Juan José Castillo Peñarrocha

Microrrelatos publicados

  • Semper, semper aequitas.

    Absolutamente convencido de que la equidad debiera constituir el principio inspirador de toda sentencia, tatuó en su muñeca derecha, sobresaliendo ligeramente del borde de la puñeta de su toga, el término latino “aequitas”.
    Durante el ejercicio de toda su carrera como juez, tuvo el valor de leer insistentemente, sin disimulo alguno, en el transcurso de cada una de las vistas que presidió, el tatuado lema de su antebrazo. Ello le valió una inmerecida fama, entre colegas, de persona compulsiva, innovadora y bizarra. Supo sobrellevarlo, no obstante, con la exquisita educación que siempre le caracterizó.
    El día que colgó la toga, le sobrevino esa paz que el final de la vida tan solo otorga a las personas justas. Tras el almuerzo de despedida que le ofreció el escaso gremio asistente, acudió al taller de tattoo y se hizo imprimir “Semper, semper” en su envejecido antebrazo, justo encima de su antiguo tatuaje.

    | Septiembre 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • Soberanía y equidistancia

    Presa de una profunda melancolía, es ya incapaz de disfrutar de la autoría del más bello poemario jamás escrito. Abate al rey el inalcanzable nivel de los logros de su padre: matador de gigantes, como pastor; edificador de templos como monarca.
    Conmovido ante tamaña tristeza, alienta el letrado mayor a su señor, aseverándole que la más trascendente tarea de un rey estriba en defender la justicia e impartirla entre su pueblo.
    Le proporciona una mágica loción, adquirida a un mago por una bolsa de monedas, que complementará su incuestionable sabiduría con la virtud de una estricta equidistancia.
    Convence al soberano no el medio, sino la finalidad.
    La víspera del Sabbat, contempla tras los cortinajes, temblando, la escalofriante escena de dos mujeres disputándose entre alaridos la maternidad de un niño.
    Ataviado con negra túnica y despojado de corona, irrumpe Salomón, con decisión, en la sala de audiencia.
    También en la Historia.

    | Enero 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 11

  • La niebla y el viento

    Súbitamente, de forma inesperada, aunque anunciada, una densa niebla transformó los brillantes colores del soleado país en los amarillentos tonos de un viejo daguerrotipo.
    En un pertinaz intento, aquella penumbra pretendió hacer olvidar a la ciudadanía el amor a los espacios abiertos, a los horizontes, a los altos montes intentando la caricia con el cielo.
    Cuarenta años de tiniebla, de conmemoración de la ausencia tras cada aniversario. De derechos negados, silenciados.
    Fruto de tanto anhelo, súbitamente también, un fuerte viento otoñal levantó la espesa niebla y dejó al descubierto aquellas vivas tonalidades que ornamentaron las infancias de tantos seres humanos ya envejecidos.
    Conmemórese ese lejano día de diciembre como jornada de profunda alegría y alborozo; como aquel, en que todos los ciudadanos de un pequeño país volvieron a saberse iguales ante la Ley. Hónrese a aquellos que, enfrentando al olvido, hicieron posible una Constitución que devolvió al pueblo sus derechos.

    | Octubre 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7

  • Anonymous togado

    Mi rostro nunca fue el espejo de nada, pero siempre tuve cara de malo. Lo sé.
    Cualquier incumplimiento ajeno era automáticamente achacado al chaval con cara de maleante, al de la cicatriz como de cuchillada. Siempre fui el presunto culpable de toda fechoría juvenil sobrevenida en la ciudad.
    Descartado el sacerdocio, intenté labrarme con la abogacía una imagen tranquilizadora y respetable: sólo conseguí una patibularia cartera de clientes, confiada en la dudosa eficacia de un togado que infundía miedo.
    Mi hermosa elocuencia nunca consiguió compensar mi aterradora mirada de soslayo sobre mi cicatriz de navajero. Y mi preciado diploma terminó archivado en el tabique del olvido.
    Hoy, por fin, he reencontrado la seguridad sobre un taburete. Ataviado con toga y máscara Anonymous, soy el monologuista estrella del Club de la Comedia. Mi elocuencia al servicio del humor, de la felicidad efímera.
    Ni el peor tugurio osaría desprenderme de mi máscara.

    | Julio 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 30

  • Cuestiones de vecindad

    En un alarde de desvergüenza, mi insidioso vecino ordenó descargar la montaña de arena sobre el mismo linde. Sin siquiera haber iniciado la tramitación de la licencia de obras, el colindante se proponía trazar dos calles de su nueva piscina sobre un lateral de mi diáfana parcela. Precisamente donde proyectaba construir mi hermosa barbacoa.
    Necesitaba investigar el verdadero origen de una osadía que parecía situarse por encima del bien y del mal. Formulada la correspondiente denuncia, decidí dedicar parte de mis honorarios a la contratación de un detective privado. Al fin y al cabo la litigación corría de mi cuenta.
    No me arredraron los atemorizantes informes. Utilicé la arena descargada sobre mi lado, en la elaboración de la argamasa de mi barbacoa. La levanté junto al lindero, alta como un castillo, y al grito de “¡nos vemos en los juzgados!”, exultante y revestido con mi toga nueva, encendí la leña.

    | Junio 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 13

  • CUESTIÓN DE PRINCIPIOS.

    El mero turno correlativo decidió mi selección. Negándose a designar a su defensa, más por simple afán de notoriedad que por diáfano activismo, el problemático usuario de Twitter se convirtió, de oficio, en mi incómodo cliente.
    Con unos recursos económicos familiares desproporcionados a su cuestionable calidad comunicadora y escaso argumentario, mi indeseado cliente me obligó, con una más que meritoria premura derivada de su desidia, a articular su defensa con dos principales objetivos: intentar sin esperanza alguna un inaccesible sobreseimiento, y llegar a percibir unos honorarios profesionales imposibles de obtener sin litigar por ellos.
    Con la plena convicción de encontrarme ejerciendo la defensa de una inestable combinación de niñato y mentecato, di por buena la experiencia y, ocho días antes de la fecha señalada para la celebración del juicio, renuncié a su defensa. Sin justificación.
    Al menos libré a mi imagen de verse vinculada, en algunos medios, a la suya.

    | Abril 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • DESIGUALDAD DE ARMAS

    Sentado en el banquillo, el joven acusado observaba a su alrededor, sin alcanzar a asimilar los básicos pormenores de un proceso del que él parecía ser uno de los protagonistas.
    Lucía, ufano, gorra de skater con la visera sobre la nuca y el mismo atuendo colorista con el que había sido detenido al intentar revender, en el mercadillo de los viernes, una sustraída cesta de conservas de frutas tropicales con una fecha de caducidad sobrepasada. Un tatuaje tribal engalanaba su brazo izquierdo.
    Llamaron poderosamente su atención los vistosos encajes de las puñetas que adornaban las togas de su señoría y del representante del ministerio fiscal. De pronto, con absoluta decepción, se apercibió de que la toga del abogado del turno de oficio no lucía lo que él interpretó como galones.
    Rápido de reflejos, solicitó, a través del intérprete, la inmediata anulación de la vista, ante la clamorosa desigualdad de armas.

    | Enero 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 12

  • QADIR

    Envuelto en un mar embravecido, Qadir agita desesperadamente sus brazos, sus piernas, su alma si pudiera, e intenta mantenerse a flote, el tiempo necesario, al menos, para que unos brazos amigos le agarren a la vida y consigan sacarlo del agua, vivo todavía.
    Tiene cuatro años. Salió hace un tiempo de su pueblo pero no lo recuerda. Su pequeño pasado es tan leve que no puede ayudarle a comprender nada. Sólo recuerdos aislados: ese aroma de especia tan familiar que a veces se entrecruza. Algunos rostros. Muchos fusiles. Miedo.
    La tarifa para embarcar es tan elevada que sus padres han decidido no abandonar el continente e izar sólo a Qadir.
    Sin sistema electrónico de navegación y combustible para once millas, Lampedusa queda muy lejos. Quién sabe dónde.
    Pero el poder de la vida prevalece: Cristóbal, abogado, voluntario de Proactiva Open Arms, alcanza a nado a Qadir y le abraza.

    | Septiembre 2016
     Participante