Imagen de perfilAltas capacidades

Maria Navedo Saurina 

De niños mis padres nos repetían con insistencia que la única herencia que podrían dejarnos sería una buena educación. Nos inculcaron el valor del esfuerzo e intentaron que imperase la equidad para darnos a todos las mismas oportunidades. Pero pronto descubrimos que mi hermano pequeño tenía un talento especial. Antes de que supiera leer cogió mi juego de letras de madera y las colocó en orden alfabético. Pensamos que habría aprendido de los mayores, pero él era capaz de recordarlas con sus diferentes colores y construir palabras. En el colegio prefería la biblioteca al patio y sus resultados académicos fueron sobresalientes. Terminados los estudios, uno de sus profesores le introdujo en un innovador proyecto que aunaba Derecho y tecnología. Les impresionó su habilidad para investigar y deducir las consecuencias jurídicas derivadas de los delitos informáticos. Pasado el tiempo, sus autores, tras cumplir condena, ansían «el derecho al olvido».

 

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