Imagen de perfilCONDENA INOBJETABLE

Jairo Silva Rodriguez · Colombia 

Cuando cumplí diecisiete años fui con mi madre al ballet. La más reciente reforma de la Opera de Paris acababa de finalizar y el espectáculo comenzaba de nuevo en la ciudad luz. Aquella noche sentí lo que se siente cuando se descubre lo que se quiere hacer en la vida: “seré bailarín”, le dije a mi madre. Mi alma vibró dentro de mí como la música en el teatro. Me sentí especial, como sacado del montón y puesto en un lugar especial. Encontré mi sitio en el mundo.
Pero la barbarie sobrevive a la sociedad y no hay ninguna cláusula escrita para objetar durante el alegato.
—Deberás hablarlo con tu padre. Sabes lo que él quiere para ti.
La conversación duró treinta segundos. Dije “Yo quiero”, y él dijo “No”. No pude debatir con el Juez de la Corte Suprema de Justicia. Pero no decidirá de nuevo por mí.

 

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