XIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilDOÑA ESCOMBROS

Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

La gente del pueblo comenzó a llamarla Doña Escombros. Llegó hace tres años y aparcó su vieja caravana en una finca que dijo haber heredado de su abuela. Después construyó un pequeño habitáculo, con materiales reciclados, y lo convirtió en su despacho. Se dedicó a promover la conservación de espacios verdes y la lucha contra el cambio climático, logró la instalación de un punto limpio municipal, y organizó grupos de voluntarios para adecentar las orillas del río. Hay quien dice que una abogada medioambiental no tiene futuro en una población tan pequeña. Pero cuando denunció los vertidos tóxicos de la fábrica de pinturas, los agricultores recuperaron sus zonas de cultivo y fueron indemnizados por los daños. Cada día tiene más clientes aporreando su desvencijada puerta y, como ya ha ganado varios pleitos, algunos empiezan a llamarla -respetuosamente- "La Ecoabogada".

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilRIESGOS LABORALES

PILAR ALEJOS MARTINEZ 

Cuando acepté aquel caso, jamás imaginé que mi futuro daría semejante vuelco. Me llamó el alcalde en persona. Estaba muy preocupado por las extrañas mutaciones que, desde hacía un tiempo, sufrían todos los habitantes del pueblo. Como el ayuntamiento era el responsable de la conservación de los espacios naturales y de las aguas del municipio, solicitaba con urgencia mis servicios como abogado ambiental. Confiaba en que yo pudiera dar con el origen del misterio y encontrase la solución. Una investigación rigurosa reveló que algunas empresas realizaban vertidos ilegales de productos tóxicos al lago. Tras promover acciones legales contra ellas, libramos una dura batalla judicial durante años. Los jueces dictaron sentencias a nuestro favor, condenando a las empresas a pagar multas e indemnizaciones multimillonarias por los daños provocados. Para ello, tuve que correr algunos riesgos y aceptar un pequeño cambio en mi vida. Regresé al bufete satisfecho, moviendo mi cola verde.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilDerecho intergaláctico

    Giovani Mendoza 

    Su Altísima Excelencia y demás miembros de esta distinguida Cámara:

    Dirigiéndome a esta plenaria sucedió lo que ya todos conocéis: finalmente la tierra, el más verde de todos los planetas, el de futuro más prometedor, ha dejado de existir. Pese a nuestros esfuerzos por promover políticas contra el cambio climático, el hambre y la deforestación, entre otros males, hemos sucumbido. Soy el único superviviente de la raza humana, me he encargado personalmente de la delegación que me acompañaba. Como véis, soy un peligro para la conservación de la vida"...
    En eso estaba, preparando mi defensa de último momento, cuando oí decir, por los auriculares de traducción universal:

    "Ahora tiene la palabra el representante de la tierra"

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  • Imagen de perfilDavid contra Goliat

    Cristian Nebrera Clemente 

    En el juzgado, un relato bíblico tomaba lugar. David contra Goliat. Lujosos maletines lucían la tribuna de la empresa demandada que contaminaba el río de la ciudad. Del otro lado, un joven abogado tomaba la promesa de luchar por un futuro sostenible para sus conciudadanos, por promover una titánica lucha por la conservación de su patrimonio natural.
    -El joven abogado tomó la palabra: las pruebas son claras, los verdes pastos que colidan, han sufrido un penoso cambio. Se encuentran yermos por la polución y los residuos.
    Se responden un sinfín de directivas y normativas que difuminan el retrato de la vista, dejando en duda lo evidente, elevando las reglas por encima de la verdad.
    Finalmente, se desestiman las pretensiones. El joven abogado, aunque lo veía venir, en el pecho porta la derrota con orgullo, porque en el conflicto entre el derecho con la justicia, luchó por la justicia.

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  • Imagen de perfilEl pasante

    Carmen LLopis Fabra 

    El futuro y el prestigio de la figura del abogado estaba en juego. El que estuviera dispuesto a promover un cambio conseguiría sobrevivir. La conservación de los empleos pasaba por dar luz verde a proyectos hasta ahora inimaginables que además contribuyeran a un desarrollo sostenible. ¿Qué podía marcar la diferencia para conseguir clientes?. Esa pregunta se repetía una y otra vez en aquel bufete que temía ser opacado por leguleyos anunciados en internet que ofrecían precios irrisorios por sus servicios.
    Un pasante que llevaba tres meses conociendo los entresijos de la profesión dio una posible solución: ¿ Y si nos dedicáramos a defender los intereses de la naturaleza?. Ella siempre es agradecida.
    El ruido de un trueno retumbando en los oídos le dio el visto bueno a la idea.

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  • Imagen de perfilCUMBRE VIEJA

    Ana María Lezcano Fuente 

    Siento la erupción del volcán casi in situ.
    He trabajado todo el verano en el bufete para que los retrasos debidos a la pandemia se equilibrasen y al final, agotado, encargué un viaje a la Isla del Hierro.
    Tengo una edad cercana a la jubilación y
    cierto descreimiento pero desde mi terraza cercana al caos de lava, ceniza y gases siento fuerte la necesidad de un cambio para promover la conservación de la naturaleza en todo nuestro planeta e intentar con ahínco preservar todos los entornos verdes y extenderlos para que en el futuro la raza humana y sus convivientes podamos asumir y superar los desastres naturales y también y sobre todo los provocados por nosotros, nuestra pasividad y nuestro egoísmo.
    Bebo un vaso de agua de manantial en botijo de barro, levanto mis ojos al éter y tras la velada nube de vapor creo atisbar una esperanza fundada ...

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  • Imagen de perfilSufragio universal

    Urko Madrazo Aguirre 

    “Todo al verde”, rezaba la valla publicitaria. Junto al trabajado eslogan, un hombre sonriente apostaba en una ruleta donde este color sustituía al tradicional rojo. En vez de billetes, jugaba papeletas. Pensé que sería la campaña de algún partido creado para promover la ecología y la conservación del medioambiente. Las elecciones estaban al caer y múltiples formaciones surgían ofreciendo un futuro mejor. Me fijé en las siglas del partido. ApeC. No me sonaba. Investigando, descubrí que se trataba de un grupo cuyo pilar fundamental consistía en promover una justicia accesible para cualquier ciudadano. Proponían, entre otras medidas, la eliminación en los procesos de tasas de cualquier tipo y el adecuamiento de las costas judiciales al bolsillo del individuo. Después, no dejé de verlos en televisión. Estaban en todas partes Los politólogos les auguraban un buen resultado. Les voté. Abogados por el Cambio consiguió 125 concejales y la presidencia de Navarra.

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  • Imagen de perfilSITUACIÓN LÍMITE

    Aurora Roger Torlá 

    ¿En qué mundo estoy?¿Y por dónde andará ese tímido Lirón? Aquí nadie piensa en las causas medioambientales; nadie en la conservación de nuestro planeta, y nadie en el oscuro futuro que nos espera si no combatimos el cambio climático. Y de ese conejo con mirar sin cesar su reloj de bolsillo e ir de un lado a otro escasa ayuda voy a tener. Por eso tengo un plan: me desplazaré casi al trote a la Asamblea de Sabios, también en bicicleta, hay que dejar al mundo mejor que lo encontramos, aunque se enfade la Reina de Corazones. ¿Corre peligro mi cabeza? ¡Qué agobio! Me siento bajo este árbol de hojas amarillas. Contemplo fotografías en blanco y negro.
    Desparecieron los dodos ,tortugas en peligro de extinción, flamencos perdiendo humedales...
    Como abogada ambiental, lucho en los juzgados de este país de lo impredecible para promover un mundo más verde y más justo.

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  • Imagen de perfilCazafantasmas

    Juancho Plaza Gómez 

    No habríamos reparado en su presencia a no ser por las quejas de la señora de la limpieza. No la tomamos en serio hasta que la empresa nos comunicó que había pedido el cambio y que a partir del día siguiente otra empleada ocuparía su lugar. Fue Borja Astorga, el de Familia, el encargado de promover su búsqueda y captura. Nos recomendó invertir algunos euros en un detector de campo electromagnético y en un termómetro de infrarrojos, como apuesta de futuro, ya que en aquellas oficinas tan antiguas era posible que volviéramos a tener aún más casos. Organizó con el resto del bufete una sesión de espiritismo a la que se excusaron de ir Clara y Román, los penalistas, por un, según ellos mismos adujeron, exagerado instinto de conservación. Cuando invocamos a los espíritus allí presentes una niebla verde nos cubrió, recordándonos que nuestro peor fantasma son los plazos.

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  • Imagen de perfilMi futuro como letrada

    Isabel Cervantes · Barcelona 

    Mi recién y flamante carné de abogada ejerciente asomaba por mi humilde cartera .
    Subí las escaleras del Palacio de Justicia, nerviosa pero segura. Inconscientemente no paraba de darle vueltas al anillo verde de mi abuela.
    Cuando llegué, se había producido un cambio de sala. "Empezamos mal", pensé. Pero los abogados allí presentes dijeron "¡Vaya, otra vez!". Me relajé.
    Después de muchos años imaginándomelo, finalmente ahí estaba "luciendo" una toga tres tallas más grande y con tres décadas más que yo.
    Sonrojada, me halagaba que mi vecino hubiera confiado en mí para defender la conservación de su pequeño huerto. Si lo perdía, su ilusión para convertirse en emprendedor-influencer quedaría sentenciada.
    La jueza nos instó a promover un Acuerdo extrajudicial en unos términos inaceptables para mi representado, lo cual rechacé con los debidos respetos. Iríamos a juicio.
    Entusiasmada, sentí cómo empezaba a vivir mi futuro como letrada.

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  • Imagen de perfilMi corbata de la suerte

    Pablo García Muñiz 

    Después de perder mi corbata de la suerte, mi puesto en el bufete y a mi esposa -el mismo mes y por ese orden-, acudí al psicólogo, al que solo era capaz de hablar del extravío de mi corbata, culpable de todos mis males.

    - He ganado infinidad de juicios a su lado. Tras veinte años juntos, no imagino un futuro sin ella -le explicaba yo, hablando de mi corbata-.

    Él sugirió que la corbata solo era el punto en que yo focalizaba mi frustración por el resto de pérdidas. Me animó a promover una serie de cambios saludables que mejorarían mi vida y me dio algunos consejos para una mejor conservación de objetos valiosos. Funcionó, hasta el día del juicio por el divorcio.

    Hasta que vi que los intereses de mi mujer estarían representados por mi antiguo jefe. Hasta que vi, colgando de su cuello, mi preciosa corbata verde.

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  • Imagen de perfilMONÓLOGO

    Ruth González Poncela 

    «¿Soy yo? ¿Me recuerdas? Después de quince años dedicándome a servir a mis conciudadanos, primero como alcaldesa y después como diputada de asuntos sociales del Parlamento regional, he decidido volver a tu lado. La legislación ha sufrido un cambio brutal y estoy más verde que una lechuga pero te echaba de menos. Imagino lo que estás pensando al verme regresar… Te dejé colgada porque mi futuro en la política me resultaba más atractivo que tú. Dije adiós a los clientes exigentes, a las largas jornadas estudiando los casos y a los juicios agotadores. Me atrajo más la idea altruista de promover políticas de ayuda a los más desfavorecidos. ¡Y lo cumplí! No espero tus reproches, sólo que me comprendas.
    Contra todo pronóstico, te hallo en perfecto estado de conservación. La funda especial donde te guardé te ha tratado bien, querida toga. ¡Todavía tenemos un largo camino por recorrer!»

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  • Imagen de perfilFUTURAMA

    Javier Puchades Sanmartin 

    Año 2099, el mundo es un caos. Desde hace tiempo solo imperan la ley del talión y la del más fuerte. Hemos intentado promover algún cambio y luchado por la conservación de nuestros derechos fundamentales. Pero este gobierno de cíborgs lo ha impedido siempre. No atiende razones. Solo aplica la política de tierra quemada. Y esto último casi diría que de forma literal. Si no hacemos algo, el fin de la humanidad y de este planeta está próximo. Hace lustros que el verde y el azul dejaron de ser los colores predominantes de la naturaleza. Nuestra única salida para tener un futuro es escapar de aquí. De forma clandestina hemos construido una nave y adquirido combustible suficiente para llegar a Libertas. Allí, empezaremos una nueva vida desde cero. Para ello, además de los víveres suficientes, nuestro único equipaje es la enciclopedia Aranzadi del abuelo, su toga y su birrete.

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  • Imagen de perfilUn retorno ansiado

    Raquel Sánchez López 

    Una viñeta hacia atrás para un avance positivo. Eso demanda su colectivo hace más de cuarenta años.
    Su futuro y el de sus camaradas depende de una complicada intervención quirúrgica. Por fin, la tecnología médica brinda la posibilidad de volver a sus orígenes, de promover un viaje hacia sus dorados años de esplendor, de experimentar un cambio donde las riendas del negocio volverán a estar en las manos adecuadas. Esas manos artesanas que fabricaban la magia de sus interpretaciones.
    Tras el vidrio de la cámara de criogenización, observa el perfecto estado de conservación del órgano del empresario. Uno de los operarios se acerca al cuadro de mandos del frigorífico, dispuesto a pulsar el botón verde que cortará el suministro de heparina al sujeto.
    Con el consentimiento preparado, Mickey, abogado de la compañía de dibujos animados Disney, aguarda ilusionado la firma del donante para el trasplante cerebral de su antiguo jefe

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  • Imagen de perfilReincorporación

    Patricia Collazo González 

    Desde que Bruno ha nacido su vida está en constante cambio. Y ahora, otro más: la vuelta al bufete.
    La camisa blanca le queda estrecha y la verde es demasiado llamativa. Verde tendrá que ser.
    Mientras intenta recordar cómo funciona un delineador, echa un vistazo a las notas que ha tomado tras hablar con su jefe ayer: “Promover la conservación de las grandes cuentas, que últimamente diversifican la atención legal”. “Que las estamos perdiendo, bah”, piensa Almudena.
    Esa será su misión. Una paparruchada al lado de conseguir que Bruno duerma seis horas seguidas o acepte las papillas. Una nimiedad frente a la preocupación que le provoca el futuro de su hijo. ¿Qué mundo le espera? Una tontería comparada con pasar una noche en urgencias porque el niño vuela de fiebre.
    Almudena besa la frente de Bruno y camina decidida hacia la puerta dando mil recomendaciones.
    Lo único difícil es dejarlo.

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  • Imagen de perfilAd futurum

    ANGEL J. CLEMENTE RODILANA 

    Mi futuro estaba complicado. Recién despedido con 44 años, edad en la que ni eres joven, ni lo suficientemente mayor, los nubarrones se cernían sobre mi familia. La conservación de nuestro alto tren de vida sería francamente complicado. Nunca fui persona a la que le gustara hacer un cambio, pero en ese momento, no era optativo, sino obligatorio.
    Me acordé, sonreí al recodarlo, que hace muchos años acabe la carrera de Derecho y que ser abogado podría ser una lucrativa forma de ganarme la vida.
    Tendría que realizar un master, prácticas, aprobar un examen de acceso. Pero también debería subrayar en mi agenda, en verde fosforito, a todos esos antiguos contactos que me debían un favor.
    Que duro sería volver a promover mi trabajo después de toda una vida dedicado a sonreír, a cumplir ordenes, a no ir contra mis superiores...pero debía dejar de ser político. Me pase de listo.

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  • Imagen de perfilPlanetas en apuros

    Ander Balzategi Juldain 

    Éramos cuatro los abogados que esperábamos pacientemente en la sala de espera del consejo interestelar. Charlábamos con fingida animosidad, tratando de atisbar dónde escondíamos nuestros respectivos puñales. No estaba el tema para bromas, el futuro de los planetas que representábamos dependía de nuestros alegatos. Con los recursos menguando, la conservación de la galaxia exigía el sacrificio de algunos de ellos.
    Nada más entrar nos dieron el turno de palabra. El primer abogado fundamentó su defensa en lo verde que se había mantenido su planeta, un ejemplo de biodiversidad. Luego hablé yo, el defensor de la tierra, y subrayé nuestros esfuerzos en promover el desarrollo tecnológico. El siguiente, en cambio, destacó el elevado humanismo de los moradores de su planeta. Ganó el último en hablar, representaba a un planeta insignificante pero que había evolucionado hasta desarrollar auténticos titanes en el ejercicio del derecho. Tengo que reconocerlo, su defensa fue magistral.

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  • Imagen de perfilObjetivo 16

    Azucena Guimerá Palop · Valencia 

    Él qué coño iba a saber. Estaba verde, muchos años de baja sin pisar un juzgado. Su mujer le había insistido en que retomara su trabajo, pero no tenía ni idea de lo que supondría volver a someterse a la presión. La última vez que se sentó donde estaba ahora, su futuro dio un vuelco brusco y rotundo. Los años se esfumaron y no parecieron haber operado ningún cambio en él, volvió a sentir el cosquilleo en el estómago. Joder, ¿era necesario todo aquello? Pero se recordó que debía hacerlo para purgar la culpa, su instinto de conservación le exigía volver a recorrer los mismos pasillos que antaño si quería volver a vivir en paz. Nunca se había visto obligado a promover la reapertura de un caso durante los veinte años que ejerció como abogado. Nunca se imaginó que la vez que tuviera que hacerlo fuera el suyo.

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  • Imagen de perfilMusas

    Lidia Ramallo Sánchez 

    Por él he vivido juicios interminables, noches sin dormir preparando alegatos, rencillas entre colegas y hasta algún ajuste de cuentas que, afortunadamente para mí, no tuvo los efectos deseados.
    A punto de disfrutar de unas merecidas vacaciones recibí su mensaje. No me lo pensé dos veces y me personé en el despacho. ¿Qué nuevo caso tendría preparado para mí? ¿Un asesinato en las altas esferas? ¿Vertidos ilegales que atentan contra la conservación del océano? Nada más lejos de la realidad.
    Nunca me había imaginado un futuro sin él, pero ha llegado la hora de promover un cambio en mi vida. Así que meteré en la maleta la toga verde que uso en las buenas novelas y me iré a vivir en la mente de otro escritor. Yo no tengo la culpa de que se haya quedado sin ideas y quiera convertirme en un aburrido abogado de derecho mercantil.

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  • Imagen de perfilInterstellar.

    Guillermo Portillo Guzmán 

    El cambio hacia una sociedad verde para asegurar la conservación del futuro de las próximas generaciones, se debía realizar con total urgencia.
    Se debía promover desde las más altas esferas políticas con acciones inmediatas, normativas protectoras, incentivos económicos y cualquier otra actuación que acelerase el compromiso incondicional de todos.
    No debíamos caer en los mismos errores que cometieron nuestros antepasados, eludiendo responsabilidades, contaminando sin mesura para no reducir beneficios, ocultando basuras y residuos bajo tierra y perjudicando exponencialmente la naturaleza del planeta.
    No podíamos dejarlo todo en manos del destino, porque el destino es aquello que nos ocurre cuando nosotros tenemos otros planes y hasta ahora, sus planes y los nuestros no iban en paralelo.
    Como abogado asesor de la Confederación de Estados Interplanetarios, recomendé abrir urgentes negociaciones con los Klingons para que nos permitiesen mudarnos a su planeta, mientras encontrábamos uno libre para nosotros en el sistema estelar Aldebarán.

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  • Imagen de perfilCHARCOS

    LOURDES ASO TORRALBA 

    Ayer mi mujer me sacó las botas de color verde y el paraguas porque había escuchado que venían tormentas por el norte. De pequeño las usaba para reventar los charcos, pero desde que soy abogado no puedo llegar a un juicio con el traje embarrado y la cartera chorreando. En la puerta se agolpan los clientes damnificados. Me preguntan qué va a ser de su futuro, si podrán volver a ocupar casas a las que peligran los cimientos, si con el cambio de normativas cobraran del consorcio de compensación de seguros. Remueven bajo los escombros por el instinto de conservación. Buscan aferrarse a fotografías y objetos personales. Algo para recordar. No puedo promover esperanza porque a mi esposa la ha atrapado el agua mientras conducía y no localizan su vehículo. Hoy Dios no está siendo justo. Las pruebas son evidentes. Solo falta el martillazo, señalar al culpable. Y el llanto.

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  • Imagen de perfilSabina, culpable

    Mikel Aboitiz 

    El segundo ponente proseguía su disertación en el Colegio de abogados: «…En el futuro, la conservación de las garantías del Estado de Derecho, pasará por promover un cambio…», mientras yo me rascaba el tobillo con disimulo (proverbial la saña de los mosquitos aquel verano) y algún que otro compañero entrado en años, rendido al masaje invisible del calor, cabeceaba, arrullado por la cadencia del discurso. «…Porque las Instituciones deben acercarse al pueblo…». Las caras de póker del público habrían dado para llenar el casino de Torrelodones. Pensaba yo en Sabina, en 500 noches de insomnio, en el verde que te quiero verde, cuando me sorprendieron los aplausos y, más aún, el oír mi nombre anunciado antes de lo previsto. Salí disparado al estrado, dispuesto a darlo todo, por encima del calor, por encima del sopor y, sobre todo, por encima del decano con el que tropecé, saltándole las gafas.

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  • Imagen de perfilCambio de rumbo

    Jerónimo Hernández de Castro 

    Después de tanto tiempo en el área de patentes, la redacción de aquel contrato le producía un desasosiego inusual. Sin duda faltaba algo. En momentos así recordaba a la catedrática de Mercantil que, en sus clases de Derecho de la propiedad industrial y de la competencia, le ponía verde a la menor ocasión condenándole a un futuro incierto si no se esforzaba en promover un cambio de actitud que le hiciera ser más cuidadoso y no dejar ningún fleco en las cuestiones decisivas. El instinto de conservación le hizo seguir sus indicaciones para hacer de él un consumado experto, captado por una multinacional antes de abandonar la facultad.
    Ahora, muy cerca de su jubilación, en esa última cesión perpetua a su empresa de un proyecto de energía limpia que salvaría al planeta y arruinaría a la corporación iba a omitir, por primera vez, la cláusula de estricta confidencialidad del abogado.

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  • Imagen de perfilOBSOLETOS

    Belén Sáenz Montero 

    El panorama nada más abrir la puerta del bufete familiar me deprimió ya el domingo, malogrando la digestión de la paella. Como heredero, me tocaba hacer el cambio aunque mi socio insistiera en promover la conservación del más mínimo papelote. Pasé horas y horas en Internet intentando entender eso de “la nube” y cualquier trasto informático que prometiera trasladarnos al futuro de la abogacía. Aunque ya estaba convencido, los argumentos de nuestro becario —Nico “el Verde” —, sobre ecología y compromiso con el planeta, me reafirmaron en mi decisión. El lunes me presenté con un rollo de bolsas de basura y, a pesar de las quejas de la señorita Milagros, me metí a saco en el archivo. Bajo montañas de legajos pringosos y expedientes amarillentos, rescaté un birrete en buen uso, una estatuilla de la diosa Iustitia y dos pasantes que habían sido contratados en tiempos de mi abuelo.

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  • Imagen de perfilEl abogado verde.

    David Gómez Ortas 

    Hace tiempo que necesitaba un cambio en mi vida. De niño había imaginado mi futuro de forma muy diferente: trabajando como abogado de una gran firma, con clientes de renombre y lujosos deportivos. Pero, el turno de oficio me devolvió a la realidad más cruel: honorarios exiguos, clientes indigentes y muchos viajes en Metro. Decidido a promover la conservación de los bosques, cerré el despacho de la noche a la mañana, y empecé a soñar con mi nueva vida de activista del medio ambiente y radical del partido ecologista. Sería protagonista de portadas y cumbres del clima a lo Greta Thunberg, me ataría a los árboles, y vestiría solo ropa de procedencia sostenible.
    Pocos meses después, un nuevo baño de realidad me despertaba de aquel sueño. En la planta de reciclaje donde trabajo me llaman el abogado verde, y valoran muchísimo mi asesoramiento sobre gestión de residuos en el hogar.

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  • Imagen de perfilLA LETRA Y EL ESPÍRITU

    ÁNGEL SAIZ MORA 

    Mis padres me aconsejaban que sentase la cabeza, rebosante de fantasía. En su opinión, ya no tenía edad para que los cómics de superhéroes llenasen los estantes del dormitorio y parte de mis horas.
    Esa afición me condujo a ofrecerme voluntario para probar una nueva vacuna. Anhelaba experimentar alguna mutación prodigiosa como efecto secundario, un atributo singular que pondría al servicio de la sociedad. Nada sucedió, claro, pero el baño de realidad fue decisivo para promover un cambio en mi vida.
    Tengo los mismos sueños, solo han variado de color. Sé que nunca llevaré una capa verde o roja, pero sí una toga negra. En mi cuarto hay ahora manuales de Derecho Romano, Civil o Penal. Intercalar las queridas revistas de aventuras entre sus páginas no solo ayuda a su conservación, también mantiene viva la solidaridad y entrega sin límite que aplicaré en mi futuro oficio.

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  • Imagen de perfilUn preso ocupado en los ODS

    Alejandro Martín Tamhazián Garat 

    — Doctor, usted me mandó 10 años a la cárcel. Y mire si he cumplido algunos objetivos de desarrollo sostenible. No fui más pobre, comía todos los días. Alimentos seguros y vida sana de la mano. Educación inclusiva, por eso me bajaron los años. Preocupado por los nuevos cambios, por el futuro y la conservación del medioambiente: plantaba marihuana en la celda. Me Descubren y me suben los años. La alcaidía me llama para promover una propuesta de reforestación. Después me tenté y me escapé no bien creció firme el primer pino. Me agarran en un sedán verde con pintura ecológica. Adentro de nuevo y me suben la pena. Empiezo un taller de sensibilización en infraestructuras resilientes. Lo pongo en práctica y de nuevo me quieren subir la pena porque me malinterpretan siempre. ¿Qué tiene de malo Doctor querer construir un túnel desde mi celda para ayudar al drenaje carcelario?

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  • Imagen de perfilLETRADO LÁSER

    JUAN CARLOS MONTERDE GARCĺA 

    Armado con una espada láser, me disponía como Letrado a promover el gran cambio que me demandaba la diosa justicia. Ante la proyectada factoría y el consiguiente vertido de residuos industriales a la mar, mi misión era la conservación de aquel universo verde y por ello la defensa de la madre naturaleza. Si no accedía en el plazo marcado a sus crueles pretensiones, una conspiración de androides consumaría su crimen, accionando una sofisticada bomba de relojería. Abatido por las horas de despacho, intenté diseñar la mejor estrategia para desactivar el vil artilugio de mis oponentes. De lo contrario, en un futuro inminente todo el ecosistema se vería reducido a un cementerio de escombros radioactivos. No podía malograr lo que, siendo objetivo desde la Cumbre de Estocolmo del 72, era uno de nuestros principios rectores de la política social y económica. Desesperado, miré ''in extremis'' el reloj: tres, dos, uno…

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  • Imagen de perfilLa economía verde

    JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA 

    Dejó los documentos sobre la mesa y se acercó a la ventana. La brisa marina se adentró en sus orificios nasales, evocándole recuerdos de la infancia. El embrujo se evaporó cuando el fétido tufillo del Mar Menor sustituyó la aromática corriente. Cerró la ventana y reanudó el estudio del caso. Los ecologistas demandaban a sus representados, la Confederación de Regantes, por atentado medioambiental. Empecinados en la conservación del ecosistema, buscaban promover el futuro del Campo de Cartagena basándose en un cambio de modelo: la economía verde.
    Por paradójico que pareciera, sus clientes llevaban años tergiversando ese término hasta convertirlo en sinónimo de riqueza: la generada por las toneladas de hortalizas que producían anualmente.
    Revisó la demanda y sonrió complacido: carecía de fundamento. Básicamente, los acusaban de abonar y regar los campos. Ningún juez estimaría algo tan grotesco, por mucho que justificasen su contribución al implacable deterioro de la laguna salada.

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  • Imagen de perfilAlegato

    Patricia Roxana González Rodríguez · Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina 

    —En mi defensa tengo para decir que se lo merecía. Debería estar tipificado en los códigos penales esto del merecimiento. Dejé caer mi rama sobre él por venganza y también por dolor. ¿A quién se le ocurre que alguien puede lastimar a otro con una navaja? ¿Y con qué objeto? Para grabar sobre mi tronco un corazón y dos iniciales que seguramente en poco tiempo serán parte del olvido.

    Los miembros del tribunal continuaron con la redacción de la sentencia.

    —Nadie escucha las palabras de un árbol, creen que no tenemos voz. Se esmeran en discursos grandilocuentes sobre conservación y la necesidad de promover un cambio de mentalidad en el hombre, y luego, nada.

    El jurado dictaminó lo previsible y el árbol sintió que su savia, enérgica y verde todavía, se estremecía. Un hachazo certero lo derribó y quedó tendido, en agonía. Sin dudas, algún uso futuro le encontrarían.

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  • Imagen de perfilSINSABORES

    Germán Michoa Pinilla 

    Elijo una roja y me la llevo a la boca intentando evocar los jugosos tomates del huerto de mi abuelo. "Yo prefiero una verde, con sabor a manzana" dice mi hija. Ese color me recuerda los grupos de conservación que aplastaba en todos los juicios donde defendía a la Gran Corporación. Cuando aquellos ecologistas intentaban boicotear nuestro negocio de sobreexplotación agropecuaria, desde mi bufete conseguíamos un cambio en la legislación del país en cuestión y conseguíamos promover nuestros negocios. Así, ganando mucho dinero, creía asegurar el futuro de mi familia. Ahora, en este mundo yermo, solo podemos alimentarnos con estas pastillas. "Tienen todos los nutrientes necesarios para sobrevivir" asegura la Gran Corporación. El sabor a carton me llena la boca. Mi hija mira fijamente como mastico. Con disimulo me doy la vuelta y la pena, que invade mis papilas gustativas, me devuelve el antiguo sabor de un tomate con sal.

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  • Imagen de perfilVacaciones, las justas

    Marta Trutxuelo García 

    Última noche de agosto. Mientras mi mente se columpiaba entre la vigilia y el sueño me invadieron varias imágenes: Lexnet... procuradora... tramitadora judicial... cliente... La temible cuádriga... ¡El abogalipsis! Me incorporé sudando y en ese momento un monstruo de otro tipo se abalanzó sobre mi cama: "¡Papiiii! ¡Arriiiba!" Sonreí. No importaba si Lexnet no funcionaba, ni si María, la procuradora y Eva, la tramitadora judicial no contestaban a mis llamadas, y menos aún hacer esperar a Nicolás, el cliente que seguiría apostado en la puerta de mi despacho. Mi futuro inmediato me observaba con sus alegres ojos verdes. Este año nuestro bufete había decidido promover cambios para conciliar la vida familiar. Gracias a ello y a la conservación de unos días, podría estirar las vacaciones hasta principios de setiembre. "El año judicial y el abogalipsis pueden esperar", musité mientras daba la mano a mi hijo Ángel para llevarlo al colegio.

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  • Imagen de perfilÚLTIMA HORA

    Margarita del Brezo 

    «El futuro ha muerto». Es la noticia del día. Nuestro compromiso de cambio para promover su conservación no ha sido suficiente, olvidamos pasar a la acción, explican los eruditos. ¡Qué fastidio! Para no anquilosarme, camino hacia el pasado. Me encuentro con mi padre en el hospital. Aprovecho para despedirme de él. Regreso a mi piso de estudiante. Apoltronados en una estantería verde duermen mis libros de Derecho. Vuelvo a clase, mejoro las notas de los exámenes. Se me empiezan a caer los pantalones, los puños de la camisa cubren mis manos. Sin tiempo que perder, reciclo la basura, evito tirar plásticos al río, planto los árboles recién arrancados, voy al colegio andando, apago luces, cierro grifos y juro que seré abogado otra vez para defender lo importante. Extenuado, me pongo de puntillas y miro por la ventana. A lo lejos, una tenue línea del horizonte se deja ver de nuevo.

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  • Imagen de perfilTODOS CONTRA EL FUEGO

    Almudena Horcajo Sanz 

    Convencido de que a cierta edad es urgente cumplir tus sueños porque el futuro se evapora, colocó en internet este anuncio: «Cambio céntrico despacho de abogado con cartera de clientes por una casa en la montaña». La respuesta no se hizo esperar. No volvería a pisar asfalto, olvidaría las prisas…colgaría definitivamente la toga. Le estaban esperando el trino de los pájaros, los verdes prados, el aire puro... Desgraciadamente, el día de su llegada al paraíso se declaró un pavoroso incendio, las llamas calcinaron miles de hectáreas, fue un milagro que no alcanzasen a su vivienda, que pudiese salvar la vida.
    Con este panorama tan desolador no ha dudado en ponerse de nuevo la toga, quiere promover iniciativas legislativas para la recuperación de la zona y la conservación de las especies que se han visto amenazadas. También se propone conseguir que se condene al pirómano a ser bombero toda su vida.

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  • Imagen de perfilRIESGOS LABORALES

    PILAR ALEJOS MARTINEZ 

    Cuando acepté aquel caso, jamás imaginé que mi futuro daría semejante vuelco. Me llamó el alcalde en persona. Estaba muy preocupado por las extrañas mutaciones que, desde hacía un tiempo, sufrían todos los habitantes del pueblo. Como el ayuntamiento era el responsable de la conservación de los espacios naturales y de las aguas del municipio, solicitaba con urgencia mis servicios como abogado ambiental. Confiaba en que yo pudiera dar con el origen del misterio y encontrase la solución. Una investigación rigurosa reveló que algunas empresas realizaban vertidos ilegales de productos tóxicos al lago. Tras promover acciones legales contra ellas, libramos una dura batalla judicial durante años. Los jueces dictaron sentencias a nuestro favor, condenando a las empresas a pagar multas e indemnizaciones multimillonarias por los daños provocados.

    Para ello, tuve que correr algunos riesgos y aceptar un pequeño cambio en mi vida. Regresé al bufete satisfecho, moviendo mi cola verde.

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  • Imagen de perfilJauría

    María Gil Sierra 

    Huyen de los chacales. De los aullidos que disparan al aire celebrando la victoria. Dos mujeres solas. También ellas saben afilar los colmillos cuando luchan por los derechos de sus “hermanas”. Desde que se titularon, han trabajado duro en el bufete para promover condiciones de plena igualdad. Ahora los depredadores andan al acecho. Quieren destriparlas y devorar su futuro. Ocultas tras los velos de impotencia, atraviesan la ciudad. Desde los puestos callejeros, les llega el aroma dulce de los jalebis y el olor fuerte de la salsa verde que acompaña a los kebabs. Ya los extrañan y todavía no se han ido. Pero el instinto de conservación exige un cambio radical en sus vidas. Aunque sin salvoconductos serán presas fáciles. Suena uno de sus móviles. “Los tenemos”, dice una voz lejana. Ellas ríen. Lloran. Y prosiguen hacia el aeropuerto para tomar el avión que las alejará de Kabul.

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  • Imagen de perfilHORMONAS Y DIVORCIOS

    Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

    Llevaban un mes y resultaba insoportable. Caricias permanentes, comida del mismo plato, besos cada minuto... Encendí disimuladamente mi medidor de oxitocina marca Acme y lo acerqué con discreción. El led se iluminó en verde brillante… tenían los niveles por las nubes. Yo, abogado especializado en divorcios, sonreía y asentía a todos sus comentarios sobre amor eterno, planes de futuro y Los Puentes de Madison… Clientes potenciales, sin duda.

    Un año más tarde volvíamos a cenar juntos y el cambio era evidente. La lucecita del aparato se iluminó esta vez en rojo y mostró niveles muy bajos. Se esforzaban en trasmitir el mismo enamoramiento pero eso era ya químicamente imposible (sabía que la conservación de aquellos niveles hormonales no duraría mucho).

    Ella se disculpó para ir al baño y, aunque no quise promover conversación alguna sobre el tema, fue él quien me pidió que fuera preparando los papeles del divorcio.

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  • Imagen de perfilCosas de la vida

    María Carmen Caamaño López 

    —La vida me pone triste —le dije en un arrebato, olvidándome una vez más de que él era mi cliente y yo su abogado.

    —¿Por qué?

    —Porque un día se acaba.

    Soltó una carcajada estruendosa y yo a la postre me reí con él.

    Llevaba meses visitándolo en la cárcel. Desde el principio había dicho que no me dedicara a promover su defensa, que no iba a colaborar, pero yo no podía dejar de ir. Era mi trabajo. Se cansó pronto de hablar del juicio, lo cual nos dio luz verde para hablar de todo lo demás. Del futuro, del miedo, de las bondades y maldades que arrecian con cada cambio y, en medio de todo ello, de la conservación de la cordura en este mundo de locos.

    Carraspeé antes de preguntar lo que en verdad me reconcomía.

    —¿Por qué quieres quedarte aquí?

    —Porque aquí tengo tiempo.

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  • Imagen de perfilNirvana

    laura pilato rodríguez 

    Treinta años de interminables jornadas en el despacho, acaban pasando factura.
    El estrés y la presión amenazaban mi salud física y mental, así que decidí darle un cambio a mi vida.
    Me retiré a una especie de comuna, "Ecoaldea", como la llaman sus moradores. Un lugar donde tratan de promover la conservación de la naturaleza. Un paraíso verde y sostenible, sin preocupaciones de futuro, ni ambiciones materiales.
    Aquí practico yoga y cultivo verduras ecológicas. No tengo internet, ni teléfono, y estoy aprendiendo a hacer jabones y velas aromáticas.
    A veces me entra la nostalgia y añoro el bullicio de los juzgados, rebosantes de adrenalina. Pero me siento en la posición de Loto, me fumo unas "hierbas relajantes" que crecen en el jardín, y enseguida se me pasa.

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  • Imagen de perfilUN FUTURO COMÚN

    Rosalía Guerrero Jordán 

    Cuando Ardilla se plantó en medio de la asamblea, el resto de los allí congregados enmudeció. Si alguien podía salvar el bosque era ella, que para eso había estudiado Derecho.
    —Hay que promover un cambio en la conducta de los humanos —habló con la vocecilla que salía de su pequeño cuerpo—, y si es necesario acudir a los tribunales, lo haremos.
    Un murmullo de asentimiento recorrió la alfombra verde y trepó por las ramas de los árboles.
    —Sin embargo, necesitamos ayuda. Personas infiltradas que nos presten su voz.
    —¿Y cómo vamos a convencerlos? —preguntó Rana—. Humano no muerde humano.
    —Por favor, venid —dijo Ardilla, y al momento varios niños y niñas salieron de la espesura—. Os presento a nuestros portavoces. Nuestro futuro es también el suyo.
    Pocos años después se aprobará la Ley Ardilla, que garantiza la conservación de los bosques del planeta.

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