Belén Sáenz Montero

Microrrelatos publicados

  • OBSOLETOS

    El panorama nada más abrir la puerta del bufete familiar me deprimió ya el domingo, malogrando la digestión de la paella. Como heredero, me tocaba hacer el cambio aunque mi socio insistiera en promover la conservación del más mínimo papelote. Pasé horas y horas en Internet intentando entender eso de “la nube” y cualquier trasto informático que prometiera trasladarnos al futuro de la abogacía. Aunque ya estaba convencido, los argumentos de nuestro becario —Nico “el Verde” —, sobre ecología y compromiso con el planeta, me reafirmaron en mi decisión. El lunes me presenté con un rollo de bolsas de basura y, a pesar de las quejas de la señorita Milagros, me metí a saco en el archivo. Bajo montañas de legajos pringosos y expedientes amarillentos, rescaté un birrete en buen uso, una estatuilla de la diosa Iustitia y dos pasantes que habían sido contratados en tiempos de mi abuelo.

    | Septiembre 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • LA IMPORTANCIA DE VESTIR BIEN

    Una pasada urgente del peine sin mirarme al espejo. Esquivar después mi imagen en el ascensor y, mientras camino, fortalecer mi espejismo de seguridad concentrándome en las nubes para no deprimirme con el reflejo que devuelven los escaparates. Todo esto de la diversidad, de la responsabilidad moral de aceptarnos está muy bien, pero cuesta un mundo si eres un tipo del montón, casi diría que contrahecho. Para mí, que tengo el orgullo de ser abogado, la solución llega en el juzgado, cuando me pongo la toga. Oigan, es como si fuera la capa de un mago. De camino a la sala me contemplo en el pulido mármol del suelo, en las bruñidas puertas de los despachos. Y soy tan alto como Atticus Finch; sagaz como el obeso defensor de Testigo de Cargo. Hay días que me siento un apuesto Tom Cruise o, incluso, el Paul Newman maduro de Veredicto Final.

    | Agosto 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7

  • PROFESIONES LIBERALES

    Mi padre siempre se mostró más favorable a invertir en vigas para edificios que en la formación de sus propios hijos. Le apasionaba la naturaleza sólida y a la vez maleable del acero; la ausencia de alma y de voluntad. Las fórmulas y los procesos no requerían adaptación al nuevo rumbo que imponía el crecimiento de nuestros cuerpos. Tampoco besos ni abrazos. Para él, cualquier tiempo dedicado a los libros era antónimo de producción y de industria. Pero sucedió que una desafortunada explosión derribó los muros de su fábrica, doblegando los pilares y la ferralla, atrapándole entre hierros oxidados. Y fuimos mis hermanos y yo quienes acudimos en su ayuda. Juan, el ingeniero que diseñó su rescate; Ángel, el médico que alivió sus dolores; y yo, la abogada que defendió su reclamación al seguro.

    | Mayo 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • LA SUCESORA

    Me engaña la fiebre o me confunde la edad. Soy una vieja dama de salud delicada, con el peso de centurias de maltrato sobre mis espaldas. Me han cerrado la ventana, atrancado la puerta; hasta los médicos han prohibido el acceso a mi habitación. Aun así, noto en la frente una brisa fresca y siento que hay alguien sentado a la cabecera de mi cama. Es una mujer, pero no una enfermera. La venda que me cubre los ojos me impide verla. Su presencia me reconforta, porque más que vigilar, parece como si me quisiera proteger. Me acaricia la mano y susurra que ha recogido mi legado entre los escombros del Palacio de Justicia. Que ha afilado mi espada, que ha equilibrado la balanza, que ha remendado y lavado mi túnica blanca. Me cuenta que se llama Julia, que acaba de terminar Derecho y que siempre quiso ser abogada.

    | Octubre 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 13

  • EL MÁS INDEFENSO

    Me llamo Ana y mis pulmones, cuando la lluvia y el viento visitan la ciudad, se olvidan de respirar. Tengo asilo en una burbuja de plástico instalada en mi habitación, clima a la carta y el amparo del ventilador mecánico que devora el residuo tóxico. Mi enemigo mortal. No os apenéis por mí, he aprendido cómo es la vida sostenible. He terminado una carrera universitaria y, gracias a las telecomunicaciones y la tecnología, nada me impedirá cumplir con mis deberes profesionales en su momento. Ahora me preparo y hago prácticas bajo los ojillos asustados del globo terráqueo que mi padre colgó del techo para que soñara con viajes interminables sin alejarme de mi almohada. Y he decidido que esa pequeña esfera azul se convertirá en mi único y principal cliente siempre que necesite defensa o justicia. Me llamo Ana, y soy abogada ambientalista.

    | Octubre 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7

  • MADRE JUSTICIA

    No, no estoy estudiando Derecho para progresar en la vida. Me gusta trabajar en la cocina de esta casona y no me siento humillada por servir y tener que mostrarme amable con mis superiores. Puedo representar ese papel durante el horario laboral y luego dejar volar la imaginación en sesiones interminables de películas de juicios y abogados con las que pasamos los domingos. La doncella dice que mi plan es matar a los señores y luego asumir mi propia defensa en los tribunales. No es que les tenga mucho cariño, pero los quiero vivos. Estoy deseando ver cómo levanta ella la ceja cuando me presente en su saloncito llevando de la mano a este que ahora mismo me está dando patadas dentro del vientre. Y la cara de él cuando le entregue el papel con la demanda de paternidad que yo misma, ya como letrada, me ocuparé de gestionar.

    | Septiembre 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • DOÑA MARÍA

    Aquella añorada profesora de Penal nos animaba a debatir en clase los casos más sangrientos de las compilaciones de jurisprudencia. Era una mujercita adorable, calmada. Con una percepción profunda de las miserias del alma, comparaba estas situaciones con síntomas de una enfermedad letal. La podredumbre de personas desatendidas. En su despacho, siempre estaba al teclado de su vieja Olivetti, redactando alguna petición de donaciones para la rehabilitación de jóvenes delincuentes. Una de esas mañanas de todos los veranos en las que diluvia con tozudez anual, la encontraron muerta de una puñalada. Parecía una paloma. Su asesino sólo se llevó un libro de poemas de Benedetti subrayado y unos pendientes de plata regalo de sus alumnos. Atravesé un periodo de negación; estuve a punto de dejar la carrera. Hoy, en el bufete, he conseguido recordarla con una sonrisa mientras tecleo en esta Olivetti heredada la cruda historia de mi próximo defendido.

    | Agosto 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • DERECHO DOMÉSTICO

    ¡Pobre Lord Justice Nightingale! La peluca se le apolillaba dentro del arcón; qué soberano aburrimiento le embargaba desde su jubilación. Así, se empeñó en representar en su vida cotidiana usos, costumbres y precedentes extraídos de vetustas compilaciones del derecho consuetudinario anglosajón. Todos los rincones de su residencia de campo, Gavel Manor, quedaron judicializados, desde los aposentos señoriales hasta las caballerizas. Si un calcetín pasaba demasiado tiempo desparejado en un cajón, dictaba una sentencia de divorcio firme con orden de alejamiento. En caso de infracción --es decir, si una sirvienta lo encontraba y lo regresaba con su compañero--, la condena conllevaba el escarnio de ser prendido en un cactus del jardín. El servicio resultó ser el sector doméstico más desfavorecido por las idas y venidas de su amo y, harto de los caprichos y las quijotadas del magistrado, exigió una legislación inmediata y formal acorde con la Constitución.

    | Julio 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • LA DOMI

    De puntillas sobre el taburete, la Domi nunca imaginó que todo el trabajo invertido en desempolvar mis libros de Derecho acabaría con su analfabetismo. Yo tampoco. Las páginas susurraban ris ras al acariciarlas con el plumero, o cuando arrastraba el pulgar por el canto para sacudirlas. Tintineaban al caer al suelo los latinajos y se escurrían las jurisprudencias, pero ella lo recogía todo con cuidado y volvía a embutirlo entre las hojas abultadas. Así, sin querer, se fue aprendiendo el código penal y el civil al dedillo. Supo entonces que Paco el tendero —que siempre le daba mal las vueltas— era un maleante, pero que al comentarlo en el patio con las vecinas tenía que anteponer presunto al calificativo. Por su seguridad. Yo estaba orgulloso de ella, hasta que tanta erudición se volvió en mi contra. Solicitó asesoramiento en un foro de abogados y me denunció por incumplimiento de contrato.

    | Julio 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 26

  • MENTIRAS ARRIESGADAS

    La libertad de ejercicio. ¡Ah, sí! Bonita expresión para adornar proclamas y argumentarios, para la hora del brindis en actos solemnes. ¿Pero qué decir cuando es Pepito Grillo quien te dicta al oído cómo desempeñar tu profesión? ¿Lo contarías a riesgo de ser tomado por loco? Y no es que me arrepienta de haber hecho Derecho. Estudié con premura y fui aprobando todos los cursos correlativos, sin perder ningún año. Ahora tengo una profesión respetable y respetada. Un bufete propio y todo el entusiasmo del mundo. Pero no hay manera de que pueda atender a mis clientes, este personajillo verde ha decidido fiscalizar mis servicios. Todo su afán es interponer, incoar y reclamar. Litigar y pleitear. Y yo aquí como un mentecato, dejándole que mueva los hilos de esta marioneta, siguiéndole la corriente no sea que cumpla la amenaza de alargarme la nariz.

    | Abril 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • BUENOS Y MALOS

    Está escondiendo el cartón sobre el que duerme entre unos mirtos resecos para defenderlo de las palomas. Yo espero en las escaleras, también con ánimo de protegerla. La curiosidad de la concurrencia en los casos mediáticos, la pomposidad del estrado y la escasa transparencia de la jerga jurídica causan impresión. Ella se acerca. Rodillas sucias y mofletes colorados; sólo es una niña. Los traficantes de personas contra los que va a declarar emergen de su descapotable, se palpan la chaqueta con aire de amenaza. Trago saliva, es hora de actualizar mis valores. Soy abogado y no tengo ninguna necesidad de arriesgar mi vida. Aquí hay policías, guardias de seguridad. Pero una inesperada ráfaga de viento hace ondear mi toga como la capa de un superhéroe, y entonces pongo un brazo sobre los hombros de mi testigo y le regalo una piruleta antes de entrar, juntos, en el Palacio de Justicia.

    | Marzo 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 14

  • MAMÁ ROCK

    Mamá se enterneció al ver el tatuaje, entonces aún enrojecido, que me recorre el brazo. Me entregó una camiseta negra directamente de la cesta, sin planchar, y me lanzó con un guiño cómplice las llaves de su moto. Por fin ha comprendido que lo que hago en esta vida es un homenaje a ella. Y ahora había algo más que nos unía, un eslabón sin caducidad. «Amor de madre» escrito en mi piel, encerrado en un corazón atravesado por la espada de la justicia. No puedo competir con su espalda, decorada con una balanza que sostiene en equilibrio los nombres de los más grandes del rock duro, pero es un comienzo. Atrás quedó la profunda decepción que tuvo cuando me desligué de la tradición familiar y cambié la abogacía por la judicatura, así que puedo contar con que ella será quien teja las puñetas a este recién nombrado magistrado.

    | Enero 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • LECCIONES Y EJEMPLOS

    Llevo horas dando vueltas en la cama. La cabeza me va a estallar. Esta tarde, al volver de la reunión con la directora del colegio, Teo se ha encerrado en su cuarto dando un portazo. ¡Yo nunca seré abogado! ¡Ojalá fueras un guardia y tuvieras pistola, como el papá de Nico! Tanto como las magulladuras que le ha causado la paliza, me duele su empeño por desestimar mis alegaciones en defensa de la paz. Mi pie roza algo sobre el edredón. Es el cómic que estuvimos leyendo juntos ayer. Eso es, ya lo tengo. Con un simple intercambio de posición de los botones, transformaré mi toga en una capa de superhéroe. No quiero que piense que reina la impunidad, que no existe la justicia. Y con la claridad del alba, consigo dormirme imaginando en la cara de mi hijo una sonrisa mellada y un guiño de su ojo morado.

    | Abril 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 11

  • VOLVER A EMPEZAR

    Revivo la despedida. Su carita preocupada, con la piel descamada por el sol y el salitre, se aleja en el pequeño embarcadero. Lloramos los dos al descolgar el título y ver en la pared un cerco grisáceo que nadie será capaz de enderezar. Nunca estuvo derecho, el marco, porque mamita se empeñaba en poner un ramillete de flores de papel en una de las esquinas y lo besaba ruidosa, como se besan los mofletes de un chiquillo. Una vez que hube cruzado la frontera, en este otro lado, he dejado de ser abogado. Han acabado las amenazas por mi defensa de los más desfavorecidos. Platos que fregar y camas que hacer son ahora mi guerra diaria. Tendré una nueva vida y nuevos horizontes si consigo que mis fuerzas no se ahoguen en este océano frío de burocracia. Sólo necesito un colega que me ayude a presentar la solicitud de asilo.

    | Octubre 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • UNA BUENA ELECCIÓN

    Don Justo Prudencio ocupó al fin la posición de privilegio que merecía en la sala de juntas del bufete al que había dedicado sus empeños más fervientes y que consideraba su segunda casa. De hecho, fue necesario apartar la larguísima mesa para instalar el féretro y los cuatro candelabros durante el velatorio. Había sido un jurista apasionado por el detalle que nunca se apartó ni un milímetro de sus manuales y códigos, pero que siempre solucionó amablemente las consultas sobre cuestiones éticas de sus colegas. Cuando supo que su fin se acercaba, dejó de lado sus habituales rodeos y circunloquios para redactar las instrucciones con las que se habría de elegir a su sucesor. El documento formulaba un método inédito que le había comunicado su portera y que se denominaba Prueba de la Rebanada. Si se dejan untar —sentenciaba la autora del concepto—, deben quedar automáticamente descartados.

    | Julio 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2