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Nuria Piñero López · Barcelona 

Llevo noches durmiendo mal pensando en la reforma que se me avecina. Faltan cuarenta y ocho horas para que los albañiles y los técnicos necesarios transformen el local comercial de mis padres en una vivienda decente. Mi hermano es el encargado del asunto y, a pesar de no conocerlos, ha insistido en que trabajaban muy bien y a buen precio, pues así se lo había asegurado un amigo suyo. Esto todavía me horroriza más y el insomnio me golpea el cerebro recriminándome no haber redactado un contrato con infinitas cláusulas por si ocurriera una barbarie. Admito que soy excesiva, pero es que no me fío del amor fraternal porque, cuando se mete en cualquier embrollo, todo lo resuelve anunciando que tiene una hermana abogada, o sea, yo. Tengo una alarma especial para detectar los problemas y éste no va a finalizar porque cierre los ojos. DIXI

 

 

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