Imagen de perfilMaster Lawyer

Miguel Ángel Arana Martínez 

Master Lawyer no parecía tener nada especial. Uno más de esos programas bufos de entretenimiento para las masas idiotas. Los concursantes ejercían abogados de pega, citando normas que no conocían e interpretando cláusulas que no entendían.
Se hicieron mil versiones, con gente anónima, con famosos, con adultos, con niños… En el alma de cada televidente quejica (es decir, todos) se gestó un experto en leyes de colmillo retorcido, desconfiado y bronco, aumentando la conflictividad en todos los ámbitos, generando una barbarie de querulantes vocacionales y pleitos absurdos, para finalizar en un atasco insalvable del sistema judicial.
La situación era grave. El Ministro de Justicia exigió a la productora del programa una solución inmediata. Los creativos se aplicaron y alumbraron una reforma profunda, que anunciaron presurosos con el plácet gubernamental.
Próximamente en sus pantallas: Master Judge

 

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