QUIEN A HIERRO MATA
LOLA SANABRIA GARCÍADespués del desestimatorio del recurso presentado por su abogado no pudo evitar la cárcel. Solicitó la de reciente construcción, bajo su mandato. Ahora se arrepentía de no haber ordenado celdas más espaciosas. Las comisiones de unos y otros hicieron que la constructora abaratara costes. Había sala con wifi pero acceso restringido a internet. Claro que empatizar, con sobre bajo cuerda, con el director del centro le había allanado muchos caminos. Tenía trato preferente en todo. En nada, estaría en la calle, pensaba satisfecho mientras miraba desde la ventana el valle, cauce de río o algo así, dijeron los ecologistas, siempre dando guerra.
Y entonces comenzó a moverse la cama, la mesilla, el sillón… un rumor que fue creciendo hasta convertirse en bramido. El edificio, construido sobre arenisca y con materiales de bajísima calidad, cayó hasta convertirse en un montón de ladrillos que escupía polvo al cielo.
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Bueno, parece que la justicia divina sí que existe, al menos en tu relato. Me encanta el final.
Mucha suerte y un abrazo Lola.
Muchas gracias, Laura.
Un abrazo grande.
Muchas gracias, Ana María.
Un abrazo grande.