XVI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilLA LEUCEMIA DE SARITA

Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

Sara padece de preocupación crónica: una punzada en el pecho es un infarto, un dolor de cabeza es un derrame y el retraso en una llamada es un accidente de tráfico. Como abogada, siempre tiende a creer que no existe la equidad, que las declaraciones de sus defendidos serán malinterpretadas, que sus pruebas serán rechazadas… Una mujer en sufrimiento permanente. Y aunque alguien le explicó que su padecimiento es típico de personas sin motivos reales de preocupación, vivía atrapada y angustiada. Pero, como casi siempre sucede, el azar actúo por ella: su hija cayó enferma. Así, fulminó instantáneamente su preocupación para encontrar la ocupación más maravillosa en cuidar de ella. Descubrió que, normalmente, una punzada en el pecho no es algo alarmante, un dolor de cabeza se soluciona con un analgésico y el retraso en una llamada es un problema de cobertura. También es mucho mejor abogada.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilLA LEUCEMIA DE SARITA

Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

Sara padece de preocupación crónica: una punzada en el pecho es un infarto, un dolor de cabeza es un derrame y el retraso en una llamada es un accidente de tráfico. Como abogada, siempre tiende a creer que no existe la equidad, que las declaraciones de sus defendidos serán malinterpretadas, que sus pruebas serán rechazadas… Una mujer en sufrimiento permanente. Y aunque alguien le explicó que su padecimiento es típico de personas sin motivos reales de preocupación, vivía atrapada y angustiada. Pero, como casi siempre sucede, el azar actúo por ella: su hija cayó enferma. Así, fulminó instantáneamente su preocupación para encontrar la ocupación más maravillosa en cuidar de ella. Descubrió que, normalmente, una punzada en el pecho no es algo alarmante, un dolor de cabeza se soluciona con un analgésico y el retraso en una llamada es un problema de cobertura. También es mucho mejor abogada.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilLa alcahueta

    ISABEL CANDELARIA ORTEGA CANDEL · MURCIA 

    Al despacho solo acudió Noelia. Me sorprendió escuchar que querían iniciar el divorcio de mutuo acuerdo y que ambos confiaban en mí. Habían crecido juntos y fueron novios desde el instituto; era la pareja envidada por el resto de los amigos. La declaración de amor del día de San Valentín del 87 nos puso a todos el corazón en un puño, ante el temor de que fuera rechazada por Noelia. Sin embargo, la hizo sentir una mujer muy especial e hizo que todas deseáramos creer que algún día también viviríamos ese momento. «Redactaré un acuerdo con la mayor equidad posible para ambos. No obstante, dime, Noelia, ¿no es posible reconducir la situación?», le dije. «Por Dios, Isabel», me contestó alterada, «¡pero si estoy enamorada de otra persona!». Me ruboricé e inmediatamente pensé: «Pues no, entonces ya no es posible». Una vez más había olvidado que soy abogada y no arregla-matrimonios.

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  • Imagen de perfilYO TE CREO

    Leticia Morillo Canales 

    Llegó el día del juicio. Frente a la mudable declaración del semidiós, la mujer había relatado una y otra vez, sin modificar una coma, la misma historia de horror y violencia. A pesar de ello, la plebe, congregada en el tribunal, no sabía a quien creer. Muchos incluso, cegados por su halo divino, victimizaban al héroe y justificaban su ánimo libidinoso, alegando que había sido objeto de hechicería. Pero ella no era bruja ni una infame. Era una simple mortal, anónima e invisible que, rechazada por las miradas escrutadoras que se clavaban en su mancillado cuerpo, solo hallaba amparo en su abogada. Esta le sonrió con afecto y le aseguró que lucharían juntas hasta el final, hasta lograr la equidad y la justicia de una sentencia condenatoria que despojara a su verdugo de su máscara dorada, revelando al mundo su verdadero ser

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  • Imagen de perfilVer para creer

    Julia Lucía Pariente 

    “Me llamo Marta y necesito un abogado especialista en divorcios millonarios”.

    Con esta declaración arrancó hoy mi jornada laboral. Aquella mujer se presentó en mi despacho sin cita previa. Sabía de mi sólida experiencia en derecho matrimonial y no me dejó margen para que su oferta fuera rechazada.

    Me relató la clásica historia de amor de película: él afamado médico, ella reputada ginecóloga. Amor a primera vista, viajes alrededor del mundo… Todo era idílico hasta que una mañana apareció un coletero ajeno olvidado en un rincón del armario. Ver para creer.

    Según me dijo, solo quería luchar por la equidad en el reparto. Ah, y conocer a la dueña del coletero, pero eso se lo dejaba al detective privado que había contratado.

    Me despedí de ella consternada. Los destinos de los viajes coincidían con los de los últimos congresos de mi querido Antonio.

    Un claro caso de conflicto de intereses.

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  • Imagen de perfil¡MUJER TENIA QUE SER!

    Mª Teresa Sol Martorell 

    En los 80, empecé mi andadura como abogada. Era un tiempo en que los bufetes importantes eran representados por hombres. Entré en uno de ellos y multitud de veces fueron rechazadas mis propuestas, por el simple hecho de no poder creer que una mujer joven pudiera tener una opinión discrepante y que fuera válida.
    Además era habitual, que en el descanso de la reunión se me enviará a por cafés, lo que hacía muchas veces con ganas de llorar y abandonar el trabajo.
    Gracias a que un buen número de mujeres lucharon por conseguir la equidad entre ambos sexos, hoy después de más de 40 años de ejercicio, me congratula ver que en muchas ocasiones son todo mujeres las que se encuentran en una sala de vistas celebrando un juicio.
    Ahora voy a la manifestación con mi pancarta que lleva mi declaración de principios: ¡ MUJER TENIA QUE SER!.

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  • Imagen de perfilLa malquerida

    Sonia González rodriguez 

    Cuando mi padre supo que su primer vástago iba a ser una niña, montó en cólera. Otra mujer en casa no era lo deseable para un campesino rudo, que necesitaba brazos fuertes que le ayudarán en las tareas del campo.
    Siempre me sentí rechazada. Convenció a mi madre para meterme en un internado de la ciudad. El tiempo pasó, y perdimos el contacto.
    Tuve que creer en mí misma. Confiar en que la justicia y la equidad me permitieran desarrollar mi vocación: ser abogada.
    Hoy me han llamado del turno de oficio. Mi cliente acaba de prestar declaración. Al reconocerme tuerce el gesto y rechaza mis servicios. No sé si lo hace porque se siente avergonzado, porque teme las represalias de su hija, o porque su mente arcaica prefiere que le represente un hombre.

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  • Imagen de perfilCLAREA LA NOCHE

    Gonzalo Arance Gil 

    Clarea la noche,
    vencida,
    que se disipa, lenta y fría,
    en el albor de la mañana.

    Clarea la noche,
    perdida,
    mientras suena una letanía
    que arrebata la paz y la armonía.

    Alivia el recuerdo,
    postrero,
    de un pasado querido,
    de un futuro más digno.

    Sin apenas consuelo,
    y, exhausta, en un oscuro rincón,
    una mujer, sofocada, desfallece,
    tras prestar declaración.

    ¿Acaso no es igual,
    -bramaba la heroica dama-,
    para este noble tribunal,
    al margen de quien lo reclama,
    defender la libertad,
    la vida, la integridad?

    ¿Acaso no procede
    aclarar la verdad,
    condenar al que transgrede;
    sin nada que temer,
    a la víctima creer;
    y restablecer la equidad,
    recuperar la dignidad?

    Clarea la noche,
    dormida;
    mientras se muestra convencida
    que no cicatrizará la herida
    que supone ser
    de la libertad, cautiva,
    de la sociedad, rechazada.

    Clarea la noche,
    valiente ironía:
    la de la noche clara
    y el oscuro día.

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  • Imagen de perfilJusticia de calle

    Sofía Guardado 

    Estaba claro que no era la víctima perfecta a ojos de la sociedad. No se había quedado en casa llorando tras lo ocurrido, pero sí había renunciado a la compensación económica para que la pudiesen creer con más garantías.

    Pese a eso y su firme testimonio, amparado en grabaciones y un par de testigos, su declaración había resultado insuficiente.

    Sabía que se enfrentaría a un doble juicio, en Sala y en las redes; en cambio, la mujer y su abogada eran incansables en la defensa de sus derechos y los derechos de todas, querían recurrir por un mundo con más justicia y equidad, un mundo que debía acabar con la violencia sobre las mujeres.

    Pero donde nunca se sintió rechazada fue en las calles, que se llenaron de una poderosa e inagotable marea morada de mujeres y hombres al grito implacable de: "YO SÍ TE CREO".

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  • Imagen de perfilNo nos entienden o no nos quieren entender.

    Elisa Castiello Fernández 

    Por los que estuvieron y cambiaron nuestra historia creando un Estado de Derecho,por los que están y por los que estaremos. Porque hay que creer en lo que se defiende.
    Presentes ante cualquier adversidad en primera línea de batalla. Anteponiendo su vida profesional a la personal durante los 365 días del año, en equidad.
    Tus intereses y defensa: su bandera.

    Pero se les olvidó a los de arriba, que los pequeños guerreros también tienen una importante declaración que hacer: " hombres o mujeres que llevan toda su vida dedicándose a defender los intereses y preservar la tutela judicial efectiva de todos los ciudadanos, ésos, también los tienen".
    Porque su grandeza, humildad y perseverancia nunca sea rechazada.

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  • Imagen de perfilINTELIGENCIA EMOCIONAL

    Almudena Horcajo Sanz 

    No es una mujer muy agraciada, pero tiene una mente prodigiosa. Se tituló en dos carreras a la vez y habla con fluidez varios idiomas. De carácter decidido, sabe resolver los problemas con inteligencia. Sin embargo, su vida sentimental ha sido un desastre. De adolescente, se enamoró perdidamente del compañero más torpe de la clase con el que terminó montando una empresa. Aunque ella, por miedo a ser rechazada, nunca se sinceró, él siempre jugó al despiste. Durante años, esperando, en vano, una declaración de amor, le regaló su talento y su trabajo para que triunfara y se enriqueciese. Necesitó verlo en instagram con una modelo para desengañarse.
    Por fin, ha reclamado lo que le corresponde, lo que es suyo. Aunque él alega que actúa por despecho, el juez lo ve muy claro, para resolver el caso no es necesario saber mucho de leyes, basta con creer en la equidad.

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  • Imagen de perfilMucho por hacer

    Jorge Ramos Guerra 

    Llega marzo, y con él, el día de la mujer. Como cada año, Rosa se disponía a celebrar ese día yendo a los actos conmemorativos y que reivindicaban la equidad de los derechos entre hombres y mujeres.

    Llevaba unos meses en su nuevo despacho, por lo que se disponía a pedirle el día libre a su jefe para ese viernes 8. No se podía creer la respuesta de su superior: "Rosa, aterriza, tenemos mucho curro y no puedes cogértelo. Déjate de chorradas y ponte a trabajar de una vez". Su petición había sido más que rechazada.

    Rosa tenía previsto hacer una declaración tras la carrera de las mujeres en su municipio hablando sobre la igualdad y los pasos que se tenían que seguir dando para lograrla. Pero ese año Rosa sabía que todavía quedaba mucho por hacer.

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  • Imagen de perfilSilencio

    Carolina Navarro Diestre 

    Nada más demoledor que el silencio. Frente a un ataque puedes contratacar, reaccionar frente a un insulto, enfrentar la verdad a la mentira, ¿pero el silencio? El silencio es desarmante, un vacío que engulle todo. Dicen que el fin del mundo llegará con un estallido, se equivocan. El apocalipsis será una bomba de silencio a la que seguirá más silencio. Un universo enmudecido como un enfado hogareño. «El silencio es cómplice de la violencia machista», asegura la abogada que lleva mi caso y yo escucho al otro lado. Me habla de equipos psicosociales, de leyes que amparan a la mujer, de que existe causa legal. «La verdad es enemiga del silencio», afirma y yo quiero creer en la equidad. Después de tantos años de maltrato, preparo mi declaración. Harta de ser rechazada, vejada, minusvalorada, hablo al fin. Rompo el miedo y me enfrento al alacrán taimado del silencio. Lo grito.

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  • Imagen de perfilLa importancia de llamarse Ernesto

    Rosa Mosquera Giráldez 

    De nuevo, mi solicitud había sido rechazada. Era indignante que una empresa cuya declaración de principios sobre la equidad era pública y notoria, no tuviera ni una sola mujer en su plantilla.
    Decidí presentar una queja en el departamento de recursos humanos. No serviría de nada, pero saldaba mi derecho al pataleo.
    Me sorprendió que me recibiera una abogada de mediana edad.
    -No sé cómo ha conseguido que la contraten, pero la felicito, dije entregándole mi reclamación.
    -No se lo va a creer, contestó. Llevo trabajando aquí veinte años, y hasta hace dos, me llamaba Ernesto.

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  • Imagen de perfilPROFESIONAL Y MADRE

    Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

    La noticia más feliz de mi vida acababa de convertirse en un hándicap laboral. No me lo podía creer. Estaba siendo rechazada, y expulsada de la empresa, tras anunciar que esperaba un hijo.
    Despedir a una mujer por estar embarazada, además de ilegal, era una rotunda declaración de la falta de empatía de mi jefe. El viejo carcamal no contaba con la equidad entre sus virtudes. Lo que él no sabe es que tengo a la mejor abogada del mundo. Éste será su último juicio antes de jubilarse. Y me ha asegurado que voy a recuperar mi trabajo, y que podré ejercer mi profesión, mientras ella ejerce de abuela.

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