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laura pilato rodríguez 

Como asesor legal, le aconsejé que guardara silencio.
Tratando de proteger los intereses de la empresa, le advertí que un comunicado público no era conveniente; pero hizo caso omiso.
Se presentó ante numerosos medios de comunicación defendiéndose, a voz en grito, de las acusaciones de degradación ambiental, destrucción del ecosistema, y poner en riesgo la diversidad biológica de la zona.
Insistía en que su producción era sostenible, y que no podían acusarlo, sin pruebas, de vertidos tóxicos y emisión de gases nocivos.
«Llevo 60 años respirando este aire y bebiendo de estas aguas. ¡Y sigo vivo!»
Dijo soltando una sonora carcajada.
Mientras yo daba el caso por perdido, al ver como las cámaras captaban el momento en que trataba de ocultar su lengua bífida, cubriéndose el rostro con las manos llenas de escamas.

 

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