EL CAOS NO HACE DISTINCIONES
Ana María Abad GarcíaLa reforma del edificio de los juzgados traía de cabeza a jueces y letrados por igual. Los reos se quejaban continuamente del ruido, del polvo, y en especial del frío que se colaba por las ventanas sin cristales. Los propios obreros también estaban deseando finalizar las obras porque todos los días se tropezaban con una cláusula aplastada tras un ladrillo, una estipulación atascada dentro de una tubería, o un requerimiento enterrado bajo un saco de yeso. Los expedientes desaparecían, las diligencias se daban a la fuga y la pétrea efigie de la Justicia se había colocado, aparte de la venda en los ojos, tapones en los oídos, porque decía que le resultaba imposible concentrarse con semejante barbarie. “En estas condiciones no se puede trabajar”, rezaba esta mañana una pancarta bajo la ilustre señora.
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Mi voto para esa Justicia que se tapa los oídos, jaja, me ha encantado la imagen. Un abrazo, Ana.
Sí, la pobre cada vez tiene menos sentidos útiles. Esperemos que, al menos, la cabeza le siga funcionando.
Muchas gracias y besos mil, Eva.
Ana, me encanta esa imaginación para ver requerimientos enterrados, diligencias a la fuga y cláusulas aplastadas.
Qué buena historia!!
Te deseo suertísima a final de mes y un abrazo enorrrrme.
Muchas gracias! Es lo que tienen las reformas, que arrasan con todo. :)
Te juro Ana que eso lo he vivido. Mes de julio, el sol en todo lo alto. Juzgado de La Carolina (Jaén), sin aire acondicionado. Albañiles y abogados en el mismo pasillo, martillo percutor durante la vista. Y las togas, llenas de yeso, parecían batas de farmacéutico. Como sería la cosa que a mitad del juicio la jueza nos instó a llegar a un acuerdo. Y llegamos, claro.
Mi voto a la pobre justicia en obras.
Muchas gracias Ángel. No me extraña nada que lo hayas sufrido en carne propia, en otros ámbitos también pasa y es tan tremendo como suena, o más. De hecho, en el instituto de mi hijo llevan así varios años, y lo que les queda a los pobres. Y en verano malo pero anda que en invierno…
Leyendo una historia como la tuya, hasta se agradecen las obras.
Gracias Margarita. Un besazo.
Ana María, es un relato redondo, perfecto, me encanta. Tienes mi voto.
Muchas gracias, Aurora.
Me alegro de que te haya gustado.
Un besazo.
Pues no te creas, Ana María, a veces un «terremoto reformista» no vendría mal a ciertos juzgados.
Suerte.
Jajaja, me imagino que sí, y no sólo a juzgados…
Muchas gracias por leer y comentar, Manuel.
Buen relato Ana, mi voto para ese «caos» resumido en pocas palabras. Suerte con él. Después de lo visto con la irrupción de esas «congoleñas» que llevan ya 96 votos.
Saludos.
Muchas gracias por el voto, José Manuel, me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.