Imagen de perfilBUENOS Y MALOS

Belén Sáenz Montero 

Está escondiendo el cartón sobre el que duerme entre unos mirtos resecos para defenderlo de las palomas. Yo espero en las escaleras, también con ánimo de protegerla. La curiosidad de la concurrencia en los casos mediáticos, la pomposidad del estrado y la escasa transparencia de la jerga jurídica causan impresión. Ella se acerca. Rodillas sucias y mofletes colorados; sólo es una niña. Los traficantes de personas contra los que va a declarar emergen de su descapotable, se palpan la chaqueta con aire de amenaza. Trago saliva, es hora de actualizar mis valores. Soy abogado y no tengo ninguna necesidad de arriesgar mi vida. Aquí hay policías, guardias de seguridad. Pero una inesperada ráfaga de viento hace ondear mi toga como la capa de un superhéroe, y entonces pongo un brazo sobre los hombros de mi testigo y le regalo una piruleta antes de entrar, juntos, en el Palacio de Justicia.

 

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