X Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Ganador del Mes
ESPERO QUE LO ENTIENDA
Eloisa Manzano HolguínMe acusa de traición. Lo evito. Sujeta mi brazo con tanta fuerza que me impide caminar. Me mantengo impasible. Me suelta. Me censura de nuevo. “Luego hablamos”, le digo. Solo escucho un portazo. En mi despacho, se me ocurre buscar el expediente de la causa. Está ahí, en la gaveta de los casos cerrados… Dejo pasar el tiempo, el silencio; pero esta incógnita se me hace interminable. Prefiero la polémica, el choque. Voy a buscarlo. Está en su habitación. Entro sin preámbulos frustrando su intimidad. Estrecha el balón de su amigo Coke como si fuera lo único que le quedara de él y me mira, precisando dos vidas para dejar de odiarme. Mi altruismo de madre avaló mi trabajo de abogada. No medié por un hogar más lujoso ni ropa más elegante para Coke; solo quise ponerlo a salvo, con su otra mitad, aunque fuera a mil kilómetros de distancia.
+3
El más votado por la comunidad
AL TRAN TRANS
Ángel Montoro ValverdeSalgo de comisaría y beso mi DNI. Sonrío a pesar de que, al caminar, los puntos de sutura me recuerdan que la cirugía, reparadora de una traición, está muy reciente. Un escaparate me oferta un elegante vestido que no hace tanto me hubiese quedado como un guante. En la intimidad, agradezco a Clara Campoamor el sufragio femenino y a mi abogada, cargada con mi expediente y la bolsa del super, su intento de conciliar dos vidas a jornada completa. Imagino a Concepción Arenal vestida de hombre para entrar en la facultad de derecho y convertirse en la mujer que quería ser. Como yo. Vuelvo a mirar mi carné. Ahora me llamo Manuel.
+79
Relatos seleccionados
Después de tanto caminar por las calles vacías de la ciudad, una ráfaga de viento lo espabiló, al mismo tiempo que las farolas se apagaban. La claridad perfilaba los edificios de la gran avenida. Entró a un bar lleno de taxistas, obreros y algún borracho. Ellos desayunaban somnolientos. Él pidió un café, con su elegante porte, a pesar de tantas horas sin dormir.
Arrancó el cartel de la puerta con la leyenda “Calonge y asociados”. Sin sus hermanos ni los demás socios, aquel letrero ya no tenía sentido.
- Una oportunidad de crecimiento- le habían dicho.
- Una traición para nuestra familia- respondió él.
Permaneció un par de horas sentado solo, en la intimidad del despacho. Observó el reloj de la pared cuando las manecillas marcaban las nueve en punto.
Entonces, tomó un expediente del montón que había sobre la mesa y, abriéndolo por la primera página, descolgó el teléfono.0 VotosNi siquiera debajo de la mesa de su despacho encontraba la intimidad necesaria para ahuyentar sus miedos. Su maquillaje impoluto, su ropa elegante y su sonrisa postiza no eran más que telones de un viejo teatro en función permanente. Hasta que leyó aquel expediente; testimonios de violencia, odio y traición. Con su alma rasgada en dos, como el velo del templo de Salomón, lloró. Lloró como una niña que al aprender a caminar tropieza y se magulla las rodillas.
Llegaron más carpetas con expedientes pero para entonces ya había aprendido a andar, y los tropiezos eran menos dolorosos.0 VotosLe observo con detenimiento en su caminar nervioso por la habitación. A veces farfulla frases que no entiendo y términos jurídicos que desconozco, o lanza un sonoro golpe sobre la montaña de expedientes.
Desde mi rincón, testigo mudo, no pierdo detalle cuando prepara sus casos. Con la mirada le sigo por el pasillo, la negra toga ondeando al viento siempre que pasa por mi lado; luce tan elegante y atractivo...
Luego, en la intimidad, me acaricia con dulzura, me revuelve el pelo distraídamente mientras hojea el libro de derecho administrativo, me dedica palabras bonitas al recitar el Código Civil.
No puedo evitar sentir devoción por él. Somos un equipo. Sé que le ayudo solo con escucharle. Pero también le gusta preguntarme: "¿Verdad que se trata claramente de un caso de alta traición? Entonces muevo alegremente la cola y respondo: "¡Guau!".0 VotosFaltaba un año para la licenciatura cuando cometimos el disparate: casarnos. “Estáis idiotas, gilipollas”, estalló mamá al enterarse. Mientras acabábamos la carrera, iniciamos un leve caminar por bufetes y juzgados. Eso sí, rematando los días en la intimidad de las dulces sábanas. Pero pronto acabó la concordia y empezaron las guerras veinteañeras. Y dos enterados en Derecho pueden pasarse años teorizando sobre traiciones y lealtades en el matrimonio. Agotamos teorías y códigos, y pasamos a revisar expedientes de resoluciones judiciales. “Te lo advertí, hija, cada cosa tiene su época. Te has saltado la más elegante y productiva: la de conocer mundo, gente... A ver ahora qué hacéis”. Pues, tanto estudiar resoluciones judiciales, opositar a jueces y que el ganador decidiera las cláusulas del divorcio. “Ni hablar, Julián. No pienso esperar ahora a una magistratura”, le dije la noche que salimos a celebrar las judicaturas. “¿Y si probamos con un churumbelito?”
0 VotosMi padre vivió como una traición que estudiara Derecho, decía que era la profesión del bien y del mal. En mi corta carrera y en la intimidad de la sala de vistas, pensaba en aquellas conversaciones con mi padre. El castigo era atroz por parte del Fiscal, elegantes y durísimos impactos, en el rostro, en las costillas, en la mandíbula, sin piedad alguna, un púgil a punto de irse a la lona que, empequeñecido por la paliza virtual, se resistía a caer y volvía a caminar. Atízame otra vez grandullón, si te atreves. El mejor Fiscal de la Audiencia me miró con desdén sin entender nada, aquello no era más que un trámite para él, un expediente más, visto para sentencia. Y entonces sucedió, me volví loco, un gancho de izquierda y aquél saco de argumentos cayó al suelo entre los alaridos del Juez. Ahora el boxeo es mi pasión.
0 VotosConsulto una vez más su expediente. Leo su nombre mientras paso mis dedos por la cuidada caligrafía y regresa a mi cabeza su enigmática mirada, su esbelta figura, su caminar elegante. Observo cautivo las fotografías de su detención. Siento que de algún modo me inmiscuyo furtivamente en su intimidad, pero mi obsesión es más fuerte que mis principios.
No estoy orgulloso de mi traición, pero no tenía otra alternativa. Cuando acabásemos todo el proceso quería marcharse, abandonar el país, dejar todo atrás, abandonarme. Sí, podíamos ganar, no era difícil, teníamos todas las cartas a nuestro favor, pero no lo podía permitir. Ella nunca sabrá que fue su propio abogado quien rompió la baraja.
Con una mezcla de ansiedad y júbilo, cierro el expediente y lo introduzco en mi maletín. Hoy voy a verla de nuevo a prisión. Allí permanecerá mucho tiempo, siempre cerca, siempre disponible. Para mí.
0 VotosUnos decían que en pro de la justicia, otros que en aras de la libertad. Muchos, la mayoría, habían llegado hasta allí huyendo de la palabra traición que enarbolaban contra ellos los salva patrias. Lo único cierto es que a esas horas solo quedaban en las calles los escombros huérfanos de nuestros disparos; y nosotros. Y silencio. Uno plomizo solo deshilachado por el caminar de un viejo enfundado en una toga, que con paso elegante acompasaba el rechinar de la carretilla en la que nos cargaba para quitarnos de en medio. Después de mirar nuestro expediente, uno a uno, nos leía nuestros derechos. Los que aún esperábamos junto nuestros cuerpos discutíamos en la intimidad si se trataba del mismísimo diablo. Siempre decía que había que pactar, que el fiscal era duro allí abajo y él solo un simple abogado. Nunca te decía que estabas muerto; allí nadie quería escuchar eso.
+5De niño le daba por caminar contando los terrazos rotos de las aceras. Deleite de la mocedad. También por leer y dar largos discursos aturullados en la intimidad. Pero, sin duda, fue después de ver esa película en blanco y negro, de tochos de expedientes judiciales y pelucas burlescas, cuando decidió que quería ser abogado. No por el atuendo, que también le impresionó, sino por cómo actuaba esa gente, cómo hablaban, por cómo se colaban por cada recoveco de la ley, como una sagaz comadreja en su madriguera. Él también quería salir de ella para jugar. Quizás por eso, uno de los momentos más felices de su vida, más que sortear ileso aquella traición amorosa, más que lucir nuevamente elegante frente al altar, es cuando obtuvo su título de Derecho. A él no se lo regalaron, lo ganó con vocación y sentido del deber. Todavía lo mira hechizado a diario.
+7Adán entrecerró los ojos, miró a su expediente en busca de un argumento que pudiese salvar a su cliente. El delito de desobediencia parecía claro. Con un elegante carraspeo llamó la atención del tribunal.
“Con la venia, señoría, entendemos que mi cliente ha sido víctima de una traición. Ella solo salió a caminar, como cada mañana. Fue la serpiente quien influyó de una manera tal que causó un estado pasional en mi cliente del que no se pudo sustraer. Es evidente que cogió la manzana, sí, pero con una merma en sus facultades mentales que le exime de toda culpa”
El juzgador no acogió el argumento. La serpiente había sido un mero cómplice, apuntó antes de señalar el fallo: Expulsión.
Adán lloró. Se había enamorado de su cliente. Había nacido entre ellos una gran intimidad. Decidió acompañarla en su destierro.+2Gustave Flaubert, Procurador de los Tribunales y de Charles Bovary, según acredito mediante escritura de poder que se acompaña como Documento nº 1, ante el Juzgado comparezco, y como mejor proceda en Derecho;
DIGO
Que, mediante el presente escrito, formulo querella contra Emma Bovary por delito de traición en base a los siguientes HECHOS:
Mi representado, médico de profesión, se enamoró de la soñadora mirada y del elegante caminar de la acusada. Así, contrajeron matrimonio y tuvieron una niña llamada Berthe.
Madame Bovary, alegando que su marido era incapaz de comprenderla y satisfacerla, mantuvo numerosos y lujuriosos momentos de intimidad con Rodolphe Boulanger y Léon Dupuis. Se adjunta como Documento nº 2 el expediente de la investigación realizada por detective privado.
Por lo expuesto,
SUPLICO AL JUZGADO: que tenga por presentado este escrito, junto con los documentos adjuntos, y en su mérito, acuerde admitir la querella e incoar Diligencias Previas.0 VotosNos echaron del huerto con un tono poco elegante, Señoría, con una mano delante y otra detrás para sujetar las dos hojas de parra que apenas aguantaron los rigores del primer otoño. Honestamente, creemos que la pena no se ajusta a los principios de proporcionalidad. No hubo fuerza ni violencia, no hubo traición ni embozo, nocturnidad ni escalo. No hubo siquiera premeditación y su valor no superaba, ni con mucho, los cuatrocientos euros. Estamos por tanto ante un simple delito leve de hurto. Hacernos caminar por este desierto de lágrimas y muerte, resulta una pena desmesurada cuando menos. Las pruebas aportadas se obtuvieron violando los derechos elementales de intimidad y privacidad. Si añadimos además la opacidad de las advertencias y que no se ha probado debidamente la propiedad del manzano, consideramos de justicia la nulidad de la sentencia y el sobreseimiento del expediente.
Gracia que esperamos merecer de su clemencia.+7Al cruzar la puerta su vista se fijó en la mesa; expedientes apilados, papeles esparcidos, libros abiertos y revueltos... Aquel desorden desentonaba en un amplio y elegante despacho. El abogado, recostado en el sofá, saboreaba un café. Le invitó a hacer lo mismo mientras señalaba una de las butacas del tresillo para que se acomodase. Declinando la oferta del café, tomó asiento al tiempo que le solicitaba la información que le había encargado. El abogado se incorporó y con un caminar cansino se acercó a la mesa, buscó entre aquellas hojas sueltas y con una de ellas elaboró un avión de papel y lo hizo volar hasta los pies del cliente. Era un folio en blanco.
-Ahí tienes el informe, papá. Sería una traición a ella y a mis hermanos hacer lo que me pides. No violaré la intimidad de nadie y mucho menos la de mamá.+2Dejó caer el expediente sobre la mesa con inusitado desdén, como si me estuviera escupiendo. No parecía mostrar mucho respeto por aquel polvoriento legajo. Tampoco me extraña; él llegó a este mundo de la abogacía cuando hacía décadas que lo electrónico había impuesto su ley a sangre y fuego y las humanidades en los currículos solo eran un lejano recuerdo. Embutido en su elegante traje de lana azul, destilaba el olor mismo de la traición. Mientras se alejaba, con aquel caminar petulante, como un pavo real orgulloso, deshice con mimo los viejos nudos del ajado cordel que mal sujetaba aquellas tapas de cartón. Al abrirlas tuve la misma sensación culpable y sucia de aquel que viola las más preciosa intimidad. Y allí estaba él, amarillento, pero aún noble y terso; allí estaba el último papel.
+1A pesar de los años seguimos pareciéndonos como dos gotas de agua. Él algo más delgado y con las ojeras más pronunciadas, probablemente por su ligera afición a los productos destilados tonificadores del ánimo. Y es que caminar separados no resulta fácil para ninguno de los dos después de haber compartido la intimidad del vientre materno. Las divergencias comenzaron cuando ambos empezamos a competir por la misma mujer y ambos consideramos un acto de traición imperdonable lo que hacía el otro para conseguir sus favores. Hoy hemos vuelto a coincidir en la Sala. Él está muy elegante vestido de fiscal, aunque ha vuelto a pasarse con la colonia. Yo dejo caer con fuerza el expediente sobre la mesa para marcar mi territorio de abogado defensor. Es una pena, pero a estas alturas todavía no hemos aprendido que la Dama de la Justicia no se casa con nadie.
+12Cuando le llegó la fama no supo caminar con ella y acabó dando tumbos. Deslumbrado por el lujo, se entregó a una vida frenética llena de excesos. Dinero que ganaba, dinero que gastaba en un abrir y cerrar de ojos.
Pronto acumuló numerosas causas con la Justicia. Para su defensa, contrató a un joven abogado de brillante expediente académico, al que pagaba tarde, mal y nunca. Al letrado le tentaron en numerosas ocasiones poniendo sobre la mesa cifras astronómicas, a cambio de desvelar secretos de la intimidad de su afamado cliente. Siempre se negó. No podía... No debía... No quería. Vender una traición no era una forma ni legal ni elegante de cobrar los honorarios.+4Siempre había sido la torpe de la clase, pero aquel era mi primer juicio y quería que todo saliera perfecto. Mi ensayada forma elegante de caminar no evitó que tropezara, cayendo de mis manos el expediente estrepitosamente en mitad de la Sala.
Tras mi “gran entrada”, tomé asiento y el tape de mi bolígrafo salió de repente disparado a traición golpeando en la cabeza del juez. Las risas de los presentes fueron inevitables. La rojez de mis mejillas también.
En mitad de mis conclusiones, una rueda de mi silla se partió, y a punto estuve de estrellarme contra el suelo.
Cinco años hace ya de eso. Y este martes, el Juez de lo Penal nº 2 (mi marido desde hace tres), me dijo en la intimidad que solicitó una copia del video de aquel juicio para reírse de vez en cuando al ver cómo conoció a su mujer.+6El abogado laboralista apareció en sala, con un expediente bajo el brazo y un caminar elegante mientras saludaba a su señoría y se acercaba a la tribuna. Luchaba por hacer justicia ante la situación laboral de miles de falsos autónomos, que acudieron a éste para hacer valer sus derechos.
- Es intolerable ésta situación señoría, la Ley es clara al respecto y muchos de ellos ni siquiera eran retribuidos por un supuesto aprendizaje eterno- concluyó.
El abogado de la empresa, una vez finalizado el juicio se acercó a su compañero contrario para hablar en la intimidad.
-¡Lo que haces es una traición! Sabes perfectamente que hasta en tu propio despacho tienes varios letrados de pasantía, sin convenio, sin salario y trabajando unas catorce horas diarias. - Le recriminó.
- Compañero -Le dijo- el día que me demande uno de mis pasantes por éste motivo, entonces será cuando merezca la contratación.
+2Mi compañero, el expediente número 2, no entiende de qué me quejo. Dice que los impares somos unos privilegiados, y que yo —el primero de mi estante— soy aún más afortunado. Que como no tengo a “nadie” pegado a mi espalda, dispongo de cierta intimidad.
La verdad es que su discurso me aburre soberanamente, así que he decidido cambiar de aires. Espero que no se lo tome como una traición, a fin de cuentas, pasará de mero segundón a engrosar “la casta”.
Salto al vacío sin miedo, estampándome con un gran estruendo. La secretaria se asusta pero se acerca hasta mí. Lo hace con ese caminar suyo tan elegante que le ha valido la plaza sin tener que examinarse.
Me recoge. Duda —como buscando un lugar más apropiado— pero termina depositándome sobre mis propios compañeros.
Ahora sí, a hombros y tumbado a la bartola, me siento un privilegiado.
+4Lo reconocí nada más verle caminar con los otros presos hacia el paredón. Era Hershel Yakubowicz. Sin duda. El abogado judío que, a principios de los años 30, me había salvado de la pena capital por asesinato, con una defensa digna de manuales de abogacía.
Ningún letrado ario quiso llevar mi caso. Yo era culpable, pero nunca lo supo Hershel. No me hubiera ayudado revelándole en la intimidad que maté a un hombre porque me dio la gana. Él era así, elegante en sus valores. Sólo defendía a quienes le juraban su inocencia.
Ya estaba apuntando a Hershel con mi Mauser K98, cuando seguí sus pasos y defendí a los inocentes fusilando a los soldados nazis, que como yo estaban encargados de la matanza; mientras, los judíos huían.
Ejecuté así mi traición. Mi castigo no sería un expediente disciplinario; Hitler pagaba la alta felonía con la muerte.
+4Deja su elegante traje y se viste de hombre para ir de oyente a la facultad de Derecho, como todas las tardes, sin hablar con nadie, mirando siempre hacia el suelo al caminar.
Cuando recogen los trabajos de fin de semestre, el suyo, “Sobre la condición jurídica de la madre”, no lo ubica el profesor en ningún expediente. No tiene matrícula abierta, pero es extraordinariamente brillante. La Universidad lo descubre y le recrimina la traición a las labores propias de su sexo, prohibiéndole volver al siguiente curso.
Pero ella recurre y practica su alegato en la intimidad de su cuarto, porque tampoco puede, sin la licencia de su marido, comparecer en juicio por sí o por medio de Procurador.
En sus sueños gana el juicio. Ninguna prohibición legal había para soñar. Y en 1890, con hilos de esperanza y bordados de vocación, ella cose paciente, la primera toga de mujer.+6Caminar hasta el trabajo, qué vulgaridad. Un juez elegante tiene que llegar a los juzgados en coche, no oliendo a sudor. Por mucho que insista el médico con lo de los kilos de más. Encima, los atascos me rinden una barbaridad. Entre agentes de tráfico y stops, resuelvo el primer expediente de la mañana con la cabeza muy despejada. Porque ir al volante, completamente solo, escuchando música de jazz… esa intimidad no la encuentro en ningún otro sitio. En casa siempre están que si esto o que si aquello; en el despacho, señoría que si tal o que si cual. Y así no se puede trabajar.
Si me trabo con algún veredicto, y para poder seguir meditando, simulo a traición que se me ha calado el coche al abrirse un semáforo y no lo arranco hasta que vuelve a cerrarse otra vez. Todas las veces que sean necesarias, faltaría más.+6Quise caminar elegante con mi chándal nuevo cuando sentí, otra vez, la traición de mi soleo izquierdo, di la vuelta. Mientras abría el bufete, desde la intimidad del pasillo pude escuchar:
“Discrepo en lo último, si un abogado profesional sabe que su cliente es malvado y consigue que salga absuelto ha actuado correctamente, y ha conseguido que su cliente logre su objetivo, con independencia de que le parezca un tío que merezca la muerte.”Distinta entonación contestaba: “El abogado representa los intereses de su representado, no del colectivo, para eso estamos la fiscalía”. Continuaba gritando. “Para mí un buen profesional es aquel que, aun sabiendo que su cliente es culpable, consigue que sea absuelto respetando el procedimiento legal”.
Temeroso espeté lo más fuerte y alto que pude ¡Quién anda ahí! Y entré. La chica de la limpieza, sorprendida con mi último expediente en las manos, me sonreía tímidamente murmurando: “Servidora”.+4-Ha sido “Goebbels” -afirma Antonio.
-Antonio, el demandado se llama Pepe -advierto yo, tratando de mediar.
-Señoría, quiero que quede constancia fidedigna: si la contraparte se refiere, de manera poco elegante, a mi carácter, estatura y/o caminar, está vulnerando mi sacrosanto derecho al honor, intimidad personal y familiar, y propia imagen -alega Pepe.
-Digo que eres un vanidoso, y un charlatán grotesco. “Segunda” te vio salir de mi habitación, con mis pastillas azules, hacia “tus aposentos”. A traición, “Joseph” -reitera Antonio.
-Por favor, Antonio; y la testigo se llama María Luisa -advierto, de nuevo.
-Nacida el 14 de abril de 1931. “Segunda” es mi apodo -añade María Luisa, risueña.
Concluyo anunciando que el expediente está visto para su resolución, mediante laudo. Y pienso en el bendito día en que, tras cuarenta y cinco años ejerciendo como abogado, acepté la presidencia del TAG (Tribunal de Arbitraje del Geriátrico).+6Yo era un abogado joven e inexperto aunque solo podía admitirlo en la intimidad de mis cavilaciones. Sobre mi mesa, el expediente del caso Luna esperando que encarara la defensa. No sé cómo sucedió, pero antes de organizar mis papeles y carpetas, ella entró en mi despacho. Mirada virginal, figura elegante y el carmín más sensual que jamás vi en los labios de una mujer. Fue como una epifanía.
Cuando acabó la entrevista, la despedí en la puerta. Después me dirigí a la ventana para verla caminar hacia su coche. Volví a mi mesa y me faltó el aire al comprobar que documentación importante de mi causa pendiente había desaparecido. Me sentí ridículo y menudo…También malherido por la traición de una mujer.
Un infierno después, regresó. Se disculpó por haber confundido su portafolios con el mío. No debía confiar en ella. Pero lo hice. Hoy compartimos vida e hijos.+3Con la venia, Don Miguel
Jorge Luis González Castro · Las Tunas, CubaYo, como Juez Correccional pensaba que lo había visto todo. Cierta vez juzgaba a un joven que llenaba las paredes del pueblo con poemas a su amada. Su abogado era desconocido en mi tribunal; delgado y de rostro aguileño. La toga raída anunciaba su caminar por medio mundo, venía acompañado por un asistente legal barrigón. De oratoria elegante, logró con su informe un ambiente de intimidad en los asistentes al juicio. Su tesis: la defensa a ultranza de la poesía; invocó como doctrina a Bécquer y a John Lennon. Tenía decidido castigar al vándalo pero, conmovido, le absolví. Condenarlo hubiera sido una traición a mi juventud donde casi abandono la universidad para escribir poesía. Deslumbrado por su defensa reviso su personería en el expediente: “Ante Usted, Don Quijote de la Mancha del ilustrísimo Colegio de Abogados de las Nobles Causas (…)”
+6Estimado colega del presente, quizás, cuando leas esto, aún haya esperanza…
Todo comenzó con Tan-IA, la androide de caminar menos elegante que puedas imaginar, pero de ‘speech’ inigualable. Logré implementarle un software con todas las disciplinas legales y herramientas Big Data. En minutos, estudiaba decenas de expedientes, realizando exhaustivos análisis. Demandas, denuncias y querellas volaban en sus manos. Orgulloso, dispuse exhibirla durante el Congreso de la Abogacía 2019. Deslumbró. Tanto que cada bufete adquirió una.
Pero, a traición, vulnerando nuestro derecho a la intimidad, miles, millones de Tan-IA consiguieron interconectarse creando el abogado virtual 24H. Siguieron el e-juez, la telejusticia gratuita, el hololetrado de oficio… Un despiadado marketing contra la abogacía tradicional se hizo viral. Nuestra profesión imprime carácter, aunque esto nos pilló desprevenidos. Nadie estudiaba Derecho. Fuimos vilipendiados, amenazados, perseguidos por ley…
Quedamos muy pocos. Intentamos resistir abrazando nuestras togas, pero, cada vez, resulta más complicado escapar del monstruo.
+73Salgo de comisaría y beso mi DNI. Sonrío a pesar de que, al caminar, los puntos de sutura me recuerdan que la cirugía, reparadora de una traición, está muy reciente. Un escaparate me oferta un elegante vestido que no hace tanto me hubiese quedado como un guante. En la intimidad, agradezco a Clara Campoamor el sufragio femenino y a mi abogada, cargada con mi expediente y la bolsa del super, su intento de conciliar dos vidas a jornada completa. Imagino a Concepción Arenal vestida de hombre para entrar en la facultad de derecho y convertirse en la mujer que quería ser. Como yo. Vuelvo a mirar mi carné. Ahora me llamo Manuel.
+79Sus cabellos color canela flotaban desgreñados sobre el agua del estanque. Su ropa, pesada y mugrienta, se mecía elegante al son de la brisa, cubriendo a duras penas el cuerpo inerte de la niña.
Los árboles, testigos involuntarios de lo acontecido, susurraban en la intimidad con voz medrosa, aprovechando que la luz cobarde desaparecía con una rapidez inusual.
Hacía frío. Cerré mi abrigo hasta el cuello mientras observaba fijamente la escena. Resultaba extraño; la satisfacción que hacía un instante me embargaba, dio paso a una enorme decepción, similar a la que sentí una vez que obtuve pésimas calificaciones en mi expediente.
El grito de mi hermana me sobresaltó. Entre sollozos, sacó tiernamente del agua a Sara y me lanzó una mirada inquisidora, al tiempo que emprendía un afligido caminar hacia casa, acusándome de haber ahogado a su muñeca a traición.
Estoy seguro. En esta ocasión será imposible conseguir mi absolución…+13Es considerada una de las nuevas enfermedades ricas, pero creo que el llamado 'síndrome postvacacional' de Septiembre, también opera después de Semana Santa.
Estoy llevando en el bufete un caso de expediente disciplinario, pero francamente me ha sido difícil estudiarlo en estos días de receso. Ha sido hoy lunes cuando, con cierto esfuerzo y con varias horas de insomnio, lo he retomado. No obstante, sigo pensando en algo que me llamó la atención este Viernes Santo. Cuando clavé mi mirada en Jesús de Medinaceli- al doblar Sol con su elegante caminar- me pregunté inconscientemente si tras la traición de Iscariote, su juicio cumplió con todas las garantías procesales. Lamento que a lo largo del día este pensamiento se diluya en el vaso de manzanilla que me he preparado. Para colmo, mi hijo acaba de telefonear para confesarme en la intimidad que, como soy Abogado, solucione su 'bullying' escolar. Legal Easter?
+7Querida, las campanadas de medianoche vuelven a marcar el plazo, esta vez para solucionar tu caso. Pero primero ordenaré tu expediente: la noche de autos abandonaste tu puesto de trabajo para acudir al baile. Los testimonios de los asistentes coinciden en la fascinación que causó tu llegada, con tu elegante caminar; suscriben que tu baile con el príncipe basculó entre una excesiva intimidad y acoso en demasía; todos concluyen que a medianoche tu huida apresurada y accidentada causó algo más que la pérdida de tu zapato de cristal. Y como pruebas: el susodicho calzado, un edicto emplazando a las jóvenes a probárselo y otro bando que te acusa de traición por rechazar al príncipe. Y aquí está el documento mágico, fírmalo y formarás parte del programa de protección de testigos. Querida Cenicienta; yo, tu “aboghada” madrina lucharé por ti: ¿para qué dejaste de ser una criada?... ¿Para convertirte en otra?
+16Mi compañero de carrera, Agustín, siempre fue un tipo peculiar. A menudo renuente ante cualquier trabajo, con un expediente académico discreto, y celoso de su intimidad, para evitar cualquier traición. Nunca hubiera creído que llegaría hasta donde lo ha hecho. Pero he de decir que, si lo ha logrado, no es sólo por su sagacidad y porte envidiablemente elegante, sino que más bien, la desfachatez y un plan milimétricamente calculado, le han conferido su actual éxito. Fundó el despacho “López de Ayala y Asociados” (en realidad ejerce en solitario y se apellida López Martín, siendo Ayala su cuarto apellido). Y el éxito le llegó nada más empezar su caminar, con un primer asunto de accidente laboral. A partir de ahí, invirtió todas sus ganancias en formación sobre retórica, negociación, oratoria, marketing, publicidad, y asistiendo obsesivamente a los juzgados, a presenciar vistas. Hoy en día puedes conocerle a través de Youtube.
+5Era su último expediente. Y después de archivarlo se jubilaría. Por fin dispondría de tiempo para su familia, para sus amigos, para sí mismo, recuperando esa intimidad durante años postergada por las premuras y las cuitas profesionales. Toda una vida siendo abogado, ejerciendo la profesión con honradez, compañero leal y bienhumorado, elegante en la disputa, prestidigitador de fundamentos jurídicos contundentes y atinados. El listón en todo lo alto.
Y voy yo, educado en sus enseñanzas, y la pifio a las primeras de cambio; además, sin posibilidad de enmienda. Su confianza, precipitada visto lo visto, vapuleada por mi traición. Extravié la documental, esencial para el caso que nos ocupaba, y él asumió la responsabilidad.
Ahora trabajo en la tasca Cinco Farolas, y algunas mañanas lo veo caminar por la acera de enfrente. Si nuestras miradas se cruzan, él siempre me muestra una leve sonrisa.
Fue nuestro último expediente.+11Mi papá es un superhéroe, se parece a Batman; tiene una capa negra, le he visto ponérsela cuando tiene una misión (el lo llama juicio), su capa es muy elegante, tiene unas tablillas que le permiten volar cuando baja deprisa las escaleras del Juzgado porque llega tarde a una cosa que el llama "vista" (yo creo que es donde se enfrenta a los malos)..y cuando llega cara a cara con su contrario avanza por el pasillo con su caminar elegante...
Lleva en su cartera "el expediente", me ha explicado que es su arma secreta para fulminar al contrario..eso sí, sin trucos ni traición, con la Ley en la mano..(yo supongo que la Ley será una espada, pero hoy no la lleva..)
Ya entra...con que cara de admiración le miran sus clientes!!! vamos papi!!, definitivamente mi papá es un superhéroe...y en la intimidad, ya sin capa, AÚN MAS.+7Piensas que puedes aguantar el ritmo (frenético) del abogado autónomo, que ya tendrás tiempo de caminar más despacio. Aún no ha sonado tu reloj biológico. Solo este expediente. Un ratito más. Primero náuseas, después cansancio, y terminas en el médico. Y se derrumba tu vida. Sin más. Adiós al traslado a un despacho más elegante. Adiós, cartera nueva. Todo suena a traición. No ahora. No a ti.
Irremediablemente llega la primera prueba. Te tumbas en una camilla. Te subes la camiseta. Sientes que pierdes intimidad.
Parece que el techo te cae encima. Un techo visible, sólido como cemento. El médico señala una pantalla y entonces lo ves: Una mancha oscura. Movimiento. Latidos.
Esa imagen lo cambia todo de nuevo. ¿Será como dicen, "cosa de hormonas"? Y ahora te ves siendo buena madre. Y buena abogada. Y el techo deja de pesar sobre tu cabeza. Porque tú puedes. Porque tú quieres.
+37LA TOGA TÓRRIDA
Claudia Peña Núñez · Madrid¿Pensará en mí? ¿La veré hoy? ¿Me querrá? Son preguntas que me hacía mientras estaba colgada junto a mis compañeras en la intimidad de aquel oscuro armario. Tantos años intentando conquistarla y al final siempre se va con otro…
Mientras pensaba en ella, un joven abogado abre la puerta y me descuelga. Me coloca sobre sus hombros y, aunque no soy su talla, se decide por mí. Entramos en sala y al caminar hacia el estrado por fin la veo, elegante, seductora y a la vez impasible y distante. Su traje negro, el encaje en la manga, el broche sobre el pecho… ambos sabemos que no podríamos vivir el uno sin el otro.
Es mi turno. Trato de seducirla, pero cada vez es más difícil… hay tantos pretendientes… y ella es tan racional… Termina mi declaración y vuelvo a mi armario. Otro día sin ella, otra traición, otro expediente fallido…
+37En mi nacimiento borraron todos los rastros de mi pasado. Me dijeron que cada día de la vida sería una hoja en blanco. Y en mi caso, así ha sido. Comencé a caminar en otra ciudad, con otra familia, como si quisieran arrancarme las raíces de mi destino. ¿Puede haber mayor traición que quebrar la memoria de una persona?
No supe que contestarle. Era una mujer elegante que arrastraba una tristeza profunda. Me despedí de ella con la promesa de que haría todo lo que estuviera en mi mano.
En la intimidad de mi despacho, abrí un expediente. Introduje los certificados antiguos que contaban la historia de un país.
Recordé los años de universidad. El esfuerzo en los días azules de verano. Reconocí la sensación que me había llevado a estudiar Derecho.... Y volví a repetir la promesa en voz alta, como si firmara un contrato conmigo mismo.+19Era el 8 de marzo del año 3008, me encontraba en el Juzgado defendiendo el expediente de una trabajadora que reclamaba su derecho a visionar la webcam de la Ovo- Reproducción, no sólo en la intimidad de su hogar, sino también en su centro de trabajo.
Ciertamente, el caminar elegante de la humanidad hacia la evolución, había dado un salto cuantitativo con la invención de la Ovo- Reproducción, los inconvenientes derivados del embarazo y cuidados de un recién nacido se habían eliminado. El Ovo, disponía de un soporte vital, desde la concepción hasta el primer año de vida del bebé, después Robot-Ovo se ocupaba hasta la mayoría de edad.
Los problemas de conciliación laboral habían desaparecido, al igual que la discriminación, la igualdad de género era una realidad.
De pronto siento el llanto de mi bebé y despierto de mi sueño, la traición del subconsciente era más que evidente.+5Tras aquel expediente de regulación de empleo, había concentrado su actividad en encontrar un nuevo trabajo. Cumplidos los cincuenta y cinco, debía reinventarse. Acudió casi desesperanzado a aquella entrevista en nuestro bufete. Su currículo era impecable y experimentado, y se atisbaba en sus ojos aquella lucecita demandando una nueva oportunidad. Comenzó con nosotros enseguida, y casi se deslizaba por los despachos con su caminar elegante, esbozando una constante sonrisa. Yo lo miraba de soslayo, y aquella forma de sonreir me fascinaba.
Siendo niña, mamá apenas me habló de aquél al que yo nunca conocí como padre. En casa crecí con cierto halo de tristeza, pero no con sentimiento de traición o abandono. Esa noche busqué un momento de intimidad con ella. Estaba orgullosa por haber conseguido una vida plena solas. Pero acabó confesando que aún recordaba cierta sonrisa. La abracé y le pedí que viniera al despacho al día siguiente.+10