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ISABEL CANDELARIA ORTEGA CANDEL · MURCIA 

Al despacho solo acudió Noelia. Me sorprendió escuchar que querían iniciar el divorcio de mutuo acuerdo y que ambos confiaban en mí. Habían crecido juntos y fueron novios desde el instituto; era la pareja envidada por el resto de los amigos. La declaración de amor del día de San Valentín del 87 nos puso a todos el corazón en un puño, ante el temor de que fuera rechazada por Noelia. Sin embargo, la hizo sentir una mujer muy especial e hizo que todas deseáramos creer que algún día también viviríamos ese momento. «Redactaré un acuerdo con la mayor equidad posible para ambos. No obstante, dime, Noelia, ¿no es posible reconducir la situación?», le dije. «Por Dios, Isabel», me contestó alterada, «¡pero si estoy enamorada de otra persona!». Me ruboricé e inmediatamente pensé: «Pues no, entonces ya no es posible». Una vez más había olvidado que soy abogada y no arregla-matrimonios.

 

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