XVI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

El más votado por la comunidad

Imagen de perfilHasta que el cuerpo aguante

JOSÉ MARÍA RAMOS SANTOS 

Siempre fui un joven ambicioso y sin escrúpulos. Entré a trabajar en el despacho de mi padre con 20 años. Desde el principio tuve que imponer mi autoridad a sangre y fuego, nadie me tomaba en serio. Poco a poco me fui deshaciendo de los abogados que “tenían un prestigio”, decían ellos. Me convertí en un abogado carismático, eficiente en el trabajo, implacable con los jóvenes que cometían errores, hábil en la negociación de acuerdos con las partes contrarias. La ley se convirtió en un instrumento a mi servicio, yo fijaba las normas. Todo cambió el día que crucé la puerta de mi despacho para comenzar otra gloriosa jornada. Encendí las luces. Una a voz fría y cortante me detuvo con una simple frase: “Llegas tarde”. Desde que conocí a la Inteligencia Artificial, Diana se llama, ya no fui el mismo. Creo que ha llegado el momento de decir adiós.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilOperación despido

    Esperanza Temprano Posada 

    No podía comenzar peor el día, al llegar a la oficina me encontré enfrente de mi mesa un holograma de inteligencia artificial dispuesto a ser mi asistente en la negociación de un asunto muy importante para el futuro del despacho. Mi jefe, que por sus dotes podría pasar más por comercial que por abogado, me vendió la idea de que ese holograma era la manera más eficiente de interpretar la ley y evitar así que ningún vacío legal diera al traste con la operación. ¿De qué operación me hablaba? Y si era tan importante para el futuro del despacho ¿por qué lo dejaba en mis manos y no lo resolvía él personalmente? Durante la semana pude comprobar cómo los hologramas de mis compañeros se apoderaban de sus despachos, mientras yo rehuía al mío hasta que nuestras miradas se cruzaron y me dijo con voz solemne: «Tenemos que hablar»

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  • Imagen de perfilINTELIGENCIA ARTIFICIAL CONOCE MIS SECRETOS

    JORDI NAVARRO BOIXADER 

    Al comenzar el día entré en el bufete, consulté novedades en la ley, pregunté vía intranet a mi socio sobre la negociación de un cliente y tomé mi café. Solicité a mi eficiente secretaria me hiciera unas llamadas. Al rato recibí un correo electrónico de mi socio, y otro de mi secretaria; me invitaron a ir a la sala de conferencias del bufet para hablar de Inteligencia Artificial. Entré en la Sala pero no había nadie, simplemente un TV conectado a internet dónde en la pantalla aparecieron dos figuras parecidas a mi socio y a mi secretaria; no eran las personas que tenia en mi despacho, eran representaciones de mi socio y mi secretaria de algo que el hombre inventó; INTELIGENCIA ARTIFICAL. La voz del televisor me habló y afirmó; ahora este despacho es mío y tu también harás lo que ordene. Se cuales son tus secretos.

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  • Imagen de perfilDUELO A MUERTE

    Ruth González Poncela 

    Aposté ciento cincuenta euros con un joven colega del turno de oficio a ver quien de los dos escribía el mejor microrrelato en el menor tiempo posible. Ganaría la apuesta el que fuese seleccionado. Tras una breve negociación convinimos que si ambos eran publicados, se declararía victorioso el que obtuviese más votos.
    Antes de comenzar el reto, aportamos varias ideas para no coincidir en la temática. Él dijo que escribiría sobre algún caso relacionado con la Ley de Igualdad. Yo respondí que prefería contar alguna anécdota judicial.
    Mi sorpresa fue que en menos de lo que canta un gallo, él tan eficiente, tenía listo un relato bastante bueno, casi perfecto, mientras que yo ni siquiera había abierto el ordenador.
    Preso de la envidia, le asesté un golpe mortal cuando me confesó que lo había creado mediante Inteligencia Artificial. ¡Menudo farsante!
    Lo maté por una buena causa: triunfar en este concurso.

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  • Imagen de perfilNueva Imagen

    Yván Borjes Hernández 

    Hace dos años atrás le mandé a poner un vestido de color verde ecológico. Ahora, tras los éxitos que estoy cosechando en mi bufete, decidí montarla sobre unos patines. Es que todo aquí se está moviendo a la velocidad de la IA. Y pensar que comenzar esta negociación entre mi yo abogado y la inteligencia artificial me hizo sentir mariposas en el estómago por varios meses. Pero pronto, tras la incorporación, todos esos escalofríos se esfumaron al conseguir documentos tediosos organizados, análisis de la ley exactos, una eficiente prestación de asesoramiento legal para mis clientes,... y hasta un "puede contar conmigo siempre" cada vez que termina una tarea.
    Acaba de llegar su encargo, señor Fernández —me interrumpe LEY_IA mientras recibo mi formación online sobre cómo volverse una persona empática. Me ajusto la corbata, vamos a darle la bienvenida a la nueva imagen de mi Dama de la Justicia.

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  • Imagen de perfilNuevos tiempos

    SONIA GAFO FERNANDEZ · Baleares 

    Fumaba un último pitillo antes de entrar al juzgado. La vista iba a comenzar en unos minutos y sabía que el juez le presionaría para llevar a cabo una negociación con la fiscalía. La ley no era clara al respecto y los abogados del estado lo sabían. El y todo su equipo habían estado investigando sin descanso durante meses para buscar un resquicio legal que le permitiera ganar. Ser eficiente sin importar el resultado, como le decían sus colegas, no era lo que él quería. Su obligación era defender a su cliente, una Inteligencia Artificial acusada injustamente de asesinato. Era hora de sentar un precedente después de tantos robots destruidos sin motivo a manos de sus dueños. El concepto de defensa propia debía poder aplicarse a todos los entes pensantes. Decidido a luchar por ello, tiró la colilla al suelo y atravesó las puertas del edificio.

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  • Imagen de perfilPrueba de sangre

    Alfonso Carabias Antúnez. 

    Nada mas comenzar el juicio percibí que tendría difícil hacer valer mi postura, y que necesitaría poner en juego todas mis habilidades ante un letrado tan eficiente, que desmontaba cada uno de mis argumentos con referencias a jurisprudencia de que ni yo ni mis mas versados colegas conocían.
    Todo apuntaba a que el recurso contra la recién creada ley de inteligencia artificial iba a desestimarse, habida cuenta de cómo se estaba desarrollando el juicio, y del escaso margen de negociación que podía quedarme ante el inmaculado planteamiento del abogado defensor.
    Su excelso despliegue técnico y procesal me dejo impresionado durante su alegato final, y no pude hacer otra cosa que deleitarme ante el trabajo bien hecho. No obstante, durante mi observación, note algo extraño en la expresión de mi colega, y que me hizo cambiar radicalmente de estrategia. En sus veinte minutos de alegato, sus ojos no llegaron a parpadear.

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  • Imagen de perfilDESIGUALDAD DE ARMAS

    Ángel Montoro Valverde 

    Mi contrario es un abogado artificial tope de gama. Tiene funcionalidades de serie: Tasación automática de costas, gestión eficiente de estrategia procesal, cálculo de probabilidades de sentencias estimatorias. Lex-net y firma integrada. Electrónica, claro. Es también procurador, mediador, criminalista, perito y, lo que es peor, un clon de Mario Casas. En sala lo tengo perdido con todas las de la ley, así que voy a comenzar por proponerle un acuerdo. Es correoso, no entra al trapo, y no acepta una rebaja de la deuda, pero sé que, en estos casos, quien resiste, gana. Tiene cinco horas de autonomía y llevamos más de cuatro de negociación. Creo que es el momento de darle un ultimátum y avisarle de que en este juzgado de provincias no hay punto de recarga.

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  • Imagen de perfilHasta que el cuerpo aguante

    JOSÉ MARÍA RAMOS SANTOS 

    Siempre fui un joven ambicioso y sin escrúpulos. Entré a trabajar en el despacho de mi padre con 20 años. Desde el principio tuve que imponer mi autoridad a sangre y fuego, nadie me tomaba en serio. Poco a poco me fui deshaciendo de los abogados que “tenían un prestigio”, decían ellos. Me convertí en un abogado carismático, eficiente en el trabajo, implacable con los jóvenes que cometían errores, hábil en la negociación de acuerdos con las partes contrarias. La ley se convirtió en un instrumento a mi servicio, yo fijaba las normas. Todo cambió el día que crucé la puerta de mi despacho para comenzar otra gloriosa jornada. Encendí las luces. Una a voz fría y cortante me detuvo con una simple frase: “Llegas tarde”. Desde que conocí a la Inteligencia Artificial, Diana se llama, ya no fui el mismo. Creo que ha llegado el momento de decir adiós.

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  • Imagen de perfilEL INTRUSO

    Alberto Ferran Royo 

    Antes de comenzar el procedimiento era un mar de dudas. Por suerte, en el Nuevo Colegio de la Abogacía me atendieron de manera muy eficiente.
    —No se preocupe, le ayudaremos en todo lo que necesite. Ante estos casos no hay negociación posible, debemos ser contundentes —dijo el robot asesor, mientras me hacía llegar los formularios que presenté inmediatamente.
    Una vez iniciado el proceso la resolución llegó a los pocos días, confirmando el intrusismo profesional que denuncié. Y es que por mucho que se camuflara bajo una apariencia de autómata, desde el primer momento vi que debajo de aquella toga se escondía un humano. La ley, hecha por y para nosotros, es clara. Solo podemos ejercer la abogacía los que, como yo, tenemos naturaleza de inteligencia artificial.

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  • Imagen de perfilQUÉ OPORTUNO

    Ana María Abad García 

    Antes de comenzar la negociación salarial, le pregunté a la Inteligencia Artificial por qué debería contratarla en mi bufete. “Soy más eficiente que tú”, me dijo con su voz casi exenta ya de rastros metálicos, “y puedo ganar todos los juicios que tienes pendientes”. Mi espíritu de abogado con renombrada experiencia se sintió herido y con malos modos le indiqué que prefería prescindir de sus servicios. Pocos meses después, una nueva ley establecía la igualdad de derechos de humanos e IAs, y para finales de año ellas se habían hecho con el control casi absoluto de la sociedad. Hoy, por fin, he terminado de reunir las pruebas que necesitaba para instruir un caso y lograr que las desconecten a todas.
    Esa noche, fue portada en las noticias el atropello mortal de un abogado a las puertas del juzgado. El vehículo, sin conductor, se dio a la fuga.

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  • Imagen de perfilMejoras

    Miguel Ángel Arana Martínez 

    La oferta de Abogados del Futuro, S.A. solucionó sus problemas. Los implantes y las sucesivas actualizaciones lo convirtieron en el abogado más eficiente de la ciudad.
    Surgió una disputa interna con la firma, que pretendía derechos que él nunca les había concedido. La negociación previa no resultó, de modo que acabaron en los tribunales.
    Con la lectura del veredicto a punto de comenzar, todos se pusieron en pie. El Juez señaló:
    "De acuerdo con la Ley 1/2044, de Mejora Artificial, corresponde la propiedad del software y hardware implementados, a la entidad que haya costeado los mismos. La prueba pericial practicada, revela que el demandado está compuesto en un 49% por materia y entendimiento orgánicos y en un 51% por elementos e inteligencia artificiales. Por ello, resuelvo que pertenece a la empresa demandante, que está facultada para darle el destino que considere oportuno, ya sea uso propio, venta, reciclaje, o achatarramiento."

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  • Imagen de perfilEN LA ESCENA DEL CRIMEN

    Francisco Rodríguez Criado 

    –Interesante... ¡Whisky añejo de malta! –sentenció con fino olfato.
    –¿Alguna pista, señor? –preguntó su ayudante, intrigado.
    –¡Elemental, querido Watson: este hombre tenía un gusto exquisito!
    Watson miró cariacontecido al eficiente Sherlock Holmes, a cuyos pies se encontraba el cadáver de un famosísimo abogado, un maestro de la negociación para quien la ley no tenía secretos.
    El detective había adivinado sus pensamientos.
    –No, querido Watson, no murió envenenado, y tampoco en este bufete. Trajeron aquí su cuerpo para confundirnos. Mire en derredor, borre mentalmente todas las pruebas falsas y obtendrá la identidad del asesino.
    ¿Pero por dónde comenzar…? Watson miraba y borraba con la mente, sin encontrar rastro del asesino del letrado.
    –No se impaciente –sonrió Sherlock Holmes, con pose artificial, sirviéndose una generosa copa de whisky–. Se lo contaré todo. Pero deme algo de tiempo, querido amigo: esta historia no cabe en un microrrelato de 150 palabras.

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  • Imagen de perfilBienvenidos al séptimo reino

    RAFAEL LAPIEDRA MESEGUER 

    No tenía ninguna cita agendada a primera hora, pero llegó al despacho antes de lo habitual.
    El senado había aprobado la Ley del desarrollo de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial en el ámbito jurisdiccional. Incluía una novedad revolucionaria: el reconocimiento de ChatGPT como medio de asistencia jurídica gratuita. No estaba nada mal para comenzar una nueva jornada.
    El culmen de la evolución transhumanista -al menos para algunos- la medida salió adelante pese a la fuerte oposición de todas las asociaciones profesionales, cuyas negociaciones fueron estériles frente a la presión social.
    El debate estaba servido, y, por mucha capacidad de análisis y por muy eficiente que fuera el sistema en construir un alegato convincente, la primera pregunta parecía inevitable: ¿Qué lugar ocuparía en adelante el abogado?
    Solo deseaba que la respuesta a esta pregunta no se encontrara en la vitrina de su despacho, donde aún conservaba su antigua Olivetti.

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  • Imagen de perfilAño nuevo

    Javier Ruano Vicente 

    El año comienza con los buenos propósitos de siempre, aunque deseo fervientemente ser más eficiente que otras veces y conseguir que las dificultades diarias no los diluyan progresivamente, ley de vida. Segundos despues de comer la última uva, que cada vez parecen más artificiales, la vibración del teléfono en mi bolsillo puso ya en entredicho mis bienenticionadas querencias, pues sabía claramente que aquel mensaje, además de para felicitarme el año, me recordaría que el martes Plaza Castilla me estaba esperando. Daba comienzo ya la ardua batalla mental entre disfrutar del fin de año y estresarse por el comienzo del año judicial, aquí no hay negociación posible, dura profesión a la par que gratificante.

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  • Imagen de perfilEL ÚLTIMO JUICIO

    ANTONIO LUIS MIRANDA SANCHEZ 

    Tras medio siglo de ejercicio profesional, encaro mi último juicio. La negociación previa fracasó, sólo sirvió para dilatar el proceso y debilitarme aún más. Acostado en la cama, repaso la ley que ampara la demanda que presentaré mañana. La quietud de la noche me acompaña en esta última revisión de mi escrito y puedo recordar nítidamente los nervios de mis primeras actuaciones como abogado. Resulta curioso que, en estos momentos, sienta el mismo desasosiego que sentía de joven, el mismo miedo a no ser eficiente en la defensa de los intereses encomendados. Es como volver a comenzar, sólo que esta vez, la recompensa por ganar este pleito no será dinero, ni prestigio, ni tan siquiera la satisfacción personal por un trabajo bien hecho. Ahora persigo mi paz y mi descanso; que el juez autorice desconectarme del respirador artificial que me mantiene con vida, anclado a esta fría habitación de hospital.

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  • Imagen de perfilCopyright

    Ander Balzategi Juldain 

    Estoy nervioso, me siento como si fuese a jugar una partida de ajedrez contra una máquina. Enciendo el monitor para contactar con el otro bufete de abogados y comenzar la negociación. Es la primera vez que establezco contacto con unos abogados creados por inteligencia artificial, desde que se aprobó la ley que permitía colegiarlos están copando el mercado. Yo aún creo en las posibilidades de los abogados de carne y hueso, el contacto personal es aún una herramienta eficiente. Mi café humea, la taza está caliente, la realidad impera, me digo. Aparece en imagen el abogado contrario y yo me quedó boquiabierto, desarmado, se me ha olvidado hasta el propósito de la reunión. “Señor Martínez, ¿me escucha?”, dice el muy canalla utilizando la imagen de mi difunto padre.

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  • Imagen de perfilAmores Metálicos

    Almudena Horcajo Sanz 

    Me comí las uvas con desgana. Convencido de que nada podría ir a mejor, me ahorré fijarme buenos propósitos. Barruntaba la desgracia, y llegó. Nada más comenzar el año, la empresa me comunicó el despido. Alegan que necesitan a alguien más eficiente. Son tajantes, no les sirvo para nada, ni siquiera contemplan la posibilidad de una negociación.
    Me ha robado mi puesto la llamada Inteligencia Artificial. De buena gana la denunciaría por ladrona pero, me ha dicho mi abogado que no hay ley que la condene, que las máquinas no van a la cárcel. Para colmo, la muy cínica, con una palmadita en la espalda, me ha deseado suerte y me ha aconsejado que me reinvente. Resignado, se lo he agradecido y, como a pesar de todo, me ha resultado atractiva, hemos acordado encontrarnos en mi segunda vida en la que ya estaré reencarnado en un apuesto robot.

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  • Imagen de perfilNo solo canicas

    Mikel Aboitiz 

    La ley del más fuerte regía en mi colegio de manera eficiente. Ante la tosquedad y prepotencia de los más salvajes no cabía negociación.
    —Me gustan esas canicas. Gracias.
    Sobraba la excusa artificial, la justificación, incluso, a veces, la violencia física. Ser débil no era ser tonto. Los menos fuertes desarrollaban un instinto autoprotector: las canicas (o lo que se terciara), cambiaban de manos. El profesorado daba también ejemplos de injusticia: bofetada o capón antes de comenzar a regañar. Aquellos tiempos me marcaron a fuego. Cambié mucho, pero no podía olvidarlos. Recurrí a drogas y sicólogos, hasta que, finalmente, la salvación me llegó con la vocación. Decidí hacerme abogado. Buscaba justicia, respeto a las normas. Deseaba distanciarme de aquella impune zafiedad y barbarie. Creo haberlo logrado y, sin embargo, después de tantos años, aún siento el peso de aquellas dichosas canicas fuera de mis bolsillos. Las cargo en la conciencia.

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  • Imagen de perfilNuevo año

    Marta Trutxuelo García 

    Un nuevo año se abría, como las ventanas en el lienzo parpadeante de la pantalla. El altavoz del ordenador anunció, además del esperado “Buenos días”, un sorpresivo “Feliz año”. El abogado sonrió ante la iniciativa de su nueva asistente. Pero había que comenzar la jornada. La negociación de la pensión alimenticia del caso de divorcio, lejos de ocuparle toda la mañana, se resolvió en apenas una hora. El día se completó con un repaso de varias leyes, la finalización de unos expedientes atrasados y otros trámites digitales. Un primer día productivo, felicitó el magistrado a su ayudante, ya puedes desconectarte, le indicó. La nueva auxiliar es eficiente, comunicó el abogado a un socio del bufete. Además es simpática, irónica, ingeniosa... lástima que no sea virtual. Nunca pensé que un humano pudiera competir con nosotros en inteligencia artificial, reflexionó antes de desaparecer su holograma bajo el icono de la aplicación abogado-electrónico.

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