Guillermo Sancho Hernández

Microrrelatos publicados

  • El trato

    Comenzada la interminable condena del precio de la luz y de los combustibles, tuve la idea. Al principio tenía dudas, por el qué dirán. Ahora me da igual, porque me ayuda a ejercer como abogada, y pago mis impuestos.
    En resumen: he llegado a un acuerdo con Daniel, el propietario del bar más céntrico del pueblo, para que me ceda (temporalmente) una mesa en el interior del local, bien iluminada, para atender a mis visitas. El trato incluye mi desayuno, comida y cena, a precio fijo. Y muchos de mis clientes se toman algo en el bar, antes y/o después de las consultas, así que todos contentos.
    Como diría la canción (y mi querido Julián, en “El ministerio del Tiempo”), maneras de vivir. O de sobrevivir, en los tiempos que corren.
    La conciliación laboral y familiar también la tengo resuelta: he vuelto a casa de mis padres.

    | Marzo 2022
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 8

  • La comisión

    Lo confieso: desde que empecé como abogada, además de mis honorarios, suelo recibir una especie de comisión. Quizá debí rechazarla en su día, pero no fui capaz. A veces pienso, para justificarme en cierto modo, que es una compensación adicional por mi trabajo. O el producto de empatizar con las personas que confían en mí.
    Hace un mes recibí una caja de deliciosas naranjas de Ángel, el agricultor que cobró la cosecha del año pasado gracias a su reclamación judicial.
    Ayer Leonor, la presidenta de la Asociación Comarcal de Jubilados, me obsequió con una excelente tarta casera, para celebrar así nuestras gestiones con una compañía proveedora de internet, que por fin llegará al valle donde la asociación tiene su sede.
    Hoy, tras una notificación desestimatoria de las pretensiones de un fondo buitre, la totalidad del importe por mis servicios ha sido un abrazo. Un abrazo de mi padre.

    | Febrero 2022
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • Noche de Reyes

    Recibí el obsequio, que olía a loción, en una especie de sarcófago. Muy propio de un rey del lejano oriente, pensé. Dentro de aquella caja, junto al cuerpo, había una pequeña bolsa con un código impreso, que mi teléfono móvil transformó en un mensaje de audio:

    “Ante usted Cary, el abogado perfecto. Es amable, cultísimo, políglota, y posee un infinito repertorio de doctrina y jurisprudencia. Con él va a disfrutar de un asesoramiento jurídico profesional a cualquier hora, todos los días del año”.

    Me asaltó una duda, aquel todopoderoso jurista... ¿sabría improvisar?

    Introduje la contraseña. El androide abrió sus brillantes ojos y, a quemarropa, le pregunté:

    - ¿Paella o arroz al horno?

    Cary me miró antes de sentenciar, con una voz escalofriante:

    - Difícil elección. El arroz al horno es una obra de arte, pero pienso en el “socarraet” de la paella... y el software se me hace agua.

    | Enero 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • Relatividad

    Más allá de la legendaria Orión, la Justicia está a punto de sentenciar.

    Junto al glosario digital está la resolución. La Magistrada la lee: cadena perpetua; sin posibilidad de suspensión cautelar.

    El público grita, al sentirse libre del yugo del sanguinario dictador. El abogado de la acusación es abrazado, como un héroe.

    Pero el cruel tirano, recién abatido por la Ley, sonríe de manera inquietante. No parece preocupado. Y es que guarda una última carta, agazapada en el interior de su túnica inconsútil. Con un gesto helado, en apariencia insignificante, se lleva la mano al pecho y acciona el detonador de una recóndita bomba nuclear. La explosión atómica destruye el planeta, proyectando su luz póstuma hacia el universo.

    Unos años después, en la Tierra, un estudiante de derecho, en la víspera del último examen de la carrera, deposita sueños y esperanzas en esa estrella fugaz que ilumina el firmamento.

    | Agosto 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 3

  • CIRCUNSTANCIAS

    Nada más conocerle pensó que aquel graciosillo merecía el premio al más tonto del colegio de abogados. Él pensó que aquella letrada era una mujer interesante, pero algo engreída.
    Ella representaba al marido infiel, adicto al engaño, que nada podía declarar a su favor.
    Él a la esposa despechada, que como casi siempre había sido la última en enterarse.
    El proceso prometía ser una auténtica tortura.
    Entonces llegó la primera cita para tratar de lograr una solución pactada.
    Él resultó ser un abogado profesional, simpático, y bastante guapo.
    Ella una abogada inteligente, humilde, y bellísima.
    Cuando terminó la reunión, llovía. Tras despedirse de sus clientes, compartieron el único taxi que parecía quedar libre en toda la ciudad.
    Cruzaron por un segundo sus miradas: se parecían como dos gotas de agua.
    Luego ella le dio un beso tan inolvidable como aquella noche; y al amanecer volvieron a sus respectivas trincheras.

    | Julio 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • La vistilla

    -Ha sido “Goebbels” -afirma Antonio.
    -Antonio, el demandado se llama Pepe -advierto yo, tratando de mediar.
    -Señoría, quiero que quede constancia fidedigna: si la contraparte se refiere, de manera poco elegante, a mi carácter, estatura y/o caminar, está vulnerando mi sacrosanto derecho al honor, intimidad personal y familiar, y propia imagen -alega Pepe.
    -Digo que eres un vanidoso, y un charlatán grotesco. “Segunda” te vio salir de mi habitación, con mis pastillas azules, hacia “tus aposentos”. A traición, “Joseph” -reitera Antonio.
    -Por favor, Antonio; y la testigo se llama María Luisa -advierto, de nuevo.
    -Nacida el 14 de abril de 1931. “Segunda” es mi apodo -añade María Luisa, risueña.
    Concluyo anunciando que el expediente está visto para su resolución, mediante laudo. Y pienso en el bendito día en que, tras cuarenta y cinco años ejerciendo como abogado, acepté la presidencia del TAG (Tribunal de Arbitraje del Geriátrico).

    | Abril 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • True Story 2

    Con siete años y medio redacté mi primera especie de contrato. Su objeto era el uso y custodia del único columpio del parque. Aquel documento regulaba incluso el BMP (balanceo máximo permitido), para preservar la vida útil de la instalación.
    El baremo de honorarios se saldó con siete caramelos y la mirada agradecida de Silvia, la niña que era el centro de mi existencia. El consentimiento infantil fue casi unánime. Sólo se negó a prestarlo un niño, Pepón, un abusón de manual y un auténtico vicario de Satanás.
    Quedaba lo más difícil para un abogado (salvo para Tom Hagen): le comuniqué a Pepón que despreciar la esencia del contrato, aunque no lo hubiera suscrito, podía traerle peligrosas consecuencias. Entonces Pepón soltó una risotada y, sin respetar los turnos, empezó a columpiarse con un ritmo muy superior al acordado.
    El vuelo, sin motor, finalizó sobre el área canina.

    | Marzo 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 20

  • El cartel

    La sobremesa de cualquier comida navideña era el momento que algunos queridísimos allegados solían escoger para formular sus entrañables consultitas. Total, para qué venir al despacho si allí disponían de un abogado ante el que ventilar sus mejores propósitos: relaciones conyugales achicharradas, ancestrales cuestiones sobre lindes, sospechosos infundados, hipotecas con sorpresa final y todo tipo de cuitas pasadas, presentes y hasta futuras.
    En ese instante yo me sentía desamparado, como un reo encadenado frente al insaciable público del Circo Máximo.
    A la escena se añadía ese pariente difícil de definir que, como catedrático en derecho universal por televidencia, saboteaba cualquier intento de cordura.
    Por ello, este año en la flamante mesa familiar aguardaba un cartel, en mi sitio, con mi nombre y profesión, y en el que (con letra Times New Roman, tamaño de fuente 72) además podía leerse:
    “Consultas 100 euros, consultitas 100 euritos”.
    Mano de santo.

    | Enero 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 20

  • La razón de todo

    A su manera Encarna es muchas personas, pero sobre todo es dos personas: ella y su padre. Era abogado, y fue guía y maestro. Ella quiso ser abogada, como su padre, pero cuando lo consiguió él ya había fallecido. A veces el careo con la realidad es injusto y cruel. Desde aquella muerte la embargó con frecuencia la añoranza del imprescindible tiempo, feliz pero cada vez más lejano, juntos. Pero un día su querida madre la convenció para sacudirse tanta tristeza, y Encarna pensó que quizá podría reparar la pérdida mezclando su experiencia con el fabuloso material del que están hechos los sueños. Desde entonces, puntual a su cita con el viejo ordenador portátil y el evocador sillón de terciopelo verde, introduce rápida su clave en la red y se lanza decidida, por él, y junto a las cinco palabras obligatorias, a su homenaje mensual.

    | Septiembre 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • FARIO

    Tras obtener su primera sentencia favorable (una reclamación por la titularidad de un valioso neceser), K. empezó el ritual: los días de juicio se pondría las gafas de pasta que le habían dado suerte.
    La absolución de un encausado (acusado por error de la sustracción de una furgoneta cargada de pistachos), añadió a los célebres anteojos unos calcetines verde esperanza. Luego vino la pluma estilográfica infalible, y el reloj argénteo con agujas de hierro, anunciado en televisión: precisión y prestigio al servicio de cualquier compromiso temporal. En los últimos meses, rematando sus finísimas camisas para el calor estival, K. ha agregado al conjunto una corbata imprescindible, pese a su denunciable policromía, por su impecable estadística.
    Hoy, al entrar en la sala a las once en punto, con todos sus amuletos encima, el funcionario competente ha comunicado a K. que su vista estaba señalada para ayer, a la misma hora.

    | Agosto 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 11

  • Lo particular y lo universal

    Les contaré un pequeño secreto: Alonso estudió Derecho y ejerció la abogacía, con notable éxito, durante prácticamente toda su vida. Fue un hombre sensato y valiente que se rebelaba contra las injusticias, y al que le tocó resistir en tiempos difíciles. Como abogado siempre estuvo dispuesto a socorrer a los asfixiados por la premura de las circunstancias, a litigar en pos de una causa justa, a luchar contra los desmanes del poder y la tiranía de los mentecatos de todo pelaje, a rebatir con la razón a quienes con su argumentario mezquino solo pretendían el correlativo de burlar las leyes. No solo fue un extraordinario letrado, sino también un idealista puro que jamás perdió la ilusión por mejorar este mundo. Luego don Miguel, que era un genio, trasladó a su personaje más universal la figura y el legado de Alonso: el caballero al que inmortalizó como "El ingenioso hidalgo".

    | Abril 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 15

  • La fuerza que mueve el universo

    Me despierta un anuncio de seguros. Apago el radiodespertador de inmediato. Salgo de la cama de matrimonio, tratando de no hacer ruido, y, ya en la ducha, me pregunto: ¿Se acordará mi despistado cliente, el señor Y, de que hoy tiene que ir a testificar?, ¿acabaré la demanda de la señora Z a tiempo, o sufriré, por vez primera, una inadmisión por presentación extemporánea?, ¿cuál será el fallo del tribunal en el procedimiento 257/2014, tras catorce cajas de laboriosa instrucción?
    Mentalmente ya estoy trabajando, aunque no me haya afeitado todavía.
    Creo que nunca seré capaz de evitarlo.
    Entonces mi hija, de poco más de dos años, invade el cuarto de baño y me da, sin previo aviso, un beso de alta definición en la mejilla. Ese gesto mágico actúa como un reconfortante ultrasonido, que ahuyenta mis preocupaciones, y me convierte en la persona más feliz del mundo.

    | Octubre 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 11

  • EL LORO

    Tengo un loro en el bufete, entre leyes y códigos. Lo cuido temporalmente, por unos días, hasta que sus dueños (unos clientes míos) regresen de un viaje. Le encanta ver la televisión, al pajarito. Además parece que sabe leer, porque cuando ve en la pantalla de mi ordenador que estoy redactando algún alegato que no le convence me llama “aspirante a letrado”, afirma “eso son zarandajas”, o me pregunta “¿seguro que fuiste a clase de derecho procesal?”. Anteayer decidí situarlo en el otro extremo del despacho, cerca del balcón, y empezó a silbar a las chicas que pasaban por la calle. Ayer me pidió que le sacara de la jaula, que quería irse. Me negué, por supuesto, no sin antes preguntarme qué hacía yo debatiendo con un loro. Hoy, nada más verme, ha empezado a reclamar una y otra vez, como un disco rayado, la independencia de los ovíparos.

    | Marzo 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • NOCIONES BÁSICAS DE DERECHO INTERNACIONAL

    Pretendía hoy, queridos alumnos, tratar de explicarles cómo alguien que huye (por ejemplo) de una guerra y llega a las fronteras de la Unión Europea, puede ser reconocido como refugiado y empezar una nueva vida.
    Pero ese procedimiento les parecería ahora, visto lo acontecido en los últimos tiempos, un desagradable cuento. Por ello, como persona y como jurista, debo recordar lo siguiente:
    El derecho de asilo está consagrado en el artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. No es ningún regalo, ni ningún objeto de libre disposición.
    En un continente que ha sufrido dos guerras mundiales, aquellas instituciones creadas precisamente para evitar que esos dramas se repitan deben ser ejemplares en su respuesta. Y rápidas. Para no vulnerar derechos humanos básicos. Para no ofender a sus propios ciudadanos empleando la palabra “cupo” referida a seres humanos indefensos.
    Para así aplacar nuestra vergüenza, y no confirmar nuestro fracaso.

    | Octubre 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • El dilema

    La última vez que le vi, hace más de diez años, ni siquiera me saludó. Ya ocupaba un alto cargo público, iba vestido como un modelo de firmas exclusivas y apenas se bajaba del coche oficial. Con su pelo moreno peinado hacia atrás, parecía recién salido de una novela de Mario Puzo. Siempre había tenido una gran percha, y un poder de seducción aún mayor.
    Pero yo le conocía.
    Resonaba en mi mente su repetitivo discurso, siendo todavía compañeros de facultad: que no desaprovechara mi talento, que eso de la vocación de jurista era un cuento chino. En cambio, la política colmaría mi pretensión de luchar por una sociedad más justa…
    Hoy me ha llamado por teléfono. Con la voz quebrada, me ha preguntado si había visto las noticias; luego, sin esperar respuesta y apelando a nuestra vieja amistad, me ha suplicado que asuma su defensa procesal.

    | Agosto 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • LÓYERES

    Toda nuestra población cabe en una rebanada de pan de molde...
    Me explicaré:
    ¿Ha estado alguna vez trabajando hasta las tantas en un escrito que parecía imposible, para presentarlo justo a tiempo a la mañana siguiente?
    ¿Ha recordado que tenía pendiente en el bufete la respuesta a una consulta, e incluso se ha planteado su posible solución, mientras descansaba tranquilo en el sofá de su casa?
    ¿Se ha sentido reconfortado tras pronunciar, como por arte de magia, la palabra justa en el momento más importante de una vista oral?
    Si en alguno de estos casos su respuesta es afirmativa, es hora de que conozca la verdad, aunque le pueda parecer increíble. Sin rodeos: es cosa nuestra, de los Lóyeres. Somos unos seres extraordinarios, un poco traviesos, pero de buen corazón; duendes microscópicos que ayudamos a los juristas, cuando sabemos que la razón está de su parte.

    | Julio 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • EL ABOGADO IMBATIBLE

    Dicen que su amuleto es un enigmático reloj digital, que consulta más que el sumario del BOE. Lo deja con parsimonia sobre su mesa del estrado, justo antes de cada intervención, y luego la filigrana del verbo con la que teje su discurso alimenta su leyenda de invicto.
    "Mi cliente no representa la corrupción, señoría, sino su valeroso azote: es el hombre que rompió la baraja de los tahúres", dijo para lograr la absolución (por nulidad procesal) de su último cliente. Su defendido era un político "sobrecogedor", según el irónico titular del principal periódico del país.
    Hoy, en la sala de vistas, debo enfrentarme al abogado invencible. Antes de empezar le saludo con un apretón de manos, mientras dejo dos plúmbeos manuales de derecho hipotecario sobre su mesa. Entonces se escucha un crujido seco, seguido de un estertor metálico. El imbatible palidece, quizá presagiando su primera derrota.

    | Mayo 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7

  • True Story

    La plaza era, para los niños del pueblo, el escenario del campeonato mundial de fútbol. Mi futuro como abogado empezó allí, a los siete años de edad. Justo cuando nuestro desgastado balón de Naranjito impactó en la ilustre cabeza de Rogelio, el jefe de la policía local, que inmediatamente procedió al decomiso de la pelota y a su reclusión en el antiguo calabozo del ayuntamiento, hasta nueva orden. Frustrado el legítimo sueño mundialista, el plan para que se hiciera justicia requería una cita con el alcalde. Fue la primera comparecencia de mi vida. Como representante infantil solicité el testimonio de doña Consuelo, para esclarecer los hechos. Ella había visto al gañán de Pepón entrometerse en el partido y patear nuestra pelota. Luego el balonazo a Rogelio (en ese momento, de espaldas al incidente), no nos era imputable.
    Así logramos, en mi estreno procedimental, la libre absolución del esférico.

    | Febrero 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • Esperando al TAG

    Modesto tiene setenta y nueve años. Con más trabajo que un fiscal anticorrupción, ejerce como auxiliar todoterreno. Luisa, de ochenta y tres primaveras, da fe y controla los plazos. Es la eficacia personificada, y maneja el calendario como nadie.
    El caso (“Procedimiento 1/2015”, recuerda Luisa) es que Cosme, un auténtico fenómeno del dominó, de ochenta años, le reclama a Julián, de setenta y siete, la devolución de medio blíster de un conocido vasodilatador, prestado según la demanda poco antes de la fiesta de Nochevieja, sin que conste su devolución pasado el roscón de Reyes.
    Conforme al turno de reparto me toca resolver a mí: abogado durante cuarenta años, y con una breve experiencia como juez de paz de mi pueblo. Méritos, al parecer, suficientes para presidir el recién constituido TAG (Tribunal de Arbitraje del Geriátrico), nuestro particular y pacífico sistema voluntario de resolución de conflictos del asilo.

    | Enero 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 28