XII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilEL GRAN DESAHUCIO

David Gómez Ortas 

Decidí actuar, cansado de ver en las noticias la degradación de los ecosistemas en el mundo, y el fracaso, uno más, de la cumbre del clima en Madrid. Los políticos ya lo habían intentado, pero era evidente que, los intereses económicos no les permitían proteger la diversidad de nuestro planeta como merece. Ahora era el momento de los abogados. En mangas de camisa en pleno enero, busqué, en mi agenda de colegas de profesión, a todos aquellos que estuvieran dispuestos a sumarse a la demanda colectiva más ambiciosa que jamás hubiera presentado nadie, y pronto se sumaron unos pocos. El enfoque estaba claro: sería un desahucio. La parte demandada: la humanidad. La vivienda por desahuciar: la Tierra. Por último, debatimos si cabría la posibilidad de enervación. Todos estuvimos de acuerdo, daríamos una última oportunidad siempre y cuando todos los codemandados, incluidos nosotros mismos, nos comprometiéramos con un futuro sostenible.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilJUSTICIA SOSTENIBLE

PILAR ALEJOS MARTINEZ 

Al revisar el correo del bufete, llamó mi atención un sobre verde chillón. La palabra «URGENTE», en rojo y en mayúscula, destacaba en la parte delantera. Venía sin remitente. Eso aumentó mi curiosidad y lo abrí de inmediato. Contenía una carta solicitando que la representase para luchar por el cumplimiento de los «Objetivos de Desarrollo Sostenible», necesarios para vivir en diversidad y conseguir un futuro mejor. Eran desafíos globales, tales como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad y la paz. Tendría que proteger el ecosistema; promover una educación de calidad para todos los niños; levantar la voz contra la discriminación; solicitar medidas urgentes para combatir el cambio climático, etcétera. Me conmovieron tanto sus palabras que se convirtió en mi cliente cuando descubrí que se llamaba Violeta. Había decidido escribirme a mí, en lugar de a los Reyes Magos, porque no necesitaba regalos, sino justicia.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilSalvemos los mares

    Urko Madrazo Aguirre 

    Como si de un superhéroe de cómic se tratara, se enfundó el traje decidido a proteger una vez más el ecosistema del que formaba parte. Se sentía un Superman al servicio de quién no puede defenderse. Aunque sus enemigos no eran villanos de cara verde y feroces fauces, si no empresas sin escrúpulos y ciudadanos sin conciencia ecológica. Luchaba contra la degradación del planeta, principalmente de sus mares. Llevaba años intentando hacer de este un mundo más sostenible colaborando con la ONG “Salvemos los mares” a la que solía defender en diversidad de litigios. Sin embargo, esta vez no lo haría en los juzgados amortizando su carrera de derecho. Ese día había cambiado su habitual traje de americana y pantalón de pinzas por el de neopreno. Comprobó la botella, dejó caer su cuerpo hacia atrás, y se dispuso a pescar plásticos en el Mar de Alborán.

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  • Imagen de perfilMÉDICO CONSERVACIONISTA

    ALBERTO EZQUERRA GÓMEZ · MADRID 

    Estudiaba tercero de Medicina. Ese año mi primo mayor comenzó a ejercer la abogacía y me invitó a su primer juicio de faltas. Defendía a un robaperas cazado infraganti. En cinco minutos estaba condenado.

    Pero ese momento me bastó para quedar prendidamente enamorado de su profesión. Nos sobraba tiempo y estuvimos en varias vistas más.

    Mi fascinación crecía día a día por tan singular ecosistema. Repartía por igual las aulas y los estrados. La diversidad de los letrados me fascinaba: unos eran soberbios y altivos, otros genuflexos y obsecuentes. Unos apasionados, otros flemáticos.

    Hoy soy médico y tengo por misión proteger a los letrados. En medio de la degradación de valores imperante, el abogado representa la última esperanza de una sociedad sostenible, limpia y justa. Soy ecologista y pongo mi granito de arena para la conservación de tan preciosa especie.

    Por eso nunca cobro la consulta a un abogado.

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  • Imagen de perfilESPECIES CASI HUMANAS

    Carmen LLopis Fabra 

    Como abogada especialista en Medio Ambiente había recibido una invitación para asistir en Australia, la zona cero del cambio climático, a un congreso de practica sostenible para enseñar a proteger el ecosistema, evitar su degradación y garantizar su diversidad. Era un tema candente que precisaba con urgencia regulación jurídica internacional. Lo que nadie esperaba es que se desatara un incendio de proporciones alarmantes muy cerca del paraje natural en el que nos encontrábamos que provocó nuestra evacuación inmediata. Observamos aterrados como la vida animal y vegetal iba siendo engullida por las llamas a una velocidad de vértigo. Mientras nos subíamos en coches para alejarnos de aquel infierno un koala gravemente herido se me acercó y con ojos humedecidos me entregó su cría. El cruce de miradas entre madre humana y no humana bastó para entender su sacrificio.

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  • Imagen de perfilDEFENDIENDO NUESTRO PARAÍSO

    MARÍA DEL CARMEN JIMÉNEZ ARAGÓN · MÁLAGA 

    Por fin tenía las llaves de nuestra nueva casa rural. Nunca pensé que ese paisaje natural me haría tanto bien, en todos los sentidos. La contaminación de la gran ciudad, el estrés diario de los juzgados y el plan de vida al que se veía sometida mi familia me tenían saturado al máximo. La diversidad del ecosistema que encontré en el Parque Natural de Sierra Tejeda me cautivó desde el primer momento. Mudarnos allí fue la decisión más acertada de nuestras vidas. Y aunque yo lo que quería era desconectar un tiempo de mi obligación laboral, no pude negarme cuando nuestros nuevos vecinos me ofrecieron que les representara como abogado en el caso que querían abrir contra el consistorio para proteger aquel paraíso y luchar contra la degradación de la flora y la fauna autóctonas. Habían creado ya un plan sostenible de protección de especies. Solo necesitaban ganar el juicio.

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  • Imagen de perfilAbogado Maldonado

    Juan Martín Valero 

    “Toc, toc, toc”. Abogado Maldonado está en apuros. La situación no es sostenible. “Toc, toc, toc”. Maldonado está agobiado. Tuvo claro desde un principio que su lucha contra Dinérez & Asociados sería dura, pero jamás pensó que pondría su vida en juego. Y ahora vienen a por él. “Toc, toc, toc”. Creyó que podría usar sus dotes profesionales para proteger el ecosistema del Parque Natural Verdeparaíso (SuperMaldo, le llamarían…), que desde hace dos años viene sufriendo una degradación sustancial a causa de la sobreexplotación de esos chupasangres, y cuya diversidad de fauna y flora está siendo gravemente amenazada.
    Se levanta y se dispone a abrir la puerta. Va hacia ella, le tiemblan las piernas. “Dejarán de temblar cuando me las partan”, dice para sí mismo.
    Finalmente alcanza el pomo hecho un flan, coge una buena bocanada de aire y lo gira.
    -Su aló tle delisia.

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  • Imagen de perfilConfusión doméstica

    Esperanza Temprano Posada 

    Primero fueron los urogallos, después los castaños y finalmente los bosques. Lo tuyo era proteger el ecosistema. Pasabas los días ideando modelos sostenibles para luchar contra la degradación mientras yo leía mi tesis sobre la diversidad. Los dos tuvimos muy claro nuestro camino. Tú te convertiste en uno de los mayores activistas de la lucha contra el cambio climático y yo llegué a la cima de mi carrera como abogada. Pensaba que cada uno conocía perfectamente el lugar del otro, pero esta mañana he visto que no ¡Has intentado impedirme la entrada al tribunal ante las cámaras de televisión! ¿A qué estabas jugando? ¡Yo ejercía la acusación contra la empresa que realizó los vertidos al mar, no la defensa! ¡Te lo dije ayer mientras preparábamos la cena! ¡si es que no me escuchas!. Acuérdate de recoger a los niños de las extraescolares. Nos vemos esta noche en casa.

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  • Imagen de perfilA pesar de sus prisas

    Calamanda Nevado Cerro 

    Leo con curiosidad -Planeta sostenible- en el sobre, lo abro y miro su contenido. “Debió proteger el ecosistema. La degradación de las aguas obligó a activar diversidad de servicios de emergencia de salvamento marítimo. Indicios y hechos permiten iniciar un proceso penal contra usted, se refieren a mi padre, considerando su participación como máximo responsable en el vertido de combustible del puerto más importante del Mediterráneo”. Lo firman un fiscal y la Policía Judicial.
    Hace tiempo la instrucción de su caso, como imputado, se atascó en los juzgados. No se esclarecieron los hechos pero la rapidez con que detecto la avería, tras saltar las alarmas, evitó vertidos mayores y contrasta con la lentitud de la justicia. No olvido su insistente frase antes de perder los recuerdos. No aceptaba, ni estaba satisfecho con la incomprensible dilación de una respuesta judicial y repetía. -Si la justicia es lenta deja de ser justa.-

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  • Imagen de perfilPELAYO

    Ana Isabel Velasco Ortiz 

    Respiré hondo y argumenté que, mi defendido, no había cometido delito alguno por acceder a propiedades ajenas y destrozar hortalizas. Todo lo contrario. Su actitud contribuía a proteger el ecosistema.
    Si queremos una economía sostenible, la continuidad de nuestra especie, debemos respetar la diversidad del planeta y, en el caso que nos ocupa, el demandado es un claro exponente de estos valiosos preceptos ¿Quién pone puertas al campo? Rematé.
    El letrado de la parte demandante estalló en cólera. ¡Señoría, este proceso es una farsa, una burla! ¡La mayor degradación de nuestro sistema judicial!
    Para mayor sorpresa y, contra todo pronóstico, la sentencia fue. Absolución de todos los cargos.
    Ahora, cuando regreso al pueblo, Pelayo campea a sus anchas por las huertas de los paisanos engullendo coles y berzas y tengo la certeza de que no existe otro burro tan feliz.

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  • Imagen de perfilEl palacete

    Marta Carón Peña · Barcelona 

    El anciano había llamado aquella mañana. A pesar de que era abogado laboralista y que para temas de herencias era preferible mi compañero, insistió en hablar conmigo.
    Acudí a la dirección indicada. Era un bosque de una gran diversidad de árboles. Tomé un estrecho sendero que conducía a un antiguo palacete. El jardín parecía un ecosistema en degradación. Tuve que levantar los brazos para proteger mi rostro de las zarzas. Aún así pensé que sería sostenible como casa rural, el sueño de mi vida.
    La puerta estaba abierta y entré. Después de recorrer un largo pasillo llegué a un salón. Encima de la mesa había un documento, un testamento.
    Un escalofrío se apoderó de mí al comprobar el nombre del testador y por su puesto el del heredero. Mi padre, desaparecido hacía años me dejaba aquel palacete y una nota que decía "Cumple tu sueño"

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  • Imagen de perfilPandemia

    María Gil Sierra · Madrid 

    Abrí los ojos y me vi rodeado por un grupo de mujeres y hombres desnudos. Me dolía el cuerpo y me ardía la frente. Pero ya llevaba días así: soportando una tos cansina. Con el vuelco de la canoa solo había perdido el conocimiento. Lástima que lo recobrara junto a aquellos salvajes. Seguro que acababa metido en una olla. En lugar de eso, me agasajaron con gran diversidad de frutas exóticas. Y al día siguiente, me devolvieron al campamento. Cerca de las máquinas excavadoras. Ahí comprendí que nuestro trabajo suponía la degradación del ecosistema. Avergonzado, dejé la constructora y viajé a la capital para contratar a la mejor abogada experta en desarrollo sostenible. Quería proteger el territorio de mis salvadores. ¡Qué orgulloso me sentí! Después, regresé a España. Fue el bufete quien me dio la noticia. Ya no existía la tribu. Se habían extinguido a causa de la gripe.

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  • Imagen de perfilEL ECOSISTEMA DE LA JUSTICIA

    Alberto González Gómez 

    Era una mañana de enero inusualmente calurosa. Estaba a punto de romper a sudar empujando aquel odioso maletín, pero mis pensamientos se los llevaba la Cumbre del Clima que se estaba celebrando a escasos kilómetros: “un paso necesario para proteger la diversidad de nuestros bosques y océanos y frenar su degradación”, decían en la radio. Llegué con el pulso acelerado y corrí raudo a buscar al oficial del procedimiento, a quien encontré detrás de una enorme pila de expedientes y que me pidió que pasase a Sala. Ante lo soporífero del juicio, seguía absorto en mis cavilaciones medioambientales hasta que la jueza me solicitó la prueba, “–documental, su Señoría – respondí.”, abrí la maleta y no sin esfuerzo, saqué hasta cuatro bloques de documentos. Estaba claro, el primer ecosistema que había que cambiar era el de la justicia, aquello no era sostenible.

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  • Imagen de perfilHomo iuris

    Jerónimo Hernández de Castro 

    Agazapado tras el escritorio de madera, con la espalda cubierta por un muro de Aranzadis, aún es posible detectar su presencia en la penumbra del bufete. Es una criatura extraña en la menguante diversidad del ecosistema, cuyas muñecas se asientan firmes con gesto profesional sobre su carpeta de piel, mientras entrecruza unos dedos que jamás pulsaron teclado alguno. Libre de actualizar un equipo informático del que carece, se nutre de la edición anual actualizada del código civil, con el que atiende a plena satisfacción a los pocos clientes que le requieren expresamente.
    Para la dirección es el último ejemplar de una especie a proteger, aunque crece la incertidumbre sobre lo sostenible de su existencia y si será posible salvar de la degradación una herencia profesional tan valiosa como la suya, próxima a la extinción por falta de relación con otros congéneres.

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  • Imagen de perfilEl niño y la costa

    Luis Manuel Martín Toledo 

    Solo tenía 9 años, pero cuando de camino al colegio miraba desde el asiento trasero a través de la ventanilla del coche familiar, era testigo a diario de la progresiva degradación del ecosistema que bordeaba la costa del pintoresco pueblo donde vivían sus abuelos. No entendía por qué las praderas y la arena daban paso a edificios cada vez más cerca del mar, le parecía horrible.

    No tardaría en comprender que la empresa de construcción en connivencia con el Ayuntamiento estaba devastando la diversidad medioambiental por un puñado de euros (es un decir, el alcalde conducía un Porsche), y que pocos levantaban la voz para proteger la costa y abogar por un desarrollo sostenible.

    Dos décadas más tarde, ese niño de 9 años, sentado frente los responsables de aquella destrucción, se ajustó la toga, alineó los papeles y entonó con absoluta convicción:

    -Con la venia señoría…

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  • Imagen de perfilTardes de pesca

    Maria Navedo Saurina 

    Salíamos en su barca y cuando picaba algún pez lo devolvíamos al mar para respetar la diversidad que vivía en sus aguas. Nos gustaba ver atardecer hasta que el sol se ponía tras los árboles que bordeaban la playa. Los especuladores pretendían construir un hotel en medio de aquel ecosistema pero él rechazaba siempre sus ofertas: era su hogar. No olvidaré su mirada de espanto por la degradación que produjo el fuego. Los medios no respaldaron sus protestas y ninguna sentencia condenatoria compensó la barbarie ocasionada. El afán de justicia me impulsó a abogar por estas causas. Ahora se celebra el Congreso de Desarrollo Sostenible en el edificio que levantaron y por mi ventana veo su vieja barca desde la que contemplábamos otro paisaje. Los juristas aquí reunidos tenemos claro nuestro objetivo: redactar unas normas para proteger estos entornos y que el mundo escuche las voces acalladas en otros tiempos.

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  • Imagen de perfilCOLECCIONISMO

    Almudena Horcajo Sanz 

    Nos vendieron que la felicidad se podía comprar y me lo creí.
    Con cada caso que ganaba fui acumulando todo tipo de artilugios y cachivaches innecesarios; cuando ya no cabía ni un alfiler en casa, compraba otra y la llenaba de la misma forma. En poco tiempo, conseguí tener una buena colección de casas y cosas.
    Tuvo que llegar el asma a mi pecho para que me uniese activamente a esos ecologistas que alertan del desastre que supone para el planeta no proteger la diversidad, la degradación de los ecosistemas, el cambio climático...
    Ahora, con un hilo de voz, me desgañito en los tribunales defendiendo a un único cliente: el Medio Ambiente. Consciente de que mi estilo de vida debe ser sostenible, consumo de manera responsable; sin abandonar mi afición al coleccionismo, rebuscando en la basura logro rescatar multitud de objetos a los que queda, aún, una segunda vida.

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  • Imagen de perfil¡¡SALVAD LAS BALLENAS!!

    SANTIAGO MESSA POULLET 

    Me consideraba afortunado y feliz por la oportunidad que se me brindaba: proteger al planeta. Figuraba como socio del primer bufete de abogados especialista en la defensa del medio ambiente. Pasé de la pancarta verde y de boicotear con sumo riesgo la pesca de ballenas a empapelar a tanto político y empresario sin escrúpulos; y lo hacía sin piedad… y era bueno, doy fe que sí. La degradación planetaria estaba llegando a unos niveles insoslayables y había que actuar. En el despacho acordamos crear un ecosistema sostenible; así la toga era de tejido reciclable y los folios donde escribir nuestros alegatos y contratos estarían realizados con pasta de papel orgánica y piel de zanahoria; atender la diversidad ecológica tiene esas tarifas.
    Conseguimos que contaminar saliese caro, pero era el despacho un negocio ruinoso. Los clientes pagaban con huevos de corral y verdura y fruta bio-somática.
    Volví a la pancarta.

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  • Imagen de perfilDERECHO PENAL

    Valentina C. Martínez Amigo · Madrid 

    Una sociedad sin delitos.
    Una utopía, un imposible, dijeron muchos juristas, escépticos. Pero aquel sistema había logrado su objetivo: proteger a los ciudadanos de una manera absoluta.
    El crimen no era sostenible, simplemente. No había cárceles, ni siquiera hacían falta. A los condenados se les expulsaba de las cúpulas que garantizaban la vida en las ciudades y se les abandonaba a su suerte en un ecosistema frágil y peligroso, poblado de animales cuya diversidad distaba mucho de la de antaño.
    Arrinconados, sometidos a una degradación total por el hombre, aquellas fieras no perdían su oportunidad de cazar presas fáciles...Nadie había regresado de aquella prisión de naturaleza extinta y salvaje.
    Los fines de prevención general y especial que se estudiaban en las antiguas Facultades de Derecho habían triunfado … entonces sonó el despertador como un eco lejano y molesto, y comprendí que no podía llegar tarde a aquel juicio por estafa.

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  • Imagen de perfilOTROS CUENTOS

    Yolanda Nava Miguélez 

    El bosque anda patas arriba. Los enanitos se han sindicado reivindicando un horario de trabajo razonable que los libre de la degradación de sus interminables jornadas. Cenicienta harta de fregar con productos abrasivos cada día, lidera una manifestación en pro de la conservación del ecosistema. El lobo ha llegado a un acuerdo con el cazador para proteger los caminos solitarios que ponen en peligro la integridad de jovencitas inocentes. La bella durmiente ha despertado y se ha prendado de Blancanieves, ambas elaboran pancartas exaltando la diversidad sexual. El Príncipe Azul, en lugar de deprimirse, ha decidido dar un giro a su vida y ha empezado a estudiar derecho, está decidido a convertir el bosque en un lugar de cuento, con un entorno respetuoso y sostenible.

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  • Imagen de perfilMi última pesadilla

    Guillermo Portillo Guzmán 

    Año 2090. Tras mi infructuoso alegato frente a la Corte Suprema Planetaria como letrado defensor del Gobierno de las islas Maldivas, en un último y desesperado intento por evitar su definitiva desaparición, engullidas por un océano Indico descontrolado e inestable, no pareció importarle a nadie la degradación de su ecosistema.
    Los intereses económicos, en connivencia matrimonial con los políticos, hacían del todo imposible proteger la diversidad medioambiental del planeta, para conseguir una vida más o menos sostenible.
    Cuatro meses después de la desestimación, Maldivas quedó sumergida. Seis meses más tarde, Canarias, Azores, Bahamas, Tahití, Samoa y Filipinas redujeron su espacio habitable a la mitad.
    La migración a tierra continental había comenzado. Millones de personas y animales buscaron su espacio tierra adentro.
    Los objetivos de desarrollo sostenible siempre fueron papel mojado. Mojados por los envalentonados océanos, fuera ya de todo control humano.
    ...
    Desperté sin encontrarle explicación alguna a aquella pesadilla.

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  • Imagen de perfilEquilibrio ecológico

    Ander Balzategi Juldain 

    Soy una especie en peligro de extinción. Hasta no hace mucho era una especie dominante en mi ecosistema, todos me conocían como Don Román, el reparador, un abogado generalista que campaba a sus anchas por esta amplia región norteña, región que acogía una moderada diversidad de causas y pleitos. Pero últimamente mi subsistencia no parece sostenible. El aumento vertiginoso de la densidad poblacional ha creado una degradación del hábitat con entornos muy competitivos, surgiendo especies depredadoras, mutantes polifacéticos que dominan todas las áreas del derecho y que se asocian para controlar el ecosistema con nombres como García & asociados. Son voraces, no me fio de ellos, me preocupa proteger mi entorno, mi gente, por eso le he pedido a mi hijo, recién colegiado, que se infiltre entre ellos. Así mantengo la esperanza de que un día mis vástagos retornen a la cima de la cadena trófica.

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  • Imagen de perfilHOJA POR HOJA

    Aman L. Lordén 

    El ambiente de la Sala estaba enrarecido. La situación no parecía sostenible por mucho tiempo. El revuelo era mayúsculo, el juez intentaba poner orden y proteger los derechos de todas las partes. Se estaba juzgando a la Humanidad, acusada de una gran diversidad de crímenes contra el medio ambiente, la biosfera y cada ecosistema de nuestro Planeta. Los argumentos de los prestigiosos abogados no parecían suficientes para salvarla. La degradación de la calidad del aire era cada vez más evidente. Según avanzaba la vista los presentes fueron desplomándose como fichas de dominó. La Naturaleza había decidido tomarse la justicia por su mano. Cambiar el ciclo de la fotosíntesis en las plantas de interior tan sólo era el primer paso.

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  • Imagen de perfilEL HOMBRE Y LA TIERRA 2050

    MANUEL MORENO BELLOSILLO 

    Antaño abundantes en la península, los últimos ejemplares del abogado ibérico (leguleyus domesticus) languidecen en las reservas naturales creadas para proteger a la especie de la extinción y en donde se recrea su ecosistema habitual: el juzgado. Hace apenas 30 años proliferaban como conejos y eran conocidos por su diversidad, siendo la especie más común el abogado de oficio. Hoy apenas hay ejemplares en libertad y sus avistamientos son raros. No fue el juez- su enemigo ancestral- el causante de su extinción, sino la degradación causada por la aparición de la robótica y la inteligencia artificial, especies invasivas que irrumpieron sin que al abogado ibérico le diera tiempo a adaptarse. Si las autoridades no intervienen para crear un sistema sostenible donde las especies artificiales y naturales puedan convivir, los abogados ibéricos se extinguirán definitivamente como se extinguieron los lobos marsupiales, los dodos, los tigres o los gorriones.

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  • Imagen de perfilLA LEY DE LA SELVA

    Margarita del Brezo 

    Sí, ya sé que en el turno de oficio podemos encontrar una amplia diversidad de clientes, pero jamás imaginé que me toparía con él.
    —Vosotros no proteger los bosques —lanza como saludo nada más verme entrar. Me quedo paralizado en la puerta, con la boca abierta y los ojos como platos—. Degradación tierra culpa de hombre blanco —agrega poniéndose en pie. Me saca más de una cabeza—. Mucho desierto —y enfatiza con las manos las palabras de su limitado vocabulario—, ecosistema no sostenible, tribus hambre, animales morir… —en ese momento su voz se quiebra y comienza a sollozar sin consuelo.
    Saco el pañuelo bordado con mis iniciales y me enjugo yo también las lágrimas.
    —Tranquilo —trato de animarle—, litigaremos, lograremos parar la tala, recuperaremos los magníficos escenarios naturales de tus películas.
    Aunque a quién quiero engañar, sin Chita ya nada volverá a ser lo mismo.

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  • Imagen de perfilMutación

    laura pilato rodríguez 

    Como asesor legal, le aconsejé que guardara silencio.
    Tratando de proteger los intereses de la empresa, le advertí que un comunicado público no era conveniente; pero hizo caso omiso.
    Se presentó ante numerosos medios de comunicación defendiéndose, a voz en grito, de las acusaciones de degradación ambiental, destrucción del ecosistema, y poner en riesgo la diversidad biológica de la zona.
    Insistía en que su producción era sostenible, y que no podían acusarlo, sin pruebas, de vertidos tóxicos y emisión de gases nocivos.
    "Llevo 60 años respirando este aire y bebiendo de estas aguas. ¡Y sigo vivo!"
    Dijo soltando una sonora carcajada.
    Mientras yo daba el caso por perdido, al ver como las cámaras captaban el momento en que trataba de ocultar su lengua bífida, cubriéndose el rostro con las manos llenas de escamas.

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  • Imagen de perfilLA DECISIÓN

    Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

    Abandoné el bufete de forma inesperada.
    Después de una angustiosa noche en el hospital, entendí que aquella situación no era sostenible, y me alejé del ambiente tóxico de la ciudad.
    El aire había llegado a un nivel de degradación tan extremo, que respirar era una actividad de alto riesgo.
    Aunque mis ingresos se verían mermados, podría disfrutar de un pequeño ecosistema en el que proteger lo realmente importante; y rodearme de una diversidad de especies que sólo parecían existir en los documentales de televisión.
    No fue fácil, me tacharon de loco.
    "Un prestigioso abogado viviendo en una cabaña en medio del bosque..."
    Pero sé que tomé la decisión correcta, porque ninguno de mis éxitos profesionales podría compararse con el placer de ver a mi hijo corriendo por el campo sin su respirador.

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  • Imagen de perfilJUSTICIA SOSTENIBLE

    PILAR ALEJOS MARTINEZ 

    Al revisar el correo del bufete, llamó mi atención un sobre verde chillón. La palabra «URGENTE», en rojo y en mayúscula, destacaba en la parte delantera. Venía sin remitente. Eso aumentó mi curiosidad y lo abrí de inmediato. Contenía una carta solicitando que la representase para luchar por el cumplimiento de los «Objetivos de Desarrollo Sostenible», necesarios para vivir en diversidad y conseguir un futuro mejor. Eran desafíos globales, tales como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad y la paz. Tendría que proteger el ecosistema; promover una educación de calidad para todos los niños; levantar la voz contra la discriminación; solicitar medidas urgentes para combatir el cambio climático, etcétera.
    Me conmovieron tanto sus palabras que se convirtió en mi cliente cuando descubrí que se llamaba Violeta. Había decidido escribirme a mí, en lugar de a los Reyes Magos, porque no necesitaba regalos, sino justicia.

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  • Imagen de perfilSIMBIOSIS

    ÁNGEL SAIZ MORA 

    Todos pensaban que su inexplicable relación estaba abocada al fracaso. Él, de pocas palabras y muy organizado. Ella, extrovertida y caótica, deseosa de cambiar el mundo, empeñada en proteger el planeta de la degradación ambiental.
    Finalizados los estudios de Derecho se anunciaron como Sánchez & Sánchez, abogados especialistas en delitos contra el ecosistema. Pocos apostaban por dos recién graduados sin experiencia.
    Él tenía un talento natural para la redacción de demandas, alegatos, recursos y demás escritos procesales. Ella era persuasiva con su dialéctica a la hora de alcanzar acuerdos o en la vista oral.
    Muchos habían predicho, cuando decidieron adoptar niños africanos y asiáticos, que ya no podrían pleitear contra empresas contaminadoras. Sus pequeños, un ejemplo de diversidad, lejos de ser impedimento, fueron otro acicate para luchar por un mundo sostenible.
    Los agoreros presumían de conocerlos cuando aparecieron en la portada de la revista Time.

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  • Imagen de perfilCometas

    Carolina Navarro Diestre 

    Cuatro niños volaban sus cometas en el parque.
    —Yo seré juez —dijo el primer niño— y prometo proteger los bosques. Castigaré con sentencias severas a quienes destruyan el ecosistema.
    —Yo seré abogado —prometió el segundo niño— y defenderé la diversidad de la fauna.
    —Yo seré científico —aseguró el tercer niño— e inventaré plásticos biodegradables y modelos sostenibles para el planeta.
    El cuarto niño callaba y ondeaba su cometa.
    —Yo seré empresario —dijo al fin— y buscaré el beneficio a corto plazo. Mi único interés será el económico. La degradación del aire no será algo buscado, solo un daño colateral de mis acciones. Sobornaré a políticos e impediré cualquier legislación que acabe con mi negocio.
    Un silencio pesado cayó sobre el parque, parecía que el aire se hubiera detenido. Las cometas fueron derrumbándose una a una, todas menos la del cuarto niño.
    El humo de las chimeneas cercanas parecía sostenerla.

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  • Imagen de perfilSentido sostenible

    Marta Trutxuelo García 

    Era mi primera entrevista de trabajo. Con mi doble grado en Derecho y Ciencias Ambientales bajo el brazo entré en el bufete. Me coloqué al final del largo ciempiés de letrados y, como ellos, recibí un grueso expediente de manos de una secretaria y una consigna aún más aterradora: "Tiene 20 minutos para estudiarlo". Instancias particulares, informes periciales, pruebas documentales... cuando levanté mis ojos aún palpitantes por tanta diversidad de información me hallaba frente al temido tribunal de asociados: "¿Qué nos puede decir del expediente?" Una demanda por degradación de cauces fluviales, apenas recordó mi veloz lectura... Entonces toqué, miré el expediente y me guió otro sentido que enarboló una respuesta arriesgada: "Convendría eliminar estas carpetas de plástico, imprimir folios por ambas caras, eliminar copias..."
    Ningún otro candidato consideró las medidas para proteger el ecosistema del bufete, argumentaron los asociados para contratarme, y añadieron: la justicia sostenible comienza en casa.

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  • Imagen de perfilENTRE UNOS Y OTROS…

    Nicolás Montiel Puerta 

    El perro no se aparta de su lado, obediente por lealtad y costumbre. El viejo, sentado en un peñasco, contempla el horizonte con tristeza, mientras su mano derecha acaricia el cuello del animal.
    El resplandor de las llamas ilumina la noche que se vislumbra eterna en un ecosistema otrora ahíto de diversidad y ahora víctima de la degradación inherente a la presencia humana.
    El pirómano es introducido en el todoterreno de la Guardia Civil a toda prisa, entre el silencio generalizado de la concurrencia. Sólo se oye la voz del abogado recomendándole no prestar declaración ante los agentes. Su prioridad, como corresponde, no puede ser otra que proteger los derechos del detenido.
    Cuando el vehículo policial se aleja, las miradas del viejo y del abogado se cruzan un instante.
    --- Buenas noches, abuelo.
    --- Buenas noches, letrado.
    El abogado piensa que lo único en verdad sostenible es el cariño.

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  • Imagen de perfilEL OLIVO

    Javier Puchades Sanmartin 

    Cuando aparecieron en mi despacho la señora Manuela y su nieta, nunca imaginé que su caso sería el más emocionante desde que empecé a ejercer como abogado medioambiental.

    Me mostraron la fotografía de un solitario olivo, junto a una carretera. Me explicaron que lo habían intentado todo para salvarlo y que yo era su última esperanza. En unas semanas, comenzaban las obras de la autopista A-39, que acabarían con él. Les dije que sería difícil demostrar que era un ecosistema sostenible. Tampoco podía jugar la baza de la diversidad de flora. Era solo un olivo, ni siquiera centenario. Lo único probado era la degradación del paisaje. Les indiqué que necesitaba una razón de peso para poderlo proteger, y así, pleitear contra la mayor constructora del país. Con la emoción, la señora Manuela no podía hablar. Entonces, su nieta me dio la respuesta: «Bajo ese olivo está enterrado mi abuelo».

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