Hasta que el cuerpo aguante
JOSÉ MARÍA RAMOS SANTOSSiempre fui un joven ambicioso y sin escrúpulos. Entré a trabajar en el despacho de mi padre con 20 años. Desde el principio tuve que imponer mi autoridad a sangre y fuego, nadie me tomaba en serio. Poco a poco me fui deshaciendo de los abogados que “tenían un prestigio”, decían ellos. Me convertí en un abogado carismático, eficiente en el trabajo, implacable con los jóvenes que cometían errores, hábil en la negociación de acuerdos con las partes contrarias. La ley se convirtió en un instrumento a mi servicio, yo fijaba las normas. Todo cambió el día que crucé la puerta de mi despacho para comenzar otra gloriosa jornada. Encendí las luces. Una a voz fría y cortante me detuvo con una simple frase: “Llegas tarde”. Desde que conocí a la Inteligencia Artificial, Diana se llama, ya no fui el mismo. Creo que ha llegado el momento de decir adiós.
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Expeditivo ! Qué suerte poder largarse !
Dicen que cuando se acerca el momento de jubilarse la recta final se ve próxima. No es cierto, la «recta» es una pendiente cuesta arriba y llena de curvas. ¡Todos te adelantan! Ánimo y a seguir.