XIV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilMiedo

Laura Sotelo 

El abogado de mamá no traía buenas noticias. Hablaban en el salón, con la puerta entreabierta, y escuché como decía que la sentencia era desestimatoria. Ella, inmersa en un valle de lágrimas, preguntó - ¿ Eso significa que quedará en libertad?- Él asintió con la cabeza y, tratando de empatizar, le entregó unos papeles. - No debes preocuparte. Para casos como el tuyo se ha creado una comisión especial. Tendrás una nueva vida junto a tu hija, en otro lugar, con otra identidad. Durante un tiempo no podrás usar el teléfono, ni internet, pero os darán protección y tu marido nunca podrá encontraros. Mientras el abogado hablaba de un futuro esperanzador, mamá parecía perdida en sus pensamientos. Se pasaba la mano por la cicatriz del cuello y no apartaba la vista del cajón del aparador. Ese con doble fondo, donde guarda una pistola.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilEMPATÍA POR UN CANALLA

Inma Polo Gil 

Desde que mi mujer supo que era un alcohólico, un manirroto y vio mi perfil de citas en internet, la comisión de dichos agravios ha sido mi debacle. Vencido en mi propio terreno, perdí su amor y, de paso, la custodia de los niños. Aquella sentencia fue un fiasco. No cabía recurso y el pronunciamiento desestimatorio me sumía en un valle de lágrimas. Ambos, como Letrados en ejercicio, sabíamos que la sentencia debía ser acatada. Al día siguiente de saber el resultado del pleito, me llamó. Menos mal que mi ex aún guarda una pizca de inmerecida bondad como para empatizar con un canalla inmisericorde como yo. Comprendió que debía dejar que continuara viendo a mis pequeños, aunque en el fondo yo no fuera realmente su padre.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilMAGISTRADO E INFLUENCER

    MARIA PILAR MARTINEZ DE LA LLANA 

    Aquel Juez había conseguido lo que nunca antes ningún otro había logrado. A sus 64 años había aprendido a utilizar las redes sociales con la soltura de un millennial. Su secreto: empatizar con su público. Su estrategia: constituir una comisión parlamentaria a la que él mismo denominó “Mi Gobierno”. Aquel gabinete estaba formado por juristas de diversos ámbitos. Todos ellos de mente abierta y palabra ágil.
    Sus acaloradas charlas e ingeniosas conclusiones eran subidas a internet por su Señoría. Las sentencias estimatorias eran celebradas por sus miembros con aplausos y vítores. Los pronunciamientos desestimatorios eran llevados al archivo calificado como “el valle de los caídos”. El éxito musical “We are the Champions” o la canción “I am a loser” de The Beatles acompañaban una u otra ocasión.
    Ya tiene dos millones y medio de seguidores en Instagram. Tiembla María Pombo, tiembla…

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  • Imagen de perfil¡Maldito abogado!

    Felipe Gutierrez Blazquez 

    Ya no se reciben telegramas, ¡habiendo internet!, claro, pero es que, además, si se reciben son malas noticias. Justo cuando lo leía sonó el estruendo de la puerta y entraron en tromba los policías. No hubo tiempo de empatizar, muñecas esposadas y al coche patrulla. Solo quedaba contemplar el precioso paisaje de aquel valle suizo, lo único bello de esta historia, mientras en mi mente resonaba.
    Pronunciamiento desestimatorio. Stop
    Comisión investigadora formada. Stop
    Desaparece lo antes posible. Stop
    ¡Maldito abogado! Primero me convence para hacer el trabajo sucio, cocinar los libros de contabilidad, maquillar las cuentas, luego se queda con todo el dinero y ahora se va de rositas. Si ya me lo decía mi abuela, “nieta, al abogado y al gorrión, perdigón”

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  • Imagen de perfilEl trato

    Carmen LLopis Fabra 

    El recurso tuvo un resultado desestimatorio y se nos conminaba a abandonar la propiedad a la mayor brevedad posible. El Juez fue claro. Teníamos que dejar todo como lo habíamos encontrado al llegar. Con lo que no se contó fue que ello implicaba dejar sin internet a todo el valle. Perdido el juicio los lugareños quisieron empatizar con nosotros y nos enviaron una cálida comisión de despedida para rogarnos que no desmanteláramos una infraestructura tan provechosa, principalmente para ellos.
    Nada teníamos ya que perder así que escuchamos su propuesta, aunque más bien la percibimos con todos nuestros sentidos.
    Cien ovejas y decenas de cajas de fruta y hortalizas a cambio de no dejarles sin conexión con el mundo. Lo que realmente nos hizo aceptar el trato fue la cara de aquel pequeño de diez años con su taparrabos y su tablet. ¿ Cómo iba a estudiar sin internet ?

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  • Imagen de perfilNo lo tires, reutilízalo

    ELENA BETHENCOURT 

    Vi que mi ex vendía nuestra historia de amor por internet. Como es un delito poner a la venta algo que no es tuyo, cogí un abogado y le demandé. Su defensa alegó que tenía que deshacerse de nuestro pasado juntos porque había sido un valle de lágrimas y tanta agua le estaba inundando el chalet.
    El jurado no logró empatizar conmigo y, más que un puñado de gente objetiva, parecía una comisión a su favor.
    Cuando todos los recursos resultaron desestimatorios, perdí el caso. Entonces, yo misma abrí la página de Mil anuncios y le contacté para comprarle nuestro viejo amor. Me dio la dirección. Era cierto que su casa parecía ahora Venecia, tan romántica que me quedé a ver la puesta de sol naranja y rosa sobre el Gran Canal.
    Desde entonces miramos juntos Wallapop, en busca de góndolas de segunda mano en las que volver a navegar.

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  • Imagen de perfilSIN PRECEDENTES

    Alexander Antonio Reyes Dales 

    Al final, he logrado empatizar con quienes viven metidos de lleno en Internet. Yo mismo me he convertido en un habitante más del nuevo mundo virtual, con mi propio avatar al que llamo @eldefensor.
    Hasta la ciudad virtual de Valle Silicón ha llegado una comisión para entregarme un desestimatorio en el caso de mi cliente,al que llamaremos @criptoaventurero916. Mi defendido es acusado de cometer el primer homicidio en el Meta-verso.

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  • Imagen de perfilQUIEN A HIERRO MATA

    LOLA SANABRIA GARCÍA 

    Después del desestimatorio del recurso presentado por su abogado no pudo evitar la cárcel. Solicitó la de reciente construcción, bajo su mandato. Ahora se arrepentía de no haber ordenado celdas más espaciosas. Las comisiones de unos y otros hicieron que la constructora abaratara costes. Había sala con wifi pero acceso restringido a internet. Claro que empatizar, con sobre bajo cuerda, con el director del centro le había allanado muchos caminos. Tenía trato preferente en todo. En nada, estaría en la calle, pensaba satisfecho mientras miraba desde la ventana el valle, cauce de río o algo así, dijeron los ecologistas, siempre dando guerra.
    Y entonces comenzó a moverse la cama, la mesilla, el sillón… un rumor que fue creciendo hasta convertirse en bramido. El edificio, construido sobre arenisca y con materiales de bajísima calidad, cayó hasta convertirse en un montón de ladrillos que escupía polvo al cielo.

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  • Imagen de perfilCUESTIÓN DE EMPATÍA

    Ernesto Ortega garrido 

    Ya me he traído a vivir conmigo a una familia que desahuciaron, llevo acogidos tres migrantes menores que iban a repatriar y he contratado de ayudante a una madre soltera que despidieron por quedarse embarazada. Soy de los que creen que un buen abogado debe empatizar con sus clientes. Vivir cada causa como si fuese propia, convertir cada fallo desestimatorio y cada recurso en una cuestión personal. Trabajar por amor, en lugar de por comisión. Pero, si no quiero que mi vida se convierta en un valle de lágrimas, tendría que dejar de implicarme tanto. Mi mujer no para de advertirme: tengo que saber desconectar y dejar de traerme trabajo a casa, pero ¿quién es ella para darme consejos? Al fin y al cabo, nos conocimos por internet, cuando me contrató para que le llevase el divorcio.

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  • Imagen de perfilDESPACIO

    Marta Vila-San-Juan Robert 

    Pastor de profesión, no pasaba un día sin que Eulogio añorara el valle. Era un hombre introvertido, observador, reflexivo y sabía escuchar. No era esa una virtud que abundara en la ciudad, a donde tuvo que trasladarse cuando se jubiló. No le sorprendió recibir la denuncia que le interpuso la comisión vecinal. Le parecían unos pobres infelices, siempre corriendo y enganchados a sus móviles y a Internet. Solo con el chico del quinto, tranquilo y amante de la naturaleza, especialmente de sus plantas de maría, había conseguido empatizar. Cuando recibió la resolución desestimatoria a su recurso, rompió el papel. Seguiría interponiendo apelaciones. Para cuando se resolviera el litigio, era más que probable que Dulcinea, la adorable cabra montesa y objeto de la denuncia que vivía en su balcón, ya se hubiera ido al otro barrio.

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  • Imagen de perfilDERECHO A LA DESCONEXIÓN DIGITAL

    Gema Mª Ortega Expósito 

    Por fin es viernes noche. Llego a casa y cierro la puerta con llave. Dejo afuera los agentes externos contaminantes. Me voy sintiendo aliviada. Más aún cuando desenchufo mi conexión a internet. Es mi momento valle; mínimo consumo energético. Bastante es el que empleo durante la semana en la comisión de mis quehaceres, principalmente atendiendo consultas jurídicas y personales por cualquier vía; cara a cara, por correo electrónico, por WhatsApp... Aunque trato de empatizar con los problemas de la gente, esto a veces se convierte en una insostenible contraprestación de exceso de exigencia. Los sonidos de las notificaciones y los mensajes emergentes demandando sin piedad ayuda inmediata me roban mis recursos energéticos. Ahora me encuentro mucho mejor desde que reclamo mi derecho al descanso digital a través de mi estado de WhatsApp: “de ocho de la tarde a ocho de la mañana y fines de semana, el silencio es desestimatorio”.

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  • Imagen de perfilAmor de madre.

    Ignacio Hormigo de la Puerta 

    El recurso de apelación del acusado obtuvo un previsible fallo desestimatorio. Resultaba complicado empatizar con él. Había intentado asesinar a su propia madre para cobrar la herencia. Lo había calculado todo; su historial de navegación de internet incluía tutoriales sobre cómo perpetrar asesinatos caseros e incluso había elegido el horario valle para la comisión del crimen para ahorrar en la factura eléctrica. Desconocía, sin embargo, que su madre ya tenía cita previa con la Parca la noche de autos; debía sufrir un infarto a las 00:17, momento en que decidió arrojarle un secador enchufado a la bañera. Fue irónicamente la descarga que recibió la víctima, justo antes de que saltaran los fusibles, la que reactivó su ritmo cardíaco y le salvó la vida. Ahora se pudre en la cárcel y su madre sigue viva y coleando, mandándole cada semana, puntual, un paquetito con las galletas de canela que tanto odia.

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  • Imagen de perfilTRÍO DE ASES

    Maribel Romero Soler 

    Desde mi despacho los veo sentados en la alfombra del salón. La comisión la componen el abuelo y los dos nietos. Los chicos tratan de empatizar con el anciano y su filosofía sobre el consumo y el ahorro. Le explican que no tienen que esperar las horas valle para conectarse a Internet, que lo hacen desde el móvil. El viejo niega con la cabeza. Él no entiende de tecnología, pero bien sabe que está pasando el invierno sin enchufar el radiador y con el frío en los huesos. Comienza a dictarles la demanda, que es en realidad un rosario de quejas y verdades. «Yayo, vas a recibir un auto desestimatorio», le dice el nieto mayor. Pero mi padre no se amilana, continúa con su argumentación enérgica en defensa de los jubilados mientras mi hijo pequeño escribe en la tablet. Para ellos es un juego. Para mí un orgullo de familia.

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  • Imagen de perfilFE EN LA JUSTICIA

    Almudena Horcajo Sanz 

    Aunque tenía pleitos pendientes en la ciudad, cuando mi abuelo me pidió ayuda, lo dejé todo y fui a verlo.
    El problema era D. Cipriano, el nuevo párroco del valle. Su devoción cristiana le llevaba a tocar las campanas con entusiasmo cada cuarto de hora; empezaba con el canto del gallo y terminaba bien entrada la noche. Los vecinos, desesperados, decidieron que para recuperar la tranquilidad había que acudir a la Justicia. No tardé en empatizar con ellos, acepté el caso sabiendo que no llevaría comisión ni cobraría honorarios. Con un apretón de manos acordamos que, si el fallo era desestimatorio, nada me deberían, en caso contrario, me pagarían con productos de la tierra.
    Los parroquianos quedaron contentos con la resolución y ahora solicitan mis servicios. Estoy desconectada porque no llega Internet, pero como la gente es amable, el aire puro, la comida sana… No veo el momento de regresar.

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  • Imagen de perfilPapiroflexia

    Raquel Lozano Calleja 

    Otra noche en vela con la única compañía de las pajaritas de papel en fila india sobre este valle de lágrimas en el que se ha convertido mi escritorio. La más grande, confeccionada con la factura del alquiler del despacho, trata de empatizar con la más bonita, el recibo de telefonía e internet con llamativos colores.
    Ordenadas minuciosamente, como una comisión fúnebre, una serie minúscula de aves picudas vestidas con las páginas del código civil se baten en duelo con los papeles del recurso desestimatorio de tu demanda de divorcio convertido en barquito de papel a la deriva. Una de ellas se evade de la contienda y me sonríe como hacías tú. Voy a pintarle un corazón.

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  • Imagen de perfilCómo sonreír sin emoticonos

    Patricia Collazo González 

    A nuestro valle jamás llegó señal de internet. Eso, que podría parecer una tragedia, se convirtió para muchos en un negocio boyante.
    Los más listos del pueblo consiguieron empatizar con lo que la sociedad estaba reclamando. Formaron una comisión de promoción turística y comenzaron a ofrecer escapadas desintoxicantes que incluían gastronomía sin Instagram, excursiones sin navegador, talleres de expresión sin emoticonos, o de fotografía para no subir a redes. Experiencias inmersivas, durante los cuales los teléfonos móviles, desconectados del mundo, quedaban olvidados en los bolsillos, mientras sus dueños reaprendían a vivir.
    Ante el éxito de la iniciativa, que fue adoptada por muchos más valles, las grandes tecnológicas temieron lo peor. Enviaron entonces a sus séquitos de abogados para intentar desterrar una actividad que calificaban de majadería intensiva.
    Por suerte, un fallo desestimatorio del más alto tribunal lo evitó. Sus jueces, afortunadamente, habían pasado por el taller “Cómo neutralizar trolls”.

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  • Imagen de perfil“Odio ciego”

    Daniel Domínguez Repiso 

    Uno más de los cientos de asesinatos de la matanza del País Vasco: un guardia civil en el Valle de Trápaga.
    Pero para él no lo fue: le destrozó la vida.
    Estudió Derecho y se obligó a no empatizar nunca con esos asesinos, a perseguirlos, a desenmascararlos y para ello creó la Comisión de Justicia para las Víctimas que, a través de internet, hostigaba a los etarras hasta llevarlos ante la Justicia.
    Al asesino de su padre, Argider Arizmendi “Luguer”, le cayeron 325 años por múltiples delitos que sucesivas modificaciones legislativas redujeron a 25. Él luchó en los tribunales hasta la extenuación, pero las resoluciones fueron desestimatorias.
    Y allí, cárcel de Estremera, salía hoy rodeado de los suyos vitoreándole.
    Todo fue muy rápido: “¿Un selfi, Luguer?” que asintió sonriente. Él sacó una Astra 800 de su padre, le descerrajó un tiro en la cabeza, entregándose a los sorprendidos agentes…

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  • Imagen de perfilY SE HIZO LA LUZ

    Leticia Morillo Canales 

    El destinatario era yo, estaba claro. La factura de mi compañía de electricidad presentaba el desglose habitual: período de facturación, potencia contratada..., pero aquel importe desorbitado sobrepasaba claramente las cifras recitadas diariamente por los medios de comunicación. Me lancé rápidamente a navegar por internet. Rastreé opiniones de otros usuarios con los que empatizar y encontrar consuelo ante una desgracia común. Muchos de ellos habían obtenido un pronunciamiento desestimatorio a sus pretensiones, aumentando mi desesperación. Yo era de los que habían racionalizado el consumo e incluso tenía configurada una alarma que coincidía con el inicio de la hora valle. No podía hacer otra cosa, trabajando a comisión y con el yugo de la pandemia. Conversando después con una abogada de mi bufete vi la luz: ¿y si fuese víctima de un enganche ilegal? Pensé entonces en mi vecino Mateo y su presunta afición por el cultivo de hierbas de la risa.

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  • Imagen de perfilLos ancestros

    Eloy Serrano Barroso 

    Era el valle más bello de la comarca, ahora la cementera lo ha convertido en una cloaca de aguas malolientes, estériles tierras y animales enfermos. Recogieron firmas por internet, recurrieron al Parlamento y sus comisiones de investigación, iniciaron recursos que acabaron en sentencias desestimatorias. Nada, nulos resultados. Empatizar no es tarea de las autoridades. Los habitantes del valle están desesperados, pero ha llegado nuestro momento. Al fin y al cabo por sus venas corre nuestra sangre, se podría decir que son nosotros; en otro tiempo habitábamos el valle, ahora habitamos en sus corazones y en cada rincón de este desolador paisaje. No les vamos a dejar solos; los invisibles, los que vivimos en la otra dimensión, vamos a actuar. Lo llamarán venganza; nosotros, justicia.

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  • Imagen de perfilINTERNET

    Guillermo Portillo Guzmán 

    En el despacho siempre jugábamos al mismo juego. Una comisión trataba de empatizar con el cliente, mientras otra, en una actitud desestimatoria, consideraba falsas las pruebas que aportaba para que planteásemos su defensa en los tribunales.
    El valle de lágrimas en que acababa convirtiéndose la escena en algunas ocasiones, no nos garantizaba la verdad en las promesas y juramentos que, entre hipidos y sollozos, teatralizaban la mayoría.
    Aún a pesar de todo ello, la presunción de inocencia hacía valer su peso que, sumado al del derecho a un juicio justo y ecuánime, acababan por imperar haciendo que aceptásemos todos los casos.
    Pero hiciésemos lo que hiciésemos, ganásemos o perdiésemos (las menos de las ocasiones, todo hay que decirlo), el prejuicio y la sentencia colectiva siempre hacían acto de presencia para quedarse grabados imperecederamente, por los siglos de los siglos, en ese inmaterial, abstracto e invisible mundo al que llamamos internet.

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  • Imagen de perfilTEMPUS FUGIT

    Margarita del Brezo 

    Son relojes antiguos, Señoría, entiéndalo. Que se atrasan en las horas punta, pues claro, por el esfuerzo de la escalada, pero luego recuperan los minutos perdidos al dar las horas valle. No los culpe. Si pudiera detenerse unos segundos para empatizar con ellos se daría cuenta de su sufrimiento ahora que internet marca el tempo de nuestras vidas; no es fácil aguantar este ritmo frenético, agotador e impredecible con la única ayuda de sus manecillas. Necesitan tiempo para adaptarse.
    Ante esta impecable metáfora, nadie esperaba el fallo desestimatorio del juez, todavía imberbe y algo desgarbado, que con sus ágiles dedos lo anotaba todo en una tablet de última generación.
    El abogado mira con lástima a su abuelo. Tendrá que seguir acompañándole a sacar dinero del cajero para evitar que el banco le cobre una comisión abusiva cada vez que lo hace en ventanilla.

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  • Imagen de perfilBUENAS INTENCIONES

    Juan Manuel Chica Cruz 

    Con el confinamiento dejé la urbe gris y contaminada para vivir en el campo aprovechando el teletrabajo, pero la vida en la naturaleza no es tan bucólica como pueda parecer: Sin asistencia médica. Cortes de electricidad e internet de continuo dejando los formularios a medio completar en Lexnet y sobre todo, la noche cuando cualquier ruido es una amenaza. Lo bueno es que descubrí en los vecinos de aquel valle perdido una auténtica familia. Nada que ver con el vecindario de ciudad que dan los buenos días a regañadientes mientras corren para darte con la puerta del ascensor en las narices. Empatizar tanto con ellos me movió a proponerles y llevarles reclamaciones judiciales sin comisión que mejoraran sus condiciones de vida. A cada juicio desestimatorio, al revés de lo acostumbrado, se acercaban a casa, siempre con sonrisas, palabras amables y productos de la tierra dándome ánimos. Parecían pensar: "Pobre abogado"

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  • Imagen de perfilUN CASO COMPLICADO

    Paco Lara Ramos · Torrent 

    Sigue resultándome difícil empatizar con este cliente. Sé que abandonó a su esposa cuando iba a dar a luz a su único hijo en común, aunque esa mujer decidió salir del valle de lágrimas en el que la había dejado sumida y luchó fervientemente para darle a su hijo una vida digna y un buen futuro, incluyendo estudios universitarios. Sin embargo, aquel abandono fue para mi cliente el comienzo de su calvario: alcohol, drogas, juego, apuestas en internet y negocios turbulentos para obtener alguna comisión. Ahora, mientras preparamos una vez más su defensa, mi cliente vuelve a explicarme parte de su vida, mientras yo permanezco en silencio, que sin ser desestimatorio como suele serlo el administrativo, crea una barrera entre nosotros. Pienso de nuevo en aquel día en el que cogí el teléfono y escuché a mi cliente por primera vez: ”Chema, hijo mío, perdóname por todo, necesito tu ayuda”.

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  • Imagen de perfilNaturismo

    Hector Villanueva 

    Hoy, en los juzgados me ha tocado representar a Francisco Machado, un amante de la naturaleza. Él, ha demandado a Elena y Elvira, sus vecinas, por la comisión de un delito contra la intimidad, al publicar por internet aspectos relacionados con su vida intima.
    Desde que me gradué de abogado, trato de vivir cada día la jornada laboral, como si fuese la última. Me gusta preparar muy bien la defensa de cada caso, con el firme propósito de lograr ganar la batalla.
    Por ser un tema poco juzgado, las demandadas, tenían la esperanza de que el caso fuese desestimatorio, pero no fue así. Esa tarde, defendí con tesón a mi cliente frente al abogado de la contraparte. Este, no logró empatizar ningún argumento, ya carecían de sustento legal.
    Al salir del juzgado, Francisco, muy contento, me invita al Valle del Roncal, donde reside y practica regularmente el nudismo de montaña.

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  • Imagen de perfilCAÍN Y ABEL

    Miguel Ángel García Rodríguez 

    Mi hermano siempre fue el exitoso. Si se le busca en Internet, aparece su foto en varios titulares como el abogado que logró evitar una multa histórica a una famosa compañía por contaminar una reserva natural o que consiguió evitar la cárcel a un político de dudosa reputación en un juicio por corrupción.
    Yo, abogado como él, siempre he sido su polo opuesto. He usado mi profesión para empatizar con las causas perdidas.
    Mi última cruzada trataba de salvar un valle que, tras una comisión de expertos, vieron viable inundarlo para construir un pantano.
    Tras el desestimatorio de mi demanda de declarar el pueblo que se encontraba en aquel valle como conjunto histórico, fui con todo consiguiendo implicar a diversos grupos ecologistas.
    Frente a mí, mi hermano, defendiendo que el valle fuera borrado, como los recuerdos de nuestra infancia en aquel pueblo que quedaría sepultado bajo las aguas.

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  • Imagen de perfilLa comisión

    Guillermo Sancho Hernández 

    Lo confieso: desde que empecé como abogada, además de mis honorarios, suelo recibir una especie de comisión. Quizá debí rechazarla en su día, pero no fui capaz. A veces pienso, para justificarme en cierto modo, que es una compensación adicional por mi trabajo. O el producto de empatizar con las personas que confían en mí.
    Hace un mes recibí una caja de deliciosas naranjas de Ángel, el agricultor que cobró la cosecha del año pasado gracias a su reclamación judicial.
    Ayer Leonor, la presidenta de la Asociación Comarcal de Jubilados, me obsequió con una excelente tarta casera, para celebrar así nuestras gestiones con una compañía proveedora de internet, que por fin llegará al valle donde la asociación tiene su sede.
    Hoy, tras una notificación desestimatoria de las pretensiones de un fondo buitre, la totalidad del importe por mis servicios ha sido un abrazo. Un abrazo de mi padre.

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  • Imagen de perfilAgua de borrajas

    Antonio F. Lebrón Fuentes · Jaén 

    Aquel día pagué una gran suma, a modo de comisión, ¡ya lo creo! Eso me pasa por empatizar con el simpático dependiente del banco, por creer que todo el mundo es bueno, por haber leído en internet aquello de las cuentas sin letra pequeña; claro está que la letra grande era tan grande que ahogaba a la pequeña, al igual que una gran montaña ahoga a un valle.
    Me quejé, pataleé, recurrí, hice una reclamación formal y por escrito, como me recomendó mi abogado. Pero no sirvió de nada.
    Resultado: Desestimatorio.
    Todo quedó en eso: Agua de borrajas.

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  • Imagen de perfilDERECHO AL PATALEO VERSIÓN 2.1

    ROCIO LEON · Almería 

    Soy mayor, y cuando digo mayor me refiero a que ya estoy en esa franja de edad en la que se me escapan muchas de las competencias digitales a la hora de realizar a punta de clic cualquier gestión por Internet, o en las máquinas apostadas en entidades públicas o privadas. Sorprende ver cómo el acompañamiento humano a estos servicios no ha evolucionado simultáneamente. A la versión 2.1 de este siglo le ha faltado empatizar con las generaciones pasadas y con otros colectivos desfavorecidos que transitan ahora por este valle de lágrimas, en el que lo único que no ha variado es esa pátina burocrática (ahora también en versión digital), y en el que si necesitas atención personal cobran comisión.
    Hace ya muchos años que dejé también atrás mis actitudes beligerantes, pero no reivindicativas: vuestro silencio, claramente desestimatorio, no anulará nuestro popular derecho al pataleo. En cualquiera de sus versiones.

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  • Imagen de perfilDerecho a la defensa

    Ivan Humanes Bespín 

    Antes de cualquier vista tomamos café, también miramos internet. A veces nos ha dado por pasear con el cliente por el valle, cerca del Juzgado. Así logramos empatizar. Hablamos. Debatimos. Le entendemos. Somos especialistas en imposibles. Cualquier auto desestimatorio, y aparecemos nosotros. La comisión del Colegio nos conoce bien. Quizás por nuestros largos abrigos. O por nuestros relojes de cuerda. Quién sabe si por nuestros bigotes. Muchos sostienen que llevamos aquí desde hace centenares de años, miles incluso. Que apenas hemos cambiado y que practicamos magia, no Derecho. Pero para nosotros lo más importante es la defensa, llegar hasta el juicio final (entiendan esta expresión) y ganar la verdad. Y no hay que hacer caso a las habladurías. A lo de que somos ángeles y tal. Porque, en ese caso, les pregunto yo: ¿creen que es tan fácil esconder unas alas? Pues no. Pregúntenle a Gabriel, mi compañero.

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  • Imagen de perfil9.2 C.E

    MANUEL ALIAGA CHORRO 

    Pedro era un valle de lágrimas, no solo por la comisión que le había cobrado su banco, sino también por las gestiones que tenía que realizar desde internet o en el cajero, según le indicaron. El abuelo no entendía nada. ¿Qué demonios era eso de internet? ¿Qué me quiere decir ese empleado con que utilice la aplicación web del banco? ¿Qué es una web? ¡Joder!, cómo no empatizar con él cuando todos los días me enfrento a las actualizaciones de Java, a los programas informáticos, a las caídas de red, a las citas previas electrónicas, a las centralitas automatizadas. Cada vez hay menos personas al otro lado del hilo conductor, me digo. ¡Ay, como me duele la cabeza! No tanto como cuando recibes la comunicación del fallo desestimatorio, pero al menos frente a este cabe recurso. Sigo escuchándole atentamente y me pregunto. ¿Hay alguien ahí ? Personas.

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  • Imagen de perfilEl talonario urbanístico

    Amaya sainz La 

    En los recuerdos de mi infancia el paisaje era verde, pero ahora el valle donde veraneaba esta lleno de construcciones, ¡que tristeza! ni siquiera estas construcciones tratan de empatizar con el entorno, sino que a simple vista se presumen ilegales.

    Hay un refrán que dice: “no se puede poner muros al campo” pues esta equivocado, se puede poner muros, tejados, piscinas y todo tipo de edificación que le apetezca al caprichoso de turno.

    Cansada de la desidia de la administración, recurro en reposición la concesión de una nueva licencia y tras el paso del tiempo entiendo que mi petición tiene un sentido desestimatorio por silencio negativo. Ni siquiera se esfuerzan en contestar.

    Acudo a internet, quizás con un poco de publicidad alguien se interese. Doy con la tecla adecuada, el partido político de turno esta involucrado y tras una comisión de investigación todos salen imputados. Nos vemos en los tribunales.

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  • Imagen de perfilEl límite de la paciencia

    Anselmo Carrasco Merlo 

    Empatizar con el acusado. El relato del señor Cosme me sobrecogió. Era cliente de toda la vida de aquel banco que ahora soliviantaba su orgullo. Mi patrocinado no tiene internet para operar con sus cuentas, ni falta que le hace. Le cobran comisión por unos servicios que no tiene. En la oficina bancaria le obligan a retirar dinero con una tarjeta que no sabe utilizar. Ni le ayudan ni quieren. Del valle de la calma pasó al pico de la desesperación. Todos los días acudía para sacar dinero, el dinero que tanto trabajo le costó ahorrar, sin conseguir su objetivo.
    La noticia del día: «Guardia civil jubilado atraca una sucursal a punta de pistola». Pero no era la realidad. Mi defendido solo quería extraer cien euros de la cuenta para sus gastos habituales. El auto desestimatorio denegó mi solicitud para aplicar de eximente de trastorno mental transitorio. Continuaría en prisión.

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  • Imagen de perfilDecálogo de un buen abogado (en verso)

    Juan Antonio Suárez Merino 

    Para ser buen abogado
    hay que seguir unas normas,
    empatizar con el caso
    y nunca perder las formas.
    No hagas caso en internet,
    a lo que diga la gente
    que sabes que la verdad
    siempre la tiene el cliente
    Escalarás mil montañas
    y transitarás mil valles
    y te curtirá en batallas,
    la experiencia de la calle.
    Si a tu defendido imputan
    la comisión de un delito,
    al lograr su absolución
    ganarás fama y prestigio
    y un nombre en la profesión.
    Si el fallo de la sentencia
    fuera desestimatorio,
    jamás te vengas abajo
    porque es algo transitorio,
    que siempre con un recurso
    se le da la vuelta a todo.
    Respeta a tus compañeros,
    a jueces y a funcionarios,
    y a todas esas personas
    que te encuentras a diario,
    que ayudan a hacer el mundo
    más humano y solidario.

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  • Imagen de perfilALEGATO SUECO

    Manuel de la Peña Garrido 

    - Mi cliente, como Pascual Duarte, no es malo. Y también merece el amparo de la Ley, que Tomás Moro reconocía al mismo Diablo. Lo estamos condenando con salvajes campañas de internet, sin juicio previo. La OMS, la Comisión Europea, los organismos humanitarios están combatiéndolo de forma inhumana. No esperamos un fallo desestimatorio, señoría. No pretendo empatizar con mi patrocinado, solo pedir justicia. ¿Acaso es responsable de haber sido creado así, de necesitar ocupar células ajenas y mutar para subsistir? ¿Acaso no están en juego sus derechos a la vida o a una vivienda digna? Él solo quiere que sus anfitriones vivamos, porque, si morimos, perece con nosotros. Invoco la Ley 17/2021, aunque no sea animal, sino pobre virus; un ciudadano más de este valle de lágrimas.

    - Cariño, te dejo la comida en el pasillo. A ver si das negativo y sales fuera a airearte, que vas a enloquecer.

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  • Imagen de perfilCAOS

    Nicolás Montiel Puerta 

    Mi estrambótica semana:
    Lunes. Despierto convencido de ser un ladrón y, claro, me veo abocado a la comisión de un robo contra alguien que nada en la abundancia.
    Martes. Despierto convencido de ser la víctima y, conjugando el verbo empatizar, me denuncio por robarme lo que me sobraba.
    Miércoles. Despierto convencido de ser policía e investigo por internet, me descubro, me detengo y me interrogo hasta que confieso.
    Jueves. Despierto convencido de ser abogado y cuestiono todas las pruebas y las resoluciones desestimatorias de mis legítimas pretensiones absolutorias.
    Viernes. Despierto convencido de ser juez y me juzgo culpable y me condeno a cuatro años y un día cualquiera de la semana.
    Sábado. Despierto convencido de estar preso y me maldigo por haberme elegido como abogado.
    Domingo. Despierto convencido de ser Dios y descanso, dejando que el libre albedrío me arruine la vida en el valle de mis sombras.

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  • Imagen de perfilEl laberinto de la orfandad

    Alejandro Martín Tamhazián Garat 

    Con sus cinco años me miraba por el agujero de una caja de cartón.
    ¿Cómo explicarle que no veríamos al juez porque hoy internet y la virtualidad tienden a disolver los vínculos humanos? ¿Cómo decirle que un fallo desestimatorio ha dado por tierra la última esperanza, la de ser adoptado por esa familia con la que tanto desea vivir y crecer? ¿Cómo evitar ese valle de lágrimas que ya se va formando en su carita triste porque la Justicia no siempre es justa y a veces puede fallar?
    Nunca me importó una comisión ni unos honorarios cuando lo que está en la balanza de Iustitia es el derecho superior de un niño. Por mucho que quiera empatizar con nuestros tribunales decido cambiar la balanza por la espada.
    Le prometí llegar hasta el final.
    Me toma de la mano mientras saborea un chocolate y alcanzamos el último escalón del Tribunal Supremo.

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  • Imagen de perfilI Love You

    Carolina Navarro Diestre 

    (4 de mayo de 2000, 10:25 h)

    El caos impera en los juzgados. La carpeta que contiene los recursos desestimatorios ha desaparecido del disco compartido. La Comisión Permanente para la Violencia de Género intenta consolar a sus homólogos de la Comisión de Igualdad, ignorantes de que sus ficheros también han sido formateados. “¡Desconecta internet!”, grita un informático en pánico. Un juez corre, pero ya es tarde. Algunos abogados lloran de impotencia sobre las tribunas. Nadie consigue empatizar con el prójimo cuando el dolor es compartido. La heteróclita masa de jurisconsultos se mira con horror. Todos los datos de sus ordenadores han desaparecido, el trabajo de meses. ¡Todos!

    (Diez minutos antes)

    Bartolomé Casas, auxiliar administrativo, recibe un correo electrónico de Belén Valle, secretaria del fiscal general. Lleva meses suspirando por ella, sufriendo de un insomnio obsesivo. Su corazón da un vuelco cuando lee el asunto: “I Love You”.
    Y lo abre.

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  • Imagen de perfilDigna heredera

    María Sergia Martín González- towanda 

    Marina encontró la Clínica Valle por internet. Tras rellenar infinitos formularios, la comisión de valoración nos aceptó. Ser padres se convertiría en realidad. En ‘Observaciones’, por pura inercia profesional, solicitamos que el bebé mostrara predisposición genética hacia el Derecho. Tuvimos ese capricho…

    Cuando nació Mafalda, nuestro bufete se atiborró de peluches, birretes y diccionarios jurídicos.

    La cría es precoz. Su primera palabra fue “protesto” y la dirigió al ginecólogo mientras cacheteaba sus nalgas. Desde chiquitina, duerme con toga y mallete y tiene una tendencia innata a empatizar con los más débiles.

    Si le prohibimos algo, porque a veces discrepamos, nos presenta un recurso y, cuando tardamos en contestar, estudia si nuestro silencio tuviese efecto desestimatorio.

    Aunque Mafalda es aplicadísima, la entrenadora de baloncesto la reprende continuamente por perder tiempo. En cambio, a nosotros se nos cae la baba cuando, antes de lanzar el balón, la escuchamos decir “con la venia”.

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  • Imagen de perfilEL ABOGADO Y EL INDIGNO

    Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

    Su abogado le recomendó la dimisión como única salida digna al asunto.

    Pero él optó por ocultar todo lo sucedido de la manera más eficaz posible: montó una comisión de investigación. Influyó cuidadosamente en la elección de los integrantes (con el tiempo algunos incluso llegaron a empatizar con él), agotó plazos, boicoteó la señal de internet para que las sesiones telemáticas fueran un auténtico suplicio, impuso horarios intempestivos, demoró comparecencias, multiplicó trámites, traspapeló pruebas y convirtió sus declaraciones en un valle de lágrimas.

    Y tras tres años y cinco meses, la comisión, aburrida, emitió un veredicto desestimatorio. Ya nadie recordaba los hechos, todo el mundo había pasado página y amplió su mayoría absoluta en las siguientes elecciones. Ayer llamó a su antiguo abogado para presumir de éxitos.

    Éste se limitó a recordarle que la indignidad probablemente es el mayor de los fracasos de un ser humano.

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  • Imagen de perfilACUSO Y DERRIBO

    Ángel Montoro Valverde 

    Yo movía la mesa cuando mi repelente hermano armaba castillos de naipes. También adorné con manchas de tinta su trabajo de perspectivas para el instituto. Otro día construyó un palacio con palillos, que acabó en ruinas de la patada que le di. Mamá, encolerizada, me reprendió por mi carácter destructivo y me hizo jurar que no lo haría nunca más. Él hizo arquitectura y yo derecho, como mi vecina, intentando empatizar con ella. Actualmente, Elena tiene dos hijos: mis sobrinos.
    Mamá no paraba de elogiar el hotelazo, diseñado por mi hermano, que estaban construyendo. Lo busqué por internet y me topé con una mole de hormigón que atentaba contra el valor paisajístico del valle. Lo denuncié ante la Comisión de Urbanismo. Todos los recursos que interpuso se saldaron con resoluciones desestimatorias. Hoy demuelen la construcción.
    Suena el teléfono.
    —Caín Abogados…. ¿Eres tú, mamá? Te lo prometí… pero... es mi trabajo…

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  • Imagen de perfilEMPATÍA POR UN CANALLA

    Inma Polo Gil 

    Desde que mi mujer supo que era un alcohólico, un manirroto y vio mi perfil de citas en internet, la comisión de dichos agravios ha sido mi debacle. Vencido en mi propio terreno, perdí su amor y, de paso, la custodia de los niños. Aquella sentencia fue un fiasco. No cabía recurso y el pronunciamiento desestimatorio me sumía en un valle de lágrimas. Ambos, como Letrados en ejercicio, sabíamos que la sentencia debía ser acatada. Al día siguiente de saber el resultado del pleito, me llamó. Menos mal que mi ex aún guarda una pizca de inmerecida bondad como para empatizar con un canalla inmisericorde como yo. Comprendió que debía dejar que continuara viendo a mis pequeños, aunque en el fondo yo no fuera realmente su padre.

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  • Imagen de perfilESTRENO PRÓXIMAMENTE

    JUAN ANTONIO TRILLO LÓPEZ 

    El bufete en cuestión se hallaba en mitad de un recóndito valle donde apenas llegaba internet. Desde el primer día intenté empatizar con mis compañeros pero pronto descubrí que aquello parecía un nido de víboras y que cada cual iba a lo suyo, sin escrúpulos de ningún tipo. El desempeño de la abogacía era lo de menos y realmente eso me decepcionó bastante, por esa razón tampoco me sorprendió que a las dos semanas de empezar, fuese invitada a dejar mi puesto, no había sabido conectar en palabras textuales de la comisión de expertos que valoraba nuestro trabajo. Obviamente pude recurrir la decisión pero mi apelación tuvo un resultado desestimatorio.
    Esa misma tarde preparé mis cosas y me marché aliviada. Por la noche se desveló el nombre de la primera nominada para abandonar el sorprendente reality El Bufete de las Tentaciones pero seguro que la audiencia ya se lo imaginaba.

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  • Imagen de perfilEconomía circular

    Sergio Capitán Herraiz 

    Hasta aquel remoto valle del Pirineo no llegaba internet. Sin embargo, no paraban de construirse urbanizaciones en parajes protegidos.
    Las malas lenguas decían que algunos se estaban llevando más de una comisión, y una denuncia anónima puso sobre la pista a la policía. La alcaldesa fue detenida poco después.
    Me tocó defenderla y lo primero que le pedí fue completa honestidad conmigo.
    Era abogada también y al principio no se mostró muy dispuesta a colaborar. Traté de empatizar con ella y le dije que, entre nosotras, su silencio no tendría efecto desestimatorio. Sonrió, y me contó que todos esos fondos irregulares los había donado a una fundación. Pudimos demostrarlo ante el tribunal con las correspondientes transferencias y el juicio quedó visto para sentencia.
    Al acabar tomamos un café y le pregunté a qué se dedicaba la fundación. Contestó que a llevar internet a las zonas rurales.

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  • Imagen de perfilLA APROBACIÓN

    ANA MARIA VIÑALS LORENTE 

    Siempre le he oído decir a mamá que no se me da bien empatizar con los demás. Ella, en cambio, presume de todo lo contrario. Desde que era pequeño la recuerdo metida en la comisión de fiestas del colegio y como invitada de cualquier evento que tuviera lugar en el valle. Yo, por aquel entonces, con la única compañía de mis libros soñaba con largarme a la ciudad para estudiar Derecho y triunfar. Pero durante la carrera poco cambiaron las cosas. Enterrado entre tochos de procesal, empapándome por internet de jurisprudencia sobre el recurso desestimatorio para defender mi tesis, seguí solo y sintiéndome como un ratón de biblioteca. Por eso ahora recurro a usted, doctora. Deje que me levante del diván y acceda a venir conmigo. Una cena con mis padres fingiendo ser la novia de este pobre abogado y le garantizo que el desahucio de la clínica quedará paralizado.

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  • Imagen de perfilBrechas

    Marta Trutxuelo García 

    El lunes, siguiendo las directrices de la comisión de desarrollo de competencias digitales del bufete, me asignaron un pasante. En nuestro primer caso, mi nuevo compañero auguró el veredicto: “Desestimatorio”, pronunció con voz metálica. “¿Desestimatorio”, cuestioné, incrédulo, y enarbolé con mi habitual entusiasmo los argumentos que rebatirían, sin duda, su frío fallo: los cargos aplicados por la entidad eléctrica eran abusivos y hubo errores de forma en la comunicación del contrato a nuestro cliente, ya que se realizó exclusivamente por internet. “El valle debería ser algo más que una tarifa con la que especulan algunos... ¡Dichosa brecha digital!” concluí, acalorado. Mi compañero contestó con un escueto: "No entiendo". Ni yo... cómo empatizar con un compañero que no capta la ironía, ese rasgo tan ligado a la profesión, tan propio de mentes inteligentes... y humanas. ¡Dichosa brecha digital!, pensé mirando de soslayo al pasante virtual que me observaba desde el ordenador.

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  • Imagen de perfilPICARESCA

    Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

    Meses después de cumplimentar en Internet el formulario de incapacidad permanente, mi cliente recibió contrariado la valoración desestimatoria del tribunal médico. Aunque aseguró que tras el accidente laboral su vida era un valle de lágrimas, la comisión de expertos no logró empatizar con su dramático discurso. Yo le insistí en recurrir a la vía judicial y solicitar la prestación aportando nuevas pruebas e informes médicos. Al observar su evidente cojera y la mueca de dolor cuando abandonaba el despacho, pensé que aquel pobre hombre era víctima de una terrible injusticia. Hasta que al cruzar la calle y, de forma casi milagrosa, pareció recuperar la movilidad.
    Ojiplático e indignado, confieso que le dediqué varios insultos, mientras le veía alejarse a lomos de su bicicleta.

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