«OKUPAS»
Anselmo Carrasco MerloEn seguida supe que eran inocentes. Les «vendieron» la llave sin ningún tipo de cláusula para ocupar el piso vacío. Al entrar lo hallaron así, pero, ¿qué podían hacer? Era un hogar estupendo para una familia con tres niños pequeños, así que harían una buena reforma. Pasaron los meses. No hacían ruido, los vecinos no tenían queja. Mientras no dieran guerra… Les notificaron una citación del juzgado instándoles a presentarse por ser investigados en un delito de usurpación. Un sobrino del propietario supo de la «okupación» y quiso recuperar la vivienda de su tío desaparecido. La justicia es lenta, pero al cabo de dos años el procedimiento pudo finalizar. Les condenaron por usurpación, y algo más. Al tirar el falso muro que levantaron mis desgraciados clientes descubrieron la barbarie: el cuerpo momificado de D. Fulgencio. Pude salvarles de prisión, no eran culpables de su muerte pero sí de especial inconsciencia.
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Me recuerda a un caso de usurpación de viviendas propiedad de un banco. Aquel día estaba de guardia e iban llegando al juzgado todos y cada uno de los okupas que habían asaltado el inmueble en su totalidad. Yo llevaba a 6 personas, tuvieron que auxiliarme 4 compañeros para repartirse los otros 15 o 16 más. Los juicios fueron una «escabechina», todos condenados y uno de ellos incluso había cometido más delitos en el interior del piso. Por cierto, gran recurso el del cadáver momificado tras el muro, así se termina un buen micro. Mucha suerte, Anselmo. Un abrazo.
Madre mía, además de la usurpación les «cae» el muerto! Mi voto y suerte para tus okupas, Anselmo, que la van a necesitar…
No es fácil ponerse en la piel de los protagonistas del relato, capaces, imagino que movidos por la desesperación, de levantar un falso muro para esconder al pobre don Fulgencio. Me parece un buen relato.
Anselmo, por tu culpa ya no serán lo mismo las usurpaciones. Cuando vaya a alguna miraré a los presuntos y pensaré en D. Fulgencio. Buen relato.
Como si hubieran ocupado el hotel de «Psicosis».
Suerte, Anselmo.