Imagen de perfilEducación

Marta Trutxuelo García 

La veo refunfuñar delante del libro. «¿Puedo encender el ordenador?», pregunta por enésima vez. «Termina esta página. Mira… ¡he descubierto un sistema innovador para aprender a leer!». Y digo impostando la voz: «La «m» con la «a»…». «¡Mamáaaa!, ¡que ya séeee!», protesta ella. Desde la experiencia y sabiduría que le otorgan sus seis años de edad, mi hija expone la situación de su colegio: la niña del pañuelo, Yashia, aún no sabe leer; tampoco Luismi, el vecino, porque durante el confinamiento no se conectaba a las clases online…
«¿Por qué estudias, mami? ¡Ya eres mayor!», pregunta al verme retomar mis apuntes. Aunque es pequeña le explico el valor del aprendizaje y conceptos como equidad, inclusión… Sonrío. Pienso en mis oposiciones a jurista de prisiones, pienso en los reclusos, acaso con hijos llamados Yashia o Luismi, pienso en mi hija y recuerdo que la educación es un derecho, no un privilegio.

 

+20

 

Queremos saber tu opinión

18 comentarios