XII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilEl niño que quiso ser Atticus Finch

David Villar Cembellín 

La lectura tuvo la culpa. Durante la infancia no tuve otro patio de recreo que la biblioteca: los libros eran mis columpios, sus páginas mi tobogán. Todos mis amigos eran piratas, detectives o mosqueteros. Con Sandokan encontraba el valor que me faltaba, con Sherlock Holmes la flemática educación inglesa que más tarde intentaría ensayar. Leer no era un pasatiempo para mí, suponía un acto inaplazable. Y entonces llegué a ese libro: “Matar a un ruiseñor”, de Harper Lee. ¡Atticus Finch se convirtió en mi héroe favorito! No tenía pistola ni sabía manejar la espada, ¡pero madre mía qué valentía la suya! Qué manera de defender al débil y cuánta nobleza. La equidad era su bandera, todas sus armas las palabras bien elegidas. ¡Palabras! ¡Yo que era un niño enamorado de las palabras! Supongo que fue algo innovador, incluso una sorpresa, que no eligiera Filología Hispánica. «Mamá, quiero estudiar Derecho», anuncié.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilCULITO DE PISTACHO

Esteban Torres Sagra 

El nuevo profesor de Laboral era arrogante como un efebo escapado de Argel. Destilaba el sexapil de una exquisita educación burlesca y nos tenía loquitas a las futuras abogadas con su talante innovador y su culito de pistacho. -El mejor adjunto, con diferencia, que habíamos tenido –solíamos decir; aunque quizás nuestro juicio de valor no cumpliese la premisa de la equidad. -El primer mandamiento de un abogado, queridos, es leer con concentración de orfebre toda la letra del contrato –argüía machaconamente con su estilo clásico, de retórico procaz, y ese aire de Jeff Bridges en “El amor tiene dos caras” que quitaba el hipo. Por eso, cuando lo despidieron, no encajé bien que me confesara ignorar la prohibición de relacionarse con alumnas. -Tercera cláusula, querido- expuse. Me abroché el sujetador y me fui, un tanto decepcionaba por haber confundido su rebeldía por la norma con un simple lapsus de principiante.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilTraición a la Justicia

    Eva González González 

    Nadie compartió mi entusiasmo por cambiar de bufete. Y menos mi padre, víctima de una educación arcaica que censuraba los cambios; era un despacho pequeño pero innovador, que no sólo prometía sino ejercía la equidad entre sus empleados. Nada más leer la oferta supe que sería mi nuevo hogar. Fui consciente de mi error cuando aceptaron la defensa de aquel pederasta y consiguieron su absolución. Traicionaron a la Justicia, aquella a la que Aristóteles definía como la virtud más necesaria de todas para la conservación del mundo. Creen que maté a mis colegas porque mi comida era la única que no estaba envenenada. No fui yo, no tendría valor. Fue la justicia divina, siempre poética.
    Observándole abandonar la sala mi nueva ayudante del hospital psiquiátrico me preguntó:
    -¿Cómo puede un abogado convertirse en asesino múltiple?
    - Es que no es uno de ellos. Era el cocinero de la empresa.

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  • Imagen de perfilLa hora justa

    Javier Risueño Martí · VALENCIA 

    Según mi reloj solo quedaban cinco minutos para la hora citada. Aceleré el paso mientras la corbata bailaba al ritmo de mis pies y el viento la acariciaba con educación y seducción.
    Llegué a la puerta del juzgado, comencé a leer los señalamientos que había para hoy y entonces me llamaron junto al letrado contrario. Entré con decisión, recordando la estrategia que había planteado los días anteriores y saludando cordialmente a Su Señoría.
    Desde un primer momento aquella sala lucía diferente, pero no me di cuenta hasta que llevábamos media hora de juicio. Era innovador, nunca había visto nada igual. Se respiraba justicia de verdad, no intereses económicos; equidad entre las partes, no desigualdad; el respeto mutuo era el valor que más se palpaba en el ambiente, en ausencia de la arrogancia y soberbia; la humanidad resaltaba en los gestos y palabras.
    Entonces, desperté. Las diez, llego tarde al juicio.

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  • Imagen de perfilAL OTRO LADO DEL SOFÁ

    Ernestina Tatti 

    La duda sobre qué clase de persona quería llegar a ser revoloteaba en mi cabeza, mientras mi abuela Ana tejía, al otro lado del sofá, una bufanda y yo me disponía a leer "El alma de la toga" en mi libro electrónico, un aparato que ella encontraba de lo más innovador.
    Ana no lo había tenido fácil. A ella, que fue la mayor de nueve hermanos, le tocó ayudar en casa y solo podía ir a la escuela cuando terminaba a tiempo sus quehaceres, porque su infancia transcurrió en una época en la que comer era más importante que aprender y la educación venía de casa.
    Ana se siente orgullosa de tener una nieta que estudió Derecho, sin saber que el verdadero valor de la equidad me lo enseñó ella.
    Levanté la mirada y encontré la respuesta a mi duda justo allí, al otro lado del sofá.

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  • Imagen de perfilAmpliando horizontes

    Jorge Valín Barreiro · Pontevedra 

    Siempre quise destacar sobre el resto, por eso al terminar mi educación en derecho y licenciarme, decidí emprender un proyecto innovador. Tuve que estudiar idiomas y viajar con frecuencia a lugares remotos. Ahora, por el bufete desfilan clientes de lo más variopinto, desde importantes personalidades a seres de los bajos fondos o habitantes de las selvas más escondidas. Algunos no saben ni leer, aunque yo los trato con irreprochable equidad: todos pagan bien. El tema de las comidas de negocios lo voy asimilando, debo reconocer que los bichos más repelentes son también los más nutritivos.
    Me armo de valor y entro en el despacho, Shiva me espera repantingada en el sofá. Mi socio lleva razón, los peores son los viscosos, nunca se acostumbra uno a estrecharles la mano. Trago saliva, ella no deja de mirarme con esos ojos saltones colgados de sus antenas verdes.
    —¿Qué tiempo hace por Andrómeda? —pregunto.

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  • Imagen de perfilAbsolución sumarísima

    Urko Madrazo Aguirre 

    Vestido con una innovadora toga escarlata, el juez se dispuso a leer la sentencia. Con la firmeza y educación que un momento así requería, depositó sobre la mesa la resolución judicial y comenzó su lectura. El mundo esperaba ansioso.

    La decisión resultó unánime. El principio de equidad fue aplicado en toda su magnitud. La sentencia marcó jurisprudencia para el resto de la vida conocida. Quedó probada la igualdad entre Dios y él. Se puso en valor que ambos eran seres magnánimos, todopoderosos, superlativos. Uno y otro tenían la potestad de definir el destino de todo ser viviente. Por tanto, no se podía encumbrar a Dios a los altares de la humanidad y condenarle a él. En el proceso más importante que hasta entonces había conocido la Humanidad, el Diablo quedó absuelto ante las acusaciones de crímenes de lesa humanidad que pesaban sobre él desde hacía más de dos mil años.

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  • Imagen de perfilSABER LEER

    Antonio González-Busto Múgica 

    Te instruyen para que contestes las preguntas con monosílabos, pero no va contigo. Te explican que debes contenerte, y ante el Tribunal mostrar respeto y buena educación. Te advierten que el reconocimiento de los hechos por el demandado tiene valor de prueba plena en el proceso. No entienden. Explicas con detalle que, en tu opinión, estamos ante un problema de equidad, que no puede ser que al banco le sobre y a ti te falte. Así que dices no entender qué haces en el Juzgado. Declaras que en tu actuación no hay nada innovador, que te limitas a cumplir la ley, sólo hace falta saber leer. "Fíjese, Señoría, bien claro lo dice". Tu Abogado baja la vista para no cruzar su mirada con la del Magistrado que, atónito, te escucha explicarle cómo según el artículo 609 del Código Civil la propiedad se adquiere por la "okupación".

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  • Imagen de perfilLa inocencia de la burbuja

    Celia Albors Villanueva 

    Cuando era pequeña recuerdo que mis padres eran mi héroes, supongo que no es el pensamiento más innovador del mundo.
    Recuerdo la importancia que le daban a mi educación y cómo intentaban inculcarme el valor de las cosas.
    El crecer me hizo salir de la burbuja del mundo idílico que me habían pintado mis padres, digamos que a eso se le llama madurar, aunque lo que realmente hizo estallar mi burbuja fue ejercer la abogacía.
    Ahora tengo que cerrar mi despacho con llave para evitar que mi hijos puedan entrar y leer los documentos de mis casos; es mi manera de mantenerlos en su burbuja un poco más de tiempo.
    Quiero creer en la justicia, pero ¿qué clase de equidad hay en un mundo donde los abusos a menores son perpetrados por los que tendrían que haber salvaguardado su niñez?

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  • Imagen de perfilMiedo en la sala

    Yanira Ojeda Tavero 

    La jueza me dio la palabra, era mi turno de conclusiones, iba a leer del papel porque era la segunda vez que entraba en sala, y no tenía la soltura de mis compañeros, a los que admiraba por el valor que demostraban cada vez que se enfrentaban al contrario.
    Miré la hoja, luego a mi cliente, quien me atravesaba con su mirada. Esperaba ansioso una victoria.
    Recordé la primera vez que entró en el despacho. Me lo habían designado por eso de la equidad de género, ya que los últimos clientes habían sido para mi compañero, que había entrado el mismo día que yo. Y no era de buena educación quejarse, cuando un despacho como ese te había dado una oportunidad como abogada.
    Inicié con un leve, pero innovador tono de voz, que me dio confianza para apartar la hoja y seguir mi discurso. Me atreví y gané.

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  • Imagen de perfilEl Consejo

    Germán Delgado 

    Siempre andaba de fiesta, esperando que por un milagro llegara el negocio innovador que me haría millonario. Aquella tarde fui por cervezas, y pasé por casa de una amiga, pero no estaba. Me quedé conversando con su padre, y viéndolo preocupado, le pregunté qué pasaba.
    —¿Quieres saber que tengo? —me dijo, sacando de su maletín un documento que me hizo leer: Era una orden de desahucio.
    —Discúlpeme —respondí, y él, con sus ojos húmedos, continuó:
    —Joven en este mundo no hay equidad. No pierda más tiempo. ¡Estudie! La educación hace la diferencia. Hágase un profesional para que cuando sea viejo no quede desempleado y en la calle como yo.
    Ese mismo día le prometí que lo haría y pronto comencé a estudiar derecho. Sus palabras me dieron el valor para el cambio. Llevo más de cincuenta años ejerciendo de abogado y tengo una hermosa casa con vista al mar.

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  • Imagen de perfilDerrota

    Miguel Ángel Roldán Tovar · México 

    Adquirió al árbol sonante de iure en el mercado negro. Había tenido el valor de renunciar a una larga historia familiar de educación en medicina. Y quería ser el mejor abogado, a costa de todo.
    Riéguelo con frecuencia y dará sus primeros códigos, y a nadie lo muestre, le advirtió el niñato que asistía al locatario.
    Debía leer al menos una línea del trozo de la jurisprudencia o la doctrina impresa de la que deseara su información, para luego sembrarlo al pie del árbol y engullir sus brotes absorbiendo el conocimiento.
    Se hizo el más innovador jurista. No había equidad, ganaba siempre. No había juez que no pillara en error del que sacara provecho.
    Ahí estaba el padre, veinte años después. Había asistido a la audiencia para corroborar el talento de su hijo. El juez entró a la sala. Era el niñato aquel. El abogado empalideció, sabía todo perdido.

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  • Imagen de perfilLa sentencia

    Lidia Ramallo Sánchez 

    Recuerdo con amargura cómo todos abandonaron el parque cuando las fuerzas de seguridad aparecieron. Solo Elena y yo tuvimos el valor para quedarnos, para enfrentarnos a don Amaro. Queríamos que nos explicase el innovador e ilegal proyecto con el que pretendía convertirlo en un centro comercial, pero prefirió esconderse en la inmunidad que le otorgaba la alcaldía.
    Basándose en el principio de equidad un juez decidió enseñarnos educación condenándonos a recoger los escombros que las excavadoras dejaron cuando hicieron desaparecer el parque.
    Díez años después Elena sigue a mi lado. No puedo dormir. Mañana me volveré a enfrentar a don Amaro, esta vez como juez, y podré leer el veredicto que lo declare culpable. "Por fin se hará justicia", me asegura Elena. Y con mi cabeza apoyada en su hombro sueño con ese momento, mientras las luces de neón del centro comercial bañan nuestra habitación.

     
  • Imagen de perfilAbogado de oficio

    zayra Abascal Múgica · cantabria 

    –¿Y si hubiera leyes que no se pueden leer en códigos?

    Quizás la educación legal, como la conocemos, haya muerto .Quizás haya llegado el tiempo de ser innovador y volver a definir la palabra equidad.
    Es curioso que tengamos el valor de plasmar en palabras el hecho de que no se debe favorecer el trato de una persona, perjudicando a otra, y en la realidad, sostenemos lo insostenible.

    –Gracias por tu alegato.Siéntese.– El silencio se hizo en la sala, hasta hoy.

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  • Imagen de perfilSED DE LETRAS, HAMBRE DE NÚMEROS

    Luis Gabriel David García 

    Al ver a su hija graduarse como la primera abogada de la familia, aquella orgullosa madre indígena perteneciente a la etnia xinka de Guatemala descubrió mediada la treintena su vocación tardía de maestra. Convencida ya del valor indiscutible de la educación, quería trabajar con un método de enseñanza innovador que facilitase el aprendizaje y desarrollo de las competencias básicas de la infancia en las zonas rurales, y contribuyese por lo tanto a la construcción de una sociedad de mayor equidad.

    Sí, estaba decidida a convertirse en una docente inspiradora aunque para ello tuviese ella misma que empezar desde cero, partiendo del dominio de las primeras letras, ya que era una de las más de 500 millones de mujeres adultas que, a pesar de encontrarnos en el siglo XXI, todavía no sabían leer ni escribir... Pero sería por poco tiempo.

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  • Imagen de perfilCausahabiente sin causa

    Luis Miguel Helguera San José · Valladolid 

    Mi madre era la que más me animaba: lucha por lo tuyo con educación, estás en tu derecho, no estás pidiendo nada que no sea tuyo, si hasta eres igualito a él… Le escuchaba contarme la historia y leer en las revistas su romance, pero me faltó valor hasta que contraté un prestigioso letrado experto en procesos sobre filiación, que aplicaba innovadoras técnicas en el cotejo de pruebas con restos de ADN.

    Aunque lo que verdaderamente me movía era el cariño que le profesaba a mi padre biológico – pues mi conducta se guía exclusivamente bajo parámetros de afecto y equidad–, entendía también que podría aspirar a una suculenta parte de la herencia que legítimamente me correspondía, como al resto de sus hijos reconocidos y a los que tenía por hermanos.

    Ahora bien, esas deudas con Hacienda… esos préstamos bancarios… esas hipotecas… quién podía imaginar…

    Soy clavadito a mi madre.

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  • Imagen de perfilPreguntas incómodas

    Julia Lucía Pariente 

    Hoy era la última prueba para acceder al puesto de director jurídico, y solo quedábamos dos candidatos.
    Entré a la entrevista nerviosa pero decidida. Con ese valor que te da luchar por lo que ansías.
    Las primeras preguntas se dirigieron a repasar mi educación jurídica, para pasar a continuación a indagar en mi perfil innovador y a leer diferentes conceptos jurídicos para confirmar mis conocimientos.
    Fue el final de la entrevista lo que me desconcertó, cuando sin tapujos aquellos entrevistadores se interesaron sobre si era madre o tenía intención de serlo.
    Un nuevo golpe a la equidad.
    Incómoda me desmarqué con una respuesta evasiva que resultó insuficiente.
    El otro candidato, a quien no interrogaron sobre sus intenciones como padre, fue el elegido para el puesto.
    Ya tendrían tiempo para informarse de que aquel tipo, que no era otro que mi marido, tenía exactamente los mismos hijos que yo: dos.

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  • Imagen de perfilATENAS Y ESPARTA

    Jesús Francés Dueñas · Madrid 

    Corría el rumor de que esa joven jueza de escuela ateniense recién llegada, traía un estilo tan revolucionario e innovador que era capaz de dictar sentencia en forma de poesía, mientras que yo, criado en la doctrina oficial del academicismo más puro a este lado de la jurisprudencia, siendo el prosélito más creyente en la quintaesencia de la educación espartana, el alumno aventajado de los juristas más implacables, fiscal feroz cuya pasión era leer y releer los procesos del Santo Oficio, árido orador que hacía morir de aburrimiento literalmente la esperanza del acusado de ser tratado con equidad, en realidad bebía los vientos por su señoría. Como me faltaba el valor para confesarle cuánto me atraía su forma de imponer orden en la sala, incurrí por cobardía en delito de dejación para poder por fin escuchar de sus propios labios los versos más tristes esta noche en versión sentencia ejemplarizante.

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  • Imagen de perfilUN BUEN CAMINO

    Rosalía Guerrero Jordán 

    En mi casa nunca se le dio valor a la educación. Quizás por eso me escondía en el callejón detrás de la chabola a leer los libros de la biblioteca escolar.
    Cuando crecí y manifesté mi deseo de ir a la universidad a mi familia le pareció demasiado innovador: una buena mujer debe casarse y tener hijos. De poco sirvió explicarles que me habían concedido una beca, y que ése un buen camino para alcanzar la equidad de nuestro pueblo con los payos.
    Y aunque mis padres tardaron un tiempo en comprenderlo, hoy se muestran orgullosos al decir que su hija es la primera catedrática de derecho penal gitana de España

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  • Imagen de perfilUna triste noticia

    David Monteira Arias 

    Al leer la noticia en la sección de necrológicas del periódico no pude reprimir las lágrimas. El doctor Martín era uno de los catedráticos de Derecho Penal más respetados del país. Su concepto innovador de las técnicas de educación superior en materia legal había creado escuela en toda Europa. Él nos enseñó el verdadero significado de la palabra equidad, el valor de la justicia.
    Ningún profesor fue nunca tan querido en la facultad de Derecho. Recuerdo que los alumnos de último curso organizamos una colecta para regalarle una pluma de oro con una dedicatoria grabada. Releí el último párrafo de aquella esquela que me resultaba imposible creer "Margarita Aneto, esposa del célebre catedrático de Derecho Penal, Amadeo Martín, apareció muerta en la mañana de ayer. Los forenses señalan el apuñalamiento con una pluma estilográfica de oro, grabada con las palabras "De sus alumnos de quinto" como causa de la muerte.

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  • Imagen de perfilEL PRIMER ABOGADO

    VICENTA FLOR GIL 

    Aun sin saber leer, tenía fama de innovador y, por ello, el grupo al que pertenecía decidió que, por su destreza, valor y equidad, debía mediar para intentar evitar la temible confrontación con unos extranjeros que demandaban los cotos de caza. Casi de forma innata, conocía y aplicaba el Código de sus ancestros, pero en aquella situación no ayudaría ni educación ni paciencia, tan solo cabía implacabilidad; no obstante, pensó en ofrecerles como alternativa un secreto tribal: otra reserva de caza y les pintó dónde y qué conseguirían. Finalmente, formalizó la tregua. Lo que nunca llegaría a saber es que los dibujos de aquel pacto sellado en Altamira serían famosos de por vida.

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  • Imagen de perfilMise en place judicial

    Luis Hernández Sánchez 

    Me esforcé mucho. Tuve que leer, escribir, volver a releer y corregir mis alegatos. Era mi primer caso y debía pulirlo bien. Me armé de valor al entrar en la sala del tribunal. El juicio comenzó rápido. La educación del letrado dejaba mucho que protestar, pero no me daba tiempo. Se notó mi mano de novato cuando protesté frente al juez por falta de equidad de partes. La negativa del tribunal fue abrumadora. Pero no me rendí. Antes de que Su Señoría diera el mazazo final, ejecuté un movimiento innovador que dejó a toda la sala en silencio. Todos me miraban con intriga. Con fascinante respeto. Dejé al letrado contrario sin nada que refutar. Me di cuenta de que aún estaba solo en la sala. Observé el reloj, nervioso. Pronto llegarían el letrado, las partes, el juez y el personal de justicia. Tengo la mise en place preparada para ganar.

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  • Imagen de perfilResponsabilidad social

    Javier Sánchez Bernal 

    Una de las decisiones con más valor en mi vida es ser abogado penalista. Sin embargo, ya en la Universidad descubrí el amor por la investigación y la docencia: leer, comprender, explicar; trasladar el Derecho con un enfoque innovador, para que los alumnos entiendan que nuestra disciplina es mucho más que un conjunto de normas contenidas en un libro. Por eso, con el gusanillo de la educación latiendo desde que me licencié, acepté el ofrecimiento de un antiguo colega para convertirme en profesor del Máster de Acceso a la Abogacía. Me aseguraron necesitar a un compañero que viera la profesión como algo integral: la asignatura sobre “Estatuto profesional y Deontología” requería trasladar a los futuros letrados competencias como la honradez en el ejercicio, la equidad en la toma de decisiones y la proactividad en la resolución de conflictos. Ojalá sea capaz de transmitir el espíritu que yo recibí décadas atrás.

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  • Imagen de perfilSe requiere profesional

    Carlos Alberto López Martínez 

    Le partí la cara. No quiero mentir, porque mis padres me dieron una educación en la que decir la verdad siempre es lo más importante. Me dejé arrastrar por la rabia ante la falta de equidad del contrato que me ofrecía. Cierto, la economía va mal, pero me molestó mucho cuando me soltó que doce horas diarias de trabajar a los fogones de su innovador local de alta cocina, por supuesto sin cobrar, iban a dar mucho valor a mi carrera. Así que cuando le contesté que yo era un profesional, aunque no saliera en la televisión como él, me replicó que la entrevista había terminado y que debería cobrarme por hacerle perder el tiempo. Eso me acabó de alterar. No me arrepiento de haberle pegado, aunque sí por quitarle la cartera y el reloj como escarmiento. Así, no te sorprenderá leer en este anuncio que requiero abogado. Se remunerará.

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  • Imagen de perfilCulpable

    Carlos Villanueva 

    Puede leer mi sentencia, soy culpable. A cada minuto que pasaba rompiendo las normas, me sentía más culpable. Sí, deseaba estar en el estrado. Me preguntaba si reuniría el valor necesario. No, Señoría, no es un problema de educación. Mis padres me la dieron, por ello estoy aquí. Gracias a su innovador sentido de la humanidad, que supieron transmitirme. Me enseñaron con mesura, con equidad, con paciencia, todos esos valores que ahora despreciamos, creyendo que así crearemos un mundo mejor para nuestros hijos.
    Ahí están los míos señoría. Yo les invité, para que no tuviesen la menor duda sobre su padre. Porque soy culpable.
    Les dije que debían conocer la importancia de nuestros actos como seres humanos, y que a pesar de hacer lo correcto debemos aceptar la culpa.
    Echarán de menos a su abuela. Pero nunca podrán decirme que la dejé morir sola en la sala de un hospital.

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  • Imagen de perfilQuijotescos, inconfesos

    Mikel Aboitiz 

    Herbert Stein, el abogado que ingresó en el bufete directo desde Berlín, sabía leer en los ojos de sus clientes, cantar en las fiestas navideñas «O Tannenbaum» a voz en cuello y formalizar difíciles acuerdos inter partes. En tanto que experto mercantilista, era innovador e imbatible. Sin embargo, en su vida privada, como él mismo me revelaba tras un par de copas de vino, le faltaba el valor para dirigirse a Laura G. con «fines extrajudiciales». «Me falla hasta la idioma», se lamentaba, recordando sus fracasados acercamientos a su exuberante Dulcinea, la mejor penalista del despacho.
    En la primavera de 2016 Herbert no aguantó el mal de amores y nos dejó por un bufete andorrano. Laura G. nunca se enteró de nada y yo seguí de pleito en pleito, trabajando de claro en claro y penando de turbio en turbio por la sinrazón de mi torpe falta de valor extrajudicial.

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  • Imagen de perfilEL BUEN DEUDOR

    Patxi Zarandieta Mendez 

    Me advirtió mi abogado sonriendo que esto estaba ganado. Está prescrita la deuda, dijo con seguridad y satisfacción.

    Será fácil, como demandado solo tienes que ceñirte al guión, y negar su reclamación verbal anterior, aunque fuese cierta. Pero...
    Niégalo, va a ser imposible de acreditar sin tu reconocimiento.

    Mi educación me hizo recordar la parábola del buen ladrón. Aún estaba a tiempo. No quería leer en la sentencia, que a pesar de haberse acreditado la deuda y su impago, esta había prescrito y se me absolvía. Sería una victoria desafinada e indecente.

    Así que, en un innovador estado alterado de conciencia y equidad, tuve el valor de reconocer en el juicio la vigencia de la deuda, y su reclamación anterior verbal, dejando a mi abogado ojiplático.

    Un instante perfecto, ser el otro para escapar de si mismo. Siento esa paz antigua de los buenos deudores, notarios de si mismos.

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  • Imagen de perfilCaso de conciencia

    IRENE OROMÍ 

    Cuando acepté el encargo sabía que iba a ser difícil. Días de pastillas para atrapar al sueño cuando otra cosa no logra hacer efecto a la hora de acallar el pensamiento que se piensa a si mismo. Aquel hombre había matado a su padre. El modo en que lo hizo no fue innovador, aunque le reconozco el valor. Lo asfixió con la almohada, en la misma cama en la que llevaba años postrado, custodiado por paredes encaladas y húmedas. Decía que su padre era ya un muerto al que solo le faltaba cerrar los ojos. La prensa no hablaba de otra cosa. Era un pueblo pequeño y aburrido, sin demasiada educación. Decidí no leer más el periódico. Para mi cliente fue cuestión de equidad, de justicia natural, y estaba dispuesto a someterse a los mandatos de la ley, pero la gente ya lo había sentenciado y condenado de por vida.

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  • Imagen de perfilAltas capacidades

    Maria Navedo Saurina 

    De niños mis padres nos repetían con insistencia que la única herencia que podrían dejarnos sería una buena educación. Nos inculcaron el valor del esfuerzo e intentaron que imperase la equidad para darnos a todos las mismas oportunidades. Pero pronto descubrimos que mi hermano pequeño tenía un talento especial. Antes de que supiera leer cogió mi juego de letras de madera y las colocó en orden alfabético. Pensamos que habría aprendido de los mayores, pero él era capaz de recordarlas con sus diferentes colores y construir palabras. En el colegio prefería la biblioteca al patio y sus resultados académicos fueron sobresalientes. Terminados los estudios, uno de sus profesores le introdujo en un innovador proyecto que aunaba Derecho y tecnología. Les impresionó su habilidad para investigar y deducir las consecuencias jurídicas derivadas de los delitos informáticos. Pasado el tiempo, sus autores, tras cumplir condena, ansían "el derecho al olvido".

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  • Imagen de perfilQue parezca un accidente

    Raquel Lozano Calleja 

    En la escuela de asesinos, además de la educación formal en las aulas, nos hacen leer toda la legislación penal actual y nos exigen un mes de prácticas. El valor a la hora de enfrentarnos al mundo laboral es la parte más importante en nuestra formación.
    Ya lo sabemos todo sobre armas de fuego, estrangulamiento, venenos... Hasta ahora hemos practicado con innovadores muñecos que parecen reales, bueno y con algún compañero de la escuela de suicidas, pero no es lo mismo. Si se dejan pierde la emoción.
    Lo peor de todo es que por un tema de equidad y de no sé qué subvención de fondo europeo, los de la escuela de abogados también han comenzado a practicar con nosotros y de momento, salvo Paco, al que apodamos el Houdini, el resto ya estamos bajo rejas.

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  • Imagen de perfilCurrículum Vitae

    Sergio Capitán Herraiz 

    “Innovador”. Así, sin más. Y se había quedado tan pancho.
    A pesar de que no pagábamos un duro y les teníamos trabajando sesenta horas a la semana, cada año recibíamos miles de currículos de candidatos a entrar como becarios en nuestro prestigioso despacho de abogados. Para hacer más sencilla la gestión, decidimos crear un portal en internet acotando los campos a rellenar y el máximo de palabras a emplear.
    Había un apartado que admitía 250 palabras: “Defina su carácter”. Y el angelito lo había zanjado con un escueto “Innovador”.
    Arrastré el ratón para ver que más genialidades se le habían podido ocurrir a aquel aspirante a pisar nuestras instalaciones y llegué hasta el último punto.
    Otros datos de interés: “Si ha tenido el valor de leer hasta aquí, en equidad y por educación, deje que me ría de usted”.

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  • Imagen de perfilEl cliente perfecto

    Javier CARRO DIAZ · BARCELONA 

    El paraninfo de la universidad estaba lleno de alumnos ansiosos de escuchar a aquel renombrado abogado. Era una celebridad pública que había llevado varios casos de personajes famosos, con su cuota asociada de apariciones en prensa, televisiones e incluso alguna revista del corazón.
    “El valor de la equidad” había sido el poco innovador título de su conferencia, pero a los alumnos les había dado igual y abarrotaban el paraninfo, más por el aura de fama del abogado que por el ansia de ampliar su educación.
    Había acabado de leer su discurso y llegó el turno de preguntas. Una alumna en la primera fila levantó rápidamente la mano.
    —¿Cómo sería para usted el cliente perfecto?
    —¿El cliente sería demandante o demandado?
    —Digamos que demandado.
    —¿Y tendría que hablar ante un tribunal o no?
    —Digamos que sí.
    El abogado sonrió.
    —Entonces es fácil. El cliente perfecto sería mudo.

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  • Imagen de perfilConciliación laboral

    Amèlia Pujol Hostench · Barcelona 

    EL abogado compró un innovador robot para el hogar por un precio inferior a su valor real de mercado. La máquina tenía huesos artificiales, músculos, tendones, podía parpadear, fruncir el ceño y hablar. El primer día que llegó a su casa, el jurista empezó a leer las instrucciones y lo programó para limpiar el piso, poner lavadoras, planchar la ropa, preparar la comida y dirigirse a él con educación. Como el letrado estaba encantado con la nueva adquisición, buscó un hacker que lo reprogramara para que también lo ayudara en las tareas jurídicas. Un día el robot se enfadó y amenazó con demandarle si no se distribuían las funciones en términos de equidad. Ahora el letrado limpia el piso, pone lavadoras, plancha la ropa, prepara la comida, y el humanoide hace las demandas, redacta los recursos, tramita los amparos, prepara los juicios.

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  • Imagen de perfilEl legado

    Angel Luis Fernández Sanz 

    Un libro sucio, viejo.
    No parecía gran cosa, ni siquiera como recuerdo.
    De todos los que había en la casa, fue el único que se salvó.
    Tuvo el valor de cogerlo de la estantería en llamas y salir con él de aquel infierno.
    Código Penal, primera edición, 1848.
    Lo limpió con mucho cuidado.
    Contenía trozos de papel, con notas, de todos aquellos que lo habían utilizado sucesivamente durante su educación.
    Perfecta caligrafía con la que comentaban los pasajes más oscuros del texto.
    Antepasados que habían iniciado el camino en el difícil mundo del derecho, con la ilusión por luchar defendiendo valores como la justicia y la equidad.
    Empezó a leer.
    Comprobó el cuidado utilizado con las palabras, la precisión de los términos, y el espíritu innovador con que se había forjado.
    Era la cuarta generación de abogados, y por fin había encontrado la esencia que les había unido a todos.

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  • Imagen de perfilSemper, semper aequitas.

    Juan José Castillo Peñarrocha 

    Absolutamente convencido de que la equidad debiera constituir el principio inspirador de toda sentencia, tatuó en su muñeca derecha, sobresaliendo ligeramente del borde de la puñeta de su toga, el término latino “aequitas”.
    Durante el ejercicio de toda su carrera como juez, tuvo el valor de leer insistentemente, sin disimulo alguno, en el transcurso de cada una de las vistas que presidió, el tatuado lema de su antebrazo. Ello le valió una inmerecida fama, entre colegas, de persona compulsiva, innovadora y bizarra. Supo sobrellevarlo, no obstante, con la exquisita educación que siempre le caracterizó.
    El día que colgó la toga, le sobrevino esa paz que el final de la vida tan solo otorga a las personas justas. Tras el almuerzo de despedida que le ofreció el escaso gremio asistente, acudió al taller de tattoo y se hizo imprimir “Semper, semper” en su envejecido antebrazo, justo encima de su antiguo tatuaje.

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  • Imagen de perfilALICE

    Miguel Ángel García Rodríguez 

    Desde que Alice apareció, con exquisita educación, pero con un aire arrolladoramente innovador, revolucionó a todo un país.
    Las instituciones fueron cayendo, desde los ducados hasta la autoritaria y caprichosa monarquía.
    Un nuevo gobierno basado en la equidad, en una tierra pacífica sin el antaño numeroso ejército.
    El anterior heraldo de la extinta corte, elegido democráticamente gracias a su experiencia en labores de gobierno, pudo leer, con perfecta puntualidad, su discurso de investidura, secundado por su etéreo asesor de sonrisa permanente.
    Ella me aportó el valor para abandonar mi insustancial vida de diversión e interesarme por las leyes, logrando convertir los desquiciantes juzgados en lugares de justicia.
    En mi haber está el conseguir desterrar la pena capital del país, donde ya nadie perdería la cabeza.
    Hoy, como ministro de justicia, casi nadie recuerda los tiempos en los que me llamaban loco y llevaba un sombrero de 10 chelines 6 peniques.

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  • Imagen de perfilLa ley del deseo.

    Javier López Vaquero 

    Carmelita la víspera de Reyes colocó cuidadosamente los zapatos junto a la cama. Al leer en voz alta su deseo dio un gran valor al pedido que encomendaba a los Reyes de Oriente: la vuelta de un padre al que echaba de menos, porque aunque la madre intentaba tratar con equidad a los hermanos, no podía disimular su favoritismo.
    Se durmió mientras las mariposas revoloteaban en su estómago.
    Amaneció. Se respiraba un ambiente especial. Apareció el señor Satrustegui, un abogado de acendrada estirpe que había llevado con método innovador los asuntos del padre, mientras éste cumplía condena.
    A los postres, la madre anunció la buena nueva: "El señor Satrustegui será vuestro nuevo padre". Hubo promesas de esmerada educación, amor, protección...
    Carmelita se acostó esa noche pensando que cuando pidiera nuevos deseos, concretaría más.

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  • Imagen de perfilNo hay dos sin tres

    María Gil Sierra 

    Marta y Sumaiya tienen los ojos color aceituna. Podría ser la única coincidencia entre las dos, o no. Marta tiene veintinueve años, ha recibido una buena educación y, gracias a sus ideas innovadoras, va a ocupar el puesto ofertado en un prestigioso bufete de abogados. Sumaiya acaba de cumplir doce años, apenas sabe leer y nunca ha sido tratada con equidad.

    En su primer día de trabajo, Marta estrena una blusa bordada con esmero por las manos infantiles de Sumaiya —segunda coincidencia—. La tercera sucederá dentro de un año. Si Marta conociera la historia de la niña, lucharía por sus derechos. Pero en el país de Sumaiya las leyes no tienen valor. Así que el 9 de septiembre de 2021 se celebrarán las bodas de ambas.

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  • Imagen de perfilEXODO HACIA LO RURAL

    gloria martínez-junquera 

    La ciudad en tiempos del COVID me exasperó. Tomé mis maletas, mi colección de Aranzadi y gran valor e instalé mi propio despacho de abogados en el pueblo de mi madre.

    Aunque los cambios tan bruscos son difíciles, en cuestión de días me había acomodado a mi nueva normalidad.

    He creado un despacho innovador en el que atiendo a mis clientes en la plaza del pueblo, al aire libre y con todo tipo de medidas protectoras. Esto ha transformado el pueblo, pues los vecinos han creado más lazos, reina la educación y la equidad. Es más, no he pisado los Juzgados aún, pues no ha sido necesario.

    La calidad de vida que he ganado no se paga con dinero. El tiempo que antes perdía en la ciudad, lo invierto en leer y sobre todo en intentar entender por qué he tardado tanto en tomar la mejor decisión de mi vida.

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  • Imagen de perfilB.

    Miguel Ángel Arana Martínez 

    El jefe del bufete arengaba a los pasantes reunidos en la sala:
    -Sois afortunados. Este es un despacho innovador, abierto a las nuevas tecnologías, a las nuevas ideas. Aprovechad bien vuestra estancia aquí, pues el bagaje que os aportará no tiene precio.

    Nadie tuvo el valor de replicarle que para provecho el suyo, pues les hacía trabajar como esclavos, por una remuneración poco menos que simbólica, unida a la promesa de un futuro mejor que nunca se cumplía.

    Fue asignando tareas, de forma que uno a uno salieron presurosos en pos de su cometido. Sólo quedaba B., la última incorporación. A éste le dio un tocho de cuatrocientas páginas y le dijo:
    -Necesito que te pongas de inmediato a leer este arbitraje de equidad, y me hagas un resumen para mañana.

    B. le miró un momento y dijo suavemente, con una educación exquisita:
    -Preferiría no hacerlo.

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  • Imagen de perfilLOS PAPELES DE KARIMA

    SANTIAGO MESSA POULLET 

    Vamos Joan, tienes que ser innovador en tu estrategia, proactivo en tu alegato y poner en valor el testimonio de tu defendida. Karima no sabía leer, pero poseía y atesoraba una educación que ya quisieran muchos letrados ilustres. Explicó con contundencia argumentativa como la habían discriminado en el proceso selectivo de empleo por el hecho de ser mujer… e inmigrante. Principio de equidad pisoteado. Increíble que todavía pasen casos como el de Karima. Anda, aprovecha ese banco vacío para poner orden en esa desordenada carpeta, ¡qué desastre Joan!. La tarde quedó calurosa y las Ramblas poblaban sorprendidos turistas mientras ponía orden entre alegatos, contratos y pruebas del más amplio espectro. Además, hoy, diecisiete de agosto era su cumpleaños. Día completo… si no fuera por un tumulto estruendoso que sin entender bien, se aproximaba. La furgoneta pasó rozándole; el banco le preservó y los papeles de Karima… le salvaron la vida.

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  • Imagen de perfilAgua para el romero

    Pablo García Muñiz 

    Como abogado del Banco Nacional, me desplacé a la vivienda ocupada por Steffano para negociar con él. Steffano resultó ser un tipo encantador. Hablamos de la diferencia entre usurpación y allanamiento, de equidad social, del mercado inmobiliario. Agradeció mi educación y mis formas, mucho más humanas -dijo- que las de los desokupas que le habían visitado la última vez.

    Charlando sobre cambio climático, me enseñó algunas modificaciones que había introducido en la vivienda: un innovador sistema de filtros para mejorar la calidad del agua y unas placas solares que aumentarían significativamente el valor del inmueble.

    Días después, me despidieron del trabajo por una serie de rumores que no me esforzaré en matizar y hoy he preferido no acudir al juicio.

    Miro mi teléfono, esperando leer el mensaje de Steffano que me confirme que hemos ganado, mientras riego el romero -nuestro romero- con el agua más cristalina que haya visto jamás.

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  • Imagen de perfilCULITO DE PISTACHO

    Esteban Torres Sagra 

    El nuevo profesor de Laboral era arrogante como un efebo escapado de Argel. Destilaba el sexapil de una exquisita educación burlesca y nos tenía loquitas a las futuras abogadas con su talante innovador y su culito de pistacho.

    -El mejor adjunto, con diferencia, que habíamos tenido –solíamos decir; aunque quizás nuestro juicio de valor no cumpliese la premisa de la equidad.

    -El primer mandamiento de un abogado, queridos, es leer con concentración de orfebre toda la letra del contrato –argüía machaconamente con su estilo clásico, de retórico procaz, y ese aire de Jeff Bridges en “El amor tiene dos caras” que quitaba el hipo.

    Por eso, cuando lo despidieron, no encajé bien que me confesara ignorar la prohibición de relacionarse con alumnas.

    -Tercera cláusula, querido- expuse.

    Me abroché el sujetador y me fui, un tanto decepcionaba por haber confundido su rebeldía por la norma con un simple lapsus de principiante.

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  • Imagen de perfilEducación

    Marta Trutxuelo García 

    La veo refunfuñar delante del libro. "¿Puedo encender el ordenador?", pregunta por enésima vez. "Termina esta página. Mira... ¡he descubierto un sistema innovador para aprender a leer!". Y digo impostando la voz: "La «m» con la «a»...". "¡Mamáaaa!, ¡que ya séeee!", protesta ella. Desde la experiencia y sabiduría que le otorgan sus seis años de edad, mi hija expone la situación de su colegio: la niña del pañuelo, Yashia, aún no sabe leer; tampoco Luismi, el vecino, porque durante el confinamiento no se conectaba a las clases online...
    "¿Por qué estudias, mami? ¡Ya eres mayor!", pregunta al verme retomar mis apuntes. Aunque es pequeña le explico el valor del aprendizaje y conceptos como equidad, inclusión... Sonrío. Pienso en mis oposiciones a jurista de prisiones, pienso en los reclusos, acaso con hijos llamados Yashia o Luismi, pienso en mi hija y recuerdo que la educación es un derecho, no un privilegio.

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  • Imagen de perfilOXÍGENO

    Ruth González Poncela 

    —Usted sabe que siempre he interpretado y aplicado la ley conforme al principio de equidad, respetando los designios del legislador.
    —Lo sé don Aquilino, por eso todo el mundo le respeta.
    —El asunto que debo juzgar es delicado. Necesito leer la Jurisprudencia relacionada. Además tenemos un problema añadido ya que los miembros del tribunal poseen distinta educación jurídica.
    —Esto lo ha comentado varias veces desde que se trasladaron aquí.
    —¡Cierto! Además tampoco fue fácil crear un innovador sistema judicial...
    —¿De qué trata este nuevo caso?
    —Desde que los últimos supervivientes abandonamos la Tierra, allá por el año 2022, y ustedes nos acogieron en su pequeño planeta, hemos tenido que adaptarnos a vivir con poca luz y escaso aire… Bienes de gran valor en nuestro mundo. Sepa que es la primera vez que iniciamos un juicio contra un chico que mató a su hermano porque le estaba robando el oxígeno.

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  • Imagen de perfilABOGADA COMO TÚ, MAMÁ

    juan perez morala 

    Nerea estaba ya en segundo de educación secundaria. Si algo sorprendía a su madre, abogada penalista, era su afición a la lectura. Quizás porque le gustaba leer las grandes novelas juveniles, de Verne, Carroll, Dickens, etc, la niña descollaba en imaginación.

    Pero la cosa no quedaba ahí, porque lo más curioso es que se leía cuanta jurisprudencia penal caía en sus manos. Y a esto su madre no le hubiera dado valor, a no ser que, para asombro suyo, de algunos de sus casos más importantes, su hija se inspiraba para escribir pequeñas novelas. La chiquilla, con su sentido innovador, cambiaba los escenarios y los personajes; retocaba las tramas, y los desenlaces no siempre coincidían con el sentido de equidad y justicia del tribunal que sentenciaba.

    Una tarde, estando sentada en una terraza del madrileño parque del Retiro, la pequeña sorprendía a sus padres: “quiero ser abogada como tú, mamá”.

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  • Imagen de perfilA MEDIADOS DEL SIGLO XX

    Amparo Martínez Alonso 

    “De buena familia y educación esmerada”. Así rezaba la cuartilla que me presentó. Tras leer dichos calificativos, eché un vistazo a su dueña: una joven “buena” y “esmerada”, precisé mentalmente… Pero, ¿quién diablos necesitaba una mojigata sabelotodo?, me enfurecí. Lo que yo buscaba era “un” ayudante con valor, decisión y entrega. Creo que lo dejé suficientemente claro en el anuncio por palabras de aquel semanal: “Abogado innovador precisa colaborador para múltiples pleitos.”

    ─Perdone, señorita… Ha habido una confusión. Este bufete ya dispone de secretaria… ─farfullé, mientras le devolvía su recomendación mecanografiada.

    ─Me alegro, letrado ─contestó, sonriendo.
    Luego, cogió la cuartilla y la guardó en su bolso. De donde sacó (para extender sobre mi mesa) fotografías de cruentos casos, pendientes de juicio…

    ─¿Se le revuelven las tripas? ─me interrogó. Sin esperar contestación alguna, alegó:
    ─¡A mí, tampoco!... Equidad, justicia, igualdad, señor letrado… Si me contrata, bien podrá presumir de abogado innovador.

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  • Imagen de perfilPura equidad.

    Alejandro Pernías Ábalos 

    Al tiempo que recogía sus apuntes para la clase y aquellos estudiantes ya se agolpaban en la puerta para salir, no podía dejar de pensar en qué se había convertido después de apenas seis años de ejercicio. Tenía el valor de impartir clases de Derecho Civil I en aquella universidad a la que ni siquiera pudo optar por su escasa nota. Además, cuando estudiaba era incapaz de leer una sola página de los manuales de Díez Picazo y ahora se sentía un “innovador” intentando rebatir algunas opiniones del maestro.

    Desde su nueva posición en el Bufete tenía más tiempo para dedicarle a las clases. Le encantaba. Era consciente de la admiración de sus alumnos al ver a un joven abogado allí. Enseñar también formaba parte de su profesión. Sabía lo que la educación había hecho con él y sentía la obligación de devolvérselo a la sociedad. Era cuestión de equidad.

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  • Imagen de perfilInstinto de supervivencia.

    Alejandra Rusell Giráldez 

    Era un planeta pionero con un sistema innovador en lo que a educación se refiere. Otros planetas estaban intentando instaurarlo sin éxito . Como abogado docente de una prestigiosa universidad fue enviado a dicho planeta para aprender el intríngulis interno.
    Fui recibido con un ejemplar del Principito, que me instaron a leer antes de comenzar la reunión. Contestaban a todas mis preguntas con otras preguntas en las cuales, sin pretenderlo hallaba las respuestas buscadas.
    Para ellos, la equidad, en el amplio sentido de la palabra, era lo que más valor tenía.
    No pude disimular mi consternación cuando les hablé de mi profesión. Hacía miles de años que se había extinguido en su planeta . No existían los abogados. No los necesitaban.
    Cuando días después aterricé en mi planeta, cogí aire antes de comunicarle a mis compañeros que la búsqueda de información había sido infructuosa.

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  • Imagen de perfilÁvalon

    Julio Montesinos Barrios 

    Ávalon fue el nombre elegido por la comunidad primigenia para aquel paraje idílico desde el que impulsar el crecimiento sostenido, inclusivo y sostenible. Un guiño a la isla mitológica que, gracias a la educación y carácter innovador de sus integrantes, se hizo realidad.

    La correcta gestión de los recursos naturales y el cumplimiento de las normas fomentaron el progreso de Ávalon. Como jurista, asumí la responsabilidad de administrar justicia con equidad y sentido común. El beneficio colectivo era el valor más importante.

    Hasta que la generación de excedentes trajo la abundancia, los cargos administrativos, recaudadores de tributos, políticos, empresarios… Las leyes se relajaron. El juego le ganó la partida a la sostenibilidad. Renuncié a mi cargo de juez tras leer un informe con licencias para cinco nuevos casinos. Un rótulo luminoso da la bienvenida a sus miles de visitantes, nutriendo su fluorescencia con el amargo gas de los sueños perdidos.

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  • Imagen de perfilCARLITOS

    JUAN ANTONIO TRILLO LÓPEZ 

    Era mi primer día de teletrabajo como abogado de un prestigioso bufete, un innovador proyecto que me permitiría implicarme aún más en la educación de Carlitos. Todavía no tenía tres años pero pensé que podría enseñarle a leer con la cartilla que conservaba de mi niñez. Parecía entusiasmado con ella pero recibí una llamada y mientras comprobaba unos documentos en el ordenador, Carlitos la destrozó y se comió la página de las vocales.
    Tenía hambre, así que le di de comer pero al acabar me vomitó todo encima. Tras cambiarme, el niño repetía algo parecido a “equidad”. Me extrañó bastante que manejara ese vocablo pero luego comprobé horrorizado que realmente decía “el cristal”. Había roto el de la mesita del comedor.
    En eso recibí un whatsapp de mi mujer:
    -¿Cómo va todo?
    -Estupendamente, le mentí mientras calculaba el valor del desaguisado.
    ¡Cómo añoraba ya mi oficina y a los compañeros!

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  • Imagen de perfilGuerra Sin Sentido

    Juan Camilo Ramírez 

    Me conmovió profundamente la llegada de aquel chico a mi oficina, empujando con los brazos las ruedas de su silla. En su servicio a la patria había perdido las dos piernas, y no siendo suficiente, la mina también le arrebató un ojo. Después de tres años desde lo sucedido, reunía el valor para enfrentar al Estado a cuya bandera había jurado; solo pedía equidad por lo que la imprudente acción de sus superiores le habían arrebatado. Había entrado al ejército como soldado regular porque la suya fue una educación muy limitada y ahora, con un solo ojo, apenas si conseguía leer lo que tenía a quince centímetros de su cara. El suyo sería no solo un caso innovador para los jueces colombianos, sino también la exigencia de una sociedad hastiada de la guerra y de ver a sus generaciones más jóvenes mutiladas por un conflicto sin sentido.

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  • Imagen de perfilEquis y edad

    ELENA BETHENCOURT 

    Se sube a una silla. No necesita leer, tampoco sabe, pero está seguro de lo que quiere decir. Habla mezclando lo que escucha sobre educación en la tele con mascarillas, distancias, recreos y jabón. Concluye con una reflexión sobre equis y edad, aunque en realidad quiere decir "equidad". Dicta sentencia: todos los peluches son culpables por no cumplir las normas.
    Se quita la toga de modelo innovador que se ha hecho con una toalla y coge la mochila. Armados de valor llegamos al colegio. Le dejo allí con una mueca que pretende ser sonrisa y me voy al juzgado.
    Cruzo los dedos para que el mundo se arregle y mi pequeña equis pueda disfrutar ahora de su edad y un día cumpla su deseo de ser juez.

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