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Julia Lucía Pariente 

“Me llamo Marta y necesito un abogado especialista en divorcios millonarios”.

Con esta declaración arrancó hoy mi jornada laboral. Aquella mujer se presentó en mi despacho sin cita previa. Sabía de mi sólida experiencia en derecho matrimonial y no me dejó margen para que su oferta fuera rechazada.

Me relató la clásica historia de amor de película: él afamado médico, ella reputada ginecóloga. Amor a primera vista, viajes alrededor del mundo… Todo era idílico hasta que una mañana apareció un coletero ajeno olvidado en un rincón del armario. Ver para creer.

Según me dijo, solo quería luchar por la equidad en el reparto. Ah, y conocer a la dueña del coletero, pero eso se lo dejaba al detective privado que había contratado.

Me despedí de ella consternada. Los destinos de los viajes coincidían con los de los últimos congresos de mi querido Antonio.

Un claro caso de conflicto de intereses.

 

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