes y un sombrero con airosa pluma larga apuntando hacia arriba. Cuando me estrechó la mano percibí una frialdad de hielo en su piel. Era autónomo, instrumentalista de viento y nunca tuvo empleo fijo. Circulaban fake news sobre él que quería erradicar: decían que era secuestrador reincidente de población vulnerable. Le pitaba el oído izquierdo sobre todo en junio y más cada 26 de junio, aniversario de un suceso trágico que le atribuían a él pero que no era cierto. Exigía tener la oportunidad de que le defendiera un letrado. Desapareció en un halo de misterio depositando sobre mi mesa un anticipo de mis honorarios. El paquete contenía quinientos florines de oro de veinticuatro quilates del siglo XIII y una carta fechada en Hamelín. Luego vi en el suelo, olvidada, una larga flauta dorada.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilJUSTA CAUSA

PILAR ALEJOS MARTINEZ 

Cuando te guía el corazón, no hay motivación más poderosa que esa para elegir estudiar derecho. Compaginar vida, trabajo y universidad, no resultó nada fácil. Aun así, trabajé muy duro hasta finalizar la carrera y colegiarme como letrada. Desde mucho antes de empezar a ejercer, ya tenía decidido a quién me gustaría prestar mis servicios. No tuve ninguna duda. Sabía que necesitaban una mayor ayuda y protección, porque lo que estaba en juego era su vida. A partir de ese momento, dediqué todos mis esfuerzos a erradicar aquella terrible lacra que sufría gran parte de la población, justo la más vulnerable. Especializarme en violencia de género me dio la oportunidad de actuar con la empatía que requería cada caso. Pude apoyarlas en su lucha a lo largo del proceso judicial y ayudarlas a buscar empleo. Sé que cualquier mujer puede convertirse en víctima de un maltratador, como lo fui yo.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilLa plaga

    Sergio Capitán Herraiz 

    La población de la ciudad se había conjurado para erradicar a las hormigas. Millones de ellas recorrían las calles en busca de alimento.
    Yo, como abogado especialista en los derechos de los animales me opuse. Siempre me ha enternecido este simpático insecto, tan trabajador y vulnerable a partes iguales. Bueno, eso y el saber que son un cliente que no regatea las facturas ni inventa excusas para acabar pagando a ciento ochenta días.
    Además, tras darle una pensada, encontré una nueva oportunidad de negocio, con el empleo de estos invertebrados en las obras del garaje subterráneo, ya que sufrían un considerable retraso.
    Desde entonces, todos los días me asomo a mi despacho y me froto las manos mientras contemplo como trabajan a destajo, a dos euros la hora.
    Pero hoy han hecho unos surcos enormes en el suelo, con una caligrafía casi perfecta, en la que puede leerse: “Queremos negociar”.

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  • Imagen de perfilNUEVA VIDA

    Begoña García Martínez 

    Las lágrimas pugnan por salir mientras la parte contraria insta para que responda a la pregunta formulada. No quiere. Le ha costado mucho erradicar aquellos recuerdos y no quiere que las palabras desplieguen sus alas cuando se escapen de su boca y sus pesadillas cobren vida. No puede evitar que su mente viaje hasta el momento en el que se le presentó una nueva oportunidad en otra población, un empleo, la posibilidad de no depender económicamente nunca más de nadie, saber que no volvería a recibir un golpe, sentir que tomaba las riendas de su vida. Juró que no volvería a sentirse tan vulnerable.
    Y decide. No. No va a contestar por qué suplantó la identidad de su gemela tras el fatídico accidente.

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  • Imagen de perfilEN LOS PANTANOS

    ERNESTO PASTORA 

    Desde pequeño aprendió que solo el correcto empleo de su inteligencia le daría oportunidad de escapar algún día de aquellos pantanos. Los lastimeros gritos que los cuervos lanzaban al sol de invierno para que este se escondiera tras los sauces, protegiéndolos de esta manera con el suave manto de la noche azabache, se lo indicaban.

    Como las cicatrices de sus costillas, también sus graznidos le traían aquellos oscuros presagios que le hacían sentirse tan vulnerable; pues a ambos, la negrura de sus plumas, les había bastado para que los tratasen de erradicar.

    Pese a ello su población (y con ella su fuerza) se había multiplicado, y por eso mañana, el primer Abogado de color juraría su cargo en aquel Condado, donde hasta hacía poco, a los de su raza, únicamente se les dejaba acceder al juzgado para acabar legalmente ahorcados.

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  • Imagen de perfilTOUCHÉ

    Eva Cruz Barros 

    Mi padre era uno de esos individuos que consideran que las personas con discapacidad pertenecen a un sector de la población que se debe erradicar, al igual que las madres solteras o los homosexuales. Yo cumplía con los dos primeros requisitos así que, durante el funeral de mi madre, me dijo que recogiera mis cosas antes de que él regresara a casa. De pronto estaba en la calle y embarazada. Malviví por la ciudad hasta que en un comedor social me topé con la fortuna -en forma de abogado con delantal- cuando ya estaba por mi séptimo mes. Me dio empleo, alojamiento, formación, valores: me dio una oportunidad. Hoy somos dos los abogados que vestimos delantal para ofrecer comida a personas como la que sostiene el plato vacío frente a mí, a quien en su día llamé “papá” y ahora es tan vulnerable como lo fui yo.

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  • Imagen de perfilJusticia poética

    Alexander Antonio Reyes Dales 

    Odiaba a los abogados. Solía contar chistes acerca de ellos. Los llamaba "picapleitos", "buitres"que se aprovechaban del más vulnerable a la primera oportunidad. Decía que la población mundial estaría mejor si se pudiera erradicar a cada uno de ellos, que deberían buscar un empleo de verdad. Solía decir todo eso hasta que le tocó estar frente a dos detectives de policía, aún con sus manos y el rostro salpicados de sangre ajena y emitir la frase que nunca esperó pronunciar: " Quiero un abogado".

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  • Imagen de perfilIGUALES ANTE LA LEY

    SONIA MARTIN PEREZ · MADRID 

    Mañana estaré muerto. En Madrid, con una población de seis millones de personas nadie reparará en ello. Crecí en un colectivo vulnerable, eufemismo para evitar decir que mi madre era drogadicta y vivíamos en un gueto de esos que los políticos prometen erradicar. He trabajado duro para tener un empleo que me permitiera cambiar las cartas que me habían tocado al nacer. Ahora mi letrado acaba de comunicarme que me esperan veinte años de cárcel acusado de un crimen que no he cometido. Mi raza, origen y condición me señalaban desde el principio. Notaba vuestras miradas diciéndome que no tenía la menor oportunidad. Siento que abogados y jueces bailan una danza macabra en un barco que hace aguas. Los últimos meses han sido un infierno de pasillos, fluorescentes parpadeantes y miradas esquivas que me condenaban sin mirarme. No me quito la vida. Me la habéis robado vosotros.

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  • Imagen de perfilNada que hacer

    Francisco Sánchez Egea · Murcia 

    Mañana defiendo a mi padre en la revisión de su sentencia. La Fiscalía ha asumido que no fue el suyo un juicio justo. El entorno hostil en que se celebró, la presión mediática, un jurado probablemente condicionado por la opinión pública… Desprotegido ante los onerosos letrados de la acusación, hasta tres abogados de oficio le negaron una oportunidad, alegando que no creían en su inocencia. ¿Defensa privada? Si apenas teníamos para comer. Pertenecíamos a esa parte de la población denominada colectivo vulnerable. Éramos víctimas de la pobreza que el mundo no consigue erradicar, si acaso realmente lo intenta. De hecho, no pudimos pagar mi carrera, pero conseguí estudiar porque, afortunadamente, no hay que matar a nadie para entrar en prisión, ni hacer demasiado daño para pasar allí el tiempo que requiere una Licenciatura en Derecho, y yo no tenía empleo, ni futuro, ni nada que hacer aquí fuera.

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  • Imagen de perfilTOGA ATEMPORAL

    Carmen González de la Aleja Díaz-Salazar 

    ¿Es la población responsable de sus actos? Me pregunto, mientras observo cómo la figura del espejo me devuelve la mirada antes de abrocharse el último botón de la toga. Al instante siento como mi figura se desvanece y vuelve a tomar forma en el mismo salón, setenta años antes.
    Cuando acepté este empleo pensé que la descripción de “toga atemporal” hacía referencia al tiempo que empleamos los abogados en preparar cada caso; jamás habría imaginado que el Colegio de Abogados reclutara a jóvenes promesas de la abogacía para intentar erradicar problemas jurídicos que cuestionarían el devenir histórico de nuestra sociedad.
    Me siento nervioso y vulnerable. El caso de hoy cuenta con numerosas aristas jurídicas a tener en cuenta y tan sólo tengo una oportunidad para reescribir el pasado. Respiro hondo. El olor a crimen y castigo inunda mis fosas nasales antes de salir al estrado en los juicios de Núremberg.

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  • Imagen de perfilMe llamo Aref

    Blanca Gutiérrez Hernández 

    Cuando la oficina de asilo me comunicó la resolución del caso, Aref, cansado de esperar, ya estaba de nuevo en la carretera. Recordé su ira y lo vulnerable que se sintió en nuestra primera entrevista, casi sin entender para qué servía una abogada. Mientras releía su relato, lo imaginé camino de Alemania: "He saltado la valla porque quiero una oportunidad. No sé cuál es mi edad. Recuerdo a mi hermana pequeña asustando al rebaño como si fuera un lobo y a mi padre perder su empleo. Luego los días se perdieron en escondites y camiones. Los talibanes no cesaban de asaltar nuestros ganados por sorpresa con sus motos y escopetas. Ellos querían erradicar a toda la población contraria a sus ideas. Un día al regresar vi las cabezas de mi hermana y de mi madre, cortadas, sobre el muro de adobe.

    Aref había conseguido la protección internacional.

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  • Imagen de perfilSIN TANTO CUENTO

    Carmen LLopis Fabra 

    Como abogado laboralista me había encontrado muchas veces con situaciones que era preciso erradicar y que clamaban al cielo. Más de una vez tuve que defender a una población vulnerable que era explotada por empresarios que pensaban que el empleo de personas sin papeles era la oportunidad perfecta para sacar un beneficio extra.
    Mis clientes trabajaban en una mina de sol a sol sin los más mínimos derechos básicos y en condiciones tercermundistas. Tuve que llevar a juicio a su empleador para conseguirles contratos justos y mejora de sus condiciones laborales.
    Los siete enanitos quedaron muy contentos con mis servicios y como pago me trajeron un saquito con diamantes. Les acompañaba una muchacha llamada Blancanieves que había dejado al explotador príncipe empresario y que ahora vivía con ellos dedicándose al cuidado de un huerto ecológico de manzanos.

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  • Imagen de perfilAzares

    Patricia Collazo González 

    En el sorteo que se realiza anualmente entre la población que alcanza la mayoría de edad para erradicar las desigualdades, todos tenemos la misma oportunidad. Al menos en teoría. Porque en la práctica, la moneda casi siempre cae cruz para las mujeres.
    Por eso, mi soñado puesto de abogada dentro del equipo de legales de una multinacional es, desde hace treinta años, un empleo de limpiadora en el ministerio de Igualdad gracias al que tengo a sus trajeados letrados al alcance de mi bayeta.
    Mi aspecto vulnerable me ha hecho invisible para ellos. Por eso, he escuchado lo suficiente y he visto más de lo que necesitaba.
    Solo he tenido que manipular algunas papeletas y falsificar otras pocas. Muy sencillo. En el próximo sorteo para determinar quiénes morirán en los próximos 365 días, he puesto todos los nombres que aparecen en las puertas de los despachos que limpio a diario.

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  • Imagen de perfilAlterum non laedere

    Carlos Enrique Ayala Gómez 

    La población contigua a la zona de explotación minera procuraba erradicar cualquier actividad que hiciera más vulnerable aún su entorno natural, aunque ello acarreara una reducción del empleo.
    Los dirigentes comunales requerían la presencia –in situ– de la plana directiva de la compañía minera, de otro modo, no firmarían acuerdo conciliatorio alguno.
    Como abogado negociador acompañé a una terna de directores. Nos recibieron con un inesperado festín pantagruélico del que participamos entusiastamente como oportunidad para disipar tensiones.
    Culminada la cena quien presidía la delegación comunal tomó la palabra para decirnos lo siguiente: “Las truchas y percas que hoy todos hemos degustado proceden del mismo río contaminado que enferma a nuestros coterráneos y esas mismas aguas, irrigan también el generoso valle que nos ha regalado los tubérculos, legumbres y hortalizas que nos han servido de guarnición.
    Ahora que todos –por igualdad de armas– portamos los mismos metales pesados, iniciemos la negociación”.

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  • Imagen de perfilAlma de exterminador

    Nuria Gomez Lacruz 

    Tengo alma de exterminador. En todas las cosas que hago, me empleo a fondo. Actúo por dinero, cual sucio mercenario, pero no pierdo la oportunidad de hacer pequeños trabajos solo por gusto, porque sí. El mes pasado, por ejemplo, me dediqué a erradicar a los quejicas. Me los cargué a todos, menos a uno, porque me pidió el libro de reclamaciones y me pareció un tío congruente. Simpatizo con los tíos congruentes. ¿Queréis que los cursis desaparezcan de la población mundial? Pedídmelo, y está hecho. Los tacaños, los mezquinos y los intransigentes están también en mi agenda, para los ratos libres. Pero a lo que soy vulnerable de verdad es a los desaguisados en el ejercicio de mi profesión. Soy abogado, ¿no lo había dicho? Así que leguleyos, rábulas y picapleitos, id poniendo en orden vuestras cosas, voy a por vosotros.

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  • Imagen de perfilDÍAS DE LLUVIA

    Javier Puchades Sanmartin 

    Cada mañana, al llegar ya me esperan varias personas ordenadas por riguroso turno. Antes, cuando trabajaba en el bufete Rodríguez & asociados, mi secretaria gestionaba mi agenda. Pero la crisis acabó con mi empleo y, de forma literal, me puso en la calle. Era muy difícil encontrar una oportunidad para relanzar mi existencia. En esa época, me relacioné con la población más vulnerable y me percaté de una realidad diferente. Entonces, decidí erradicar la indefensión que padecían. Instalé una mesita de playa a las puertas del cajero que me servía de refugio durante las noches y el boca a boca se encargó de lo demás. Los días de lluvia una nube de paraguas protege mi despacho para que el agua no anegue ningún pleito.
    Como compensación me conformo con la gratitud de su mirada y saber que en mis días más aciagos estas personas me ayudaron a mí.

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  • Imagen de perfilOpositando de oficio

    Mar López Salmerón · Mar 

    Para Guillermo no existía una población más vulnerable que los opositores a Judicaturas. Llevaba años quejándose sobre todos los aspectos de la oposición, que si “el temario es inabarcable”, que si “solo opositan los valientes”, que “había que tener una constancia de hierro” a todo aquel que quisiera escucharle.

    Después de suspender tras 7 años estudiando, había decidido que ya había sufrido bastante. Realizaría su vocación, erradicar las injusticias, de otra forma, buscaría una oportunidad de empleo en el turno de oficio. Total, nada podía ser más difícil que opositar.

    No habría ningún problema, llevaba colegiado todos esos años, por lo que cumplía los requisitos, solo le faltaba el curso.

    Al terminar el curso estaba exultante, por fin cumpliría su sueño.

    En su primera guardia sonó el teléfono, un acusado de homicidio.

    Tras la vista preliminar, salió temblando. Aquello era demasiado duro y decidió que volvería a estudiar Judicaturas.

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  • Imagen de perfilROBIN HOOD

    Ana Isabel Velasco Ortiz 

    El niño que era, leía libros de aventuras sin descanso. Robin Hood me hizo vulnerable a la miseria de gentes y lugares y despertó el deseo de robar a ricos y poderosos para repartir el botín entre los pobres.
    Inicié el oficio con hurtos de carteras, bolsos… Luego, atracos en joyerías, sucursales bancarias... Resultó fácil engañar, mi apariencia facilitaba la confianza de las víctimas.
    Al cabo, la justicia terminó por sentenciarme a prisión. El abogado se esforzó en presentar este hecho como una oportunidad para rehacer mi vida y erradicar los malos hábitos que me habían ganado la conciencia. Ahora, empleo el tiempo en transmitir valores cristianos a la extensa población de reclusos. No matar, no apropiarse de lo ajeno…
    Y en este predicar, medito que robar con intención de dar, no puede ser pecado. Me regresa el ladrón que llevo dentro y, sin remedio, olvido el clérigo que fui.

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  • Imagen de perfilEL CASO DE MI OTREDAD

    RAFAEL OLIVARES SEGUÍ 

    Mi primer empleo como abogado me brindó la oportunidad de erradicar la penuria con la que hasta entonces había malvivido. Se trataba del trabajo en un bufete dedicado a la defensa de los derechos de la población vulnerable. El primer caso que me encargaron, a la vista de la lamentable situación en que me encontraba, fue el mío propio. Gracias a mis buenos oficios conseguí para mi otredad una vivienda de alquiler subvencionado por la que no tenía que pagar renta ninguna. A pesar del éxito, no conseguí, obviamente, cobrar mi minuta puesto que mi representado aún no tenía ingresos, sin embargo, con la garantía de los derechos de cobro he conseguido un crédito con el que voy tirando. Parece que la cosa empieza a pintar bien.

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  • Imagen de perfilLA VIDA DE PEDRO PASTOR

    Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

    Pensé que el empleo era una buena oportunidad para cambiar de vida y reencontrarme. Tras demasiados años en el gigantesco bufete de la capital, cansado de interminables pleitos financieros y eternizado en mitad de mil disputas en bucle, necesitaba liberarme. No me iría mal cambiar el sofoco y la contaminación por el aire limpio de un lugar con una población de menos de cinco mil habitantes (y, de paso, contribuir mínimamente a su repoblación). Me sentía agotado, vulnerable, incómodo conmigo mismo y cargado de culpas que no me correspondían. Necesitaba erradicar peligrosos pensamientos que comenzaban a instalarse en mi cabeza.

    Y lo conseguí.

    Nada como doce horas al día de sanadores balidos.

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  • Imagen de perfilPioneros

    Alejandro Perez Iglesias 

    La cola es lenta y la sala llena de gente me agobia. Esperando mi ración de comida diaria me siento más vulnerable: a mi alrededor empujones, miradas llenas de odio, rostros agresivos y conflictos a punto de estallar. La guardia los sofocará con rapidez y violencia extrema. Otro día más. El cubículo en el que vivo es pequeño pero me alegro al volver a él. “Estoy en la Luna, no en el Ritz” me consuelo mientras aseguro la puerta.
    Era inevitable que alguien viese en las colonias lunares una oportunidad para reducir la población y erradicar a pobres, convictos y “maleantes”. Gentes sin nombre, mano de obra barata para conseguir recursos en otros mundos mientras los poderosos dominan una Tierra más exclusiva.
    ¿Y cómo he acabado aquí? Necesitaría otras 150 palabras para explicarlo, pero os lo resumo: falta de empleo y que, hasta en la luna hacen falta abogados.

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  • Imagen de perfilGuisos caseros

    María Gil Sierra 

    Cuando murió mi madre, encontré consuelo en un restaurante próximo a mi despacho. Sus sopas conseguían trasladarme a momentos felices de la niñez. Las manos de Amelia, su cocinera, lograban tal prodigio. Hasta que la pandemia cerró el local. Un día la vi en la televisión, haciendo cola para recibir alimentos gratuitos. Pensé que era mi oportunidad. Aunque el dolor por una pérdida resulte imposible de erradicar, ella había contribuido a paliarlo. Así que la busqué. Estaba sin empleo y temía el desahucio. Como abogada, lucharía por evitarlo. La ley debe proteger a la población más vulnerable, y su familia pertenecía a ese colectivo. Aquella noche, soñé con una caracola. La acerqué al oído y escuché la voz de mi madre pidiéndome que empleara su herencia con bondad. Al despertar, había arena de playa entre mis sábanas. Entonces lo decidí. Acabo de abrir un restaurante y Amelia es la chef.

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  • Imagen de perfilEUROPEO DE SELECCIONES

    JUAN ANTONIO TRILLO LÓPEZ 

    La selección española de la abogacía ya está concentrada en la población alemana de Núremberg aguardando el comienzo del Europeo que en esta edición se disputa en juzgados germanos. Sin embargo, reina un ambiente de pesimismo por los reveses judiciales cosechados en los últimos amistosos disputados en los que nuestra defensa se ha mostrado excesivamente vulnerable. Ante Francia además, quedó patente lo precario e ineficaz de nuestro juego ofensivo, si bien el juez tampoco ayudó demasiado permitiendo el empleo de una inusitada dureza por parte del combinado galo. Por si esto fuese poco, corren rumores de que el seleccionador nacional ha recibido una suculenta oferta de un prestigioso bufete madrileño para dirigir la próxima temporada a una plantilla plagada de grandes figuras del derecho comunitario. En menos de una semana España debutará ante Suiza y tendrá la oportunidad de erradicar estos malos augurios e imponer nuevamente su alabado tiki-taka jurídico.

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  • Imagen de perfilFOTOGRAMAS

    Modes Lobato Marcos 

    Desde niño me gustaron las películas de abogados.
    Así que una noche me acerqué a la pantalla de la tele y me introduje en su interior.
    Y Gregory Peck, recibiéndome con una sonrisa, me enseñó a erradicar las injusticias, para que jamás muriese un ruiseñor.
    Y tuve la oportunidad de acompañar a Marlene Dietrich, como testigo de cargo.
    Y fui uno de los doce hombres sin piedad.
    Y Tom Cruise me enseñó que siempre existen algunos hombres buenos.
    Y encontré empleo en el bufete donde trabajaba Erin Brockovich, defendiendo a la población del abuso de las multinacionales.
    Y...
    Y ahora defiendo al hombre más vulnerable que jamás conocí.
    Y aunque lo acusen de haber matado a su patrón, yo sé que sólo es un santo inocente.
    Se llama Azarías.

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  • Imagen de perfilHIJOS DE CAÍN

    MANUEL MORENO BELLOSILLO 

    Me turnaron de oficio la defensa de un asesino, un joven que había apuñalado a un anciano. El asesino se comportaba como un iluminado, pero tenía un discurso:
    —La guerra ha empezado. Somos nosotros o ellos.
    —¿Quiénes sois vosotros y quiénes ellos?
    —Nosotros somos los desheredados, los jóvenes que carecemos de empleo y oportunidades, los olvidados, los excluidos… Ellos son los viejos, los vulnerables que hay cuidar, los millones de pensionistas, la población improductiva que agota los presupuestos y esquilma las generaciones futuras, la gran plaga que hay que erradicar.
    —Lo asesinaste sólo por ser viejo…
    —No lo asesiné, lo exterminé. Somos los Hijos de Caín, hambrientos como chacales. Solo ha sido un aullido, el primer aullido.
    Y empezó a aullar como un lobo. No necesitaba un abogado, sino a un psiquiatra.
    Salí del juzgado de noche y en medio de la ciudad escuché horrorizado un coro de gargantas: auuuuuuuuuuuuu.

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  • Imagen de perfilCarpe diem.

    Javier López Vaquero 

    Era hora de buscar empleo porque mis padres se cansaron de enviar dinero. En el metro,camino de la entrevista, eché un vistazo al currículum y sabía que con aquel bagaje aprovecharía la oportunidad que me brindaba ese prestigioso bufete.
    De pronto mis dedos empezaron a sudar al tacto de las hojas. Noté dudas, me sentí vulnerable ante un entorno amenazador. No sé porqué me vino a la cabeza las palabras de aquel erudito que quería erradicar el analfabetismo acabando con la población que no supiera leer y ese pensamiento me tranquilizó. Respiré hondo y me dije: " No me pillaran. Sólo recuerda que ahora eres Juan y no Alberto. Gracias hermano por este cum laude en Derecho y requiesce in pace"

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  • Imagen de perfilHistorias de Maratonaz

    Pablo García Muñiz 

    Aquilino vivía obsesionado con un nicho cuya herencia le había tramitado yo mismo, meses atrás. Le perturbaba poseer algo de lo que nunca disfrutaría y pasaba los días buscando un empleo adecuado para su propiedad. Quiso convertirlo en almacén, huerto urbano, hotel.

    - ¡Lo alquilaré a turistas! -decía-. "VIVA POR UNA NOCHE LA EXPERIENCIA DE ESTAR MUERTO". Imagine, abogado.

    Logré erradicar tamaños disparates de su mente, pero no conseguí evitar que Aquilino utilizara su nicho para dormir sus siestas vespertinas, a la mínima oportunidad. Sentirse vulnerable a la muerte -decía- le llenaba de vitalidad.

    Tanto tiempo pasó en su nicho que la parca le alcanzó dentro. Quizás fue él quien alcanzó a la parca, no sabría decir. A la ceremonia acudimos todos los vivos de Maratonaz, muy superados en número por la población de difuntos. Y era extrañamente reconfortante ver la expresión sosegada de Aquilino. Aliviado, realizado... Tan finadamente feliz.

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  • Imagen de perfilEl Fantástico Hombre Bala

    José Manuel Dorrego Sáenz 

    Papá nunca me perdonará que haya terminado como abogado de un vulgar circo ambulante. Él me veía trabajando en un bufete de prestigio, vistiendo trajes carísimos, dejando propinas de 20 euros en los restaurantes y defendiendo a políticos corruptos. Un empleo a la altura de sus expectativas, en fin. Pero qué quieres, la gente del circo forma parte de esa población vulnerable que necesita de tipos como yo ¡Y no te imaginas el trabajo que dan! Ya he defendido a un funambulista acusado de extorsión, al enano que urdió un plan para erradicar a todos hombres con más de un metro y medio de estatura de Wisconsin e incluso a El Fantástico Hombre Bala, que apuntó el cañón hacia las gradas y se lanzó contra el público al grito de “¡¡Vais a morir todos!!” Es un maldito tarado, de acuerdo, pero hasta un Fantástico Hombre Bala merece una segunda oportunidad.

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  • Imagen de perfil2051

    PABLO IGLESIAS RODRIGUEZ · Mazowieckie 

    “Nuestro algoritmo ha determinado que su cliente ha tenido, con toda probabilidad, pensamientos contrarios a las instituciones del Nuevo Orden. Es por ello que lo sentenciamos a diez años de reclusión en el Centro para la Reeducación de la Población Disidente, donde será sujeto a diversas terapias tendentes a erradicar cualquier posibilidad de reincidencia.”

    Su abogada no respondió. Recordaba, con nostalgia y tristeza, los tiempos cuando aún no existían los delitos de pensamiento y en los que podía ejercer su empleo con dignidad. Le obsesionaba y oprimía la idea una sociedad vulnerable a los designios despóticos de los algoritmos judiciales“

    Tras la lectura de la sentencia, su cliente, desconcertado y aturdido le preguntó: “¿Tendré otra oportunidad para apelar la sentencia?” Ella le respondió: “Lo siento de veras, no puedo hacer nada más por ti.” Antes de que se lo llevasen esposado, le dirigió una última frase, desesperanzadora: “No pienses”.

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  • Imagen de perfilSIRES

    Agustín Lozano Vicente 

    Como juez con más de veinte años de experiencia, me pidieron asesoramiento y accedí. Había que desarrollar los sofisticados algoritmos de inteligencia artificial encargados de facilitar la toma de decisiones judiciales. Parecía una oportunidad para erradicar la arbitrariedad y disparidad de criterios en las sentencias. Algo que beneficiaría a toda la población, sobre todo a la más vulnerable y con menos recursos para acceder a prestigiosos y caros abogados. El proyecto también se justificó en los nuevos empleos de calidad que se podrían crear. Los resultados fueron tan espectaculares que al cabo de tan solo dos años se pudo aprobar la ley sobre automatización y robotización de la judicatura. Ahora tendré la oportunidad de experimentar en mis propias carnes el resultado de mi colaboración: he presentado una demanda en contra mi expulsión de la carrera judicial para ser reemplazado por SIRES, acrónimo de Sistema Robotizado de Emisión de Sentencias.

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  • Imagen de perfilINTEGRIDAD

    DARÍO GUTIÉRREZ 

    Podemos hacerlo, es fácil. Una sola llamada, y todo finalizaría. El acuerdo sería factible. Sin embargo, no nos interesa.

    Tenemos la capacidad de influir en las decisiones de los Estados. Nombrar Gobiernos títeres a nuestra conveniencia. Manipular a la opinión pública.
    Erradicar la pobreza y ocuparnos de la población vulnerable queda descartado.

    Lo importante es el incremento de nuestros beneficios, sin importar el empleo de cualquier medio para lograrlo.

    Pero surge un pequeño problema. Alguien no está conforme con el orden establecido y nos ha demandado.

    ¿Qué es lo que tenemos en frente? Un pequeño e insignificante abogado de provincias.

    No dejaremos que lo consiga, me decían. No tiene ninguna oportunidad, me repetían.

    Llegado el día de la vista nada podía salir mal. Todo está controlado, trataban de convencerme.

    Cuando lo vi, sin embargo, supe que habíamos perdido.

    En su cara pude apreciar algo que hace mucho que perdimos. Integridad.

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  • Imagen de perfilLA TOGA ARTIFICIAL

    MONICA CRISTOBAL ALVAREZ 

    El robot Toguix3 entra en la sala. La inteligencia artificial ha llegado a los juzgados y amenaza con erradicar nuestros empleos. El abogado contrario, humano, se siente vulnerable ante ese amasijo de cables.
    En sus alegatos, Toguix3 recita todos los artículos de aplicación, sentencias dictadas hasta la fecha y doctrina relevante.
    El juez supremo sabe que toda la población está hoy pendiente de él y se siente inferior ante el exagerado conocimiento del robot sobre la materia.
    Así que sentencia, sin posibilidad de recurso y para toda jurisdicción, que los seres sin sentimiento no tendrán la oportunidad de ejercer la defensa legal, porque emoción y derecho son un algoritmo indestructible.
    No calibró que el big data había absorbido el alma de la toga que los letrados humanos habían desterrado.
    Ahora, en los juzgados, sólo defienden los Toguix3 y los colegios de abogados están enterrados bajo los escombros de ordenadores fundidos.

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  • Imagen de perfilSATURNO & ASOCIADOS

    Miguel Ángel García Rodríguez 

    Mi currículum académico era envidiable y buscaba mi primera oportunidad laboral en un mercado en el que gran parte de la población estaba buscando empleo.
    Mi primera opción: Despacho Sánchez Alonso & Asociados.
    Con la confianza del que pisaba terreno conocido, me presenté en el despacho del jefe para realizar la entrevista de trabajo.
    Todo iba bien hasta que se formuló la pregunta de qué haría en el caso de que un cliente sin recursos apareciera solicitando ayuda.
    Siempre creí en la labor social de la justicia, en que había que proteger también a la población vulnerable y en que se debería tratar de erradicar la injusticia, por lo que lo transmití al entrevistador.
    El puesto ahora lo ocupa un imberbe con menos preparación y escrúpulos que yo; y es que mi padre, Don José Sánchez Alonso, que levantó la firma desde sus cimientos, nunca compartió mis ideales.

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  • Imagen de perfilOVERBOOKING

    Esteban Torres Sagra 

    Ha sido mala idea instalar el bufete aquí, pero me calenté con la pandemia y la deslocalización. Además, así ofrecía empleo a gente de la España vaciada y daba otra oportunidad a la población de afrontar el futuro. Todo desde una perspectiva ecológica.
    Nada más lejos de la realidad: las gallinas campan a sus anchas y producen interferencias con la wifi, un conejo ha roído los cables de la impresora y el chillido matutino de los vencejos hace que mi escritorio parezca un remake de “Los Pájaros”. El cochino se come las alegaciones en cuanto me descuido y los gatos en celo se persiguen por las mesas sin pudor.
    Me siento vulnerable e incapaz de erradicar las malas costumbres de los bichos. Y encima, desde que me grabaron los de “Abogados por el mundo”, no paran de llegar colegas.
    Hoy somos ya siete despachos en una aldea de 53 habitantes.

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  • Imagen de perfilEN DEFENSA DE LOS KEPLERIANOS

    Ernesto Hidalga Erenas · Badalona 

    Cuando llegaron los alienígenas del planeta Kepler-438b, la humanidad entera entró en guerra contra ellos. Después de cinco años de conflicto, y tras erradicar prácticamente a todos los keplerianos (aunque prefieren ser llamados wyjgrud), descubrimos que habían venido en son de paz. Ahora, a los pocos extraterrestres supervivientes se les ha considerado población vulnerable y se les ha dado una segunda oportunidad (¿acaso tuvieron una primera?) para integrarse en nuestra sociedad. Pero eso es anecdótico, pues la injusticia del genocidio (¿o debería decir xenocidio?) sigue ahí. Además, a pesar de ser entes capaces cruzar galaxias, se les ofrece empleo no cualificado. Por eso, yo mismo, abogado de reconocido prestigio, voy a ofrecerles mis servicios a los wyjgrud para que denuncien al Gobierno Terrestre. Espero conseguir una indemnización que les permita huir de aquí, porque si no, en menos de una década, no quedarán wyjgrud salvo en reservas y zoos.

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  • Imagen de perfilMETAMORFOSIS

    Manuel de la Peña Garrido 

    Aquella mañana, tras un sueño agitado, el juez Samsa se despertó convertido en un voluntarioso abogado.

    Su mujer intuyó el cambio. Le chocó oírle disculpar el penúltimo desafío de su hija adolescente: “dale otra oportunidad, Greta; tú también fuiste rebelde”.

    En el juzgado sospecharon que algo pasaba. Lita, la oficial, volvió a quejarse del servicio de citaciones. “Están saturados. Entiéndalo. No querrá que pierdan su empleo”, apaciguó Samsa. Otrora habría reaccionado sin piedad.

    Antológica fue la vista del mediodía. Insólitamente, Samsa ni rechazó ninguna prueba ni reprendió a los letrados; incluso les brindó convincentes líneas de defensa: “estamos juzgando a integrantes de una población vulnerable, ¿debemos aplicar severamente normas que no consiguen erradicar las causas de la criminalidad?”. Y llegó el turno del abogado Asmas: ridiculizó sus propios alegatos, hasta suplicó condenas para sus defendidos.

    Aquella mañana, según se supo luego, el abogado Asmas había amanecido metamorfoseado en implacable juez.

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  • Imagen de perfilEl guardián del archivo

    Carolina Navarro Diestre 

    El ujier clavó sus ojos en una joven que jugueteaba con el móvil: «delante del tribunal no está permitido, por favor». No obtuvo respuesta, pero no dejó pasar la oportunidad de recriminar su comportamiento con un mohín de reproche. Luego se acercó a saludar a la guapa taquígrafa, la cual tampoco devolvió el gesto. En fin, se dijo. Estaba habituado a ser ignorado hasta la extenuación. De vez en cuando gustaba de pararse frente a los miembros del jurado a interpretar sus gestos o se detenía tras al banco de los acusados a erradicar con perfume el olor amargo de los culpables. Él acontecía el habitante perenne de ese lugar, su custodio y su población. Desde el día en que perdió el empleo, el ujier no había salido de esa sala judicial.
    Sólo una sensación de vulnerable indefensión le sacudía cuando pasaba frente al archivo, la estancia donde se ahorcó.

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  • Imagen de perfilEL LETRADO ANTONIO

    SANTIAGO MESSA POULLET 

    Antonio era un abogado muy especial. Concebía la práctica de la abogacía como una oportunidad para hacer un mundo más justo y erradicar situaciones de indigencia y exclusión. Para él, la población más vulnerable de nuestro entramado social era el colectivo de los “sin hogar”, los desarraigados, los “sin techo” y a ellos dedicaba buena parte de su tiempo libre, sobre todo los días de frío y lluvia. Era su segundo empleo, que grafiaba con su camiseta descolorida como uniforme y el lema: “abogado en la calle”. Eso era Antonio: un letrado callejero. Hoy atendía a Salvador que se consideraba secretario de Dios y que acumulaba denuncias por ocupación ilegal de un trozo de acera de la inmensa vía pública. Luego pensaba visitar a Rosario con orden de desalojo del Cajero de Larios.
    La clientela de Antonio siempre fue algo exclusiva.

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  • Imagen de perfilLa balada de Renato Cantalarrana

    José Ignacio Rodríguez García 

    Renato Cantalarrana era un enfadica, pero su padre era juez. Si no le dejábamos jugar con nuestra pelota, amenazaba: “¡os voy a demandar!”. Y lo hacía. Desde su más tierna infancia elevaba instancias por cualquier cosa: por no invitarle a un cumpleaños, por haberle dado una colleja, por hablar con la niña que cortejaba. Cualquier oportunidad era propicia para escenificar un pleito donde su padre emitía el veredicto final.

    De mayor, vista su vocación, se graduó en Derecho. Fue entonces cuando Renato descubrió la vulnerable condición de no tener el amparo del magistrado. ¡Qué desazón! En el empleo de sus funciones, Renato descubrió horrorizado que a menudo tocaba perder.

    Aquello era algo a erradicar, ¡él había nacido para vencer! Así fue que Renato regresó a su población, a sus orígenes, a su entorno protector. Si alguna vez había que fracasar, al menos que el juez lo consolara con un beso.

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  • Imagen de perfilVecinos

    Mikel Aboitiz 

    Un mes tardé en erradicar la población de saltamontes de la cocina. Llamadas al casero, su incredulidad, pegas. Finalmente, recurriendo a un abogado, un exterminador pasó por casa. Mantengo un fuego cruzado de cartas con membretes jurídicos con mi arrendador. Porque a las cucarachas le siguieron los ratones. Me despierto por las noches con visiones de lluvias de fuego y granizo, moscas, plagas bíblicas y requerimientos judiciales. He dejado el café. Ahora mi vida gira en torno a médicos cargantes y abogados solícitos. Me siento vulnerable, fuera de mí. Ayer, al abrir el colacao del desayuno, hallé un pelo de bigote de conejo. Hoy he dado con su rastro. Una abertura en el suelo del salón me abre la oportunidad de encontrar su madriguera. Si me empleo a fondo, el túnel pronto estará listo (soy ingeniero de caminos). Mientras excavo, solo temo una cosa: toparme con un bufete de abogados.

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  • Imagen de perfilNINIS

    ÁNGEL SAIZ MORA 

    Fin de semana. Casa rural. Amigos con hijos desmotivados, incapaces de encontrar su camino.
    Alguien hizo un comentario sobre el peligro de que esos hermosos parajes pudieran ser pasto de las llamas. La naturaleza, llena de potencial, pero vulnerable, a veces requiere apoyo y criterio, igual que los jóvenes.
    Mi mujer creyó ver entonces una oportunidad. Propuso fundar una interesante sociedad ganadera. Yo ofrecí mis conocimientos para resolver trabas legales.
    La idea caló entre los muchachos, atraídos por el aire libre y la posibilidad de erradicar incendios de forma preventiva. Las ovejas se encargan de segar, de forma natural, la espesura de esa población y de otras.
    Al tratarse de un empleo compatible con otras actividades, a algunos les ha dado por la poesía. Nuestro Arturo sigue mis pasos y ha hecho historia. Es el primer pastor matriculado en Derecho a distancia.

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  • Imagen de perfilFantasías, las justas

    Marta Trutxuelo García 

    El lunes me hice cargo del caso de Marina, parada de larga duración, con dos niños a su cargo. El martes fue el turno de Hasam, a quien asesoré por la legalización de su contrato con la constructora. Entre el miércoles y el jueves logramos una oportunidad para Juan con la percepción de la RGI. Soy letrada, de oficio y por vocación; optimista, aunque la vida real se empeñe en erradicar mis instintos, intentando colmar con sus gotas pesimistas mi vaso lleno de esperanza. El ERTE en el sector de la fantasía me ha obligado a reorientar mi profesión: mientras la prestación por desempleo me lo permita ofreceré mi varita mágica a la población más vulnerable. Hoy es viernes... como cada día mis piernas se unirán al largo ciempiés que compone la cola para entrar a la oficina de empleo. Estaré al final de la misma. Soy tu aboghada madrina.

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  • Imagen de perfilUna adolescente y un peligroso insecto

    Ander Balzategi Juldain 

    Todo comenzó cuando aplasté aquel simple insecto con el zapato, en realidad no sé ni lo que era. Mi hija se puso histérica, me gritó que así era yo, un déspota que de un zapatazo privaba de cualquier oportunidad a una vulnerable criatura. Pensé que solo era rebeldía adolescente, su afán por enfrentarse conmigo, pero creo que ése fue el día en el que ella cambió para siempre. Se convirtió en ecologista, animalista, vegana y más tarde abogada, defensora de causas perdidas y mi más enconada adversaria. Cualquier proyecto de construcción que emprendo es susceptible de erradicar una población de ranas o destrozar un ecosistema sensible. Doy fe que empleo todos mis esfuerzos por mediar con ella, pero no hay manera. Cuando con mi legión de abogados aplasto sus pretensiones de paralizar mis obras me acuerdo de aquel insecto y del maldito día que me robó a mi hija.

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  • Imagen de perfilCHAPOTEOS INFANTILES EN AGUAS DULCES

    LOLA SANABRIA GARCÍA 

    La fuente era lugar de alborozo, resbalones, caídas al pilón y risas infantiles. Hasta que conocimos la historia de los cocodrilos en las alcantarillas de Nueva York y le cogimos canguelo al colector de la pared lateral de bajada a los caños. Pasábamos delante con los ojos cerrados en un gesto de si no lo veo no existe.
    Excepto Mario, el niño más triste del pueblo. Iba con el burro y sus aguaderas de esparto a llenar los cántaros al atardecer y pasaba sin miedo al desagüe.
    Cuando Mario desapareció hubo un silencio de alquitrán, con cuchicheos de adultos sobre el padre.
    El día de los difuntos descubrimos una nueva tumba en el cementerio. Aprendimos que los monstruos no viven en las alcantarillas.
    Decidí que cuando fuera mayor mi empleo consistiría en defender a la población más vulnerable para erradicar la violencia de sus vidas. Oportunidades no iban a faltarme.

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  • Imagen de perfilVICTOR F.

    ZIGOR EGUIA LEJARDI 

    Desde joven sentía verdadera pasión por los puzzles, pero llegó el día en que mi padre, un influyente abogado criminalista, cansado de mi improductiva afición y preocupado por mantener bien alta la reputación familiar, decidió matricularme en la Universidad, donde desarrollé una fuerte pasión por la química.

    La licenciatura me permitió conseguir un empleo respetable, y la oportunidad de poder continuar con mi vocación.

    Los conocimientos adquiridos tras largos años de estudios, complementados por mi habilidad natural para el ensamblaje, me proporcionaron los medios necesarios para tratar de erradicar para siempre las enfermedades que diezmaban la población, ya de por sí vulnerable, de nuestro querido país.

    Primero necesitaba experimentar, lo cual iba a acarrearme problemas legales, pero contaba con la ayuda profesional de mi padre para solventarlos. Además tenía otra baza a mi favor: utilizando restos humanos para crear vida eterna, iba a establecer un concepto de reciclaje totalmente revolucionario.

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  • Imagen de perfilIndulto

    José Luis Barros Justo 

    Durante mi juventud pertenecí a ese grupo denominado “de riesgo”, o población vulnerable, como también se nos llamaba. Es decir, recién licenciado en derecho, sin empleo, pero dispuesto a batirse en gallarda lid, si se presentaba la oportunidad, para erradicar la injusticia del orbe. Un idealista de tomo y lomo. Hoy se cumplen diez años de mi entrada en la política. En ese tiempo me he afiliado a tres partidos y he cambiado de discurso en, al menos, doce ocasiones. Acabo de jurar mi nuevo cargo ante el rey: Ministro de justicia. Lamentablemente, no puedo quedarme al ágape en mi honor, tengo que ir corriendo a la sede del partido, a firmar ese puñetero documento.

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  • Imagen de perfilSin papeles

    ELENA NÚÑEZ RAMOS 

    Ibrahim me decía que tenía un hermano, que trabajaba en Alemania. Que estaba solo en la isla, que no tenía papeles. ¿Cuántos años? Quince me dijo. Mintió. Que pagó dos mil euros. Que no tenía más. Que quería un empleo para poder llegar hasta su hermano.
    Sus manos, de largos dedos que se apretujaban entre ellos. Su piel negra, que sobresaltaba el blanco de sus ojos. Que me miraban y me pedían una oportunidad.
    Yo solo era una abogada voluntaria. Lo único que podía hacer era intentar evitar que lo deportaran. Tal vez pudiera lograr erradicar de su mirada ese miedo, si lo conseguía. Pero por mucho que yo hiciera, no dejaría de formar parte de una población etiquetada de vulnerable. O sí.

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  • Imagen de perfilDemasiado tarde

    Nerea Barros Domingo 

    Ya no formo parte de esa población vulnerable, en busca de un empleo, casi digno. Desde mi graduación como abogado -con honores, tercero de la promoción- busqué una oportunidad para ayudar a erradicar la injusticia. De momento todo ha sido en vano, y no le veo pinta de que vaya a cambiar en el futuro. Esta mañana alguien ha venido a dejar unas flores sobre mi tumba…

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  • Imagen de perfilRenglones torcidos

    Jerónimo Hernández de Castro 

    El cartel funciona con más eficacia que la mayoría de los gobiernos y pocos disponen en el mundo de un servicio jurídico tan profesional, cuyo responsable exhibe una autoridad de la que carecen los capos.
    Ya nadie recuerda aquel primer ascenso desde un humilde empleo como asesor fiscal, cuando logró que las declaraciones de hacienda de sus multimillonarios patronos resultaran negativas. Ahora es capaz de detener, alegando el principio constitucional de conservación de la naturaleza patria, todo un plan ministerial para erradicar los cultivos de coca, la última oportunidad para el rescate de una población intimidada por los sicarios.
    Él es el único resquicio que hace vulnerable a la omnipotente organización. A sus años, la muerte de su hijo o el secuestro de su mujer, oportunamente vengados según la discreta rutina corporativa, le hacen plantearse algunas cosas y empieza a sentir la desazón de quienes se han convertido en imprescindibles.

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  • Imagen de perfilCulpable

    Cruz Aguilar Oliveros · Teruel 

    Eran vulnerables. Agricultores y ganaderos que no conocían otra vida que la de la tierra que les vio nacer y donde la población se desdibujaba día a día, año a año, década a década. Me ocupé de mostrarles la oportunidad que suponía erradicar el hambre que chisporroteaba en sus estómagos, poder vender sus campos a buen precio para empezar una nueva vida, con un empleo en una fábrica en la ciudad y un sueldo fijo cada mes, sin mirar al cielo. El precio que debían pagar no era la emigración, no se saldaba con hacer la maleta y volver en agosto. Era el desarraigo, porque debían dejar su tierra para siempre. El último día logré cerrar todos los contratos como me había pedido la empresa. Esa noche no pegué ojo y jamás he vuelto a dormir en paz. Mis sueños se encharcan, como sus casas, por las aguas del pantano.

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  • Imagen de perfilEL SENTIDO DE LA JUSTICIA

    Francisco Javier Calderón Romero 

    Emilio era bueno y sencillo; Emilio era mi amigo. Sacó su carrera de Derecho con empleos mal pagados, estudiando a deshoras y agotado. Alquiló un modesto despacho en un barrio pobre y ahí lo conocí, en una población donde el empleo no existía y las oportunidades aparecían después de varios chutes a cada vuelta de esquina. Solíamos reírnos de él cuando atendía gratis a los vulnerables del arrabal, bueno y tonto, mientras yo, malo y gilipollas, tenía los bolsillos a rebosar por trapichear, aunque en el fondo le admiraba por no dejarse achantar con su impecable sentido de la justicia. Pero me detuvieron y no quiso ayudarme. “Solo podrás erradicar ese odio respetándote a ti mismo”, y en seis años de cárcel vino semanalmente con un libro distinto.
    Ahora soy otro. Ojalá digan que soy bueno y sencillo, como Emilio, un héroe al que nadie conoció. Emilio fue mi amigo.

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  • Imagen de perfilIntestado

    Wibo Sefeld 

    Don Saturnino se había convertido en un abuelo triste y vulnerable aunque en mi mente conservaba la imagen vívida de un abogado fuerte e implacable. Tras veinte años de silencio me resultó extraño verlo en mi despacho hablándome en calidad de testador. Intentó romper el hielo mostrándome una foto antigua donde aparecíamos los dos. Cómo no me iba a acordar de mi primer empleo, esa maravillosa oportunidad para introducirme en el mundo de la abogacía de la mano de una eminencia. Juntos formábamos un tándem perfecto, luchando codo a codo para erradicar los delitos ambientales que amenazaban a la población de linces en el sur del país. Sin embargo, tras el desistimiento de varias demandas, me enteré que Don Saturnino se había dejado sobornar por una gran multinacional. Ante tamaña felonía juré que, aun siendo su hijo, jamás iba a aceptar herencia suya.

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  • Imagen de perfilJUSTA CAUSA

    PILAR ALEJOS MARTINEZ 

    Cuando te guía el corazón, no hay motivación más poderosa que esa para elegir estudiar derecho. Compaginar vida, trabajo y universidad, no resultó nada fácil. Aun así, trabajé muy duro hasta finalizar la carrera y colegiarme como letrada. Desde mucho antes de empezar a ejercer, ya tenía decidido a quién me gustaría prestar mis servicios. No tuve ninguna duda. Sabía que necesitaban una mayor ayuda y protección, porque lo que estaba en juego era su vida. A partir de ese momento, dediqué todos mis esfuerzos a erradicar aquella terrible lacra que sufría gran parte de la población, justo la más vulnerable. Especializarme en violencia de género me dio la oportunidad de actuar con la empatía que requería cada caso. Pude apoyarlas en su lucha a lo largo del proceso judicial y ayudarlas a buscar empleo.
    Sé que cualquier mujer puede convertirse en víctima de un maltratador, como lo fui yo.

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  • Imagen de perfilMIEDO INSUPERABLE

    José I Baile Ayensa 

    Ésta era mi oportunidad. Era pasante en un bufete de una pequeña población, un despacho ostentoso de muebles castellanos, alfombras feas y láminas de escenas de caza, en las que no se sabía si el tono sepia era original o adquirido con los años. Me pasaron mi primer caso, un litigio laboral poco común: una trabajadora que había perdido su empleo por trabajar en exceso. Al parecer, la empresa se quejaba de que estaba usando de forma abusiva las instalaciones, dedicaba todos los días muchas más horas de las que correspondían; querían erradicar esa costumbre. Los jefes y el edificio eran poco amigables, no se entendía que alguien quisiera permanecer allí más de ocho horas. Si embargo, ella estaba en una situación vulnerable y quedarse en el trabajo, era su manera de reducir el tiempo en casa, donde sólo había abuso y maltrato. Todos lo comprendimos, también el juez.

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  • Imagen de perfilINSOMNIO JUSTIFICADO

    Ana María Abad García 

    Aquella población era la más vulnerable que había visto jamás y, quizá por eso mismo, la más hermosa en su inocente rusticidad: casas de adobe con techo de paja, calles sin asfaltar, pinceladas de verdor a la vuelta de cada esquina. El empleo de nuestra arma biológica en semejante oasis nunca debió aprobarse y, no obstante, alguien de arriba vio la oportunidad de hacer una prueba con sujetos reales y decidió aprovecharla, aunque ello significara erradicar toda vida humana en aquella humilde y, hasta entonces, feliz aldea.
    Cuando los abogados de la empresa se enteraron, pusieron el grito en el cielo: ¡responsabilidad moral, publicidad nefasta, indemnizaciones millonarias! Pero ya era tarde. Del pueblito y sus habitantes sólo quedaba una estela de polvo en el viento del atardecer y el eco de un murmullo apagado en el agua turbia del riachuelo.
    Desde ese día, me cuesta conciliar el sueño.

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  • Imagen de perfilPESADILLA

    José Manuel Maguilla Luna 

    Siempre había soñado con aquel empleo: alcalde de su pueblo.
    Desde el techo de su habitación el veterano abogado se estaba observando a sí mismo. Qué me está pasando, se preguntó con el corazón encogido. Soy yo, no puede ser…
    Probó a bajar del techo, pero no podía, estaba limitado a observar y desde allí lo vio todo: los dos empleados de la funeraria lo introdujeron en el ataúd y colocaron la tapa.
    Nunca se había sentido tan vulnerable. No tendría ni la oportunidad de erradicar tantas diferencias sociales en su ciudad. Él, que había dedicado toda una vida a defender a los más indefensos, por eso era tan admirado y querido en su población…
    Ahora, sin que hubiese mediado ningún tipo de enfermedad, ningún síntoma ni dolencia, adiós…, quizá amedrantado por aquella terrible pandemia que asolaba al planeta. Una pesadilla le había perturbado el sueño.
    ¡Vaya sueños tengo...!

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