Imagen de perfilEl trato

Guillermo Sancho Hernández 

Comenzada la interminable condena del precio de la luz y de los combustibles, tuve la idea. Al principio tenía dudas, por el qué dirán. Ahora me da igual, porque me ayuda a ejercer como abogada, y pago mis impuestos.
En resumen: he llegado a un acuerdo con Daniel, el propietario del bar más céntrico del pueblo, para que me ceda (temporalmente) una mesa en el interior del local, bien iluminada, para atender a mis visitas. El trato incluye mi desayuno, comida y cena, a precio fijo. Y muchos de mis clientes se toman algo en el bar, antes y/o después de las consultas, así que todos contentos.
Como diría la canción (y mi querido Julián, en “El ministerio del Tiempo”), maneras de vivir. O de sobrevivir, en los tiempos que corren.
La conciliación laboral y familiar también la tengo resuelta: he vuelto a casa de mis padres.

 

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