Imagen de perfilLa razón de todo

Guillermo Sancho Hernández 

A su manera Encarna es muchas personas, pero sobre todo es dos personas: ella y su padre. Era abogado, y fue guía y maestro. Ella quiso ser abogada, como su padre, pero cuando lo consiguió él ya había fallecido. A veces el careo con la realidad es injusto y cruel. Desde aquella muerte la embargó con frecuencia la añoranza del imprescindible tiempo, feliz pero cada vez más lejano, juntos. Pero un día su querida madre la convenció para sacudirse tanta tristeza, y Encarna pensó que quizá podría reparar la pérdida mezclando su experiencia con el fabuloso material del que están hechos los sueños. Desde entonces, puntual a su cita con el viejo ordenador portátil y el evocador sillón de terciopelo verde, introduce rápida su clave en la red y se lanza decidida, por él, y junto a las cinco palabras obligatorias, a su homenaje mensual.

 

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