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Alejandro Perez Iglesias 

La cola es lenta y la sala llena de gente me agobia. Esperando mi ración de comida diaria me siento más vulnerable: a mi alrededor empujones, miradas llenas de odio, rostros agresivos y conflictos a punto de estallar. La guardia los sofocará con rapidez y violencia extrema. Otro día más. El cubículo en el que vivo es pequeño pero me alegro al volver a él. “Estoy en la Luna, no en el Ritz” me consuelo mientras aseguro la puerta.
Era inevitable que alguien viese en las colonias lunares una oportunidad para reducir la población y erradicar a pobres, convictos y “maleantes”. Gentes sin nombre, mano de obra barata para conseguir recursos en otros mundos mientras los poderosos dominan una Tierra más exclusiva.
¿Y cómo he acabado aquí? Necesitaría otras 150 palabras para explicarlo, pero os lo resumo: falta de empleo y que, hasta en la luna hacen falta abogados.

 

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