Imagen de perfilLA APROBACIÓN

ANA MARIA VIÑALS LORENTE 

Siempre le he oído decir a mamá que no se me da bien empatizar con los demás. Ella, en cambio, presume de todo lo contrario. Desde que era pequeño la recuerdo metida en la comisión de fiestas del colegio y como invitada de cualquier evento que tuviera lugar en el valle. Yo, por aquel entonces, con la única compañía de mis libros soñaba con largarme a la ciudad para estudiar Derecho y triunfar. Pero durante la carrera poco cambiaron las cosas. Enterrado entre tochos de procesal, empapándome por internet de jurisprudencia sobre el recurso desestimatorio para defender mi tesis, seguí solo y sintiéndome como un ratón de biblioteca. Por eso ahora recurro a usted, doctora. Deje que me levante del diván y acceda a venir conmigo. Una cena con mis padres fingiendo ser la novia de este pobre abogado y le garantizo que el desahucio de la clínica quedará paralizado.

 

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