IX Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilMARCELINO

Ana María Gamboa Monte 

Aprovechando el cobro de unos honorarios atrasados me fui a descansar a una playa de arena blanca y aguas turquesas. Por desgracia regresé urgentemente. En mi ausencia Marcelino se había vuelto loco. Era un colaborador imprescindible en mi despacho. Redactaba escritos, demandas, y todo tipo de recursos. Gestionaba el correo, las carpetas de los clientes, y me avisaba con su voz acerada de cualquier notificación. Experto en investigar los asuntos de más enjundia, encontraba al instante la documentación judicial más novedosa. Tras mi partida y bajo una frenética hiperactividad, Marcelino había preparado escritos absurdos y demandas inexistentes que enviaba con mi firma digital a procuradores elegidos al azar, además de licencias estrambóticas y un sinfín de despropósitos. Quizás fue mi culpa, me serví de su eficiencia y no supe poner el linde necesario en nuestro trabajo compartido. A mi pesar tuve que desconectarlo. Era un robot jurídico muy especial.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilConcatenación de casualidades

María Sergia Martín González- towanda 

Especializarme en Urbanismo; que mi cliente arrastrara lustros de desavenencias por una linde; que aceptara mi proyecto de reparcelar sus tierras para evitar el juicio o que duplicara mis honorarios fue una concatenación de casualidades. El tipo estaba eufórico. Tras celebrarlo, insistió en acompañarme en su taxi que había aparcado cerca. Charlábamos animadamente cuando nos sorprendió un control de alcoholemia. Me rogó intercambiar nuestros asientos: temía dar positivo, que le retiraran la licencia o que empezaran a investigar descubriendo que lo del maletero no era arena. Cuando llegamos, abonó la carrera y se instaló en mi casa. Continúa allí desde entonces. Por mi parte, todavía no he conseguido apearme del taxi porque a una carrera le siguió otra y otra… Sentado al volante, continúo persiguiendo la justicia. En cada bajada de bandera, asesoro multidisciplinarmente a cuantos clientes lo solicitan y ejerzo mi vocación como el ser más feliz del planeta.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilLos que van a pleitear te saludan

    Lidia Molina Gómez 

    Una expectación abrumadora acompaña la subida de barrotes. Palmada en el hombro. Me lanzan a la arena. Avanzo algunos pasos. Cierta congoja desestabiliza mis tobillos zigzagueantes. Taquicardia palpitante. Contacto visual. Frunzo el ceño. Disimulo el tic de mi ceja nerviosa. Eso creo. Posición de ataque: escudo en alto. Razonamiento afilado y empuñado. Contengo la respiración tratando de descifrar los movimientos del adversario. No es baladí. Eso decían. Doy fe. Aprieto el código hasta que se torna una extensión de mi mano. Desenvaino argumentario. Golpe seco.
    Su turno. Verborrea elocuente. Estrategia certera.
    Linde del combate. Se hace el silencio. Bajamos las armas. Aguardamos aún en posición de defensa.
    El Juez me mira desde la grada. Semblante serio. Ningún gesto. Silencio. Espera... Dedo arriba. ¡Licencia para respirar! Pleito ganado.
    Me incorporo al grupo de gladiadores honorarios. Primer juicio superado... Próxima tarea: investigar si la tensión desaparece con mi condición de novel

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  • Imagen de perfilSara

    jose antonio manzano obeso 

    Pese a haber cobrado la totalidad de tus honorarios pactados, y a tu buen hacer como letrado de la acusación particular, contratando detectives privados con licencia para investigar, ni la Policía judicial, ni decrépitos zahoríes pudieron encontrar el cadáver de Sara. La familia destrozada, el delito prescrito por el paso de ese Juez inapelable que es el Tiempo, representado por ese reloj de arena que se vuelca una y otra vez, con ese plus de pena que supone no haber podido velar ni despedir a su ser querido. Habían perdido lo último que le queda al ser humano: la esperanza. Los asesinos en la calle, el eco de la prensa difuminado, todo fue en vano. En estos casos la asistencia jurídica se torna en consuelo cada vez que el cliente te llama. No puedes hacer otra cosa, rozas esa estrecha linde que separa al abogado del sacerdote. Request in pacem.

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  • Imagen de perfilRECUPERACIÓN EMOCIONAL

    PILAR ALEJOS MARTINEZ 

    María admiraba orgullosa la orla sobre la pared de su reluciente despacho. La lista de honorarios dispuesta sobre la mesa esperaba a que el primer cliente entrara en su modesto bufete. Había decidido arriesgarse a ejercer por su cuenta, dada la escasez de ofertas recibidas desde que terminó la carrera.

    Sintió un sobresalto cuando sonó el timbre de la puerta. Al abrir, el corazón le latía golpeando el pecho. Se encontró frente a una anciana de cuerpo cansado y ojos enrojecidos. Sentadas una junto a la otra, logró tranquilizarla. Solo entonces se atrevió a hablar. Le contó sus años de lucha, tras mucho investigar, para obtener la licencia que le permitiese remover la arena, en la linde del cementerio. Había descubierto que allí fusilaron a su padre.

    Ahora, con la Ley de la Memoria Histórica en las manos y su ayuda, al fin, sus restos descansan en paz.

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  • Imagen de perfilDE CORAZÓN

    Yolanda Nava Miguélez 

    El pleito se inició por un dibujo en la arena. Era un corazón atravesado por una flecha y al pasarle por encima la tabla de surf de un tipo enorme que no respetó la linde fijada por la toalla, quedó partido por la mitad; las protestas de la pareja no fueron bien acogidas por el grandullón y rápidamente se formó un corrillo alrededor. Por fortuna, se ofreció a mediar el vigilante de la playa: "soy abogado" proclamó, y la gente le abrió paso para que pudiera investigar y resolver. Pero los concurrentes en el litigio dijeron no tener solvencia para afrontar los honorarios del joven, pese a no ser muy elevados. El letrado pidió que le concedieran la licencia de mediar gratuitamente. Logró la reposición del dibujo y una disculpa; como pago, los enamorados le invitaron a un helado de fresa, aduciendo que la pensión no les daba para más.

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  • Imagen de perfilMe llamó compañero

    MARIA PILAR MARTINEZ DE LA LLANA 

    Anselmo dio la vuelta a su antiguo reloj de arena. Era momento de comenzar a investigar.
    Por diferentes circunstancias de la vida, no pudo estudiar una carrera universitaria y lograr así su sueño de ser abogado penalista. Pero ello no le impidió conseguir la licencia de detective y perseguir delitos a su manera. El linde entre ambas profesiones era extenso pero no sus honorarios que, tras una brillante trayectoria profesional, había logrado forjar una gran fortuna con su reputado negocio.
    Esta vez aquel abogado necesitaba de sus servicios. “Compañero” le dijo al contratarle. Vocablo que llenó de orgullo al detective.
    Una hora de constante flujo de arena era lo que se marcaba Anselmo para hacer su esquema de pruebas y conclusiones previas. En aquella ocasión, las conclusiones se tornaron en definitivas cuando descubrió al culpable al mismo tiempo que éste le apuntaba con compañerismo con el cañón de su pistola.

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  • Imagen de perfilABOCATUS ABOCATO

    Miguel Ángel García Rodríguez 

    El joven macho de la especie abocatus abocato eleva su cabeza por encima de la linde de su territorio. Busca alguna hembra, pero, la entrada del macho dominante, que se permite la licencia de pasearse por su territorio con libertad, ejerce un inmediato efecto sobre el grupo, cuyos miembros agachan la cabeza en señal de sumisión y la jungla de teclados vuelve a ponerse en marcha.
    El joven macho es llamado por el macho dominante a su espacio personal donde, tras cerrar la puerta, ha de batirse con él en la arena.
    Esta vez no hubo tampoco suerte tras la batalla: los honorarios se quedaría como estaban.
    El macho joven debía mostrarse paciente, investigar a su rival y esperar el momento, confiando en que, acumulando méritos en territorio de caza, La Sabana de lo Penal, le hiciera subir escalafones en el grupo y convertirse en el nuevo macho alfa.

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  • Imagen de perfilSucedió una noche de verano

    Carlos Villanueva 

    Cuando accedí a llevar este caso, sabía que entraba en una zona de arenas movedizas, en el que había que actuar con suma cautela, donde no iba a ser suficiente con investigar la causa para llegar hasta el final del asunto.
    Un caso perdido, sin honorarios, que pondría a prueba los fundamentos por los que me aventuraba en el mundo de la abogacía y por los que me prometía a mí mismo defender la verdad y lo justo, más allá de un mero ideal. No importaba cuántas fronteras, lindes u obstáculos habría de traspasar para ello. Mi integridad profesional y humana no podían quebrantarse.
    Tenía licencia para llegar hasta el final de quien en ese momento ostentaba la autoridad.
    Las pruebas encima de la mesa, dos acusadas y un culpable, sobre el que debía caer toda responsabilidad.
    “Mamá, mis hermanas son inocentes; Papa acabó anoche con el helado de vainilla”.

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  • Imagen de perfilEL TAMAÑO DE LOS SUEÑOS

    MANUEL MORENO BELLOSILLO 

    Desde que existe la propiedad privada los lindes han sido habitualmente causa de intrincados y feroces pleitos, pero no hubo jamás en la dilatada historia de ese litigio- tan antiguo como la civilización- uno como aquel sobre el cual le tocó dilucidar a Horacio Hellpop, el famoso abogado con licencia para investigar casos extraordinarios. A Morfeo- el dios de los sueños- le urgía conocer la extensión de sus feudos y para ello era forzoso precisar la difusa línea entre la vigilia y el sueño. Hellpop lo consultó con la almohada y se despertó con una idea genial: «el dominio de los sueños empieza en el preciso instante en el que podemos volar sin asombrarnos». No sabemos si a Morfeo le satisfizo este dictamen, pero en pago de los honorarios le entregó una bolsa con esa arena mágica que Sandman arroja a los ojos para inducirnos al sueño.

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  • Imagen de perfilDescuido

    Vicente Küster Santa-Cruz 

    Un problema con una linde me trae hoy al juzgado. Dice el abogado que el caso está bastante claro, que no tengo de qué preocuparme. Eso espero, porque sus honorarios no son precisamente discretos. Mientras aguardamos a que nos llamen para entrar, dirijo la vista a la calle en busca de un punto en que distraer la mente. Mañana pasaré el día con la familia en la playa, retozaré en la arena como un niño para luego darme mi primer chapuzón estival. Si el fallo es favorable -insiste el letrado tras devolverme a la realidad- se acabaron las visitas al registro y al catastro. Desde que hace años solicitamos la licencia de construcción llevo esperando este momento, cada día. Porque... ¿conservas la copia de la licencia, verdad? -pregunta. En medio del calor sofocante, un escalofrío recorre mi espalda de arriba abajo. Mi abogado observa. Sonrío. Tendré que investigar.

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  • Imagen de perfilPROPIEDAD PRIVADA

    Modes Lobato Marcos 

    De psgrecia@gmail.com
    Para luisrebo@gmail.com
    Asunto HARTO

    Estimado señor Luis Rebolledo, le envío este correo para contratar los servicios del bufete de abogados que usted tiene a bien dirigir.
    ¿El motivo?
    Tengo en mi poder una serie de documentos que atestiguan que todos los mares, incluyendo hasta el último grano de arena de cada playa, son de mi propiedad.
    Pues bien, cada verano veo como miles de personas, ignorando las lindes, invaden mis terrenos y creo que ha llegado el momento de poner freno a esta situación.
    Pueden ustedes investigar y comprobarán que me asiste toda la razón.
    Acepten mi caso y recibirán unos más que generosos honorarios.
    De lo contrario, me tomo la licencia de afirmar que se avecinan tiempos de catástrofes naturales, destrucción y muerte.
    Sin más, reciba un cordial saludo.

    Poseidón (Dios de los mares).

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  • Imagen de perfilOnanismo judicial

    Lluís Talavera 

    La mujer conducía cuando se produjo el accidente en el que falleció su marido. A fin de establecer responsabilidades penales, busca representación legal para demandarse a sí misma y con la urgencia que otorga el autoempleo acepto encantado el encargo de acusarla y defenderla, tras informar de que solo cobraré mis honorarios si no pierde. Eufórico por haber conseguido dos nuevos clientes, contrato a un detective con su correspondiente licencia para investigar el asunto, quien tras minuciosas pesquisas averigua que la linde de la carretera rebosaba de arena resbaladiza sin que el automóvil dispusiera de las cubiertas preceptivas. Durante el proceso oral, expongo estas evidencias con gran elocuencia, con el resultado de que la conductora gana y pierde el juicio. Pero no tengo tiempo para celebraciones, ya mismo estoy estudiando denunciarme a mí mismo por impago de salarios.

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  • Imagen de perfilVACACIONES SIN DESCANSO

    FRANCISCO MANUEL FERNÁNDEZ MUINELO 

    -Ese menor invade claramente el linde .Además es público y notorio que ha extraído una enorme cantidad de arena . Aún estando legitimado para ello, es un claro abuso del derecho. !Demonios!, es el mismo supuesto de hecho que el contemplado en la Sentencia del Tribunal Supremo de 14 de febrero de 1994. Voy a investigar si tiene licencia para edificar esa construcción. No se hable más. Procederé a la interposición de la oportuna demanda contra sus padres o tutores. Los condenarán en costas. Tendrán que pagar hasta el último céntimo de mis honorarios.
    - !!Bastaaaa !!! Por Dios Manolo , relájate y vuelve a la toalla, que sólo es un niño haciendo un castillo y estás de vacaciones!. Maldita sea mi suerte...! Quien me mandaría casarme con un abogado!...

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  • Imagen de perfilEl abogado que no supo responder a mamá

    VICTORIANO AYLLON CALIZ 

    Un día, al poco de empezar a ejercer, mi madre, con mirada orgullosa, me preguntó cómo me sentía al ser abogado. No supe qué responderle. Vi en sus ojos la decepción. De eso hace ya cinco años.

    Primer día de agosto. Le he prometido a mi mujer que este verano voy a desconectar. Nada de investigar sobre asuntos pendientes ni de comerme el coco con honorarios impagados. ¡Estamos de vacaciones!

    Tumbado en la fina arena, tan cerca del mar que la brisa me eriza la piel y el agua me azota suave a intervalos precisos. La vida aquí parece tener sentido. Se acerca un chiquillo con pala y rastrillo. Mira a su padre, que le da licencia. El niño traza una raya en la arena. Una linde perfecta, pienso. ¡Emergencia! En septiembre me espera el juicio sobre acción de deslinde... ¿Lo tengo preparado?

    Cuando regrese tengo que responder a mamá.

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  • Imagen de perfilUNA DEFENSA APASIONADA

    Joaquín García 

    A pesar de no contar con excesiva experiencia, no dudé que me encontraba ante uno de esos casos en los que hay que traspasar la linde del estricto jurídico para impregnarse de cierto sentido del dramatismo. Y me permití la licencia actoral, desoyendo los consejos de mis veteranos colegas sobre que toda defensa construida desde el dramatismo y la búsqueda de sentimientos convierten el mejor alegato posible en ese castillo de arena con el que nuestra minuta de honorarios no pasará de ser papel mojado. Pero mi cliente se parecía tanto a mí que no pude evitar defenderlo como si me estuviese defendiendo a mí mismo, hasta que al escuchar el fallo del juez me vi arrestado, comprendiendo que al investigar junto a él su caso le había permitido conocerme lo suficiente como para que nadie percibiese que era yo condenando por sus delitos de usurpación de identidad.

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  • Imagen de perfilAMOR Y DERECHO

    Laura Pérez-Morala 

    En un infausto puente, el del odio, se tiró a la arena en impulso de nobleza. Llevaba consigo, más que un arma, un instrumento lúdico-deportivo que le unía al encanto de su niñez. No pidió licencia a "Scotland Yard" para alzar su cándida arma, no porque careciera de tiempo material, sino porque su naturaleza genética, afectiva y educacional, decidía más rápida, generosa y altruista. Traspasó las lindes de la prudencia oficial y convencional, que aconsejan los protocolos antiterroristas y el “sálvese quien pueda” del común mortal. Con su sangre derramada en el asfalto, selló su última credencial compostelana, muchas desde su cuna, haciéndose merecedor de la más sublime Compostela que se pueda otorgar. No devengó por ello honorarios, porque la excelencia del alma ni emite minutas, ni se pueden pagar. Nadie solicitó investigar; a él, por su discreción y grandeza, no le hubiera gustado. Era abogado, quizás no por casualidad.

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  • Imagen de perfilRelaciones vecinales

    Eva María Cardona Guasch 

    Nunca escatimo esfuerzos y suelo preparar cada caso a fondo y sobre el terreno. No sólo con miras puestas en los honorarios sino por mero prurito profesional. Con más razón me esmeré cuando se trató de un asunto propio.

    Las obras del nuevo vecino me incomodaban. Temía que la ampliación de su casa acabara invadiendo los lindes de mi propiedad y, como consecuencia, nuestra intimidad. Inicialmente no sabía hasta qué punto.

    Me puse a investigar si contaban con licencia. Frente a mi obcecación creciente con el tema, mi mujer se esforzaba por serenarme y desviar mi atención, con zalamerías y arrumacos casi olvidados. Fracasó.

    En una incursión al predio colindante para comprobar retranqueos, convertido yo en vulgar merodeador, entre sacos de arena y cemento, encontré al vecino en actitud tan fogosa y manifiesta que no requerió de la explicación que, al verse sorprendida, pretendió ofrecer mi esposa.

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  • Imagen de perfilPARA TODA LA VIDA

    Alejandro Ismael García Lobato 

    Su naturaleza le empujaba a investigar el caso y enfrentarse al invasor con todas las de la ley. Estaba seguro de que se trataba de un delito de violación de la privacidad y a las pruebas se remitiría ante el juez. El nuevo inquilino no tenía licencia u orden alguna para irrumpir en su terreno. Las lindes estaban perfectamente delimitadas y no podía argumentar que fuese por causas de la naturaleza pues en el último mes no hubo ni lluvias, ni seísmos y el terreno no era precisamente de arena que pudiese desplazarse con el viento. Claramente su ataúd se había introducido entre el de él y su madre de manera premeditada invadiendo su fosa familiar. Le daban igual los honorarios o la fama; solo buscaba la justicia.

    Y es que el que nace abogado lo es para toda la vida. Y también en la otra.

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  • Imagen de perfilDUDA RAZONABLE

    Margarita del Brezo 

    Mi esposa repite a menudo que defender a asesinos y malhechores es como caminar borracho sobre la linde borrosa que separa su lado de la cama del mío. Ella es así, metafórica de la cabeza a los pies, inteligente, minuciosa y la mejor ayudante que un abogado criminalista pueda tener. No escatima tiempo en investigar a cada nuevo cliente que llega hasta estar segura de que su historia es interesante, sin farsas, con elevadas posibilidades de ganar el juicio, y, además, de que el susodicho puede pagar nuestros honorarios. Trabajar con ella es estimulante, grato y productivo. O al menos lo era antes de que llegara el repeinado ese con licencia para matar y nombre de explosión de tebeo. Se citaron cuando el reloj de arena marcaba las 00:7 del lunes y no han vuelto todavía. No sé por qué, pero intuyo que este caso lo voy a perder.

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  • Imagen de perfilAbogado defensor

    Luis M. Cano Plá · Madrid 

    Muchos recién llegados a la profesión sueñan con altos honorarios, con saltar a la arena judicial y estrenar la licencia con un caso espectacular. Hay quien se prepara a fondo para investigar, para destapar tramas, para ofrecer un titular. Lo suyo es muy diferente. Le sobran conocimientos, pero está demasiado preparado para el bien y tal vez no tanto para calibrar el mal. Cruzando el linde de lo racional se lanza sin más armas que su patinete contra los terroristas, dando a muchos amenazados un regalo impagable: oportunidades de escapar. Para él no se trata de calcular las posibilidades de ganar. Se trata de valor y ética, de justicia y humanidad. En eso nadie puede vencerlo. Descanse en paz.

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  • Imagen de perfilDESTINO INELUDIBLE

    RAFAEL OLIVARES SEGUÍ 

    A don Artemio Cifuentes, promotor, le costó mucho sacar adelante la construcción de tres bloques de viviendas en primera línea de playa. Primero por los trámites para la resolución de los lindes del solar para conseguir la licencia de obras; luego por la inversión en tiempo y, sobre todo, dinero para investigar cómo conseguir la edificación con más arena y menos cal. Por suerte, los apartamentos, una vez terminados, se los quitaron de las manos y a muy buen precio y don Artemio acumuló una considerable fortuna.

    Ahora, paga con cárcel el no haber podido satisfacer la minuta de honorarios del despacho de abogados que le libró de ella cuando se vinieron abajo las tres torres.

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  • Imagen de perfilHOMENAJE

    FILIBERTO RUIZ GONZALEZ 

    La linde entre cobardía y valentía es sutil. Alguien debería investigar los motivos por los que a veces se traspasa. Viste a malnacidos matar sin licencia a una indefensa mujer. Tu subconsciente de Abogado te hizo saltar a la arena de los valientes para defenderla y te costó la vida.

    No cobrarás honorarios por tu acción, pero en justo pago vives en nuestro recuerdo con los héroes, un lugar reservado solo para seres humanos excepcionales, adonde tú, Ignacio, llegaste en patinete.

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  • Imagen de perfilMOSCAS

    Juan José Rodríguez Recio 

    Le llamaron loco.
    Que le diera por investigar moscas no era locura sino entretenimiento pasajero en aquel rencoroso verano que siguió a su licencia de la milicia. Tras la guerra algo había que hacer, así que terminó ganando honorarios alfonsinos ejerciendo de leguleyo. Acababa de volver triste de una Filipinas en llamas, sobre la linde de un siglo y dos imperios. El caso es que, a fuerza de verlas volar, acabó teorizando sobre sus preferencias; a veces, empalagosas, otras casi mascotas que se dejan acariciar por el amo. Fue tal vez por ello por lo que en aquella medianoche febril no le resultó extraño que aquella mosca que acaba de entrar fugaz por la ventana se le posase y le susurrase “bigote”. Cuando llegó a la arena del Juzgado lo entendió todo, supo con absoluta certeza que contaba con la simpatía del Juez que llevaba una mosca, el del bigote.

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  • Imagen de perfilVACACIONES JURÍDICAS

    JUAN CARLOS MONTERDE GARCĺA 

    Con esta ola de calor, el final de la temporada futbolera, y las vacaciones a la vuelta de la esquina, me formulo una pregunta irónica. Mientras mira por la ventana, ¿en qué puede estar pensando un Letrado en su bufete en el mes de Junio?:

    A) ¿En meditar, antes de cargar el maletero del coche, cómo obtener los honorarios de un cliente de dudoso cobro? No.

    B) Bueno, ¿entonces en la playa haciendo castillos de arena con su pequeño? No.

    C) Probemos otra cosa. Como conocedor de los Derechos reales, ¿en cuidar de que el balón de sus hijos no sobrepase la
    linde del apartamento del vecino protestón? No.

    D) Esto se complica, ¿en tramitar la nueva licencia para poder pescar en la mar? No.

    E) Pues no sé, ¿en investigar en la tumbona por el whatsapp de su hija que compañero de clase la sometió a bulling? ¡… ¡.

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  • Imagen de perfilCUÉNTAME, SHEREZADE

    Manuel de la Peña Garrido 

    Una noche le contó la historia del abogado Babá y los cuarenta corruptos. Otra, los casos de derecho marítimo de Simbad y asociados. Lunas después, le cautivó con los juicios de Aladino y su genial pasante de la lámpara maravillosa. Prosiguió narrándole las desventuras del fiscal dedicado a investigar al Ladrón de Bagdad por las arenas del desierto. Engatusando al califa con relatos sobre picapleitos (personajes interesantes, aunque obsesionados por sus honorarios), Sherezade evitó la condena a muerte que le aguardaba en palacio. Tras 100.001 veladas, extinguida la dinastía califal, desaparecido el reino de lejanas lindes, la cuentista consiguió algo más: el mismo Juez Supremo, deseando castigar (siquiera fuera en la ficción) a los insolentes juristas, le conmutó la pena capital de todo ser humano. A cambio de esta licencia de inmortalidad, Sherezade debía inspirar sátiras sobre abogados a apasionados microrrelatistas. Así surgieron muchos cuentecillos de un popular concurso literario.

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  • Imagen de perfilBuenos vecinos

    Manuel Cara Navarro 

    Este señor lleva medio hora hablándome de su vecino y a tenor de lo que dice, éste hombre más que propietario de la finca contigua debe de ser la última reencarnación del mal en la tierra. De hecho empiezo a temer que de un momento a otro aparezca envuelto en infernales llamas.

    -Ve, aquí está la linde y aquí es donde ha descargado la arena. Mire como ha entrado arena en mi propiedad. El muy...

    -¿Le consta si ha solicitado licencia?

    -No lo se a ciencia cierta,pero conociéndolo seguro que no.

    Nota mental: Investigar licencia y nada más.

    - Mire como ha usurpado mi propiedad. Quiero daños y perjuicios, indemnización del rectracto o lo que sea, pero que pague porque esto es intolerable.

    Nota mental 2: Instar al Colegio a que introduzca en el baremo de honorarios el concepto: "disuadir al cliente de emprender pleito estúpido ".

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  • Imagen de perfilBuried

    Jerónimo Hernández de Castro 

    Mi licencia de abogado debería contener un apartado más: prospector geominero, técnico de túneles, excavador… Hasta la mili la hice en zapadores. Todo me ha arrastrado a la tierra, a hurgar en ella sin importarme los honorarios. Desde la exhumación de cadáveres a aquel éxito mediático cuando ganamos el pleito a una multinacional que envenenaba los arrozales. Siempre hundido en el barro para conseguir pruebas o verificar cartografías espurias de desaprensivos que desplazan mojones o vértices geodésicos.
    Ahora me he detenido a investigar junto a la linde de un hacendado de ingresos sospechosos. Llamó mi atención la textura de la arena removida, de color tan diferente al suelo circundante. Sin duda algo se oculta aquí. Debe ser importante porque solo sicarios profesionales podrían dejarme inconsciente así. Ahora espero con impaciencia que alguien me rescate de este ataúd maloliente en que me han enterrado, antes que el oxígeno se termine.

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  • Imagen de perfilEL IMPARCIAL MINOTAURO

    Ángel Montoro Valverde 

    Investigar casos de discriminación animal era inútil, como una linde de arena en el desierto, si el rey León no designaba juez para el Tribunal de Semovientes, ante quien denunciar la abusiva preponderancia humana. Cierto que algunos tiburones llegaron a ser brokers, hienas y buitres banqueros y numerosas víboras políticos, pero el resto de la fauna realizaba trabajos penosos, carentes de licencia profesional y seguro veterinario.

    Tirando de tópicos, con evidente enfado de la zorra, descartó a la mula por terca, al cocodrilo por llorón, al camaleón por chaquetero… No encontrando candidato adecuado, pensó incluso en un loro que sólo sabía decir “honorarios”, por ser animal “de palabra”.

    Inspirándose el monarca en mitológicos centauros, sirenas y minotauros que, por su naturaleza antropomórfica, parecerían más imparciales, eligió para el cargo a dos jueces mancomunados.

    Nadie presagiaba el sangriento final… cuando la magistrada vaca supo que su colega se apellidaba McDonald.

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  • Imagen de perfilLa licencia del capitán

    JUAN LOZANO GARROTE 

    Cuando llegó a mi despacho aquel desarrapado Capitán Garfio me entraron dudas, lo reconozco. Mi colega decía que había caso, que teníamos que investigar sobre derecho marítimo. Él era así, lanzado, sin medir los pros y los contras. Yo, por el contrario, miré al capitán con escepticismo. Decía que tenía licencia para navegar por tierras de Nunca Jamás, que no había sobrepasado ninguna linde.
    Desde luego, era el cliente más estrambótico de todos. Más, incluso, que aquella lunática que encontraron en la arena de la playa, y que quería ejercer una acción de filiación contra el Rey Tritón. Lo despejé fácil: inviolabilidad por sangre real, y tal...
    Pero lo de Garfio... Eso era imposible. No había un solo documento que avalase su licencia. Solo un testigo, un tal Barrie... y estaba muerto. Por no hablar del tema honorarios... Al ver su mano derecha me entraban escalofríos solo de pensarlo.

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  • Imagen de perfilDE APELLIDO DESINTERESADA

    María Dolores Navarro Esteban 

    Haciendo la ronda de vigilancia costera, por la linde entre el mar y la playa, la vi por primera vez caminando por la arena, sintiendo de inmediato la necesidad de investigar quién era aquella persona que derrochaba tanta humildad al caminar.

    Permitiéndome entonces la licencia de seguirla, caminé tras ella pisando las huellas que dejaba sobre la arena, con la esperanza de que me condujeran hasta donde yo deseaba que me llevaran. Y así fue.

    Aquellas huellas terminaron en mi puesto de control de vigilancia. Y allí supe que era una de los nuestros, de los que dedicamos parte de nuestro tiempo a servir a la sociedad , con la única contraprestación de los honorarios de la satisfacción personal de ayudar a los demás. Ella, por si queréis conocer su nombre, se llama Anónima Desinteresada, y es una de nuestras abogadas pro bono.

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  • Imagen de perfilConcatenación de casualidades

    María Sergia Martín González- towanda 

    Especializarme en Urbanismo; que mi cliente arrastrara lustros de desavenencias por una linde; que aceptara mi proyecto de reparcelar sus tierras para evitar el juicio o que duplicara mis honorarios fue una concatenación de casualidades.

    El tipo estaba eufórico. Tras celebrarlo, insistió en acompañarme en su taxi que había aparcado cerca. Charlábamos animadamente cuando nos sorprendió un control de alcoholemia. Me rogó intercambiar nuestros asientos: temía dar positivo, que le retiraran la licencia o que empezaran a investigar descubriendo que lo del maletero no era arena.

    Cuando llegamos, abonó la carrera y se instaló en mi casa. Continúa allí desde entonces.

    Por mi parte, todavía no he conseguido apearme del taxi porque a una carrera le siguió otra y otra…

    Sentado al volante, continúo persiguiendo la justicia. En cada bajada de bandera, asesoro multidisciplinarmente a cuantos clientes lo solicitan y ejerzo mi vocación como el ser más feliz del planeta.

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  • Imagen de perfilHa valido la pena

    Alejandra Rusell Giráldez 

    Sobre la mesa de mi despacho descansan un reloj de arena, que me mantiene en la realidad y un billete al paraíso.
    A penas tres días y como diría mi difunto padre " con la música a otra parte". Como diría mi amigo Paco, el del bar -" jubílate antes que las fuerzas desfallezcan, Guzmán ".
    Me permito la licencia de afirmar que he sido un buen abogado. He cobrado todo tipo de honorarios, incluso he llegado a no cobrarlos.
    He dejado uñas y dientes con cada caso por pequeño que fuese. He llegado incluso a investigar cuan sabueso. La vida se me ha escurrido haciendo lo que más quería y por no saber donde estaba el linde entre lo profesional y lo personal he acabado haciendo el camino en solitario.
    Pero cada noche duermo con la sonrisa puesta al recordar el rostro de todos los que he ayudado .

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  • Imagen de perfilCuestiones de vecindad

    Juan José Castillo Peñarrocha 

    En un alarde de desvergüenza, mi insidioso vecino ordenó descargar la montaña de arena sobre el mismo linde. Sin siquiera haber iniciado la tramitación de la licencia de obras, el colindante se proponía trazar dos calles de su nueva piscina sobre un lateral de mi diáfana parcela. Precisamente donde proyectaba construir mi hermosa barbacoa.
    Necesitaba investigar el verdadero origen de una osadía que parecía situarse por encima del bien y del mal. Formulada la correspondiente denuncia, decidí dedicar parte de mis honorarios a la contratación de un detective privado. Al fin y al cabo la litigación corría de mi cuenta.
    No me arredraron los atemorizantes informes. Utilicé la arena descargada sobre mi lado, en la elaboración de la argamasa de mi barbacoa. La levanté junto al lindero, alta como un castillo, y al grito de “¡nos vemos en los juzgados!”, exultante y revestido con mi toga nueva, encendí la leña.

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  • Imagen de perfilJuicio interior

    Mikel Aboitiz 

    El abogado defiende. El fiscal ha de investigar. En la arena de los juzgados se fija la sinuosa linde de la legalidad, esa frontera que cruzo sin papeles.

    Soy uno y muchos a la vez. Existo dentro de todos. Corro por sus venas y no siempre termino en los juzgados. Porque también soy lo cotidiano: una mirada envenenada, el no agarrar la mano del que cae, la mentira vestida de piedad. Si bien, en ocasiones me pongo de domingo y me tomo alguna licencia: desfalco un banco o acaricio con demasiada fuerza el cuello de una amante. Me juzgan simultáneamente en Londres, Berlín y Madrid. Todos me quieren entre rejas, cuando habito en ellos mismos, escondido en prisiones de carne y hueso.

    Los abogados defienden. Los míos no cobran honorarios. Los fiscales investigan. Los míos cuentan ovejas por las noches y, como vampiros, rehúyen los espejos.

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