XVI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

El más votado por la comunidad

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Carlos Enrique Ayala Gómez 

Una cosmopolita isla del mediterráneo albergó una prestigiosa feria del libro. Los editores convocados suscribieron un acta que, en documento privado, encargaba a nuestro despacho una peculiar misión: evitar que los duendes de la imprenta sembraran de erratas las obras que serían expuestas. Dirigimos una carta notarial al gremio que congrega a estos espíritus fantásticos exhortándolos a que se abstuvieran de sus legendarias prácticas. En caso contrario los demandaríamos por daños y perjuicios. La feria resultó un éxito. Días después se presentó en el bufete una de las pintorescas criaturas. Aunque confesaba haber insertado furtivamente un soneto en un poemario afirmaba que, precisamente por ello, el libro se había convertido en un superventas. Estaba dispuesto a relevar al escritor de la obligación de confesar que aquel sublime poema no le pertenecía. Exigía a cambio el pago de regalías que, en monedas de oro, serían depositadas al final de un arcoíris.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilCALUROSAS NOCHES DE PASIÓN EN EL MAR

    Alejandro Miguel Toledo Arruego 

    Sucedió en agosto de hace tres años, a bordo de un velero, que surcaba las aguas del Mediterráneo cerca de la cosa de Valencia. Era mi primer año de abogado, me había tocado relevar a los jefazos que, por antigüedad y privilegios, se iban todo el mes de vacaciones, dejando a becarios y novatos al frente, sabedores, en teoría, de que era un mes inhábil. Pero eso año se equivocaron. La feria que se montó al conocerse la noticia fue de las que hacen época. En un acta de la policía se vislumbraba el escándalo: “hombre mayor, entrado en carnes aparece apuñalado sobre el cuerpo de una modelo, también fallecida por las heridas de arma blanca”. Imposible mantenerlo en privado. El fallecido era el padre del presidente del gobierno. Ella, una desconocida. Cuando sonó el teléfono, de los nervios, vomité.

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  • Imagen de perfilLA HERENCIA DE PAPÁ

    Rosalía Guerrero Jordán 

    Cuando le invitaron a navegar por el Mediterráneo a bordo del yate privado de Carlo, el cliente más importante del bufete, se sorprendió. Acababa de ser contratado, no por su currículo, bastante mediocre, si no para relevar al socio que acaba de fallecer en extrañas circunstancias: su padre.
    Carlo le hizo una propuesta jugosa, pero él tenía unos sólidos principios morales, heredados también de papá, y no estaba dispuesto a firmar ningún contrato, demanda, informe, oficio ni acta que no fuera escrupulosamente cierto y ajustado a la legalidad.
    Con educación y firmeza, se negó. Carlo, como no podía ser de otra manera, lo entendió. Pero mientras disfrutaban de los fuegos artificiales disparados desde la feria situada en la playa, sintió un empujón que le lanzó por la borda.
    Intentó alcanzar la orilla, pero las fuerzas le abandonaron. Mientras se hundía pensó que papá, al fin, hubiera estado orgulloso de él.

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  • Imagen de perfilÉrase un contencioso-vacacional

    Carlos Hurtado García · Cáceres 

    Llega agosto y el bañador, el sol y la infinitud del mediterráneo vienen a relevar a la toga, la luz artificial y ese paisaje regio y frío de las salas de vistas. Y sin embargo, aunque nosotros salimos de los juzgados, el juzgado no siempre sale de nosotros. Una escena curiosa transcurre en la feria de la ciudad:

    Juan: ¡este es un gasto no tengo obligación de soportar!, ¡que conste en acta!

    Mario: en contrato privado acordamos la permuta, una tú y una yo.

    Juan: eso fue antes de enterarme de que mi cerveza estaba embargada, ¡yo solo he tomado esta!, ¡la anterior se la llevó Roberto porque le debías otra!

    Olga: eso es evicción... tiene razón, o le devuelves la ronda anterior -difícil- , o le pagas esta.

    Juan: ¡indemnización por cañas y perjuicios!

    Mario: bof... está bien, esta también invito yo. Pero esta noche... ¡recurro al superior!

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  • Imagen de perfilEl hundimiento

    Julia Menendez Quirós 

    Érase una abogada del turno de oficio, embarcada en el caso del paquebote "Mediterráneo", feria de las vanidades de la tercera edad, cuyo naufragio hundiría a la naviera “Mata & Ryle”, según le adelantaron en privado.
    Sería imposible relevar al buque insignia de los cruceros populares, por mucho que reeditaran sus exitosas ofertas y campañas publicitarias.
    Mr. Ysá Flanders Luzzús, socio del prestigioso bufete maltés “Dygan, Locke, Dygan PLLP” y portavoz de la compañía, leyó el escueto comunicado: “...nosotros garantizamos la buena vida a bordo de quien pudiera pagársela, pero el seguro excluye la muerte en sí por ahogamiento de los quinientos pasajeros, debida a la profundidad de un mar que no distingue entre turistas o emigrantes”
    La posterior rueda de prensa fue suspendida, so pretexto de la peliaguda presencia de familiares de las víctimas, acompañados de su abogada de oficio y un notario de fortuna, quien levantó acta.

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  • Imagen de perfilLos sueños falsificados

    Elena María López Blanco 

    El color del mediterráneo envolvía mis sentidos. Di una vuelta por la feria. Y allí estaba ella, con sus perfumes. Sentí el aroma de los sueños falsificados de las noches de verano. No podía revelar que me había llevado hasta aquel puesto, un acta, un documento privado, pendiente de firmar.
    Si mirada era la misma, su instinto protector del clan familiar permanecía imperturbable. Como si no hubiese pasado el tiempo. Como si en aquel puesto de perfumes y cremas falsificadas todo permaneciese igual.
    Adela se dirigió a mí en forma cariñosa, consciente de que aquel no era un lugar al uso para abordar asuntos de esa naturaleza.
    Me alejé de su mundo a través de las calles empedradas que me devolvían a la realidad del mío. Las terrazas bullían a esa hora. Llegué al despacho, recuperé el aliento y me sumergí en una nueva demanda, a pesar de ser agosto.

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  • Imagen de perfilSIN RESPUESTAS

    Margarita del Brezo 

    Tuve que interrumpir mis vacaciones para relevar al juez titular, indispuesto tras ingerir churros en mal estado en la feria. Me sorprendió que antes de acercarme a la zona me hicieran firmar tantos formularios de confidencialidad. Es un asunto privado, susurraron con un tono de misterio que asustaba. No entendía nada: todos sabíamos que el Mediterráneo se había secado, y, acostumbrados como estábamos a los desmanes del cambio climático, no le dimos mayor importancia; además, aún nos quedaba el Atlántico, aunque ya se pareciese más a un charco que a un océano. ¿Cuál era el problema? Lo entendí cuando empecé a caminar por la tierra que no hace tanto tiempo cubría el mar. No daba crédito a lo que veían mis ojos: cientos, y cientos de cadáveres desperdigados, la mayoría esqueletos, y trozos de madera podrida que en algún momento pertenecieron a alguna embarcación. ¿Cómo se levanta acta de esto?

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  • Imagen de perfilVacaciones en Murcia

    ISABEL CANDELARIA ORTEGA CANDEL 

    Como muchos de mis compañeros, soy la única titular de un despacho privado. Cada verano para poder disfrutar de unos días de vacaciones dedico horas y horas para terminar todos los asuntos, revisar los procedimientos y que todos los plazos estén controlados, pues nadie me releva en vacaciones. Con la seguridad de tener todo controlado me marché un año más a San Pedro del Pinatar, a orillas del Mediterráneo. Los primeros días la sensación de haber olvidado algo te persigue y empiezas a dudar si lo hiciste o no, si enviaste el Apud Acta, si anotaste la fecha de las últimas vistas... la cabeza te da vueltas como una noria de feria y hasta abres la agenda para asegurarte de algunas cosas, cuando de pronto lees; "10 de octubre revisión unidad de mama". Entonces te tranquilizas, recapacitas, cierras la agenda y vuelves con la familia, lo importante ya está anotado.

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  • Imagen de perfilLA PAREJA IDEAL

    Juan Carlos Gómez Jaimes 

    Él era un joven apuesto y ambicioso; ella, una viejita encorvada, con antiparras de culo de botella y las carnes de una pasa: la pareja ideal. Aquello parecía una feria, el banquete prometía delicias, y las olas del Mediterráneo acariciaban el altar. El juez apuró el trámite y puso el acta sobre la mesa. La viejita comenzó una lenta cacería de letras menudas. El joven se impacientaba.

    —Vamos, cariño, terminemos.

    La viejita sonrió. Puestas las rúbricas, el joven condujo a la viejita al privado. Hizo su mejor esfuerzo para que los invitados atestiguaran la veracidad de su unión. Y, enseguida, se escabulló. Tenía el acta, solo eso necesitaba. La leyó ufano, pero un escalofrío lo estremeció. Las cláusulas incluían capitulaciones. Ya sin remordimiento de relevar sus intenciones, se acercó a la viejita.

    —¡¿Qué significa esto?!

    La viejita alzó la copa y brindó.

    —Significa, cariño, ¡que aún soy una excelente abogada!

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  • Imagen de perfilAbrazos de oficio

    Manuel Rodríguez Antón 

    Nos llaman y acudimos al rescate. Como esos superhéroes de cómic. No importa que sea feria. El mar no descansa y nosotros tampoco cuando hacemos guardia. Venimos a relevar el miedo. De los que todavía están y no quieren regresar al infierno. Reviso el acta de la policía: ocho supervivientes. Entre ellos, una embarazada y un menor. Salieron cincuenta desde Argelia. Algunos cuerpos han llegado con ellos a tierra. Tarde, porque lo hicieron privados ya de vida. Otros, ni eso; el Mediterráneo los engulló antes. Uno de los supervivientes me examina. -Abogado-, me pregunta sin ser muy consciente de lo que eso significa para él. Es lo poco que conoce de un idioma extraño. Asiento. Me abraza con fuerza y llora. Como si mi confirmación le permitiera aferrarse también al mundo. Ahora nos queda otra dura travesía, pienso. Una en la que no dejaré que su barco vuelva a hundirse.

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  • Imagen de perfilNIEBLA

    Amparo Martínez Alonso 

    Su gesto, su sabiduría, su experiencia, su ternura, sus abrazos: se han difuminado. ¡Mi espejo se ha empañado!
    Juan Luis Alonso Gómez, el juez más joven de su promoción (¡mi padre!), tiene alzhéimer.

    Nadie es imprescindible (lo sé), pero ¿cómo sustituir a un eminente magistrado? ¿Cómo reemplazar al mejor padre? ¿Cómo relevar la excelencia?

    La vida es una feria. En la vida no existen actas que permitan recapitular, que certifiquen las buenas acciones y recojan los aciertos, asegurando, así, la recompensa merecida. La vida es un acto privado de resultados imprevisibles.

    A sus sesenta y siete años papá está sentado frente al Mediterráneo; rodeado de su mujer, sus dos hijos y sus tres nietos. Papá no recuerda el mar de su infancia ni a su propia familia, pero sonríe cuando le hablamos de pleitos, abogados, juicios y resoluciones... Como si, entonces, su niebla se despejara y papá volviera con nosotros.

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  • Imagen de perfilLa voz

    Antonio José Bernal Martínez · Huelva  

    Salí del Juzgado con cara de pocos amigos, deseando lanzarme al Mediterráneo. Conste en acta que no había sido mi día. Mi cliente, acusado de relevar dinero de verdad por billetes de Monopoly, no paraba de reprochar mi deplorable defensa. Quise correr, pero no pude. El cliente no paraba de cuestionarme y mi silencio no hacía sino excitarlo más, gritándome como mono de feria, invadiendo mi círculo más privado. No me estaría gritando si no se hubiera quedado con un dinero que no era suyo, pensé tratando de evadirme, pero no encontré forma de desprenderme de él hasta la puerta del despacho. No paraba de temblar y las llaves se me caían de las manos. El espectáculo era lamentable. No quería mirar a mi alrededor; ni quería ver a nadie ni que nadie me viera. Logré escapar para entrar en el ascensor y, allí, en el espejo, estaba él. Mirándome.

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  • Imagen de perfilACEPTO EL CASO

    Manuela Fernández Manzano 

    Mi padre se fue a Alemania. Yo tenía seis años y tres hermanos. Desde entonces y hasta los trece, solo tuve padre en las segundas quincenas de agosto y en los regalos de Navidad. De repente, mi madre dejó de nombrarlo. Empezó a llorar en su dormitorio, en privado, donde firmó su acta de defunción.
    Pero los afanes están para relevar las cicatrices de la memoria o eso pensaba yo... Hoy, un hombre ha venido al bufete. Insiste en que defienda a su hijo: un joven muniqués que llegó para respirar aires del Mediterráneo y se despeñó en un asunto turbio durante la feria de un pueblo levantino. Él sabe quién soy. Yo lo he reconocido en un vistazo. Mis costuras se han roto en un instante. Todas... Pero he visto la culpa en sus ojos y es más grande que el abandono en los ojos de mi madre.

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  • Imagen de perfilCOMO EL FUEGO AL HIELO

    Guillermo Portillo Guzmán 

    El juicio no iba demasiado bien. Los dos abogados intervenían alternativamente defendiendo los intereses de sus clientes, mientras el letrado de la Administración de Justicia levantaba acta de todo lo expresado, al tiempo que el juez escuchaba atentamente los alegatos de las partes buscando sentencia justa.

    Él, poderoso como un rey refulgente e imperecedero, impuso siempre su voluntad de vivir en el Mediterráneo.
    Ella, delicada y blanquecina, prefería el Atlántico más frío y privado.

    Su larga historia de amor acabó mal, muy mal. Las explosiones llenas de furia y agresividad fueron en aumento hasta llegar a relevar la piel de ella, dejando marcas que nunca podría disimular. Su relación había pasado de ser una feria, a una pista de coches de choque. Y él imponía todos los días su fuerza y su ley.

    Eso los separó para siempre, tanto, que el Sol vivía de día y la Luna de noche.

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  • Imagen de perfilDerechos de autor

    Carlos Enrique Ayala Gómez 

    Una cosmopolita isla del mediterráneo albergó una prestigiosa feria del libro. Los editores convocados suscribieron un acta que, en documento privado, encargaba a nuestro despacho una peculiar misión: evitar que los duendes de la imprenta sembraran de erratas las obras que serían expuestas.

    Dirigimos una carta notarial al gremio que congrega a estos espíritus fantásticos exhortándolos a que se abstuvieran de sus legendarias prácticas. En caso contrario los demandaríamos por daños y perjuicios.

    La feria resultó un éxito.

    Días después se presentó en el bufete una de las pintorescas criaturas. Aunque confesaba haber insertado furtivamente un soneto en un poemario afirmaba que, precisamente por ello, el libro se había convertido en un superventas. Estaba dispuesto a relevar al escritor de la obligación de confesar que aquel sublime poema no le pertenecía. Exigía a cambio el pago de regalías que, en monedas de oro, serían depositadas al final de un arcoíris.

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  • Imagen de perfilSALTO AL VACÍO

    Juan Manuel Chica Cruz 

    Tras recoger el acta de defunción de su hija atropellada por un coche azul mediterráneo con un conductor borracho dado a la fuga, aquel padre y abogado juró en privado ante su cadáver defenderla hasta la muerte. Abogado al que hubo que relevar cuando la policía fue a su garaje a comprobar el color de su vehículo y le notificaron su detención. Durante el juicio juró y perjuró que no fue consciente de atropellar a nadie y menos a su hija aunque su precisión al volante fuese como la de una mirilla de escopeta de feria. El símil sonó como si acabara de estallar una bomba en el juzgado y entendió que si aún le quedaba algo de dignidad tendría que lanzarse tras ella. La sala de vistas, afortunadamente, estaba en la tercera planta y una de las ventanas abierta sugiriéndole como cumplir con la palabra dada a su hija.

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