Lorenzo David Rubio Martínez

Microrrelatos publicados

  • Cumpleaños

    Nací el 6 de diciembre de 1978. Hoy cumplo cuarenta años, como la Constitución española. Mis padres, viendo caer la dictadura y la llegada de la democracia, me llamaron Esperanza. Nunca dejaron de ayudarme con los estudios y así pude cumplir el sueño de ellos, y el mío: ser abogada. Siempre con la ilusión de defender los derechos de la ciudadanía que recoge la Carta Magna. Pero este año he decidido no celebrar mi aniversario. No puedo. No mientras en España haya brutales desigualdades de renta, mientras las mujeres cobremos menos que los hombres, mientras se encarcele a la libertad de expresión, mientras haya miles de hogares con todos los miembros en paro, mientras los pensionistas no puedan pagar las facturas de la luz y mientras sigan incumpliéndose los artículos referentes a necesidades básicas. Pero yo seguiré luchando por conseguir un mundo mejor ataviada con mi toga. Aún hay esperanza.

    | Octubre 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • El letrado B-2730

    Para los nazis ya no era el prestigioso abogado Hershel Yakubowicz afincado en Berlín, sino solo un cerdo más hacinado en el campo de concentración de Sachsenhausen. De nada servían ya los cientos de juicios en los que había salido victorioso defendiendo civiles arios. Pese a todo, a riesgo de ser fusilado, intentaba ejercer mi profesión defendiendo ante los soldados a algún preso enfermo o en convalecencia de tanto trabajo forzado, para que le eximiesen de cargar piedras; incluso me atrevía a mediar para que le ofrecieran algo de comer a los que, si no, les esperaba una muerte inminente por inanición. Pero ellos solo sabían repudiar a nuestra raza y el verbo que mejor dominaban era ‘matar’.

    Aquella madrugada me pareció reconocer al juez Frank Buergenthal entre el tumulto. Grité su nombre, pero no le dio tiempo a contestar. El gas de las duchas ya había dictado sentencia.

    | Septiembre 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 3

  • Huida

    El abogado que representaba a la H había fracasado. El juez del diccionario de la Real Academia Española (RAE), por mucho que la defensa demostró que la letra se podía comunicar por gestos como cualquier otra grafía, dictaminó que la H no emitía ningún sonido y no se merecía tener fonema propio y, por ende, ni se dignó a sentenciar la cautelar. Así, hastiadas, "Helado", "Héroe", "Aherrojar", "Hispanohablante"...; una tras otra, todo el glosario de palabras de la H del vocabulario de la lengua española que abarrotaban la sala, abandonaron sus asientos con las maletas en sus manos en dirección al helipuerto. El destino: Hawai. Allí les permitirían sonar de modo parecido a las jotas españolas. Pronto el magistrado se arrepintió de la sentencia, cuando comprobó que todos los vocablos con H habían desaparecido del diccionario de la RAE.

    | Agosto 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 13

  • Enajenación mental

    Lo reconocí nada más verle caminar con los otros presos hacia el paredón. Era Hershel Yakubowicz. Sin duda. El abogado judío que, a principios de los años 30, me había salvado de la pena capital por asesinato, con una defensa digna de manuales de abogacía.

    Ningún letrado ario quiso llevar mi caso. Yo era culpable, pero nunca lo supo Hershel. No me hubiera ayudado revelándole en la intimidad que maté a un hombre porque me dio la gana. Él era así, elegante en sus valores. Sólo defendía a quienes le juraban su inocencia.

    Ya estaba apuntando a Hershel con mi Mauser K98, cuando seguí sus pasos y defendí a los inocentes fusilando a los soldados nazis, que como yo estaban encargados de la matanza; mientras, los judíos huían.

    Ejecuté así mi traición. Mi castigo no sería un expediente disciplinario; Hitler pagaba la alta felonía con la muerte.

    | Abril 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • Escrache

    "A este ritmo los políticos hasta se van a creer con derecho a decirnos a qué columpio o a qué parque tenemos que llevar a nuestros hijos. Tenemos que abogar por la custodia de la separación de poderes o, si no, la justicia se convertirá en un baremo tintado de ideologías sin arreglo a las leyes, donde cualquier vicario podrá decidir qué es lo justo según lo que más le convenga".
    Los magistrados reunidos, al escuchar las palabras del juez portavoz, se levantan y le dedican una sonora ovación. Luego marchan a sus casas, aunque hoy llegarán tarde. Las calles y las carreteras siguen cortadas por prosélitos de discursos de abogados y figuras públicas manipuladoras. Y, cuando los jueces lleguen a sus hogares, las caceroladas ante sus puertas que se han organizado no les permitirán dormir. Mañana, otra vez, volverán a los tribunales con ojeras.

    | Marzo 2018
     Participante

  • Al abordaje

    Cada día me generaba más fatiga litigar por conseguir a mis clientes una mayor tajada de su divorcio, de un despido, del seguro... Estaba harto de llegar a casa a las tantas y no pegar ojo.
    A veces me acordaba de esas noches que mi abuelo me dormía contándome inauditas aventuras de cuando, según juraba él, había sido pirata. Nunca le creí, pero me preguntaba si ese pequeño soñador hoy estaría orgulloso de trabajar como abogado. Algo me decía que mi destino era otro. Lo confirmé cuando sufrí la pérdida de mi padre y me dejó en herencia todo lo que guardaba del abuelo; entre sus pertenencias, un auténtico bergantín con una tripulación de corsarios dispuestos a zarpar conmigo. Le eché valor, me vestí con sus ropajes de pirata, compré un loro y, con sus mapas en mano, di un viraje a mi vida y partí en busca de tesoros.

    | Febrero 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 17

  • Prime time

    Cuando terminó el doble grado en Derecho y Periodismo, varios bufetes intentaron contratarlo. Pero rechazó las ofertas. Era un abogado difícil de definir: su propósito no era enriquecerse, sino ayudar a los demás. Se hizo voluntario de asilos, a los que acudía a atender a los ancianos. Si uno era sospechoso de haber robado un par de pastillas azules, le defendía ante las enfermeras, si a otro no le permitían fumarse un cigarrillo, preparaba su alegato. Compaginaba esta labor disfrazándose de payaso del circo para visitar a niños enfermos en hospitales y sacarles una sonrisa. También llevaba mantas y cafés con leche a los sintecho. Incluso se prestaba a colaborar con las ONG que necesitaran cualquier ayuda o servicio jurídico. Todo lo hacía acompañado de un cámara, pues presentaba en la sobremesa un programa de televisión que estaba batiendo récords de audiencia, en el que emitía reportajes sobre buenas acciones.

    | Enero 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 13

  • Todo incluido

    Un guía turístico seguido de un grupo de japoneses con sus cámaras de fotos irrumpieron en medio del careo. Debido a la corrupción, la mala imagen del país ya no se podía reparar, pero sí rentabilizar. Por lo que visitar un proceso penal por esta causa se había convertido en algo tan imprescindible para los extranjeros como degustar paella, tomar el sol en la playa o practicar balconing.

    Mi cliente, imputado por intercambiar jamones por licencias urbanísticas, fue el más rápido en levantarse y hacerse selfis con los japoneses; le siguieron la jueza, el fiscal, los testigos… todos nos fotografiamos y les enseñamos a decir “¡patata!”.

    Los juicios eran ahora exprés, pues les entraba también contemplar el encarcelamiento o pena impuesta al culpable. Por eso, cuando conseguí la absolución por falta de pruebas, el abucheo fue ensordecedor. No me quedó otra opción que disculparme por aguarles la fiesta.

    | Septiembre 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 24

  • El trono de hierro

    Pese al calor de agosto, el encausado apareció en la vista oral con una armadura de hierro y una espada "de acero valyrio", aseguraba que era. Le acusaban de haber decapitado a doce soldados de la Guardia Real. El abogado, secándole el sudor por la celada con toallitas perfumadas que sacaba de un neceser, esgrimía que se trataba de un caso de trastorno mental transitorio. Su cliente se había tragado las siete temporadas de Juego de Tronos en solo tres días, por lo que tal hecho heroico podía tener dos consecuencias: entrar al Libro Guiness de los Récords o sufrir un síndrome quijotesco temporal de creerse caballero al servicio de Khaleesi, la legítima heredera. Mientras todos reían de tan demente alegato, irrumpieron rompiendo las ventanas tres dragones echando fuego por la boca. En ese momento, el acusado exigió un juicio por combate. Fue declarado inocente.

    | Agosto 2017
     Finalista
     Votos recibidos por la Comunidad: 9