Imagen de perfilNoche de Reyes

Guillermo Sancho Hernández 

Recibí el obsequio, que olía a loción, en una especie de sarcófago. Muy propio de un rey del lejano oriente, pensé. Dentro de aquella caja, junto al cuerpo, había una pequeña bolsa con un código impreso, que mi teléfono móvil transformó en un mensaje de audio:

“Ante usted Cary, el abogado perfecto. Es amable, cultísimo, políglota, y posee un infinito repertorio de doctrina y jurisprudencia. Con él va a disfrutar de un asesoramiento jurídico profesional a cualquier hora, todos los días del año”.

Me asaltó una duda, aquel todopoderoso jurista… ¿sabría improvisar?

Introduje la contraseña. El androide abrió sus brillantes ojos y, a quemarropa, le pregunté:

– ¿Paella o arroz al horno?

Cary me miró antes de sentenciar, con una voz escalofriante:

– Difícil elección. El arroz al horno es una obra de arte, pero pienso en el “socarraet” de la paella… y el software se me hace agua.

 

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