Imagen de perfilEl lobo es lobo

Guillermo Jaime Bensusan 

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Finalicé, del modo que pude, el nocturno relato a Luquitas, que en nuestra cama se dormía al arrullo del » había una vez…»
Yo era el  narrador y mi esposa tenía la especial tarea de llevarlo hasta su camita dormido.
Pero hubo una vez…en que se produjo una reforma: mi mujer se durmió y Luquitas tenía los ojos como platos.
-Papi, si el lobo era feroz, ¿por qué lo mataron?
Mientras lo llevaban a dormir, seguí la intuitiva cláusula de inimputabilidad que proclamó mi hijo para la barbarie: ¿qué opción le dió su naturaleza, “la naturaleza”?
¿Qué sanción moral podría corresponderle por haber nacido lobo? Exactamente la misma que a aquel que nació timorato o ambicioso, o alto o bajo: ninguna.
Me convencí de estar acunando a un pichón de jurisconsulto.

 

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