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laura pilato rodríguez 

Al finalizar las reformas de la nueva casa, nos mudamos a un barrio más tranquilo; un lugar especial lejos de la delincuencia y la barbarie callejera, donde mi hija pudiera crecer en libertad.
Habilité un pequeño despacho en el salón y comencé una interesante andadura en el departamento jurídico de una multinacional, con una cláusula que me permitía alternar el teletrabajo con el cuidado de la niña.
Tras la primera toma de contacto con los vecinos, algunos empezaron a llamar a mi puerta con extrañas peticiones: ¿Me puedes tomar la tensión? ¿Qué me pongo para una quemadura?… Después de insistirle al jardinero que no le podía suturar la brecha de la cabeza, miré a mi hija buscando una explicación: -No te preocupes mamá, aquí no tendrás que resolver gratis las dudas legales del vecindario. Le he dicho a todo el mundo que eres enfermera.

 

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