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Margarita del Brezo 

Son relojes antiguos, Señoría, entiéndalo. Que se atrasan en las horas punta, pues claro, por el esfuerzo de la escalada, pero luego recuperan los minutos perdidos al dar las horas valle. No los culpe. Si pudiera detenerse unos segundos para empatizar con ellos se daría cuenta de su sufrimiento ahora que internet marca el tempo de nuestras vidas; no es fácil aguantar este ritmo frenético, agotador e impredecible con la única ayuda de sus manecillas. Necesitan tiempo para adaptarse.
Ante esta impecable metáfora, nadie esperaba el fallo desestimatorio del juez, todavía imberbe y algo desgarbado, que con sus ágiles dedos lo anotaba todo en una tablet de última generación.
El abogado mira con lástima a su abuelo. Tendrá que seguir acompañándole a sacar dinero del cajero para evitar que el banco le cobre una comisión abusiva cada vez que lo hace en ventanilla.

 

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