Imagen de perfilLa reformita

Luis Carlos López Arribas · Zamora 

Mucho antes de finalizar la reforma, teníamos claras las condiciones de pago, la cláusula sexta del contrato que habíamos firmado no dejaba margen a la duda. De lo que no hablaba el documento era sobre qué hacer en caso de barbarie, es decir, en cómo actuar si caíamos en manos de un albañil desalmado con las ínfulas propias de un empresario de medio pelo venido a menos.

Desde el principio nos pareció un tipo muy especial. Prefería hablar de sus grandes obras en época de burbuja que de nuestra reformita, pero como nos lo habían recomendado cerramos los ojos, a sabiendas. Se consumó el desastre. Ahora, a pagar la contrarreforma y a litigar.

El abogado dio por hecho que el contrato lo había redactado el constructor. No nos atrevimos a decirle que en realidad había sido el primo de un amigo de mi cuñado que es un poco jurista.

 

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