XV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilCacacarlos

José Ignacio Rodríguez García 

Cacacarlos. El tartamudo. El tartaja. La ametralladora de palabras. En el instituto le hicimos la vida imposible y, sin embargo, ahí está. De honorable juez. Cacacarlos. A veces le llamábamos ‘el cacas’. Para abreviar. Así de sencillo es gestar un mote. Así de cruel crear una identidad. Cacacarlos. El bullying se ninguneaba en aquella época y las víctimas no gozaban de la protección actual. No pocas veces nos metimos con él: “tra-trans-transversal”, pronunciaba, por ejemplo, y nos moríamos de risa. Cacacarlos. El hombre que me va a juzgar. Aquel que se perdió el baile de primavera. Aquel que, lleno de vergüenza, no pudo viajar a Mallorca. El mismo que decidirá sobre mi destino. Me mira y me reconoce. Cacacarlos. Temo su rencor. Me da miedo el retorno de mi desprecio. Sin embargo, logra tranquilizarme con un simple gesto. “Voy a ser justo”, hablan sus ojos. “Yo no soy como vosotros”.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilVÍNCULO PERSONAL

Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

Una semana después de comunicar a la empresa que esperaba un hijo, me despidieron, alegando bajo rendimiento y otras patrañas poco creíbles. Con 40 primaveras, mi vida sufrió un mazazo transversal que ponía en riesgo mis planes de futuro. Fue como viajar a un pasado, no muy lejano, donde mentes retrógradas consideraban incompatibles trabajo y familia. La ley me daba protección, y tuve a mi lado a la mejor abogada laboralista. Ella consiguió mi readmisión y que me indemnizarán por despido improcedente. Cuando salíamos del juzgado me dijo: - Gestar, parir, y amamantar es lo único que no podrás hacer. Pero como padre tienes derechos que deben ser respetados. Has recuperado el trabajo y disfrutarás de tu permiso de paternidad. Posiblemente antes de lo previsto, porque acabo de romper aguas...

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilDESCANSO DE PRIMAVERA

    Pedro Escribano Patró 

    Era primavera y los árboles amanecían cubiertos por el rocío de la mañana. Marina se encontraba a punto de viajar para defender un último recurso contra una empresa que iba a gestar una idea revolucionaria. Su trabajo era transversal, lo que la llevaba a desplazarse constantemente, y ella se debía a su labor de manera casi religiosa.
    Mientras hacía la maleta, no podía evitar pensar en el futuro. Tal vez la vida le sonreiría con algo que le apartara un poco del estrés y la rutina. Tanto era así que se había descuidado en lo personal. Necesitaba protección, un respiro... En ese momento fue consciente.
    Suspiró, cerró la maleta y se apoyó sobre la cornisa del ventanal de su apartamento. La brisa mecía los árboles y también sus pensamientos. Aquel sería el último caso antes de un parón, por su bien, por su futuro, y, sobre todo, por ella misma.

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  • Imagen de perfilADEL

    Alvaro Lopez Cabello 

    Un niño menudo con heridas superficiales me conduce entre los escombros hacia una mujer inmóvil con un corte transversal en la pierna. Respira. Mientras se la vendo con mi camiseta, me oriento al niño. Se llama Adel, tiene 8 años. Ha perdido a su padre y a su hermano, pero sigue buscándolos con la mirada mientras le aprieta profundamente la mano a su madre. Le digo que presione fuertemente la pierna antes de irme a por el botiquín. “Ahora vengo”, pero jamás vuelvo. Los militares me reconocen como uno de los abogados que ofrece asistencia jurídica a los detenidos injustamente y protección a los desplazados, hartos de viajar. Me arrastran como ya lo han hecho con mis compañeros, pendientes de juicios sin letrados. Me alejan de Adel que, obligado a gestar la soledad, continúa presionando la herida cuando me ve abandonarlo entre los colores de otra primavera más.

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  • Imagen de perfilLo quiero todo

    RAQUEL FRANCO 

    El cambio en su vida fue transversal. De repente, tenía la sensación de haber perdido el control. Ni siquiera el resto de abogados de su despacho eran capaces de brindarle la protección que necesitaba para que todo lo que había construido durante años de carrera no se desmoronase. Al igual que su propio cuerpo, su mente no dejaba de gestar, desde hacía nueve meses la manera de sobrellevarlo todo. Amanece y la letrada agotada amamanta a su bebé mientras repasa las conclusiones del juicio que tiene en unas horas. Quince primaveras lleva ejerciendo y persiguiendo su sueño de tener su propia firma de abogados, diferente y de referencia en la provincia. Años de lucha y sacrificio, de éxitos y fracasos que hacen que, cuando más débil se siente, cuando más desesperada está, no deje de viajar al futuro que le espera y por el que seguirá luchando día tras día.

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  • Imagen de perfilHacer lo correcto

    Carlos Belmar Juaranz 

    Cuando supe que el detenido al que debía interrogar era abogado, torcí el morro. No le sacaría nada y pasaría a disposición judicial siendo una anécdota. Así que como me esperaban para cenar fui al grano:

    —«Señor Romero ha chocado de forma transversal contra un vehículo policial tras saltarse un control. ¿Tiene algo que decir? Me han informado de que su bufete le manda a un compañero y está de camino.» Al oír esto, el hombre levantó la cabeza con horror.

    —«Escuche, necesito protección, si vuelvo con ellos no acabaré el día vivo.»

    Una de mis virtudes es saber cuando me dicen la verdad, lo que mezclado con mi capacidad para meterme en líos hizo que empezara a gestar un plan para sacarlo de allí.

    Ahora que ambos estamos colgando bocabajo en un sótano, recuerdo el consejo de mi madre: “viajar con desconocidos en primavera no es buena idea.”

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  • Imagen de perfilUNA AMISTAD TRANSVERSAL

    Rosalía Guerrero Jordán 

    Lo nuestro era una amistad transversal: yo la defendía cada vez que se metía en líos y ella me preparaba croquetas. Desde niñas: ella, menuda y respondona; yo grandota y justiciera. La separaba de los macarras del patio y ella compartía conmigo su bocadillo.
    Siempre sentí ese afán de protección. Supongo que por eso me convertí en abogada.
    La última vez que la vi me dijo que había encontrado un trabajo, aunque tenía que viajar a otro país. Tras esquivar mis preguntas, confesó que iba a gestar un bebé ajeno.
    Intenté convencerla para que no lo hiciera, pero estaba decidida.
    La llevé al aeropuerto y la abracé con fuerza presagiando lo peor.
    El parto se complicó. El bebé resultó dañado y ella falleció. Los compradores se echaron atrás: no querían una mercancía con tara.
    Ya tengo todos los papeles para la adopción. Iré a recogerlo en primavera.

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  • Imagen de perfilHiperficción explorativa

    Francisco Sánchez Egea 

    Elija su propia historia. ¿No ha entrado aquí para eso? Puede usted viajar por la psique de los personajes del relato que aspira a gestar. Le concedemos ese privilegio. Conocido el acontecimiento, desarrolle las motivaciones de los protagonistas, los atenuantes y agravantes, la línea transversal que los une para explicar el acto mismo… Invente su vida con todo detalle: sus trastornos afectivos en primavera y otoño, los olores que repudian, los dolores que les afligen. Seleccione los testigos, coacciónelos u ofrézcales protección. Elimine, coloque o manipule las pruebas. Forje el futuro de quien se le antoje, condenándolo a una u otra pena, otorgándole la libertad sin cargos, victimizándolo hasta su conversión a mártir. Usted es, aquí, el creador.
    Pero, decida lo que decida, si precisa de nuestros servicios, prepare usted su billetera porque, en esta tierra, los únicos que trabajáis gratis sois los escritores.

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  • Imagen de perfilEL PIANISTA MÁGICO

    MANUEL MONEDERO GUTIERREZ 

    A mi padre le encantaba viajar, especialmente en primavera. Decía que el brotar de las flores revitalizaba su alma. Y no le faltaba razón. Vi gestar sus mejores estrategias procesales en esos viajes que compartíamos en familia.

    Se le conocía como el “letrado poeta” porque explicaba la Ley con exquisita dulzura, tanto en la Universidad como en los juicios que ganaba, uno tras otro, sin aparentes problemas.

    Su visión transversal del Derecho le llevaba a defender cualquier causa, aunque sentía especial debilidad por la protección de los que llamaba “desamparados”, lo que le ocasionaba pleitos contra carteles de droga o empresas inescrupulosas.

    Hace ya un año, unos desalmados sicarios le dejaron en estado vegetativo. Ahora, sigo ganando sus juicios pendientes acatando las instrucciones que me transmite con su única vía de comunicación; el movimiento codificado de sus dedos que domina cual mágico pianista.

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  • Imagen de perfilDescubrir lo que siempre ha estado ahí

    Irene Jiménez López 

    Si viajar fuese una estación, sería, sin duda, la primavera. Viajar se parece al despertar de las flores tras el frío del invierno; como quien escapa, por un momento, de la responsabilidad de la abogacía, que a veces tanto pesa, para gestar nuevas posibilidades. Viajar es abrirse a la protección que, paradójicamente, se obtiene al perderse, intencionadamente, en un lugar que nunca se ha visto. O, ¿por qué no?, viajar también es mirar, pero con otros ojos, lo que ya se conoce. Tan transversal es viajar, que puede hacerse sin desplazarse ni un kilómetro; porque viajar es ver lo que no se veía pero que, sin embargo, siempre ha estado ahí: como los nidos que hacen los pájaros en los árboles de las calles, o las flores que crecen y resisten (como los/as abogados/as) sobre el cemento de las aceras (o de los plazos que finen).

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  • Imagen de perfilLA VIDA EN UN SEGUNDO

    Leticia Morillo Canales 

    Observó por la ventana las flores del jardín y cómo los pájaros bebían del agua de la piscina. No sonrió. No parpadeó. Su corazón ya no esperaba otro milagro de la primavera. Hacía años que ya no soñaba con viajar a países exóticos, con gestar y ver germinar sus proyectos y sueños. Pasaba los días apostada en ese lugar, comprobando cómo el paisaje mudaba su color mientras la recorría un dolor transversal de pies a cabeza, desde el alma hasta la epidermis. Gracias al abogado residía ahora en aquel adosado de doscientos metros cuadrados, aquel que su marido y ella imaginaron. «Donde el niño pueda jugar al aire libre», decían siempre. Pero el jardín estaba desierto, la casa en silencio y ella ligada a una silla de metal a causa de aquel accidente cuya negligencia de un joven ebrio la dejó sin más protección y compañía que sus propios recuerdos.

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  • Imagen de perfilLa última palabra

    Manuel Rodríguez Antón 

    Abogo por la belleza de la palabra,
    porque con ella se construye y destruye todo, hasta los argumentos más sólidos.
    Hablar con pausa y escuchar atentos.
    Por desnudarnos en el estrado como en la vida y dar toda la protección al cliente,
    peleando cada instante suyo como si fuera nuestro.
    Abogo por volver a luchar por lo justo y no solo lo legal establecido.
    por gestar defensas que son disparates y enarbolar causas perdidas de antemano.
    Por recordarnos, sin dudar un segundo, que la inteligencia artificial nunca podrá suplantarnos porque nunca podrá crear arte y nosotros, además, también somos magos.
    Abogo por gritar, muy alto, que no somos esclavos, de nadie, y que nos deben tiempo
    para vivir la primavera que perdimos.
    Así que permitidnos viajar, hacia un mundo transversal aun no inventado y recuperar el prestigio que nos robaron.

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  • Imagen de perfilCAMBIO DE ROL

    ANTONIO LUIS MIRANDA SANCHEZ 

    Mi último aliento me sumerge en la oscuridad más absoluta. No hay rastro de esa radiante luz que, según dicen, te hace viajar al otro lado. Tampoco ves a los que te precedieron. Nadie te recibe, parece que nadie te esperara. He muerto en primavera pero tengo frío. Me sobresalto. No, no puede ser, no debería sentir nada. Quizás mi mente se resiste a apagarse y recrea una ilusión, una ruta transversal para huir y conseguir protección. No puedo percibir mi cuerpo pero sigo razonando y eso me inquieta. Continúo a oscuras y, sin embargo, vislumbro todo a mi alrededor. Puedo distinguir una mesa cubierta por infinitas pilas de papeles desordenados, una silla desvencijada y unas paredes mohosas. Comienzo a gestar una teoría, una explicación y la conclusión me aterra. Ese será mi lugar para toda la eternidad. Los abogados, al morir, nos convertimos en los funcionarios del más allá.

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  • Imagen de perfilNido vacío

    laura pilato rodríguez 

    En primavera solía viajar hacia el sur. Hasta que, en uno de mis vuelos transversales, conocí a Celia, una abogada de familia que me ofreció protección y un nido seguro.
    Celia tiene 45 años y hace 10 que enviudó. Desde entonces, ha intentado ser madre, sin éxito, acudiendo a diferentes clínicas de reproducción asistida. En la agencia de adopción la rechazaron por su edad. Y la posibilidad de que otra mujer pudiera gestar a su hijo, suponía un coste económico demasiado alto.
    Mientras, en el bufete, ve niños abandonados por sus madres, y jovencitas inexpertas que interrumpen sus embarazos. Regresa a casa derrotada y me mira como si fuera su última esperanza. Yo trato de consolarla, arropándola entre mis alas, y le recuerdo que, muy a mi pesar, lo de las cigüeñas y los bebés es solo un cuento.

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  • Imagen de perfilPRIMERA PROMOCIÓN

    Virginia Murgas Gómez 

    Todo comenzó una primavera. Me confirmaron el destino y dejé todo para salir a su encuentro. Recuerdo a retazos aquella tarde en la que un sinfín de gotas al compás resbalaban sobre los cristales de un tren quejumbroso que cruzaba un paisaje monótono y áspero.
    Apearme en un destartalado andén, en el que me estaba esperando Manuel, el secretario de eterna sonrisa, con sus lentes de montura redondeada, bajo su paraguas con mango de marfil.
    Viajar ensimismada y ansiosa a ese recóndito paraje, sin más protección que mis conocimientos, dispuesta a promover ciertos avances que los tiempos requerían. Una mujer al frente del juzgado suponía un profundo y transversal cambio en sus tradicionales planteamientos de cómo se habían hecho las cosas hasta la fecha.
    Y tal cambio se comenzó a gestar con aquella primera convocatoria en la que obtuve mi plaza como titular. El resto es historia.

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  • Imagen de perfilRata de biblioteca

    Carolina Navarro Diestre 

    Me dijeron olvídate, no podrás, jamás tendrás una vida normal. Tus huesos son frágiles como ramitas de secuoyas y siempre te impedirán viajar. Pero, fruto de la desesperación, una idea transversal comenzó a gestarse en mi cabeza. Tal vez no podría salir de casa, pero viajaría desde mi biblioteca. Fue en ese momento cuando comencé a devorar libros que me llevaran de Oriente a Occidente, del Nautilus a la Luna, del exótico Tokio al lejano Macondo. ¡Resultaba enternecedora la protección de mis padres para conmigo! ¡A mí, la niña que cabalgaba en dragón! ¡La heroína que luchaba contra tigres de bengala! Del mismo modo, en algún momento decidí estudiar Derecho. Las leyes conformaban el alma del mundo y yo quería formar parte de ello; pese a mi quebradiza fragilidad, defender a los más débiles.

    Estudiosa rata de biblioteca, he aprobado todo a la primera. En primavera me dan el título.

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  • Imagen de perfilVÍNCULO PERSONAL

    Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

    Una semana después de comunicar a la empresa que esperaba un hijo, me despidieron, alegando bajo rendimiento y otras patrañas poco creíbles. Con 40 primaveras, mi vida sufrió un mazazo transversal que ponía en riesgo mis planes de futuro. Fue como viajar a un pasado, no muy lejano, donde mentes retrógradas consideraban incompatibles trabajo y familia. La ley me daba protección, y tuve a mi lado a la mejor abogada laboralista. Ella consiguió mi readmisión y que me indemnizarán por despido improcedente.
    Cuando salíamos del juzgado me dijo: - Gestar, parir, y amamantar es lo único que no podrás hacer. Pero como padre tienes derechos que deben ser respetados. Has recuperado el trabajo y disfrutarás de tu permiso de paternidad. Posiblemente antes de lo previsto, porque acabo de romper aguas...

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  • Imagen de perfilValió la pena

    José Luis Barros Justo 

    En la única entrevista que pudimos mantener me confesó que gestar una idea puede resultar peligroso en estos tiempos. Desde hacía una semana solo la ilusión le permitía viajar de vuelta a casa. La misma ilusión que transformaba la perorata de los guardias en compases de la primavera, su pieza favorita. Su pasaporte, la única protección que le quedaba, mostraba ahora dos gruesas líneas transversales. El proceso fue corto. Menos de dos semanas. No pude litigar en condiciones aceptables. No me dieron tiempo para recabar testimonios. No pude exponer los alegatos finales. Solo me entregaron un niqab que sé que ella nunca usó, y su pasaporte, inútil. Afortunadamente pude huir del país, comprobando, antes de salir, que aquella idea, que me había arrebatado a mi madre de manera tan injusta y brutal, comenzaba a germinar en otras mentes.

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  • Imagen de perfilVivir para siempre

    María del Mar Suárez Sanabria 

    El teléfono sonó el primer día de primavera. Contesté. Al otro lado su voz imploraba. Necesitaba mi protección. Me dijo que la mujer quiso gestar a su hijo de manera altruista. Pero que insistió en entregarle una cantidad de dinero por su compasión. Que el recién nacido llevara el semen de su difunto marido fue lo acordado. Y ahora le comunicaban que la iban a detener. Los hijos de su marido muerto, los muy traidores, la habían denunciado. Me suplicaba ayuda porque confiaba en mí y en mi manera de trabajar tan transversal y exitosa en todos los continentes. Yo, como siempre, acudiría en su ayuda. Cogería el primer vuelo para viajar a su encuentro en Australia. Códigos y sentencias en mi tableta para protegerla, como había hecho desde el primer día que la vi en la facultad. Después de todo mi amor era eterno como el Derecho Natural.