9.2 C.E
MANUEL ALIAGA CHORROPedro era un valle de lágrimas, no solo por la comisión que le había cobrado su banco, sino también por las gestiones que tenía que realizar desde internet o en el cajero, según le indicaron. El abuelo no entendía nada. ¿Qué demonios era eso de internet? ¿Qué me quiere decir ese empleado con que utilice la aplicación web del banco? ¿Qué es una web? ¡Joder!, cómo no empatizar con él cuando todos los días me enfrento a las actualizaciones de Java, a los programas informáticos, a las caídas de red, a las citas previas electrónicas, a las centralitas automatizadas. Cada vez hay menos personas al otro lado del hilo conductor, me digo. ¡Ay, como me duele la cabeza! No tanto como cuando recibes la comunicación del fallo desestimatorio, pero al menos frente a este cabe recurso. Sigo escuchándole atentamente y me pregunto. ¿Hay alguien ahí ? Personas.
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Reflejas muy bien lo que supone la brecha digital. Más que brecha abismo digital si a los más jóvenes ya les cuenta un mundo a los más mayores un metaverso. Hoy día casi no ser informático es una traba mayor que el ser analfabeto.Mi voto y mucha suerte.
Muchas gracias.
Eso digo yo: ¿dónde está el personal? Gran relato, enhorabuena, mi voto y un saludo.
Muchas gracias
Qué demonios están haciendo los bancos de manera tan impune?? Pobre abuelo, que es reflejo de cualquiera de nuestros ancianos…
Me da una rabia!!
Abrazote y suertísima con tu micro-denuncia.
Muchas gracias