XIV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

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Sofía Guardado · Asturias 

Al finalizar mi estancia en aquella región, supe que debía contar lo que habían presenciado mis ojos, empapados en lágrimas al recordarlo. De poco sirve una simple cláusula en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, si no se lleva a cabo una reforma integral de su sistema, tan corrupto como pernicioso. La barbarie golpea cada rincón del país, violentando los cuerpos de las mujeres y las niñas de la forma más cruenta y salvaje jamás imaginada. Les están arrebatando sus más profundos deseos, su dignidad, la oportunidad de contar sus historias y de vivir sus vidas. Haciendo gala de esta honorable profesión, como abogada utilizaré este especial altavoz que la justicia nos brinda, para emitir un grito desgarrador por la igualdad y la libertad de todas ellas. Mientras esto sucede en una cara del mundo; en la otra miramos hacia otro lado, impasibles.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilCongoleñas

Sofía Guardado · Asturias 

Al finalizar mi estancia en aquella región, supe que debía contar lo que habían presenciado mis ojos, empapados en lágrimas al recordarlo. De poco sirve una simple cláusula en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, si no se lleva a cabo una reforma integral de su sistema, tan corrupto como pernicioso. La barbarie golpea cada rincón del país, violentando los cuerpos de las mujeres y las niñas de la forma más cruenta y salvaje jamás imaginada. Les están arrebatando sus más profundos deseos, su dignidad, la oportunidad de contar sus historias y de vivir sus vidas. Haciendo gala de esta honorable profesión, como abogada utilizaré este especial altavoz que la justicia nos brinda, para emitir un grito desgarrador por la igualdad y la libertad de todas ellas. Mientras esto sucede en una cara del mundo; en la otra miramos hacia otro lado, impasibles.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilTURNO DE OFICIO EN HALLOWEEN

    ANDRÉS NORTES NAVARRO 

    Pese a la barbarie que me atribuye la fiscalía, no veo nada especial en mi caso, ni justificación alguna para la lentitud con que actúa la justicia: a punto de finalizar octubre y sin nuevas noticias del colegio de abogados. La redacción de las nuevas cláusulas para la reforma del acuerdo de conciliación está atascada más de seis meses. Y los suculentos trozos del último abogado de oficio que me visitó ya se están agotando en el congelador.

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  • Imagen de perfilContrato de alquiler

    María Luz Sánchez Pareja · Benidorm 

    Habla acalorado, a gritos, y me cuesta entenderle. De su discurso solo pillo palabras sueltas: zopenco, barbarie, ¿cuñado? ... En la mano lleva un papel que agita sin parar y que no logro que suelte para echarle un vistazo.
    Poco a poco, con esfuerzo, empiezo a hilar la trama. Hace un año y, después de una gran reforma, alquiló una casa a un simpático joven que tenía nómina y trabajo fijo en el zoológico. Su cuñado, con dos años de Derecho, redactó el contrato en el bar donde jugaban al dominó cada tarde y, con la última copa de coñac, se añadió la cláusula de admisión de animales: un hurón.
    Y ahora, a punto de finalizar el contrato, el arrendatario se acoge a esa cláusula especial para amenazar con meter un león si no se le rebaja el alquiler. Porque su cuñado, ``ese grandísimo inútil´´, se equivocó de animal.

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  • Imagen de perfilLa defensa

    Gema Medina · Granada 

    Para finalizar, solo queda decir que hoy se ha acusado a mi cliente ilícitamente, sin tener en cuenta que, si ella careciera de honestidad y de los valores que defiende, no podría hacer su trabajo. Señoría, por supuesto que cometió los crímenes de los que habla, pero lo hizo con buena intención. No es ninguna barbarie; si ella no hubiese arrebatado esas vidas, todo sería un auténtico caos. Puede que su ocupación sea un poco «especial», pero ¿hay alguna cláusula en alguna ley vigente que le prohíba ejercer? Es más fácil tener un culpable al que señalar, así la pérdida se les hace más llevadera. Pero nadie piensa en las consecuencias de la reforma que piden. Mi cliente es absolutamente necesaria para todos los presentes. Al fin y al cabo, ¿Quién cumpliría su labor? ¿Quién tomaría su lugar? ¿Quién se pondría la capa y agarraría la guadaña?

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  • Imagen de perfilINFIERNO

    Pablo O · Chile 

    En este pueblo abandonado de Sudamérica la barbarie no tiene la mínima intención de finalizar. Viajé hasta acá, como tantos colegas, con la idea clara de ofrecer una atención especial a las víctimas del narcotráfico. Entregarles un poco de esperanza ante sus incontables súplicas por una reforma a las sentencias de los líderes. Juicios que parecían una obra teatral perfecta, con verdaderos actores participando del circo chabacano que se armaba cada mes para terminar, siempre, dejando en libertad, y sin ninguna cláusula especial, a los mismos que aterrorizaban sus vidas.
    Hoy, mientras armo mi maleta e intento ordenar las ideas, doblo con dificultad mi traje anacrónico, el mismo que me acompañó en cada frustrante audiencia, esperando despedirme cuanto antes del mismo infierno.

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  • Imagen de perfilTRUCO O TRATO

    Maite R. Valtierra 

    En un rincón apartado del cementerio de Nuestra Señora de la Almudena hay un panteón decrépito, que bien merecería una reforma, en donde yacen los abogados que murieron con pleitos pendientes. Todos los 31 de octubre, al caer el sol, se levantan de sus sepulturas y vagan por la ciudad buscando clientes.
    Son fáciles de reconocer por sus rostros cadavéricos, su carne putrefacta y, en especial, por sus togas raídas y su jerga inteligible de leguleyos. Pero no pienses qué barbarie y emprendas una huida despavorida si te encuentras con uno, en realidad sólo penan por ofrecerte una iguala por sus servicios con ventajosas cláusulas de fidelización. Eso sí, conviene que la aceptes pues si no te maldecirán con la peor de las maldiciones: «pleitos tengas, y los ganes».
    Al finalizar la noche se vuelven al cementerio a descansar en sus lúgubres y frías tumbas con sus pleitos olvidados.

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  • Imagen de perfilNo Encuentro Albañil

    Pedro Eusebio Moya García · Albacete  

    En el contrato sólo decía que mi empresa debía finalizar la reforma, no había ninguna cláusula
    especial que admitiera tal barbarie. Cuando le pregunté al dueño del piso por qué los demás
    albañiles se negaban a trabajarle, me respondió que eran unos vagos y unos caguetas y me
    condujo al cuarto del fondo que, francamente, olía fatal. Al encender la luz, vi a un señor trajeado
    que colgaba de una soga atada a una viga del techo. Ese loco me dijo que el ahorcado era su
    abogado. Lo mató para poder decir con propiedad aquello de "habla con mi abogado, el que tengo
    aquí colgado". Por si esto fuera poco, en un rincón vi a varios constructores apilados ya cadáver.
    Obviamente, le dije que haría la obra para no terminar igual y cuando me preguntó por cuánto
    tardaría es cuando tuve que matarlo. No le gustó mi plazo, señor inspector.

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  • Imagen de perfilSAMANTHA

    Juan Manuel Morales Bellido 

    Samantha, el ser más exquisito que jamás haya existido. Cuando me asignaron su caso supe que antes de finalizar mi defensa me prendaría sin remedio.
    La acusaban de una barbarie imposible para un ángel como ella: asesinato por envenenamiento de su marido, que, dato nada baladí, acumulaba cinco denuncias por malos tratos.
    «No hay reforma posible para un individuo de semejante calaña» debió pensar, sin duda, mientras derramaba el tóxico en su copa de vino.
    Impulsado por la cláusula del enamoramiento loco, conseguí que la declarasen inocente por falta de pruebas. Y por los ribetes más sagrados de mi toga, estoy absolutamente convencido de que lo era porque alguien tan especial como ella es imposible siquiera que aplaste la hierba al caminar.
    Ahora brindamos por la victoria antes de la cena. Recibo ansioso la copa de cava que me ofrece. Exquisito. Noto cierto cosquilleo en el estómago. ¿Serán mariposas?

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  • Imagen de perfilNueva oportunidad

    Belén Angioletti Calvo · Madrid 

    Las escaleras eran estrechas, como mi mente en ese momento. Llegué al despacho y me recibió Isabel, mi abogada, una mujer con una mirada especial, llena de historias.
    Empecé y ella adivinó el final. Recordé la escena: al llegar a casa escuché gemidos que no eran míos, tropecé con unas botas negras, que no eran mías, y vi a otra mujer con un marido, que sí era el mío. Como cuando llegas a Nueva York y ves sus rascacielos, el vapor saliendo del suelo y sientes que estás en una película, una sensación de irrealidad real. Continuamos viviendo como estatuas de sal, sabiendo que había acabado sin quererlo finalizar, arrastrados por la cotidianidad facilona, sin barbarie ni reformas. Isabel me dio un toque de realidad: el matrimonio es un contrato con cláusulas. Fue el empujón para empezar a recomponer mi vida, tan rota como el papel de mi matrimonio.

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  • Imagen de perfilRománticos trasnochados

    Juan de Dios Valverde Jiménez · Jaén 

    Cuando me asignaron aquel caso, supe que mi prometedora carrera como abogado del Estado había empezado su cuenta atrás para finalizar con estrépito. Mi superior me encargó elaborar un informe sobre la reforma de la Ley de Montes, el proyecto estrella del nuevo Gobierno ultracapitalista que proponía grosso modo utilizar los terrenos calcinados en los incendios para construir macrogranjas. En la brutal crisis económica en la que andábamos inmersos, apenas unos cuantos románticos y trasnochados ecologistas se opusieron a tan brillante iniciativa para generar riqueza y empleo. Sin que nadie lo supiera, introduje una cláusula especial que disimulé convenientemente en el proyecto de ley, pensando en que igual era interesante impedir que en nuestro país la profesión de pirómano sustituyera a la de futbolista como las más deseada, evitando que la barbarie terminara de invadirnos. Siempre he sido más aficionado a las películas románticas que a las de acción.

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  • Imagen de perfilDE AUDITU

    Nuria Piñero López · Barcelona 

    Llevo noches durmiendo mal pensando en la reforma que se me avecina. Faltan cuarenta y ocho horas para que los albañiles y los técnicos necesarios transformen el local comercial de mis padres en una vivienda decente. Mi hermano es el encargado del asunto y, a pesar de no conocerlos, ha insistido en que trabajaban muy bien y a buen precio, pues así se lo había asegurado un amigo suyo. Esto todavía me horroriza más y el insomnio me golpea el cerebro recriminándome no haber redactado un contrato con infinitas cláusulas por si ocurriera una barbarie. Admito que soy excesiva, pero es que no me fío del amor fraternal porque, cuando se mete en cualquier embrollo, todo lo resuelve anunciando que tiene una hermana abogada, o sea, yo. Tengo una alarma especial para detectar los problemas y éste no va a finalizar porque cierre los ojos. DIXI

     
  • Imagen de perfilEL PAÍS DE LAS GOLONDRINAS BLANCAS

    Diego Francisco Barón 

    La reforma estaba definida. La decisión tomada por los dueños del capital de la empresa era irreversible. Las abogadas que expresaron un concepto apegadas a la ley y al marco jurídico vigente en relación a la cláusula ambiental del contrato fueron despedidas. Sin explicación alguna, en una escueta carta las notificaron de su despido. Juana y Mariana ahora hacían parte de las “estadísticas” de mujeres desempleadas en el país de las golondrinas blancas. Nada importó, solo el voraz apetito de la acumulación. Al finalizar el año, la especial reforma se ejecutó. El tiempo transcurrió y ahora los ex colegas de las prestigiosas abogadas ambientalistas sienten entre sus manos el frio de los barrotes y la barbarie de la prisión.

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  • Imagen de perfilColateral

    David Gómez Vázquez · San Fernando 

    La última reforma no contemplaba el endurecimiento de las penas y me agarré a la norma como a un clavo ardiendo. A pesar de las lesiones que había provocado a sus compañeros de clase, mi cliente era menor de edad y debía recibir un trato especial. Al finalizar la vista, dejé claro a los progenitores la cláusula que permitía a su hijo librarse del centro de menores. En ningún caso puede repetirse otro episodio de violencia. Los padres, con lágrimas en los ojos, estuvieron largo rato mostrándome su agradecimiento. Recuerdo volver a casa satisfecho por mi trabajo. Días después me encontraba cocinando mientras veía la televisión. La emisión fue interrumpida debido a un tiroteo en un colegio cercano. Una masacre con veinte muertos. Al ver la foto del responsable de aquella barbarie se me heló el corazón. Ese menor quedó libre gracias a mi trabajo, del que recuerdo estuve satisfecho.

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  • Imagen de perfilIA: final del derecho

    Gustavo Sergio Olaiz 

    ¿Un abogado presencial? ¿Humano? Eso es barbarie. Los abogados de la IA son más eficientes. Desde la reforma la Inteligencia Artificial se ha ocupado de las labores del derecho, hay una cláusula que prohíbe el ejercicio de la abogacía. Además el abogado humano puede corromperse, una máquina jamás se dejará tentar por dinero, pasiones, ideologías o algo especial. No se cansan, no dejan acumular expedientes como los abogados humanos del siglo XX.
    Así llegó a finalizar la profesión hace un siglo.
    Dicen que grupos clandestinos estudian la profesión. Eso es un delito. Confiemos en la eficiencia de la policía electrónica. Incansable, incorruptible. Totalmente impermeable al crimen organizado.
    Se deberá procesar a la imputada por su búsqueda de abogado humano.
    Deberá visitar una cápsula de salud mental.
    Tiempo de Sentencia estimado trece segundos.
    Archívese y envíese a la nube.
    Retire el comprobante magnético.

     
  • Imagen de perfilPENA

    DELFINA ALEJANDRA DOMINGUEZ DEL RIÍO SANCHEZ · LAS PALMAS 

    Llega al juzgado sentado en silla de ruedas para asistir a la vista oral por reclamación de accidente laboral. Cuando estaba a punto de finalizar la reforma del inmueble, un inoportuno martillo cayó en sus rodillas.
    La abogada que lo asiste, muy implicada en el tema pues le ha afectado de manera especial, en su alegato final determina que la barbarie con que fue tratado agravó la situación. Un accidente que pudo quedar en unas lesiones transitorias lo han dejado en silla de ruedas.
    La cara de pena del demandante partía el alma a cualquiera: hasta el Letrado de la Administración se ofreció a desplazarlo fuera de la sala cuando la vista terminó.
    El asunto estaba claro, ni las cláusulas más exigentes iban a influir negativamente en el fallo.
    Cuando la abogada se va a despedir, lo ve a lo lejos saliendo del juzgado caminando, no; corriendo.

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  • Imagen de perfilUNA BUENA PREPARACIÓN

    Nicolás Fernández Martínez · Madrid 

    Toda nuestra vida estamos siendo continuamente puestos a examen. Al menos, eso pensaba mientras el socio del despacho al puesto que aplicaba repasaba mi currículum.
    Por su expresión, diría que no veía nada especial en mí. No obstante, yo me había preparado concienzudamente, estudiando temas tales como la aplicabilidad de la cláusula “rebus sic stantibus”, o la última reforma concursal. Una nueva ley que pretendía acabar con la barbarie que se estaba produciendo en las empresas a causa de la crisis. O, al menos, eso decía pretender.
    Sin embargo, al finalizar, levantó la mirada y dijo no entender muy bien cómo mi perfil encajaría en su negocio. Ese día aprendí dos lecciones: que, a veces, aún con una buena preparación, la suerte no está de tu lado; también, que es importante fijarse bien en la dirección correcta en las ofertas de trabajo, o acabarás postulándote como abogado para una floristería.

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  • Imagen de perfilConfidencialidad abogado cliente

    Lilián Azañón Fernández · Asturias 

    –Aunque sea una barbarie no puedes delatarlo. ¡Eres su abogado! Y además, en el contrato que firmamos existe una cláusula especial, donde si deseamos finalizar nuestras relaciones contractuales nos puede suponer la ruina.
    –Lo sé, lo sé... A veces me arrepiento de haber elegido esta profesión. Hay casos en que la ley debería sufrir una reforma. Y ahora, ¿¡qué hago!?
    –Pues lo que haría cualquier buen letrado. Mantener la boca cerrada y defenderlo, si se diera la ocasión.
    –¡Dios! No puedo con esto. ¡Qué impotencia! –recalcó indignado, casi llorando–. Tenías que haber visto las marcas de aquella soga en su cuello...
    –Ya, pero la policía cree que fue un suicidio, no han encontrado indicios de otra cosa.
    –Pero... ¡él me lo confesó! Tenías que haberlo oído cuando le pregunté si sabía por qué se había suicidado e impasible me soltó: “Tu hermana no se suicidó, cuñado. Yo estaba allí”.

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  • Imagen de perfilLey de costas (teñidas de rojo)

    Emilio Marfull · Alicante 

    El aroma del café flotaba, como cada mañana, frente a la pantalla del ordenador; la vista se le nubló.

    No era el calor de la bebida lo que empañaba sus gafas, sino la vergüenza que transmitía aquella noticia. La interminable fila de personas, al parecer desnudadas por las autoridades turcas, y abandonadas en las proximidades de la frontera griega, que hace milenios marcaba el linde de la barbarie y la civilización.

    "Bárbaros".

    Poco han cambiado término y frontera. Posó la vista sobre la nueva reforma del Reglamento de Extranjería.

    Siempre le dolió ver al Derecho, esa expresión colectiva de la resolución racional del conflicto humano, reducido a "papel mojado". En especial, que nos resultara más chocante la visión de un ser humano desnudo que uno muerto. Sobre playas, previstas en una ley de costas sin cláusula alguna capaz de finalizar las muertes en la frontera de la "civilización".

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  • Imagen de perfilDe lesa humanidad

    Angel Toribio Sevillano 

    El mayor juicio de la historia está a punto de finalizar. Mientras el presidente del jurado popular toma la palabra para pronunciar el veredicto, el mundo entero contiene la respiración ante el televisor. Los juristas aún debaten acerca de las consecuencias del revisionismo sobre hechos históricos prescritos, pero lo cierto es que la última reforma del principio de jurisdicción universal, en su cláusula octava, ampara juzgar cualquier delito con independencia de la época en la que se haya cometido; y el hecho que hoy se juzga y retransmite en prime time es de especial barbarie, probablemente el mayor crimen jamás cometido contra la humanidad. Un primer plano de Dios junto a su equipo de abogados ocupa todas las pantallas al comenzar la lectura del fallo: «Del delito de genocidio, provocado por la inundación de toda la superficie terrestre, también conocida como diluvio universal, este jurado declara al acusado…».

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  • Imagen de perfil«OKUPAS»

    Anselmo Carrasco Merlo 

    En seguida supe que eran inocentes. Les «vendieron» la llave sin ningún tipo de cláusula para ocupar el piso vacío. Al entrar lo hallaron así, pero, ¿qué podían hacer? Era un hogar estupendo para una familia con tres niños pequeños, así que harían una buena reforma. Pasaron los meses. No hacían ruido, los vecinos no tenían queja. Mientras no dieran guerra... Les notificaron una citación del juzgado instándoles a presentarse por ser investigados en un delito de usurpación. Un sobrino del propietario supo de la «okupación» y quiso recuperar la vivienda de su tío desaparecido. La justicia es lenta, pero al cabo de dos años el procedimiento pudo finalizar. Les condenaron por usurpación, y algo más. Al tirar el falso muro que levantaron mis desgraciados clientes descubrieron la barbarie: el cuerpo momificado de D. Fulgencio. Pude salvarles de prisión, no eran culpables de su muerte pero sí de especial inconsciencia.

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  • Imagen de perfilEL FIEL ABOGADO DE OFICIO A UN MÓVIL PEGADO

    Gema Mª Ortega Expósito 

    Son las 00:00 horas. Mi cerebro se pone en guardia; tengo medio vetado conciliar el sueño por si me llama la Guardia Civil. ¿Habrá algún detenido esta noche; algún robo, pelea, una nueva barbarie sobre violencia doméstica…?.
    Parece que no ha habido ningún altercado durante la noche.
    Al amanecer, el móvil permanece impasible. Aunque ya es de día y mis niveles de cortisol bajan, cierta tensión sigue latente. Continúo atento al teléfono y procuro no darle apenas uso, por si me llaman.
    A pesar de ser día festivo, mi agenda de ocio luce intacta; hoy estoy sometido a una especial cláusula de disponibilidad.
    Al finalizar el día, verifico nuevamente que el teléfono no ha sonado, que no ha habido caso.
    Siento que el cansancio me invade, me despego del móvil y, satisfecho con la exclusiva contraprestación del deber cumplido, reivindico en sueños una reforma de la normativa sobre justicia gratuita.

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  • Imagen de perfilLa reformita

    Luis Carlos López Arribas · Zamora 

    Mucho antes de finalizar la reforma, teníamos claras las condiciones de pago, la cláusula sexta del contrato que habíamos firmado no dejaba margen a la duda. De lo que no hablaba el documento era sobre qué hacer en caso de barbarie, es decir, en cómo actuar si caíamos en manos de un albañil desalmado con las ínfulas propias de un empresario de medio pelo venido a menos.

    Desde el principio nos pareció un tipo muy especial. Prefería hablar de sus grandes obras en época de burbuja que de nuestra reformita, pero como nos lo habían recomendado cerramos los ojos, a sabiendas. Se consumó el desastre. Ahora, a pagar la contrarreforma y a litigar.

    El abogado dio por hecho que el contrato lo había redactado el constructor. No nos atrevimos a decirle que en realidad había sido el primo de un amigo de mi cuñado que es un poco jurista.

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  • Imagen de perfilOKUPAS

    Almudena Horcajo Sanz 

    Mi vieja casa me pedía a gritos una reforma y no se la pude negar.
    Cometí el error de no firmar un contrato con cláusulas claras, me fie de un anuncio de internet en el que todo parecía fácil y rápido. Unos operarios se instalaron en mi vivienda hace nueve meses y aún no han comenzado las obras, siempre alegan que no llegan los materiales por problemas de distribución. Yo ya no me creo nada. He puesto el asunto en manos de un abogado porque no quiero cometer una barbarie.
    No sé cuándo va a finalizar esta pesadilla. Afortunadamente, la gente me ayuda. Doy las gracias a todos, en especial a mi amigo Jacinto, aunque él no lo sabe, he aprovechado su viaje al extranjero para trasladarme a su piso. ¡Menuda sorpresa se va a llevar cuando regrese! No le va a hacer ninguna gracia tener que cambiar de domicilio.

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  • Imagen de perfilLAZOS DE SANGRE

    Margarita del Brezo 

    Nuestra boda era como todas: los novios, un juez, invitados, el convite. Nada especial que destacar. Ni siquiera teníamos una cláusula prematrimonial de esas de “lo tuyo es tuyo y lo mío, de los dos”. Quizá porque, a parte del amor, solo disponemos de un pequeño apartamento en alquiler que precisa de una reforma urgente. Pero algunos no pensaron lo mismo y, antes de finalizar la fiesta, entraron con palos y piedras y, al grito de “maricones de mierda”, en cuestión de segundos convirtieron la pista de baile en una batalla campal. Una barbarie inexplicable. Pegaban con más odio que fuerza, eso fue lo que nos salvó. Todavía hoy tenemos el cuerpo magullado, aunque lo más doloroso fue ver a mi hermano enarbolando el palo más grande y escupiéndome terebrantes adjetivos descalificativos. Está detenido a la espera de juicio. Ignora que soy yo el que paga su abogado defensor.

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  • Imagen de perfilLA HERENCIA

    María Eugenia Aguilar Merino 

    Era el quinto abogado que visitaba. No entendía las reticencias que mostraban hacia la cláusula que yo quería añadir. «Va contra la ley», exclamó el primero, alarmado como si el documento lo tuviese que firmar él. «La ley evita la barbarie», añadió levantando un dedito didáctico y acusador. Lo dejé con la palabra en la boca. «Señora, lo que usted quiere es muy especial», dijo el segundo como rebuscando las palabras, para finalizar con un «abreviando, es una locura». El tercero calificó mi idea de muy original, pero no aplicable hasta que sometiesen a la ley a una contundente reforma. El cuarto, con ojos cansados, me pasó la tarjeta del abogado al que ahora espero en una prometedora sala luminosa y ultramoderna. Entro al despacho esperanzada. Seguro que un tipo tan a la última entenderá que, allá donde esté, quiera divertirme mientras mis sobrinitos se destrozan por conseguir mi herencia.

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  • Imagen de perfilLA ESPERANZA

    LOLA SANABRIA GARCÍA 

    Creí que con el tiempo la piel se me haría más gruesa, pero no ha sido así, la siento cada vez más fina. Me cuesta finalizar la batería de preguntas sin que se me quiebre la voz de puro dolor. Me avergüenza decir esto con una criatura reventada por dentro que no vierte ni una lágrima. Es especial, me digo. O tal vez la endureció la barbarie. La reforma de la ley de aborto, con sus nuevas cláusulas, hará posible que Saray, con trece años y un cuerpo y una mente sin haber llegado a su plenitud de maduración, no pase por un calvario. Yo conseguiré que caiga todo el peso de la justicia sobre su tío, un miserable depredador. Y ella tendrá futuro con toda una vida por delante.

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  • Imagen de perfilMora por amor

    Jesús Caro Aguilera 

    El litigio, que venía por una reforma calificada de “barbarie arquitectónica”, no parecía tener nada especial para los abogados de las partes, o eso pensaron hasta que se vieron por primera vez. Entonces saltaron chispas, aunque ninguno se atrevió a demostrarlo. Diestros en las artes del derecho pero incapaces en las del amor, escondieron sus ganas tras un interés exagerado por discutir cada término, y durante horas abrieron nuevas variables y plantearon cláusulas imposibles para alargar el tiempo juntos. Los litigantes, alarmados con que el problema se hacía peor que el que ya tenían, decidieron finalizar el conflicto de forma rápida. Pero los abogados no se levantaron, sino que continuaron hablando del caso hasta que les cerraron el despacho, y siguieron luego en un bar, y en el taxi, en la cama, durante el fin de semana y aun muchos años después en las tardes luminosas de jardín y juegos.

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  • Imagen de perfilAgua fría

    Enrique Espejo Torija · Madrid 

    Los veía desde mi mesa besándose, entrelazando sus dedos y sonriendo con una picardía especial.
    - "Aunque usted nos vea así, no se deje engañar. Hemos decidido finalizar nuestro matrimonio y no hemos llegado a ponernos de acuerdo en cláusula alguna".
    Fui a la parte de mi despacho donde tras la reforma del mismo, había puesto el mueble bar, alejándolo de mí. De buena gana, me hubiera tomado un whisky y cometido una barbarie, pero opté por agua fría.
    - "Continuamos, entonces", dije.
    La mano de ella subía por el muslo de él y era una quimera intentar hablarles en ese momento.
    - "Pospongamos esta reunión para dentro de diez días. ¿Les parece?", acerté a proponer.
    En ese momento, sonó mi móvil. Lo descolgué como si de un salvavidas en medio del océano se tratara.
    -"Pablo. Necesito tiempo y espacio. He cogido mis cosas y me he marchado unos días".

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  • Imagen de perfilLA CLÁUSULA

    Juan Carlos Gómez Jaimes · Bucaramanga 

    Cuando la polvareda se disipó, me arranqué el casco para aliviar la presión. Varias esquirlas habían quedado incrustadas. Perseguí el ruido de los motores entre las nubes, pero los aviones estaban muy lejos. Me tranquilizó saber que ya no les importábamos. Avancé unos pasos para revisar a mi compañero. "¿Dónde estoy?", me preguntó. "En la guerra", le dije. Se sonrió mientras un hilo espeso de sangre le bajaba por el mentón. "Hay que hacer una reforma, viejo", me dijo, divertido. "Sí, sí", le respondí, "cuando vuelva a casa seré un abogado y acabaré con esta barbarie". Trató de reírse pero cayó en estertores. "Por ahora, la única guerra que puedes finalizar es la mía", me dijo con una voz muy tenue. Ya casi sin fuerza, desenfundó el arma y me la puso en las manos con cariño, como si fuera un pajarito. Habíamos sellado esa cláusula especial hacía mucho tiempo.

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  • Imagen de perfilJuicios: Donde la realidad supera a la ficción

    Javier Gallardo 

    —La madre murió asesinada intentando proteger a sus hijos. Desafortunadamente, sus hijos sufrieron la misma barbarie. Todos excepto uno. El padre, en aquel momento, solamente pudo decirle a su único descendiente superviviente que prometía que nunca permitiría que le pasara nada. Esta última cláusula, pronunciada con voz acongojada, fue el inicio de su comprensible sobreproteccionismo. No obstante, la desdicha para el progenitor no pudo finalizar en aquellos días para poder empezar con la reforma de su vida puesto que, tiempo después, fue incapaz de evitar que secuestraran a su único hijo con el que mantenía una palpable relación especial. El padre no dejara de luchar hasta que lo recupere sano y salvo.

    —¡No me lo puedo creer! ¡Menudo caso!

    —¿Caso? ¡Te estaba contando el argumento de Buscando a Nemo!

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  • Imagen de perfilCONDENA INOBJETABLE

    Jairo Silva Rodriguez · Colombia 

    Cuando cumplí diecisiete años fui con mi madre al ballet. La más reciente reforma de la Opera de Paris acababa de finalizar y el espectáculo comenzaba de nuevo en la ciudad luz. Aquella noche sentí lo que se siente cuando se descubre lo que se quiere hacer en la vida: “seré bailarín”, le dije a mi madre. Mi alma vibró dentro de mí como la música en el teatro. Me sentí especial, como sacado del montón y puesto en un lugar especial. Encontré mi sitio en el mundo.
    Pero la barbarie sobrevive a la sociedad y no hay ninguna cláusula escrita para objetar durante el alegato.
    —Deberás hablarlo con tu padre. Sabes lo que él quiere para ti.
    La conversación duró treinta segundos. Dije “Yo quiero”, y él dijo “No”. No pude debatir con el Juez de la Corte Suprema de Justicia. Pero no decidirá de nuevo por mí.

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  • Imagen de perfilBandera Blanca

    Antonio santana granados 

    Estimado letrado:
    Le escribo esta carta ante la realidad aterradora que me acontece. Imploro su ayuda para encontrar alguna cláusula de conciencia que me permita sortear la actual reforma de ley que ha llevado al reclutamiento obligatorio. Muchos de los que van obligados al frente, como yo, apenas acaban de cumplir la mayoría de edad. Otros, en una situación de especial vulnerabilidad, son tan mayores que casi no se mantienen en pie. Pero nada de esto les detiene a la hora de castigar duramente al que se declara objetor.
    Si algo tengo claro es que esta barbarie tiene que finalizar. No quiero morir ni matar a mis compatriotas del este. Lograr esta victoria será para muchos como blandir la bandera blanca.

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  • Imagen de perfilDON ERRE QUE ERRE

    Francisco Javier García Ballesteros 

    Cipriano, terco abogado rural, jubilado, se enfrentaba al último caso de su vida.

    Todo empezó cuando tuvo que sufragar los tratamientos de su esposa, víctima de dolores crónicos. Inició un largo proceso judicial contra la administración sanitaria y sus engominados abogados de ciudad. Aquella reforma legal establecía cláusulas que incluían ingentes gastos, ahora soportados por los ciudadanos.

    Durante su lucha, España sufrió años de barbarie económica. A Cipriano le dolían los huesos, tenía parkinsonianos temblores, pero aún le dejaban presentar escritos con manchas de café a golpe de Olivetti, productos de una inquebrantable voluntad…
    Hoy es un día especial. Cumple ochenta años, coincidiendo con que la sentencia es firme. Enjuga sus lágrimas de soledad. Significan que Ramona, su amor, le dejó hace tiempo. Nunca sabrá que habían ganado a esos estirados. Ahora toca ejecutar la sentencia. Aún le queda algo de aliento para finalizar su cometido.

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  • Imagen de perfilEl lobo es lobo

    Guillermo Jaime Bensusan 

    .
    Finalicé, del modo que pude, el nocturno relato a Luquitas, que en nuestra cama se dormía al arrullo del " había una vez..."
    Yo era el  narrador y mi esposa tenía la especial tarea de llevarlo hasta su camita dormido.
    Pero hubo una vez...en que se produjo una reforma: mi mujer se durmió y Luquitas tenía los ojos como platos.
    -Papi, si el lobo era feroz, ¿por qué lo mataron?
    Mientras lo llevaban a dormir, seguí la intuitiva cláusula de inimputabilidad que proclamó mi hijo para la barbarie: ¿qué opción le dió su naturaleza, “la naturaleza”?
    ¿Qué sanción moral podría corresponderle por haber nacido lobo? Exactamente la misma que a aquel que nació timorato o ambicioso, o alto o bajo: ninguna.
    Me convencí de estar acunando a un pichón de jurisconsulto.

    +4

     
  • Imagen de perfilMI ABOGADO LO TUVO FÁCIL

    Luis Pérez Ortiz · Ortigosa del Monte 

    Al principio de la reforma el constructor trajo una cuadrilla de virtuosos.
    —Categoría especial, "manitas" —dijo.
    Después el personal fue cambiando. Y empeorando. Para finalizar vinieron unos "manazas", y con ellos la barbarie. Si hacían algo (aparte de mirar la tele pies en alto y llenarlo todo de botes de cerveza y colillas) era chapuza desastrosa. Y lentísima.
    Que corriera el tiempo. ¿Discutir con gente curtida, lista a gritar, fintar y salir ganando? Que corriera, y que rebasara el plazo.
    En el Laboratorio probamos en secreto una "tinta inteligente": moderna tinta simpática.
    El día fijado en la cláusula de indemnización por incumplimiento del plazo, aparecieron algunos ceros en la cantidad consignada en original y copias del contrato, ya firmados.
    Un retoque indetectable; también para el juez que, sin que mi abogado debiera apenas argumentar, ordenó pago inmediato.
    Con ese extra rehice el salón.

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  • Imagen de perfilSin luz ni épica

    Mikel Aboitiz 

    Entre la barbarie reinante en el mundo, nuestros problemas de apartamentos (en adelante denominados zulo, por sus ínfimas dimensiones y falta de luz exterior) no eran cosa especial de tratar más allá de la barra del bar. Yo pasaba horas encerrado en mi zulo entre cláusulas de Derecho Administrativo para sacar un máster a distancia, asfixiado por el olor a pintura. Allí conocí por videoconferencia a Sonia, una de las docentes. Increíble. Ella ocupaba el zulo aledaño al mío y jamás nos habíamos topado hasta el día en que coincidimos aprovechando el sol del ventanuco del rellano en una pausa lectiva. Al finalizar el máster decidimos abrir nuestros corazones y una puerta en el muro de mampostería. Con aquella reforma ampliamos horizontes. Luego a ella la hicieron fija y yo me coloqué. Ahora vivimos en un modesto apartamento con balcón. Y no, no añoramos aquellos oscuros tiempos sin ventanas.

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  • Imagen de perfilDerecho de familia

    Luis Mallarino Beleño · Malambo (Atlántico - Colombia) 

    Las reinas son desconfiadas, cantaletosas, bochincheras. Los reyes son infieles, descarados, borrachines.
    Cuando un rey avanza un paso, la reina (que bien lo conoce) inicia un parloteo que saca al rey de sus casillas.
    Él, incapaz de finalizar la discusión, sufre esa noche, estoicamente, la barbarie del insomnio obligatorio.
    A raíz de estos impases, los reyes, por decreto (y con una cláusula de dudosa legitimidad) aprobaron el enroque.
    Esta curiosa reforma permite ahora que los reyes se protejan de los múltiples ataques (de la reina), y a la vez permite que, los muy bandidos, reciban visitas de amores clandestinos detrás de la torre.
    Ellas, en venganza, aprovechan este tiempo para usar un traje especial, montar a caballo y coquetear con los alfiles enemigos.
    En los pleitos de familia, los abogados —esos tristes peones que ponen en juego su cabeza— se agarran la cabeza sin saber qué hacer.

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  • Imagen de perfilToca descansar

    Juan Antonio Suárez Merino 

    Hoy, ya por fin, toca descansar. He pasado durante estos diez años por muchas manos. Siempre me han considerado alguien muy "especial". Antes de meterme en esta caja donde me encuentro, me han hecho una reforma total. Era un adefesio y ahora estoy limpio y presentable. Con las hojas en su sitio, cerrado, junto a otros de mi especie, en un lugar callado y oscuro, sin abogados que maltraten mis páginas o sin la barbarie de algunos funcionarios de tirarme en cualquier sitio o de descoser mis grapas sin pudor, porque, aunque no lo crean, los expedientes (más conocidos como "causas") tenemos vida. Por nombre, un número y de apellido el año en que nos crean. Desde que nacemos, con el acetato que cubre la carpetilla, hasta finalizar con la famosa cláusula de"diligencia de archivo". Probablemente sea recordado o no, pero ya para siempre quedaré, silencioso y cubierto de polvo.

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  • Imagen de perfilQuid pro quo

    Lola Álvarez Cuadrado 

    Hoy me encuentro tirada en un sillón. El juicio, un día más, acaba de finalizar y la tela de mi cuerpo parece que ha sufrido una barbarie. Cinco horas agotadoras. Necesito una reforma. Los abogados, la mayoría de veces, me maltratan, los procuradores, muchos, se olvidan de mi. Tal vez, sean los jueces, quienes me cuelguen debidamente en la percha del armario de su despacho o me metan en la bolsa de terciopelo y me lleven a casa a descansar.
    Deberían crear una cláusula especial contra el maltrato de togas judiciales, aunque seguramente para esa reivindicación ni haya manifestaciones ni promuevan recogidas de firmas para darnos un homenaje.
    Pero lo cierto es que, sin una toga jamás podrá celebrarse un juicio en cualquier jurisdicción. Soy la indumentaria imprescindible para poner en marcha la maquinaria judicial. Quid pro quo. Ni yo puedo vivir sin ti,ni tú puedes vivir sin mi.

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  • Imagen de perfilConsultas vecinales

    laura pilato rodríguez 

    Al finalizar las reformas de la nueva casa, nos mudamos a un barrio más tranquilo; un lugar especial lejos de la delincuencia y la barbarie callejera, donde mi hija pudiera crecer en libertad.
    Habilité un pequeño despacho en el salón y comencé una interesante andadura en el departamento jurídico de una multinacional, con una cláusula que me permitía alternar el teletrabajo con el cuidado de la niña.
    Tras la primera toma de contacto con los vecinos, algunos empezaron a llamar a mi puerta con extrañas peticiones: ¿Me puedes tomar la tensión? ¿Qué me pongo para una quemadura?... Después de insistirle al jardinero que no le podía suturar la brecha de la cabeza, miré a mi hija buscando una explicación: -No te preocupes mamá, aquí no tendrás que resolver gratis las dudas legales del vecindario. Le he dicho a todo el mundo que eres enfermera.

    +25

     
  • Imagen de perfilLA CUADRATURA DEL CÍRCULO

    Miguel Ángel García Rodríguez 

    Soy un triángulo equilátero sin nada en especial, de lados y ángulos idénticos.
    Mi trabajo como abogado siempre había consistido en pleitos sobre el uso del sistema anglosajón en lugar del internacional o si el demandante A había tocado el seno a B y, a su vez, B se había propasado con el coseno de A, para finalizar yéndose por la tangente.
    El punto de inflexión llegó tras la reforma en contra de los ángulos no suficientemente regulares, promovida por los triángulos más obtusos, que discriminaba a los que tenían mayores dificultades geométricas.
    Una barbarie para los escalenos, cuyas cláusulas les impedía poder acceder incluso a la trigonometría más básica.
    Desde que tumbé la norma, siento que mis ángulos son más agudos que nunca, y tanto es así, que el otro día dejé entrar a mi despacho a una circunferencia, por la que pelearé hasta lograr la cuadratura del círculo.

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  • Imagen de perfilDE TAL PALO

    Eva María Algar García 

    Mi niño es raro. Es un chico muy especial. En vez de cómics, como leen sus amigos el Julián y el Paco, se entretiene leyendo unos libros repletos de cláusulas y párrafos que no tienen un solo dibujo. Desde pequeñito defiende a las gallinas cuando vamos a sacrificarlas, soltando discursos sobre la barbarie humana y el derecho a la dignidad animal; yo ya hace tiempo que las mato a escondidas. A veces, lo sorprendo hablándole a los manzanos como si fueran miembros de un jurado. Y ahora le ha dado por vestir una gabardina negra, a pesar del calor insoportable, mientras protesta sobre la reforma en la regulación de las granjas agrícolas. Estoy desesperada, esto tiene que finalizar como sea. Si el crío sigue así, mi marido terminará enterándose de que su verdadero padre es el abogado que nos vendió las tierras...

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  • Imagen de perfilDON DE LENGUAS

    Esteban Torres Sagra 

    - Propongo reformas para que la monarquía no sea hereditaria- dijo un cocodrilo republicano.
    - Y yo elecciones cada año para elegir libremente al macho alfa- añadió un lobito desde el fondo de la asamblea.
    - Para evitar la barbarie -que auguro afectará a mi especie- todos deberíamos ser veget…- estuvo a punto de completar un joven antílope en las fauces de un tigre, que pidió disculpas por la interrupción.
    Un chimpancé exigió una cláusula especial en la que se garantizase el acceso a los árboles a los futuros monos impedidos. Los hipopótamos, que la seguridad social contemplase balones gástricos…
    Al finalizar el quinto día, el Juez Supremo contempló su obra y dijo: “¡Hala, ya estáis creados! ¡Haced vida salvaje!”. Les privó de la facultad de hablar y rompió delante de todos las tablas de la Constitución que el divino cuerpo de ángeles juristas había redactado para ellos.

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  • Imagen de perfilUNA SEMANA MÁS

    María Sergia Martín González- towanda 

    Dos albañiles, que acababan de finalizar una reforma, declararon que vieron a una mujer extraña huyendo con el niño.

    Desparecidos me encargó el caso y me convertí en abogado portavoz. Acompaño a la madre cuando alguien sitúa a Mateo en zonas de costa o cerca de los Pirineos. A menudo, charlamos mientras me muestra fotos del niño. Intento tranquilizarla diciendo que el crío estará bien, que lo encontraremos... Me rompe verla llorar.

    Mi mujer parece otra desde que ha cumplido su sueño. Me recibe con esa sonrisa especial que creí desaparecida. Apenas me escucha cuando intento argumentarle que esto está mal e intenta rebatirme con cláusulas inventadas. Me pide solo una semana más... Luego, me conduce hasta la habitación del niño. Hoy la pintó de azul. «Era una barbarie tenerla de rosa», dice. No es la niña que siempre deseó, pero Mateo es ahora lo más importante en su vida.

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  • Imagen de perfilDERECHO EN RATICULÍN

    Ángel Montoro Valverde 

    Mi pareja es abogada especializada en derechos universales y su prestigio es indiscutible desde aquel litigio interplanetario por la responsabilidad civil de los asteroides. Es la verdadera artífice de esta reforma. Su propuesta legislativa ha sido aprobada en Junta Suprema. Hemos acabado con la barbarie, promulgando una constitución con una cláusula especial que reconoce el derecho a voto de los tritones para abolir definitivamente la hegemonía de las sirenas.
    Exclusivamente para nosotros dos, ha hecho un hueco en su agenda por espacio de tres lunas de Oberón. Tras finalizar su jornada, nos hemos refugiado en esta casa rural con vistas a Plutón. Acaricio sus dos cabecitas con mis tres membranosas manos, y ella me regala una sonrisa rebosante de ese perfumado moco verde que me embriaga. Después del festival de feromonas pondremos una peli. Hoy echan una de humanos y seguro que me duermo. No me gusta la ciencia ficción.

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  • Imagen de perfilAbejas

    José Ignacio Rodríguez García 

    Oíd, prestad atención, no escucharéis zumbidos sobre los campos. Ni siquiera seréis capaces de ver el elemento especial que falta. Son las abejas, ¿me atendéis? Las abejas han desaparecido. Todas ellas. Pese a nuestras advertencias contra los combustibles fósiles, habéis seguido polucionando de forma indiscriminada y las abejas se han hartado. Las abejas han dicho basta. Ya no hay abejas revoloteando los jardines. Einstein nos advirtió: si las abejas desapareciesen de la faz de la Tierra, a la humanidad le quedarían cuatro años de existencia. Sin nadie que polinice los cultivos, ¿de qué nos alimentaremos? Como abogado ambientalista me erigí en el último bastión, promoví reformas contra los pesticidas, levanté cláusulas proteccionistas para preservarlas. En vano. Los Estados, ¡todos vosotros!, llevasteis la barbarie hasta las últimas consecuencias. Ahora no hay abejas, y no regresarán. Estamos condenados, nuestra existencia una broma macabra a punto de finalizar. Oíd: tras ellas, vamos nosotros.

    +6

     
  • Imagen de perfilEL CAOS NO HACE DISTINCIONES

    Ana María Abad García 

    La reforma del edificio de los juzgados traía de cabeza a jueces y letrados por igual. Los reos se quejaban continuamente del ruido, del polvo, y en especial del frío que se colaba por las ventanas sin cristales. Los propios obreros también estaban deseando finalizar las obras porque todos los días se tropezaban con una cláusula aplastada tras un ladrillo, una estipulación atascada dentro de una tubería, o un requerimiento enterrado bajo un saco de yeso. Los expedientes desaparecían, las diligencias se daban a la fuga y la pétrea efigie de la Justicia se había colocado, aparte de la venda en los ojos, tapones en los oídos, porque decía que le resultaba imposible concentrarse con semejante barbarie. “En estas condiciones no se puede trabajar”, rezaba esta mañana una pancarta bajo la ilustre señora.

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  • Imagen de perfilTabús mentales

    Manuel Rodríguez Antón 

    No hay reforma legal que nos libere de esta cláusula abusiva vitalicia. Es esa clase de vida, con víctimas por todas partes: hace un año que Paula perdió la custodia compartida por incompatibilidad de horarios, y, ayer, fue Jaime quién renunció por ansiedad, cansado de la competitividad y barbarie del mundo de la abogacía. El verano anterior otro compañero del despacho se desplomó al finalizar su tercer juicio del día. Hoy, después de seis meses de baja, por fin he vuelto a ponerme la toga, la capa de Batman como la llama mi hijo, pero al subir al estrado no me he sentido especial como antes de mis ataques de pánico. Apenas he sentido nada. Efectos secundarios del Diazepam, supongo.

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  • Imagen de perfilMaster Lawyer

    Miguel Ángel Arana Martínez 

    Master Lawyer no parecía tener nada especial. Uno más de esos programas bufos de entretenimiento para las masas idiotas. Los concursantes ejercían abogados de pega, citando normas que no conocían e interpretando cláusulas que no entendían.
    Se hicieron mil versiones, con gente anónima, con famosos, con adultos, con niños... En el alma de cada televidente quejica (es decir, todos) se gestó un experto en leyes de colmillo retorcido, desconfiado y bronco, aumentando la conflictividad en todos los ámbitos, generando una barbarie de querulantes vocacionales y pleitos absurdos, para finalizar en un atasco insalvable del sistema judicial.
    La situación era grave. El Ministro de Justicia exigió a la productora del programa una solución inmediata. Los creativos se aplicaron y alumbraron una reforma profunda, que anunciaron presurosos con el plácet gubernamental.
    Próximamente en sus pantallas: Master Judge

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  • Imagen de perfilMAX

    MANUEL MONEDERO GUTIERREZ 

    Me encanta escribir microrrelatos desde mi terraza. A veces los publican; otras no, pero me encanta. Nunca gano; bueno sí, gano el placer de escribir y de evadirme de demandas, escritos, cláusulas y contratos que también redacto desde aquí.

    Me acompaña un ser especial, un perro precioso. No es mío, sino del vecino del ático de enfrente. Un desalmado que solo se deja ver de tanto en cuanto, momento que aprovecho para increparle que no puede tenerlo así. Me contesta, cuando lo hace, con abruptos ininteligibles.

    Por fin logré finalizar la querella por maltrato animal. Acabaré con esta barbarie. Se lo explico a Max. Tras la última reforma, los animales dejaron de ser cosas para considerarse seres sintientes. Ladra y mueve la cola como si entendiera y reivindicara sus derechos.

    Me levanto y exclamo que ganaré el concurso con este microrrelato. Micciona justo al oírme... bueno, pues igual no.

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  • Imagen de perfilEsta casa es una ruina

    Sergio Capitán Herraiz 

    Los obreros no eran capaces de finalizar la reforma integral de la casa familiar en el pueblo.
    Cada vez que picaban una pared aparecían ánforas romanas o ruinas griegas. Hasta llegó a asomar un sarcófago egipcio. Pese a mis explicaciones, el técnico de Patrimonio Cultural dijo que no iba a permitir semejante barbarie y mandó detener las obras.
    Al día siguiente un abogado muy bien trajeado se presentó allí y me entregó un contrato para mi firma. La cláusula primera establecía que los objetos de valor encontrados se tasarían y me correspondería la mitad de dicho importe. Firmé sin leer más.
    Aquel terreno era muy especial para mi familia. Nuestro abuelo, inventor, se encerraba en la finca largas temporadas.
    Confío en que los peritos se centren en las excavaciones y no se acerquen al establo. Allí, tapada, reposa la máquina para viajar en el tiempo.

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  • Imagen de perfilSí es sí

    Anna Jorba Ricart 

    En el hospital, al verla llena de miedo y rota en pedazos, me vi reflejada, como en un espejo con mi recuerdo. El tema es especial para mí porque lo sufrí en primera persona. Ella necesitó atención médica, psicológica, y por mi parte, jurídica. Como abogada tengo el coraje y los elementos suficientes, bajo el manto de la justicia, para defender a todas las mujeres, bien sean acosadas, agredidas o violadas sexualmente.
    Denuncié ante la Fiscalía la barbarie de estos individuos, encendida como un pabilo sin fin, que anularon químicamente la voluntad de mi defendida, utilizaron la fuerza, la humillaron y la violaron. La actual reforma de la ley, aunque polémica, distingue en las nuevas cláusulas los límites del consentimiento.
    Al finalizar, satisfecha por la sentencia del Tribunal:
    Culpables: sí.
    Pena de prisión: sí.
    Medidas de alejamiento: sí.
    …para que aprendan a distinguir la importancia explícita que tiene un “si”.

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  • Imagen de perfilALGUNOS HOMBRES BUENOS

    FELIPE APARICIO HERNÁN 

    Habían sido muchos años de angustia, trabajo y, por qué no decirlo, de barbarie social. El empeño de Alejandro en que la colonia donde vivía Milagros no fuera expropiada se había convertido en su caso más especial. Cientos de reuniones, análisis de cada reforma legislativa, manifestaciones e incluso noches de desvelo pensando en la llave de la victoria.

    En cuanto conoció la sentencia, Alejandro corrió a casa de Milagros a contarle que ninguno de los 30 convecinos se vería obligado a abandonar cada vivienda que los vio crecer. Sin trampa ni cartón ni cláusula abusiva alguna. Pero nadie abría la puerta.

    Fue entonces cuando Marisa -la vecina del quinto- le entregó con lágrimas en los ojos una escueta nota que Milagros había escrito pocas horas antes de finalizar su proceso de cuidados paliativos (¡qué callado se lo tenía!):

    - “Querido letrado:
    Ganamos, pero lo más importante es que peleamos juntos”.

    +5

     
  • Imagen de perfilJusticia año 2129

    Antonio Presencia Crespo 

    El abogado de la otra parte tenía mirada penetrante. Cálida voz. Gestos firmes y acompasados mientras afirmaba con pasión: ¡todos los humanos sentimos en lo más íntimo del corazón una rotunda repugnancia ante la barbarie que estamos juzgando!

    De pronto, bajó la cabeza, cerró los ojos y se apoyó sobre los dos brazos. Quedó silencioso.

    –¡Letrado! -me gritó de inmediato la magistrada- ¿ha anulado usted la entrada energética de su compañero?

    –Señoría, -respondí- resulta insoportable oír hablar de la intimidad del corazón a un robot de tercera generación.

    -Pero su defendido, el presunto asesino, sí tiene corazón – me volvió a gritar-. ¡Le voy a sancionar!

    - ¡No!, ¡señoría!, la reforma especial de la cláusula del comportamiento robótico...- Fueron mis últimas palabras antes de caer desenchufado.

    Al finalizar, la policía robótica se llevó a los humanos mientras magistrados, fiscales, abogados y demás personal de justicia quedaron en silencio,... recargando baterías.

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  • Imagen de perfilEl contrato

    Laura Sotelo 

    Los obreros debían finalizar la reforma en tres semanas. Parecía tiempo suficiente para reparar la barbarie que la última tormenta había ocasionado en mi jardín. Pero los días pasaban y las obras no avanzaban según lo previsto, así que una tarde al volver del despacho me dirigí al jefe de obra:
    -Faltan cinco días para la fecha que habíamos acordado, y a este ritmo, no creo que puedan terminar el trabajo.
    -Relájese señorita. -Contestó con sorna- No se crea tan especial. Cómo se nota que no conoce la jerga de la construcción; cuando un obrero dice tres semanas, pueden ser tres meses... Tiene usted que aprender a leer este líneas.
    -Recuerde que soy abogada y que firmamos un contrato. En él hay una cláusula que dice que por cada día de retraso se descontarán 300 euros del presupuesto. Tiene usted que aprender a leer la letra pequeña.

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  • Imagen de perfilLa comunidad

    David Villar Cembellín 

    Que el nuevo tendedero del segundo rompía la estética de la fachada, dijo a modo de presentación. Y que la reforma del descansillo debía venir avalada por un estudio pericial o la echaría abajo. Desde que un abogado había ocupado el ático del quinto, las reuniones de vecinos se habían convertido en un infierno. Antes éramos la típica comunidad donde discutíamos las derramas a gritos e insultos hasta que una parte salía vencedora; nada especial, vaya. Pero el jurista del quinto había acabado con esa armonía de barbarie. Ahora todo eran pliegos, cláusulas y amenazas de costosísimos pleitos. Lo mismo daba arreglar el ascensor que negociar una bajante, el abogado sacaba de la manga una ordenanza municipal que imposibilitaba cualquier acción. En estos momentos la fachada se cae a trozos y debemos finalizar el aislamiento del tejado, pero nos atenaza el inmovilismo. Apenas respiramos, paralizados de miedo. Nadie quiere enfadarle.

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  • Imagen de perfilLIMBO

    CARMEN POMBERO LEÓN · Sevilla 

    “La reforma de la Ley de Extranjería entrará en vigor en agosto”, le dijo como abogado de la ONG. “El laberinto burocrático español se reducirá gracias a las mejoras en la gestión administrativa”, le sonrió optimista. Pero en el fondo sabía que el círculo vicioso estaba lejos de finalizar. Ese inmigrante no podría trabajar legalmente sin permiso de residencia. Tampoco solicitarlo sin acreditar una vinculación laboral. La misma cláusula especial aparecería en todas las propuestas que le hicieran: “La vigencia del presente contrato está condicionada a que el trabajador obtenga el correspondiente permiso de residencia y trabajo”. España actuaba en la barbarie, pensó para si. Sin compasión hacia la dignidad de las personas migrantes como ese hombre que, con estudios universitarios y varios idiomas, seguiría en el limbo hasta alcanzar la legalidad. Acabaría robando para comer, se dijo. Entonces, tendrán la excusa perfecta para expulsarlo.

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