Imagen de perfilSENTENCIA MILLONARIA

Guillermo Portillo Guzmán 

El manido café de media mañana, aburrido y monótono por los temas que día tras día se repiten una y otra vez, se transformó de forma instantánea en una primavera exultante llena de colores.
Intenté razonar, procuré mantener los nervios templados, me vi tentado de hacer una confesión y hasta pensé compartir con mis socios del despacho aquel triunfo y hacerlos partícipes de mi suerte.
La formación moral que adquirí en la Facultad de Derecho en mis años de estudiante me obligó a ser ponderado y desapasionado, por lo que las ganas de pedir una botella de champán quedaron del todo anuladas.
Había tenido éxito en los tribunales durante años de esfuerzo y duro trabajo, pero aquel triunfo valía mucho más que todos los anteriores juntos.
Estaba eufórico, alborozado, realmente feliz. Aquella victoria afortunada cambió mi vida.
El resguardo de lotería primitiva que tenía en el bolsillo, así lo sentenciaba.

 

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